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Críticas de Luis Ángel Lobato
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Críticas 377
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
7
31 de julio de 2015
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un muy interesante drama rural en el que se denuncia la anticuada y egoísta moral de un padre de familia que impone a sus jóvenes hijos una férrea disciplina basada en criterios reaccionarios para mantenerlos atados a las faenas de su granja y su obsesión en cultivar sus tierras con métodos arcaicos que casi lograrán sumir a toda la familia en una tragedia.
La testarudez de este agricultor -magnífico Walter Brennan- será tal que intentará impedir que su hija mayor mantenga sus propios criterios sobre cómo guiar su propia existencia y destruir su amor con un ingeniero agrónomo que querrá implantar los métodos modernos para el cultivo de esos campos y evitar una catástrofe natural.

Otro de los aspectos de esta buena y desconocida película (al parecer no se estrenó en salas de cine en España) es el tratamiento, en la América profunda, agraria y ganadera, del mundo de la infancia (perfecta la niña Natalie Wood) y de la adolescencia, que se mueve entre los deseos de la añorada libertad, de los sueños y de la imaginación, unidos a las aspiraciones de adquirir una cultura académica, y la realidad de la represión de ese microcosmos patriarcal, retrógrado y represor.

En el film se aprecian ecos de John Ford y de Frank Capra en la composición de personajes y de sus relaciones, en el peso de la sangre y en la solidaridad familiar y, estilísticamente, en la esmerada fotografía casi expresionista.
A destacar, por su puesta en escena y emotividad, la larga secuencia de la brutal riada y de cómo el director William Russell, forjado en series televisivas, juega con el paisaje, con los elementos meteorológicos, con esa fotografía expresionista aludida, con el "tempo" narrativo interno y con la sentimentalidad de los personajes.

El final, muy de Capra, como ya he aludido, amortigua la brutal ideología del personaje central y suaviza la tensión psicológica a la que han sido sometidos los personajes durante la hora y media de intenso metraje.

En conclusión: una película muy especial, con todos los ingredientes del cine clásico americano, donde se nos muestra que la vida en campo no es siempre ideal ni alabable, a pesar de que el film nos propone un clima con una especie de tono entrañable y familiar. Y menos bajo el dominio de un tiránico y ofuscado progenitor.

Una pequeña joya para contemplar.
Luis Ángel Lobato
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3
24 de julio de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nulo suspense en este film televisivo con un intrascendente argumento, muchas veces visto, y donde los personajes son meras apariencias de lo que deberían ser en una película que se considere como tal.

Chica con trauma psíquico por un acto de violencia --apenas se le nota el desequilibrio-- que se traslada a otra ciudad y que es acosada --con bastante delicadeza-- por un medio psicópata (desde el principio ya conocemos su identidad y al guionista --o guionistas-- no ha parecido importarle que lo sepamos) que intenta, por celos, hacerle la vida un poco imposible.

Lo más lamentable es que el director (se ve que experto en estos nefastos --salvando excepciones-- productos televisivos) rueda con una desgana tan absoluta que ni intriga, ni tensión, ni sustos, ni inquietud nos producen las escasas escenas que se supone que nos lo deberían producir. Solo un ritmo plano, vacía acción y situaciones reiterativas en cuatro o cinco escenarios pueblan esta vulgar película que, por no tener, no posee ni el final mínimamente decente, con un poco de intensidad, que se pide a este tipo de producciones policiales plastificadas y manidas.

En resumen: cinta soporífera dada la plenitud desbordante de aburrimiento que destila.

La califico con un 3 y ya va demasiado bien servida.
Luis Ángel Lobato
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2
18 de julio de 2015
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desastroso e innecesario -como casi siempre- remake del thriller de Lewis Allen "De repente" (Suddenly, 1954), que sin ser ninguna maravilla sí nos ofrecía una buena muestra de cine negro estadounidense de serie B con unos actores solventes y un guion hilvanado. Amén de mantener la tensión en el espectador durante todo su metraje.

En este "Objetivo: presidente", ocurre todo lo contrario:

El guion es catastrófico, dejando cabos sueltos, de manera impune, hasta la desesperación.

Las actuaciones resultan deleznables, sobre todo la de Ray Liotta, que nos otorga, con insufrible desgana, su taciturna personalidad (la del personaje; la suya la ignoro) con el único registro que conoce este mal actor y de manera patética y falaz. Y los demás acompañantes (también sus respectivos personajes) son, así mismo, deplorables.

El ritmo nos abruma con su plana cadencia y la acción -algo que se necesita, sí o sí, en este tipo de películas- es inexistente.

Abundan -son una plaga- las ridículas, inconcebibles y absurdas escenas, impropias de cualquier cineasta con un mínimo de cordura, que remueven las tolerantes conciencias de los que las miran aturdidos.

Muchos de los personajes sobran -lo peor que puede suceder en cualquier película que se precie de tal- en la trama. Pero es que esta no tiene desarrollo: es inmutable.

Y lo más siniestro de todo: una soterrada ideología, bastante reaccionaria, se lanza, como quien no quiere la cosa, a la inteligencia del asombrado público asistente. Deleznable en todo punto.

En fin... Aburrimiento y estrepitoso mal hacer en este film de Uwe Boll que, en verdad, produce escalofríos de irritación. La califico con un 2 porque de vez en cuando se nos invita a contemplar amenazantes -y preciosas- montañas (lo único destacable y certero en este engendro) que anuncian -en teoría- que algo turbio va a suceder en la historia. Pero esta -si es que ocurrió- concluye y no hubo nada.
Luis Ángel Lobato
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3
30 de junio de 2015
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo de siempre.

Otra copia --y ya son incontables-- de aquella interesante obra de 1990 que fue "De repente, un extraño", de John Schlesinger, y, un poco mas cercana en el tiempo, 1992, de la magnífica "La mano que mece la cuna", de Curtis Hanson.

Pareja de novios que alquilan casa y se les cuela un psicópata como un poco despistado, el pobre. Y, por mucho que lo intenta, no logra enamorar a la chica ni a tiros.

De una simpleza tal resulta esta película, con todas las marcas de ser un producto televisivo, que por no tener no tiene ni guion; solo lo que dije: copia de situaciones y de personajes de los dos films anteriormente mencionados --y de todos los plagios siguientes-- pero dejando en el olvido, a años-luz, la complejidad psicológica de los protagonistas y la turbiedad de la atmósfera que sí tenían esos buenos trabajos de Schlesinger y de Hanson. Ahí había directores de raza y en esta sosería de Maureen Bharoocha pues...eso; nada de nada. Y es que la realizadora parece no saber colocar la cámara para provocar un plano inquietante. Qué le vamos a hacer...

En fin; la puntúo con un 3 porque la factura no es del todo catastrófica.
Luis Ángel Lobato
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7
24 de junio de 2015
4 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gran película que aúna el género negro y el melodrama para hacer una denuncia social contra la corrupción política, la injusticia judicial y la brutalidad de las instituciones (con sus funcionarios) penitenciarias, a la vez que exalta la amistad, la lealtad, la solidaridad y el compañerismo de unos hombres atrapados y sin apenas posibilidad de futuro.

Se trata de una película dura -con algunos momentos sentimentales- y con memorables interpretaciones tanto de los dos protagonistas -Cagney, en especial, está insuperable- como la de todos los secundarios.
Lástima que la secuencia final desbarate, por su incongruente aquiescencia hacia la autoridad carcelaria, la propuesta planteada durante todo el metraje anterior: una pena en este sentido.

Con una historia semejante -solo semejante- a la inconmensurable "Solo se vive una vez", de Fritz Lang, a "Muero cada amanecer" le falta ese toque de sensibilidad, de lirismo, de la fatalidad del destino que sí inundaba con esplendor la obra maestra de Lang.

Con todo, como ya he apuntado, esta película, dirigida con sabiduría por William Keighley, se alza como una de las grandes obras del drama carcelario y de crítica social del cine americano de los años treinta junto a la ya aludida "Solo se vive una vez", de Lang, o "Soy un fugitivo", de Mervyn LeRoy.

Le bajo la calificación a un 7 por la improcedente escena final ya insinuada que casi hace tambalear todo el desarrollo ideológico del film.
Luis Ángel Lobato
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