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Críticas de Anibal Ricci
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Críticas 354
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
9
25 de mayo de 2013
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
El título de la película alude a una separación matrimonial, un asunto bien concreto, y el espectador no se equivocará al respecto. Lo que jamás intuirá es la profundidad con que el director iraní Asghar Farhadi tratará el tema. No sólo me refiero al magnífico guión sino además al tratamiento estético del conflicto.

La película se enfoca en las consecuencias que puede traer la separación de una pareja, con un detallismo que hace casi imposible no asociarla a una historia real.

Lo notable del guión es que a partir de una anécdota particular, que nos acerca a la religión y diversidad de clases existentes en Irán, el director logra una universalidad que va más allá de las fronteras geográficas, y nos pone a reflexionar en la importancia de las decisiones que tomamos en la vida. Como expone tan lúcidamente el escritor peruano Carlos Castaneda: “En un mundo donde la muerte es el cazador, no hay tiempo para dudas ni lamentos... Sólo hay tiempo para decisiones.” Somos seres tomadores de decisiones, unas más importantes que otras, pero todas, absolutamente todas, tendrán consecuencias para nuestro entorno.

Terminar una relación de pareja es definitivamente una decisión importante, y suele correlacionarse la importancia de una decisión con la cantidad de personas a quienes afecta. Simin (la mujer) prefiere vivir en el extranjero para ofrecer mejores oportunidades para su única hija (Termeh), sin importarle demasiado la opinión de Nader (el marido) quien debe cuidar a su padre que sufre de Alzheimer. No es una decisión trivial, y Simin prefiere separarse del marido porque no deja sacar a su hija del país. Al parecer, Simin le oculta algo, y a su vez, Nader no estará dispuesto a pedirle que recapacite debido a que se siente herido. La falta de comunicación entre los tres integrantes de la familia traerá consecuencias enormes no sólo para ellos, sino además para la familia de la mujer que contratan para cuidar al enfermo.

Hay un acertado uso de la cámara fija y del plano medio para darle perspectiva y objetividad al espectador. Sin embargo, el director se la juega, cuando es pertinente, con planos personales y mucho silencio, si es que la subjetividad de los personajes aportan a la historia.

La estructura narrativa es sobresaliente y el director envuelve perfectamente el relato al comenzar y terminar la película en el mismo lugar. En la oficina del Registro Civil, la hija de la pareja deberá tomar una decisión tan compleja como las que han adoptado sus padres, y quizás conlleve consecuencias tan extremas como las que ya le ha tocado experimentar: deberá elegir con cuál de sus padres se va a quedar. Una carga pesada para una adolescente. Mal que mal, sus padres son adultos y se supone que tomaron sus decisiones de manera equilibrada.

Al final, hay una toma en que los padres aparecen separados por un vidrio, y nos da una señal de que el origen de su distanciamiento no fue el supuesto viaje al extranjero.

Muy buena película.
Anibal Ricci
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7
23 de mayo de 2013
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La rugosidad de la película se debe a un acertado empleo de la cámara digital. Un punto de vista interesante es la falta de candidez de los hombres con sentimientos más humanos. Aquí los que encarnan fielmente su espíritu son aquéllos que “viven y mueren en este día”, los que se sobreponen a la adversidad y luchan por estar vivos. Hay numerosos flashbacks del personaje principal buscando un lugar más confortable dentro de su mente, una luz que lo guíe a salir de la peligrosa situación en que se encuentra. Recolecta billeteras de los caídos para llevárselas a sus familiares pese a que él ya no tiene familia: su esposa sucumbió ante la enfermedad. Existe un hermoso instante en que John le pide a Dios que se manifieste, pero más que un acto de fe, se nos presenta como un drama épico que nos devuelve la fe en los hombres. En esta película Dios no existe, sólo asoma la llama del espíritu humano.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Anibal Ricci
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9
23 de mayo de 2013
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
“La sexualidad verdadera es aquella que aniquila al ego” teoriza Sabina Spielrein luego de ser rescatada de sus tormentos por Carl Jung. Esa frase es el núcleo central a que nos enfrenta la película del canadiense David Cronenberg. Sabina es el personaje articulador de las teorías de la personalidad que desarrollaron, primero Sigmund Freud (el inconciente contiene las pulsiones más primitivas y reprimidas del ser humano) y luego Carl Jung (existe un inconciente creativo que busca el autodesarrollo). La historia se enfoca en la relación de maestro-discípulo entre Freud y Jung, que paulatinamente va quedando atrás debido a sus diferentes experiencias de vida. Cronenberg les da profundidad al distinguir las diferencias entre sus estilos de vida y sus tipos de personalidad. Resulta paradojal que Freud fuese un hombre conservador en su vida familiar y despliegue una teoría que tenga estrecha relación con el ámbito sexual, cuya experiencia proviene principalmente del relato de sus pacientes. En cambio, Jung es un sujeto influido por las pasiones que incluso se enreda sexualmente con sus pacientes, aún cuando su teoría relaciona al inconciente con la creatividad y plantea la existencia de un inconciente colectivo que nos conecta como seres humanos. Se plantea la tesis de que sus teorías fueron concebidas a partir de cierta neurosis en Freud y de algún grado de psicosis en Jung. Otra dualidad es el origen judío de Freud y el ario de Jung. A su vez, el padre del psicoanálisis vive hacinado con su numerosa prole en un pequeño departamento de Viena, en cambio Jung es un burgués de Zurich que vive en medio de la opulencia que le prodiga su esposa. A pesar de todas estas paradojas resulta indiscutible el importantísimo aporte de ambos al conocimiento de la psique humana. Sabina, la amante de Jung, vive en carne propia los laberintos a los que conduce la mente. Por un lado, su comportamiento inicial de represión sexual está estrechamente ligado a la teoría de Freud, pero gracias a la terapia de Jung se transforma en una importante psiquiatra que difundió la práctica del psicoanálisis por todo el mundo, perfeccionamiento profesional acorde a la teoría de Jung sobre la tendencia al autodesarrollo del inconciente. La recuperación de la patología de Sabina tiene que ver con dejar fluir sus instintos y no reprimir sus impulsos sexuales, no hay maldad en ellos aun cuando sean de carácter masoquista, simplemente son fuerzas contenidas que en caso de ser liberadas darán paso a una creatividad sin límites.
Anibal Ricci
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9
23 de mayo de 2013
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película plantea el tema, ya visto en otras, del creador y la creatura, con la salvedad de que lo lleva al formato de la comedia romántica. El creador es un escritor (tampoco es novedoso el personaje) cuya fuente de inspiración en la ficción se convierte de improviso en una chica de carne y huesos: Ruby Sparks.

Toda la película está construida en base a situaciones forzadas, desde la anécdota inicial, pasando por cierta deshumanización a que es sometida la chica (hasta su nombre y apellido suenan ridículos) por parte de Calvin, el protagonista, quién pronto se dará cuenta de que puede manipular el libre albedrío de Ruby.

Sin darnos cuenta (gracias al ingenioso guión de Zoe Kazan) transitamos desde una comedia liviana hacia un argumento más oscuro y profundo, una especie de ritual de magia negra que opera cada vez que Calvin pulsa las teclas de su máquina de escribir.

En uno de los diálogos se dice que “enamorarse es un acto de magia”, y el juego que plantea la película se transforma en una metáfora potente, una especie de milagro que sucede ante nuestros ojos, todos los días y en todas partes. El relato ficticio avanza a buen ritmo y transmuta mágicamente en emociones genuinas que te hacen pensar y sentir que la película adquirió vida propia.

Al final, el escritor concluye que “las palabras no provienen de uno, sino que pasan a través de uno”, frase que me dejó marcando ocupado.
Anibal Ricci
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8
23 de mayo de 2013
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los silencios que envuelven a los personajes dan cuenta del dilema moral que enfrentan. Un guión sobresaliente inspirado en la quiebra de Lehman Brothers refleja el probable clima que se desató en Wall Street durante las primeras horas de la crisis económica del 2008; marco perfecto para que se luzcan actores de la talla de Jeremy Irons, Kevin Spacey y Stanley Tucci.

Las bolsas accionarias transan papeles de acuerdo a lo que sucede en el minuto, el corto plazo llevado al extremo. Si un operador se entera primero que los activos de una compañía no tienen valor y decide vender al instante, es probable que obtenga una ganancia desproporcionada, igual a la suma de las pérdidas de todo el resto de los compradores.

Antes de que se produjera la crisis de las hipotecas subprime en los Estados Unidos, los especuladores estaban en conocimiento de que vendían hipotecas que la gente no podría pagar, y administraban sus carteras de clientes en base a probabilidades tal como lo hacen las compañías de seguros.

“El precio de la codicia” es brillante al tratar el tema de las decisiones de corto plazo, que tienen como resultado a unas pocas personas inmensamente enriquecidas, a costa de una gran mayoría de gente más pobre, decisiones algunas veces tomadas para hacer pésimos negocios para las economías agregadas o si se prefiere, negocios que no perdurarán en el mediano y largo plazo de las economías globales.

El precio de la codicia es la constatación de no producir nada que sea tangible (solo dinero), renunciar a la familia porque lo inmediato es lo importante, estar rodeado de enemigos, y finalmente olvidar la relación que existe entre el dinero y los bienes que se adquieren con él.

El precio de la codicia son un montón de jubilaciones millonarias con el objeto de ocultar la verdad por unas horas, no importando si a su paso se destruyen los mercados y la credibilidad de la gente, incluso por varios años, y tampoco la cantidad de familias destrozadas que van quedando atrás.
Anibal Ricci
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