No se como empezar. Tal vez por decir que Watchmen es quizás la mejor adaptación de un cómic hecha en años. No es como el caballero oscuro, donde el guión era totalmente original, es básicamente dar movimiento a algo ya hecho en papel. Y si además lo haces con enjundia y valentía, pues mira oye, no defraudas.

El ritmo de la película recuerda mucho al debut de Snyder, el amanecer de los muertos. Planos largos, retocados para amenizar a ojos del espectador y para evitar el gris, que unido a interpretaciones decentes (tal vez alguna sea notable, rorschach me gusta mucho, pero eso queda entre mi onanismo y yo) hacen de Watchmen una experiencia agradable. Y es algo a tener en cuenta dado su larga duración, poco menos de 3 horas, que a mi se me pasaron bastante rápido.

Bastante recomendable leerse el cómic antes de verla. Os sorprenderá.

Aburrida, larga, pretenciosa, sin gracia, sintética, engañosa y pésima, asquerosa y malditamente montada. En resumen, la mejor película de Boll hasta la fecha.

Durante sus 127 minutos da tiempo para mucho. Las batallas se suceden. Los absurdos se agolpan. Conversaciones tan inverosímiles como desconcertantes vagan por doquier a lo largo de un larguísimo metraje que los menos Uba-amantes no terminarán de ver si no quieren que su cerebro salga por su nariz, porque ya sabeis que si 2 horas en una peli de Eastwood se pasan en 2 minutos, en una de Mr. Boll son 2 dias.

Totalmente recomendable. Si, la contradicción es evidente, pero si el film está plagado de ellas, ¿por qué no puede haber una en su crítica?.

Increible. Apoteósico. Una noche quedamos mis colegas y yo para ver cine malo aposta y mi colaboración fue ésta. Una de las películas con las que más me he reído en mi vida. Os recomiendo un par de pizzas, un grupo de, como mínimo, 7 personas y unos buenos sillones reclinables. No tiene precio.

Entretenida película de artes marciales donde juraría que las tortas se las dan de verdad. Un guerrero experto en Muay Thai viaja a la ciudad para recuperar la cabeza de la estatua del dios de su pueblo, robada por unos mafiosos. Más simple que un bocata de jamón, pero bien narrado y ejecutado.

Acción de la buena en una película que no te dejará levantarte de la silla hasta acabar. Liam Neeson es un espía que se jubila para tratar de recuperar lo poco que queda de su matrimonio: su hija. Pero esta es secuestrada por una banda de trata de blancas, y como buen padre que Neeson es, la busca por toda Francia destrozandolo todo. No hace falta decir más.

De manufactura artesana, la acción se desarrolla con camaras muy rápidas y planos cortos e intensos (Jason Bourne...), y esto ocurre desde el minuto 40 de la película aprox. Además, tito Liam es un tipo carismático, atrayente, que sabe conectar con el espectador y sabe lo que quiere: espectacularidad. Alejado de su típico papel de mentor, va como pez en el agua entre fintas, derribos, tiroteos y persecuciones, y sorprende que sea capaz de llevar tan bien un papel como este.

Merece la pena si quereis pasar un ratito entretenido. Es un buen producto que hace falta en la industria del cine, por mucho que digan algunos.