“El libro de Eli” es una especie de western futurista en la línea de “Mad Max”, que podría haber sido una buena película, pero se quedó en el camino.
Esta muy bien la reivindicación de la necesidad de preservar la cultura y el conocimiento, pero la trama falla al final, cayendo en un discurso excesivamente en favor del cristianismo que puede resultar algo incómodo.

Película con un enfoque interesante de la reciente Guerra de Irak, de la que todo el mundo ha hablado sobradamente.
La historia va mas allá de mostrar las lamentables mentiras que se ocultan tras dicho conflicto, mostrando también que los oficiales, soldados y demás funcionarios del régimen de Sadam Hussein no son unos pobres desgraciados necesitados de comprensión y necesarios para establecer una democracia; sino que se les muestra como lo que de verdad son: los servidores de una tiranía.

Empieza como la historia interesante de un viudo que debe criar a sus hijos, pero conforme avanza la trama acaba siendo un aburrido drama familiar.
Película más próxima a un culebrón mediocre que a un drama serio.
Scott Hicks puede hacerlo mejor.

Una historia, difícil de relatar, es contada muy hábilmente.
Los actores están bien; por supuesto, Jeff Bridges está soberbio, pero tampoco hay que desmerecer el trabajo de Maggye Gyllenhall y Colin Farrell.
Mención aparte merece la canción “The weary kind”, interpretada por Ryan Bingham (que hace una breve aparición en le película), ganadora del oscar, verdaderamente maravillosa.

Debo admitir que, deentrada, la historia, quizás por sus implicaciones morales, no me llamaba mucho la atención.
Pero es una situación que el guión ha sabido solventar muy hábilmente, enfocano el relato sobre el paso de la adolescencia (o edad del pavo) a la madurez.
Un cuento agridulce que no deja indiferente.