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Críticas de Manuel Esteban
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Críticas 130
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
6
15 de septiembre de 2019
3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La espía roja" es la nueva película del director de cine y teatro británico Trevor Nunn, realizador de largometrajes como "Lady Jane" (1986) o "Noche de reyes" (1996), entre otros. Cuenta con guión de Lindsay Shapero y las actuaciones de la veterana actriz inglesa Judi Dench, la joven Sophie Cookson y otros reconocidos como Stephen Campbell Moore.

En "La espía roja" Nunn nos traslada hasta el año 2000 para narrarnos la historia de Joan Stanley (Dench), una anciana de aspecto apacible, que repentinamente es sospechosa de proporcionar información a la Rusia comunista en las décadas del 30′ y 40′. Una vez llevada al interrogatorio, los recuerdos vienen a la mente de Stanley, quien comienza a recordar sucesos del año 1938, cuando era joven (aquí interpretada por Cookson) y estudiaba física en Cambridge, y la forma en que empieza a relacionarse con dos jóvenes comunistas; primero con Sonya Galich (Tereza Srbova), que pasará a ser su mejor amiga, y luego con su primo Leo Galich (Tom Hughes), con quien tendrá un romance. Posteriormente formará parte del servicio secreto británico, dedicado a la investigación nuclear durante la segunda guerra, conociendo allí a Max Davis (Stephen Campbell Moore), un hombre un tanto más grande que ella con quien se termina involucrando. El dilema se planteará en torno a, si traicionar a su país enviando información a los rusos para evitar una catástrofe nuclear tras los bombardeos a Hiroshima y Nagasaki, o mantenerse al margen.

La historia de "La espía roja" está basada en la vida de Melita Norwood, la espía británica que estuvo más tiempo al servicio de la KGB. Si bien en parte el filme respeta ciertas cuestiones y sirve desde una perspectiva histórica, también ha sufrido modificaciones que quizás se podrían haber evitado y que hacen cuestionarlo desde lo fidedigno. No obstante, en los momentos que se narran los acontecimientos de Joan Stanley en su juventud, la cinta se desarrolla con una dinámica acertada y si bien hay pasajes que se desvían al romance, Trevor Nunn logra retomar el camino histórico. La actuación de Sophie Cookson puede decirse que es lo más sobresaliente de la película, dotando de los rasgos necesarios al personaje en cuestión, siendo ella la responsable de llevar la trama sobre sus hombros. Por el contrario, los momentos en que Dench aparece en pantalla no son los mejores, no tanto por culpa de la veterana actriz, sino por la falta de fuerza narrativa que se percibe, y por la forma extraña en que se relacionan la actualidad con el pasado, sumado a un final no del todo convincente.
Manuel Esteban
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8
15 de septiembre de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El verdadero amor" es el primer largometraje en solitario de la cineasta francesa Claire Burger, tras dirigir una serie de cortometrajes y una película realizada en conjunto a Marie Amachoukeli-Barsacq y Samuel Theis en el año 2014 bajo el nombre de "Mil noches, una boda (Party girl)". Burger también es la encargada del guión de este filme, que cuenta con la actuación del actor y director de cine belga Bouli Lanners.

En "El verdadero amor" Burger inicia la historia con un supuesto alejamiento temporal de Armelle (Cécile Rémy-Boutang) de su marido Mario (Lanners), el protagonista de esta película, que deberá acostumbraste a lidiar no solo con los conflictos de sus hijas adolescentes Niki (Sarah Henochsberg) y Frida (Justine Lacroix), sino con una soledad que lo corroe desde un principio. Para mantener una cierta proximidad con su mujer, Mario asiste a unas clases de teatro experimental brindadas en el lugar de trabajo de ella, pero que a la larga le servirán y nutrirán en algún sentido en su experiencia personal. Acostumbrarse a la separación de quien considera el amor de su vida le resultará a Mario una tarea dura, y su temple y carácter no resistirán fácilmente tal situación, sumado a que las circunstancias de índole amorosa y personal que atraviesan sus dos hijas le darán más de un dolor de cabeza, quebrantando aún más su ya de por si débil espíritu, de quien tras lo sucedido se considera un mal marido, y sentiría como un doble fracaso el hecho de además ser un mal padre.

Pese a ser el primer trabajo en solitario de Claire Burger, la realizadora francesa se mueve con claridad y precisión a lo largo de lo poco más de hora y media que dura "El verdadero amor". Quizás no haya muchas cosas nuevas por contar, puesto que este filme trata sobre tópicos habituales como las relaciones amorosas, el valor de la familia, el desgaste inevitable que a veces produce el paso del tiempo, el vínculo entre un padre y sus hijos/as y las diversas formas que tiene uno de salir de una crisis emocional. No obstante, Burger logra aportar un toque de frescura a la historia, recurriendo por un lado a elementos que se dan más en la actualidad, apoyada en un buen desempeño de cada uno de sus protagonistas (no solo de Lanners, sino también las dos pequeñas), más la fuerza de un guión perfectamente delineado, y un trabajo acertado en líneas generales. Sumamente recomendable.
Manuel Esteban
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6
15 de septiembre de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Dolor y gloria" es la nueva película del director de cine y guionista español Pedro Almodóvar, la vigésimoprimera de su extensa filmografía, de la que se destacan títulos como "Mujeres al borde de un ataque de nervios", "Tacones lejanos", "Todo sobre mi madre" o "Volver", siendo "Julieta" de 2016 su última realización. En esta ocasión el cineasta español cuenta con varios de sus actores tradicionales, como Antonio Banderas, Penélope Cruz o Cecilia Roth, más algunos con los que no había trabajado previamente, como los casos de Leonardo Sbaraglia o Nora Navas.

La historia de "Dolor y gloria" gira en torno a la vida de Salvador Mallo (Banderas), un director de cine en su ocaso, deteriorado mayormente por una sumatoria de problemas físicos. Algunos de ellos fuertemente vinculados a sucesos de su infancia, la cual parece estar más presente que nunca, sumado a una serie de eventos acontecidos en las décadas siguientes que también comienzan a aflorar. Una de las razones es la restauración de "Sabor", un filme que realizó 30 años atrás, y que representó en su momento el distanciamiento con Alberto (Asier Etxeandia), quien además de ser protagonista de este, era su amigo. El paso del tiempo lleva a la reflexión a Salvador, quien decide reencontrarse con Alberto, hacer las pases, e invitarlo a la presentación de la restauración de la película en cuestión. Pese a parecer una buena idea en su concepción previa, los problemas de la actualidad de Salvador, sumado a aquellos no resueltos del pasado, y la dura instancia y complejidad de afrontarlos, no le serán gratos en absoluto.

Podemos decir, en algún sentido, que "Dolor y gloria" se puede dividir en dos partes; en la inicial, Almodóvar presenta tanto a un personaje central, como a una trama sumamente interesantes, valiéndose de todos los recursos a su alcance para hacerlo, para mostrarnos con claridad el momento que pasa el protagonista, y la serie de conflictos que lo aquejan. Intercalando su presente, con sucesos de su infancia, Almodóvar nos cuenta la vida de Salvador Mallo, aquello que más lo marcó en sus primeros años, y la realidad que vive en la actualidad. La dinámica es exacta, ya que sin apuros, ni lagunas, nos introduce en un relato convincente, demostrando aquello que sabe hacer más que bien. Los problemas afloran en la segunda parte, donde el realizador español por momentos hace agua, algo que, al menos bajo mi entendimiento, le viene pasando en sus últimos largometrajes. Por un lado no puede escapar de sus fantasmas, de ciertos elementos que siempre usó, y que además de hacer su cine repetitivo, resultan innecesarios para la construcción misma del entramado de la historia, sin obviar que en la actualidad tienen menos valor que el que pudieran haber tenido hace 20 o 30 años. A su vez todo lo referido al desenlace no termina de ser convincente, y sobre su segunda parte se hace por momentos densa y un poco sosa, carente de sustancia. Esto no quita el valor de su primera mitad, pero no deja de ser un inconveniente, y que a la vez deja un sabor amargo, que hace sentir a uno que las mejores realizaciones de Almodóvar fueron hace tiempo, y que en esta década (por lo menos a mi) ninguna de las hechas terminan de convencer.
Manuel Esteban
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8
12 de junio de 2019
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basado en el clásico del cine argentino "Los muchachos de antes no usaban arsénico" (1976), dirigida por José Antonio Martínez Suárez, "El cuento de las comadrejas" supone el regreso del director de cine y guionista Juan José Campanella, después de pasar seis años de su última película "Metegol", que lejos estaba de lo que se esperaba tras el éxito de "El secreto de sus ojos", un filme que si bien es discutible si está a la altura de las mejores cintas nacionales de los últimos tiempos, ayudó a la industria tanto a lo referido en crecimiento, como expansión por el mundo en forma notable.

La historia de "El cuento de las comadrejas" trata sobre cuatro viejos amigos, tres hombres y una sola mujer, quienes viven alejados del mundo cinematográfico del cual formaron parte en sus mejores tiempos hace décadas. El grupo está liderado por ella, Mara Ordaz (Graciela Borges), quien supo ser la máxima estrella de la época dorada del cine argentino, y desde hace tiempo solo vive del recuerdo de su pasado, en una vieja mansión anclada en el tiempo que parece dispuesta a renegar el paso de los años. Convive desde siempre con suu fiel esposo Pedro De Córdova (Luis Brandoni), un hombre que se desvivió y se desvive por ella, y que nunca tuvo el reconocimiento como actor de prestigio, siendo relegado a papeles secundarios, abocado desde hace tiempo a la pintura, un arte que lo reconforta en mayor medida. El grupo lo completan Norberto Imbert (Oscar Martínez), un director de cine de carácter ácido, pocas pulgas y obsesionado con la matanza de comadrejas y Martín Saravia (Marcos Mundstock), un guionista con un humor especial, y también con un carácter peculiar, lo que lo hace el compinche ideal de Norberto. Pese a su recluimiento del mundo en general y ciertas discrepancias naturales tras pasar tantos años juntos, los cuatro viven a su manera, en un ambiente medianamente pacífico. La llegada de los jóvenes Francisco Gourmand (Nicolás Francella) y Bárbara Otamendi (Clara Lago), que se presentarán como fanáticos de Mara y conocedores de su obra, y la labor realizada en conjunto a todos los miembros del grupo, representará una amenaza para el cálido estilo de vida de estos cuatro amigos.

Las virtudes de este nuevo filme de Juan José Campanella son evidentes, desde una puesta en escena descomunal, con todos los detalles en su lugar, y un trabajo de dirección, música y fotografía a la altura de las circunstancias. Si bien se apoya en la versión original de José Martínez Suárez, Campanella logra re trabajar y desarrollar ciertos puntos en la historia que le dan su propia impronta, brindando momentos claros de comedia, pero intercalando con elementos que le imprimen cierto dramatismo, jugando desde ya con el humor negro. La mayor virtud reside tanto en la construcción de los personajes, delineados todos de manera exacta, como en el desempeño de cada uno, iniciando con una Graciela Borges magistral, como lo hace siempre que se le presenta la oportunidad, un Oscar Martínez que no se queda atrás, tan acertado como lo viene haciendo desde sus últimas actuaciones, y la destacada labor de Marcos Mundstock, Luis Brandoni y Clara Lago. Puede que la narración nos haga venir a la cabeza algunos clásicos que evocan a la nostalgia, previos también a la versión de 1976, como "Nos habíamos amado tanto" de Ettore Scola o "Sunset Blvd." de Billy Wilder. Quizás los inconvenientes más notorios se dan a la hora de cerrar las diferentes historias que se entrecruzan en la trama, y en donde las formas no son del todo convincentes; al margen Campanella busca la manera de quedar bien parado, dando un final medianamente convincente.
Manuel Esteban
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9
12 de junio de 2019
2 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El hijo" es la nueva película del director de cine y guionista argentino Sebastián Schindel, quién obtuvo un importante reconocimiento a partir de su filme anterior "El patrón, radiografía de un crimen" (2014). En esta ocasión contó nuevamente con Joaquín Furriel como protagonista de la historia, sumándose al elenco actores como Martina Gusmán, Luciano Cáceres, Regina Lamm y la actriz noruega Heidi Toini.

La historia en "El hijo" gira en torno a la vida de Lorenzo (Furriel), un pintor que está en medio de un proceso de reconstrucción de su vida, ya que su ex mujer se mudó a Canadá y se llevó con ella a sus dos hijas, alejándolas de su padre. La espera de un hijo con su actual pareja Sigrid (Toini) lo tiene en estado de ansiedad, especialmente porque sabe que es su gran oportunidad de reconstruir su vida y seguir adelante. No obstante, a medida que avanza el embarazo, la actitud de Sigrid se va tornando cada vez más extraña, demostrando un comportamiento obsesivo y extremadamente controlador, lo que progresivamente irá empeorando y generando un conflicto mayor en la pareja. El nacimiento del bebé en lugar de representar un alivio, evidenciará ciertos trastornos en la joven, quien mantendrá cada vez más alejado a su nuevo hijo de Lorenzo, causa que lo irá devastando lentamente. Con la ayuda de Julieta (Gusmán), una ex alumna y amante que en la actualidad ejerce de abogada, y su actual pareja (Cáceres), tratará de no caer en la locura y poder lograr ver a su hijo.

Intercalando momentos del pasado y presente (o presente y futuro, depende la perspectiva que uno prefiere), Schindel logra una interesante, dinámica y efectiva manera de mostrarnos progresivamente como la vida de Lorenzo se irá convirtiendo en un infierno. Podemos decir que por momentos la estructura de "El Hijo", con fuertes tintes de thriller, evoca a películas de Roman Polanski como "El bebé de Rosemary" o "El inquilino quimérico", plasmando una atmósfera lúgubre y bastante oscura, y manteniendo la expectativa al límite durante los 90 minutos de duración del filme. Otro de los grandes aciertos de Schindel se da en el camino que decide tomar en el desenlace, y en la forma en que lo hace, dejando al criterio del espectador atento las conclusiones, no dando nada por hecho, sino que mostrando posibilidades a través de pequeñas pistas esparcidas. A la vez logrará un delineado casi perfecto de cada uno de los personajes, lo que invita a sentirnos un poco parte de esta historia, desde la construcción del protagonista (podemos decir que Furriel cumple de gran manera), pasando por los secundarios Toini, Lamm y Cáceres, hasta la siempre destacada Martina Gusmán, fundamental sus aportes en la trama. Sin duda estamos ante una de las grandes producciones nacionales de este año.
Manuel Esteban
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