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Críticas de Cinemagavia
Críticas 4.002
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
9
21 de marzo de 2024
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
*La serie sueca vuelve a acertar

En las dos temporadas que llevábamos de serie, el estilo y el frescor que nos presentaba Jóvenes Altezas no se había perdido. Y esto perdura en esta tercera y última entrega, que quiere dar un buen final a esta historia de amor que tanto nos atrapó hace 3 años. Es un acierto el seguir contando con los recursos estilísticos de siempre, como la música electrónica que tanto gusta en los países nórdicos, los grafismos modernos y llenos de vida, o el gran trabajo de color y de cámara.

Pero no creo que esos elementos, a pesar de ser muy buenos, sean los que hacen que la serie sea impecable. Sino sus tramas, y cómo las ejecuta. Si bien es cierto que la serie no hace nada novedoso ni intenta derribar estereotipos de la televisión adolescente, tiene una trama que se trata en serio y trata bien los temas delicados. Es un gran punto clave en las series juveniles actuales, teniendo en cuenta la importancia de la salud mental entre la generación Z.

*No nos alejemos de lo que funciona

Y es que la serie tampoco se ha alejado de sus objetivos iniciales. Quiere mostrar un grupo de adolescentes que parezcan creíbles y que luchen por solucionar sus problemas personales, amorosos, existenciales… Sigue existiendo ese punto genuino en como se muestran los personajes y sus relaciones. Y es que se sienten cercanos a pesar de que la mayoría hagan malas acciones o sean ricos que no soportaríamos en la vida real.

Como todas las temporadas anteriores, cada una tiene una temática, a pesar de que el debate general de la serie es si la pasión y el deber son dos elementos que se pueden combinar. La temporada 3 de Jóvenes Altezas trata sobre todo de la disculpa y el perdón. Aprender a perdonar para quedarse más tranquilo, pero sin que sea algo que debes hacer a la fuerza, sino algo que salga de ti. Y es algo con lo que conviven todos los personajes, teniendo en cuenta las cosas que pasaron a lo largo de las anteriores temporadas.

*Hay que hablar de lo que hay que hablar

Volviendo a lo que he mencionado antes, Jóvenes Altezas hace un gran trabajo a la hora de tratar temas delicados que afectan a las audiencias juveniles. En Hillerska, el colegio al que atienden los protagonistas, hay una división de las clases sociales muy evidente. A pesar de ser una escuela para gente adinerada, también hay algunos alumnos que no provienen de este tipo de familias, y que deben lidiar con ciertos comentarios clasistas.

No sólo eso, también se hace énfasis en el racismo que sufre Felice, la cual ha tenido complejos sobre su cuerpo e identidad a lo largo de la serie. En la temporada 3 de Jóvenes Altezas se pone sobre la mesa claramente el abuso de poder, y cómo este corrompe a las personas y les hace hacer cosas que ningún ser querido suyo podría imaginar que harían. Entran en juego las redes sociales también, que han formado parte de la vida de todas las nuevas generaciones y muestran de gran manera como los comentarios en estas plataformas pueden ser duros de llevar, especialmente si hablan mintiendo sobre ti.

El comentario que hace la serie sobre la venda de los ojos de la clase alta es más que satisfactoria. Se hace evidente cómo las clases altas nunca entenderán cuáles son las preocupaciones sociales y económicas de las clases bajas. Jóvenes Altezas refleja ese gran contraste. Deja en evidencia el poco interés de las personas privilegiadas de salir de su burbuja social, para evitar toparse con la cruda realidad.

*El deber y el deseo: las dos contradicciones

El tema de la serie es plantear qué supone para alguien renunciar todo por el amor o por el deber. El dilema al cual le llevamos dando vueltas desde la primera temporada llega a su fin, y de buena manera. No daré detalles, pero los fans de la serie estarán satisfechos con cómo se cierra la trama. Sin duda deja una buena sensación en el cuerpo, aunque con cierto agridulce al pensar que se ha terminado. Pero sin duda es mil veces mejor que la serie termine y tenga un final bien hecho, que no alargarla sin motivo. Ha tenido la duración perfecta y hay que celebrar que Netflix haya apostado por una serie así hasta su final.

*Conclusiones

Sin duda Jóvenes Altezas se lleva un puesto más que merecido en las mejores series adolescentes emitidas en los últimos años. Su propuesta fresca, inclusiva, sensata y genuina, será una para recordar a lo largo del tiempo. Y a pesar de que nos despedimos de Wilhelm y Simon, no abandonaran nuestras memorias nunca.

Escrito por Núria Molina Insa
Cinemagavia
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8
20 de marzo de 2024
8 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Nuevas formas de comedia social

Es evidente que Such Brave Girls no hubiera existido sin sus predecesoras como Girls (2012) o Fleabag (2016). Son propuestas británicas de comedia social que han sentado precedente. Y, se han encargado de ir rompiendo los cánones sociales establecidos para la comedia hecha por mujeres. La miniserie no es nada escrupulosa a la hora de mostrar escenas de sexo o hablar de temas que todavía son tabúes en la sociedad como el suicidio, la depresión o el aborto. Son vivencias de la propia Kat Sadler, que crea, produce, dirige y protagoniza la obra, y que hubiera resultado imposible ver en pantalla hace solo unos años.

Además, la duración de los capítulos, de apenas 25 minutos, hace que Such Brave Girls resulte moderna y divertida. Son temas por los que el espectador se va a pasar los 6 capítulos riéndose y se sentará a reflexionar sobre la crudeza de lo que se ríe o expone el guion. Al final, Such Brave Girls hace un radiografía no sólo de la sociedad británica sino que representa a una sociedad occidental. Completamente sumida en las apariencias y los tabúes, que hacen que conectes directamente con la narradora y con su historia.

*Problemas reales para una sociedad empeñada en aparentar

Hay veces que las conversaciones pueden parecer demasiado cínicas o livianas, por el tono de las mismas, ese es precisamente el objetivo de la serie. Intenta quitar hierro a problemas que tenemos todos en nuestro día a día. Es una serie auténtica en la que puedes conectar de inmediato con las dos protagonistas, con sus traumas del pasado, sus problemas y sus vidas. Kat Sadler ha optado por eliminar todo el glamour televisivo. Y muestra la vida de estas dos jóvenes de un pueblo de Inglaterra tal y como son.

*Conclusión

En conclusión, Such Brave Girls es una gran apuesta televisiva que muestra la crudeza del mundo actual y de nuestros problemas desde un punto de vista cómico, pero sin dejar de profundizar en ellos. Un ensayo desde una perspectiva femenina divertido, ingenioso y realista con el que el espectador podrá disfrutar. Kat Sadler nos abre las puertas, por completo, a su historia personal y a su vida. Tal vez, el espectador debería ir acostumbrándose ya a esta nueva oleada de guionistas y monologuistas británicas como Kat Sadler, Phoebe Waller-Bridge o Lena Dunham, que vienen marcando los últimos años en el sector audiovisual.

Escrito por Maria José Cánovas
Cinemagavia
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5
20 de marzo de 2024
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Terriblemente ordinaria

Ya en los más tempranos minutos de metraje, sentimos la importancia de Shirley Chisholm: La primera mujer negra en llegar a ser congresista en los EUA. El aura de esta etiqueta que desprende el coraje e ímpetu que representan a la famosa política es sentida por el espectador, que espera ver una historia de lucha, sacrificio y progreso en la carrera por las primarias en los setenta, pero nada más lejos de la realidad. Shirley (2024) se siente vacía, da vueltas sobre sí misma mientras no encuentra el rumbo de su relato, pese a estar basada en hechos reales. Los altibajos en la carrera de la activista nos son narrados sin ningún tipo de interés especial, como si se tratase de hechos rutinarios en la vida de los personajes, y no de eventos que marcarían la historia del movimiento racial.

Exceptuando alguna escena en concreto, Shirley no muestra signos de tener esencia más allá de narrar de manera fría su relato. Ni se empatiza con su protagonista, ni queda claro cuál es exactamente su movimiento. Desde un inicio conocemos a un personaje complicado y de carácter fuerte, y aun estando bien interpretado por Regina King, no encontramos esa fuerza por ningún lado. Shirley Chisholm pierde carácter a medida que avanza la cinta, y cae en una dinámica de repetición de situaciones y diálogos que intentan profundizar en ella, pero lo que hacen realmente es distanciar al espectador y hacerla ver como un escaparate político antes que a una mujer. De igual manera sucede con los personajes secundarios, que parecen colocados artificialmente para que la protagonista pueda lucirse y dejar clara su postura.

*Entre el tedio y el convencionalismo

Más allá de la trama, Shirley (2024) tiene un grave problema con el ritmo, que crea un inaguantable tedio para el espectador. Es paradójico que cuanto más avanza Shirley en su carrera política, menos interés produce y más lenta y cargante se torna.

Al cargar el peso de la narrativa en el diálogo, constantemente nos vemos enfrascados en largas e impostadas conversaciones que no llevan a ningún lugar más que a reafirmar el carácter de la protagonista. Y no es que las conversaciones con cierta extensión deban de ser aburridas perse, sino que la dirección y el guion no las acompañan. Hay cintas que aún basándose en estas, se ayudan de los diferentes departamentos para no aburrir al espectador. Un claro ejemplo es “Un autre monde” de Stéphane Brizé, que conteniendo diálogos de larga duración, saben conformar una historia sólida y amena.

El tedio se apodera de Shirley a partir de los primeros cuarenta y cinco minutos, y no se consigue volver a recuperar el ritmo en la hora y cuarto restante. En un aspecto artístico, Shirley no destaca en ningún aspecto, pese a intentarlo. Ni la dirección, ni la fotografía ni la puesta en escena consiguen llamar la atención del espectador, que se siente agotado por el convencionalismo presentado, que lejos de agradar, hace rechazar la obra al poco de comenzarla.

*Conclusión

Shirley (2024) no consigue escapar de la monotonía y el tedio que todos los biopics temen e intentan esquivar. No se nos relata nada más allá que los altibajos de la carrera política de la protagonista, que tristemente dejan de interesar al poco del comienzo de esta. Queda claro que Shirley Chisholm le ha quedado grande a Netflix, que no ha sabido llevar una cinta de esta importancia.

Escrito por Mario Peña Pérez
Cinemagavia
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5
20 de marzo de 2024
75 de 118 usuarios han encontrado esta crítica útil
*¿Preparándose para Batman?

Un servidor no entiende del todo cuál es el motivo por el que un actor como Jake Gyllenhall ha aceptado un rol como el que ofrece Road House, de Profesión duro (más allá de fines crematorios). La única idea que se me ocurre es la de mostrar al mundo sus dotes como actor de acción, y conseguir así postularse como futurible Batman para el nuevo universo del DCU de James Gunn. Porque más allá de repartir estopa a diestro y siniestro, poco podemos ver de uno de los grandes actores del Hollywood contemporáneo.

*El tono de acción actual

Road House, de Profesión duro, sigue el tono estándar de numerosas películas que además han tenido ya su estreno en plataformas digitales, mostrándonos una trama arquetípica dentro del cine de acción (que ya de por sí es un género manido) que navega entre el chascarrillo ingenioso y las tundas. A diferencia eso sí de John Wick y sus sucesores bastardos (como Nadie, 2021) la acción viene dada por los puños y las patadas, sin el excesivo empleo de armas de fuego. La película en ese sentido se acerca más a los 80 y 90, con Van Damme y cía, que a las secuencias de tiroteos. ¿Están bien construidas? Lo cierto es que Road House, de Profesión duro tiene más gracia al recurrir al diálogo, por ingenioso, dentro del propio combate que no a la coreografía en sí.

*Un Mr. Rogers duro de pelar

El guion de Road House, de Profesión duro, que no tiene problemas en verbalizar la inspiración del filme en Westerns (por ejemplo, el filme nos puede recordar a Johnny Guitar de Nicholas Ray) nos presenta un "saloon" del oeste que es asaltado continuamente por bandas de matones. Para poder sacar adelante su negocio, la dueña del bar buscara la ayuda de un exluchador de la UFC, que es el personaje que interpreta Jake Gyllenhall. Este personaje está construido como si fuera un santurrón que ni siquiera quiere hacer de verdad daño a sus rivales (luego entenderemos porqué).

La trama de Road House, de Profesión duro es burdamente simple, quizá ahí radica su virtud y su esencia, lo que hace que la película se apoye principalmente en el carisma de los actores y de las secuencias de acción. En ambos apartados la película cumple sin artificios, lo que nos deja una película entretenida que pasa a ser carne de catálogo de VOD. A la moda de sumar caras sacadas de la lucha libre o la profesional (The Rock, John Cena, Dave Bautista), la película nos presenta a un Conor McGregor como antagonista principal, que no deja de interpretarse a si mismo, y que quizá sirva como plus para ciertas audiencias.

*Conclusión

Road House, de Profesión duro es una película que no hace daño a nadie. Un entretenimiento de acción enfocado a los amantes del gimnasio y los batidos de proteína, que disfrutarán de algún par de secuencias de acción y se olvidaran de la película al cabo de unas horas.

Escrito por Guillermo Sánchez Ferrer
Cinemagavia
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7
19 de marzo de 2024
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Viaje iniciático

Es fácil ponernos en la piel de la nueva abadesa desde un primer momento. Partiendo desde la más absoluta inocencia e inexperiencia, Emma se encuentra en un ambiente hostil y con todas las dificultades imaginables para cumplir la misión que le han encomendado: repoblar las tierras reconquistadas y ampliar la frontera entre cristianos y sarracenos. La oposición de Emma es grande, pues nace tanto de aquellos que le han destinado allá como de las propias hermanas de la abadía. Por supuesto, en una sociedad patriarcal a un milenio de distancia del feminismo moderno, lo que se espera de ella es que no moleste y que acate todo aquello que se le ordene.

La Abadesa centra su drama en las diversas encrucijadas en las que se encuentra Emma, que no son pocas. Conflictos de poder, en cuanto ha de aprender a hacerse respetar; de fe, por la presencia de un hombre que le hace pensar en el pecado; y por supuesto de género, pues no deja de ser esta la historia de una mujer que lucha porque su voluntad se cumpla en un mundo de hombres. Algunos de estos conflictos se trabajan y se cierran mejor que otros, si bien no encontraremos nada concreto que chirríe en el conjunto.

*A la abadesa le crecen los enanos

De los muchos frentes abiertos de la abadesa, el conflicto más interesante es el que tiene con la hermana Eloisa (Blanca Romero). Ella es la monja más en las antípodas de Emma en todos los aspectos, pese a que partan de unas similitudes idénticas a la del resto de religiosas: ninguna pidió este destino, les fue impuesto. El otro punto fuerte de la historia de Emma es que es un relato de aprendizaje en el poder, cómo usarlo cuando se nos brinda y saber cuándo tomar las decisiones difíciles.

Aunque nada falla como tal, los conflictos a los que se enfrenta simultáneamente la abadesa son tantos que el transcurso y resolución de algunos quedan descafeinados. Así, algunos golpes de efecto no funcionan igual en la pantalla que en el papel. Por ejemplo, el conflicto amoroso no está mal resuelto, pero tampoco nos va a dejar ningún poso una vez lleguemos a los créditos.

La Abadesa habria salido beneficiada si se hubiese centrado en explorar más en profundidad los conflictos más interesantes en vez de intentar abarcarlo todo. Y, aunque visualmente este mundo está bien construido, hay tanto que ocurre fuera de campo que alguna de las tramas más importantes quedan desdibujadas y poco concisas.

*Recreando el siglo IX

Como relato histórico, La Abadesa es una producción más que interesante, pues nos sitúa perfectamente en la época que recrea. Es de agradecer encontrarse películas sobre un periodo tan importante pero poco explorado cinematográficamente como es la Reconquista. La Abadesa consigue reflejar el clima social de la época, en el que los moriscos, forzosamente conversos, cohabitan con los cristianos que se asientan en lo que hasta hace poco era Al-Ándalus. Y lo hace poniendo en el centro a un personaje histórico digno de acaparar tal atención, como fue Emma de Barcelona.

Es materia para otra película centrarse en la parte de más acción del momento histórico, que en La abadesa personifica el intransigente hermano de Emma, el Conde Borrell (Carlos Cuevas). Aquí el foco está en la visión cristiana de la abadesa, en propagar la caridad y el entendimiento por encima de la confrontación. En lo técnico, la cinta cumple con creces retrotraernos a la abadía e ilustrar esta historia de piedra, nieve y hábitos religiosos. Un resultado visual notable gracias al trabajo de profesionales como el director de fotografía, Julián Elizalde (La maternal, Suro).

*Conclusión

La Abadesa nos lleva con buen pulso a la pre-España de la Reconquista, con un acertado aspecto técnico y un personaje principal bien compuesto, gracias tanto al guion de Chavarrías como a la actuación de Daniela Brown. Aunque nada falla como tal, tampoco nada llega a ser sobresaliente, lo que es una lástima, pues existía potencial para algo más. Si el drama histórico es lo tuyo, merece la pena verla.

Escrito por Daniel Moya Calero
Cinemagavia
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