Es una pena que un tema como el calentamiento global, tan necesitado de reflexión y concienciación, resulte abordado de una manera tan mediocre, con actores tan poco creíbles y un guión tan insulso y aburrido. Tediosa a más no poder y encima ¡interminablemente larga!. Por salvar algo, está bien las críticas a la voracidad de las petroleras, la irresponsabilidad de los políticos y las humillaciones que nos vemos obligados a soportar en los aeropuertos, desde que los estadounidenses han contagiado al resto del mundo su obsesión securitaria.

La estética de los colores, la ambientación, la interpretación, la fotografía: ¡impecables!.

Sobra más de la mitad del metraje. La idea puede ser aceptable en un corto para concurso de "arte y ensayo", con un máximo de 15 o 20 minutos. 140 minutos resultan abusivos para el espectador medio, que aguanta por la intriga, el suspense, la desazón de no entender frente a la necesidad humana de comprender cuanto percibimos. El desenlace resulta decepcionante, pero se agradece porque anuncia el esperado final.

Cada cual es muy libre de intentar exorcizar sus fantasmas o lograr la catarsis de sus traumas como pueda. Sublimar nuestras angustias mediante el arte es privilegio de unos pocos y Linch puede que se encuentre entre ellos.

Sin embargo, para nosotros, los espectadores, dudo que pueda aportarnos nada positivo. Como mínimo pierdes unos hermosos 140 minutos de vida. Y te arriesgas a quedarte con una situación emocional completamente intoxicada por el miedo, la angustia, la tristeza y la confusión.

Decididamente la desaconsejo.

La película empieza cautivándonos... Imágenes, gestos, música.... en un exquisito festival de sensualidad. Pocos directores como Lyne saben destapar el frasco de las esencias del erotismo tan delicada y convincentemente. Diane está imponderable. Se gusta a sí misma en el papel y nos enamora y deleita con su mejor belleza. Gere está impecable en su rol.

Poco después del primer tercio se nos viene encima el castigo inevitable (siempre inevitable con este director) que esperábamos, ¡ansiábamos!, no ver esta vez. La angustia, el horror, la oscuridad, se apoderan del film... Y nuestro deleite se hunde. ¡Qué pena!. No he podido terminar de verla, inundado de temor y malos presagios... adivinando ya cada nueva escena antes de que se presentara.

¿Es que no se animará este director (tan indudablemente dotado para ello), a realizar un film para celebrar el universo de los placeres, olvidando por una vez el castigo y la culpa...? ¿Es que los humanos no sabemos gozar sin "pecar"?

Quizás los académicos del cine no la elijan como buena, pero he pasado un buen rato viéndola. Algunos momentos de deliciosa risa curativa. En los tiempos que corren siempre es de agradecer que nos ayuden a divertirnos. ¡Gracias!

Me decido a verla bajo la influencia de "Las amistades peligrosas", en la confianza de que el director debe mantener una coherencia. Vanesa Redgrave es una garantía añadida para mí.

El comienzo de la película es prometedor. Cuidados ambientes y agradable fotografía. La historia esboza los ingredientes para ser interesante.... Pero conforme de desarrolla el guión, empieza a perder interés. El actor principal resulta poco convincente. Y la sordidez propia de los ambientes (urinarios públicos) donde se encuentran los hombres homosexuales de la época, va impregnando, como una mancha de tinta que se expande, toda la película.

La denuncia de la marginación gay y la defensa de sus valores y sus modos de vida, no son suficientes en este caso como pretexto para un trabajo mediocre.