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Críticas de Marty Maher
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Críticas 68
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
6
2 de junio de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aún no hemos llegado ni a la mitad del 2015, pero no creo que vaya a colarme demasiado si digo que Nuestro último verano en Escocia va a ser una de las mejores comedias del año, si no la mejor. La experiencia de Andy Hamilton y Guy Jenkin como guionistas y directores de series de televisión, tales como Outnumbered, Bedtime y El lenguaje de los signos, está excelentemente aprovechada en esta cinta, que nos hace creer estar viendo capítulos de una sitcom en continua reproducción. El tipo de humor y los excelentes y numerosos gags recuerdan a los mejores guiones escritos para la pequeña pantalla.

Doug (David Tennant, Noche de miedo, 2011) y Abi (Rosamund Pike, Perdida, 2014) son dos padres en proceso de separación, cuyos tres hijos son de esa clase de niños que según el momento pueden parecer encantadores o insoportables. Así, esta familia disfuncional (así suelen llamarse, pese a ser de lo más común) deberá realizar un viaje a Escocia por motivo del cumpleaños de Gordie (Billy Connolly, El último samurái, 2003), padre de Doug y enfermo de cáncer. Por la posibilidad de que sea la última vez que vean al abuelo, deberán aparentar ser una familia normal. Sin duda esta situación es la que motivará la gran mayoría de risas entre el público, que no serán pocas.

Nuestro último verano en Escocia es una comedia familiar que sorprende, pues además propone un más que interesante enfoque, gracias al cual podremos ver el choque entre el mundo real y aquél en que los niños habitan. Temas como la enfermedad, la muerte y los conflictos familiares se nos presentarán desde la perspectiva de los pequeños. Lo más destacable de la película, más allá de su más que efectivo humor, es la forma en la que Hamilton y Jenkin llevan a cabo un giro arriesgado, que si bien podría haber hecho peligrar gran parte del trabajo anterior, está perfectamente ejecutado y añade un componente dramático pero sin variar en absoluto el tono alegre y desenfadado del filme.

Los continuos gags de la película, que están repartidos entre las escenas de todos y cada uno de los miembros de la familia, aumentan su efectividad gracias a un montaje ágil y al uso de la cámara en mano que nos acerca acertadamente al lugar en que se encuentran los personajes. Además, prácticamente en cada secuencia podremos disfrutar de un precioso plano de la zona costera de los Highlands.

Rosamund Pike y David Tennant están sensacionales como la pareja en continua disputa, pero son los niños los que llevan el peso de la película a sus espaldas. Sus partes fueron rodadas sin guion, siguiendo unas pautas que los directores les comentaban antes de cada escena. Su naturalidad y desparpajo son un verdadero acierto, pues las tres son de las mejores actuaciones infantiles que podremos ver en mucho tiempo.

El final es probablemente el talón de Aquiles de la película, pues rompe un poco con esa mala leche presente durante todo el metraje. Pero siendo sincero, no creo que pueda enturbiar lo más mínimo el cómputo global de una comedia que verdaderamente hacía falta. Nuestro último verano en Escocia pasará a ser un referente en las películas de este estilo. La cinta es divertida, muy graciosa, genialmente interpretada y con un trasfondo mayor del que pudiera parecer en primera instancia. Un verdadero ejemplo de cómo el cine ligero y enfocado a sectores amplios del público puede ser también de calidad.
Marty Maher
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3
2 de junio de 2015
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En 1982 se estrenaba Poltergeist, una película dirigida por Tobe Hooper (La matanza de Texas) y en la que Steven Spielberg participó como guionista (y por lo que he oído, puede que su labor no quedase reducida a eso). Pese a no haberla visto, es innegable que hoy en día se ha erigido como un clásico del cine de terror en general, y del cine paranormal en particular. Gil Kenan (Monster House, 2006) es el encargado de traernos el remake de Poltergeist, que si bien no puedo decir qué tal es como remake, sí puedo afirmar que, al menos, no es otra bochornosa cinta de terror.

La familia Bowen se muda a un barrio modesto tras perder el padre (Sam Rockwell) su trabajo. Con modesto me refiero a uno en el que las casas sólo tienen 3 plantas, aunque imagino que tendrá más que ver con el tener una central eléctrica al lado, o con que estén edificadas encima de un antiguo cementerio. En cualquier caso, mientras el patriarca intenta buscar trabajo, su mujer y sus tres hijos tendrán que adaptarse, no sin dificultades, a su nuevo hogar. Griffin, el hijo mediano, será el primero en notar los sucesos paranormales que ocurren en esa casa, pero los padres no le creerán hasta que Maddy, la hija pequeña, desaparezca.

El primer tercio del metraje sigue paso a paso el patrón de la gran mayoría de cintas de terror. Tras una presentación y un uso del terror efectista (a base de previsibles sustos) que auguran lo peor, Kenan, consciente de que la película puede palidecer cuando sea comparada, inevitablemente, con trabajos recientes como Expediente Warren, cambia totalmente la dirección hacia la que parecía que la cinta iba encaminada. Pasada la primera media hora, el remake de Poltergeist se va consolidando, poco a poco, como un verdadero entretenimiento. El momento en que los Bowen, poco sorprendidos (actúan como si fuese algo normal) por la desaparición de su hija, contactan con unos investigadores de sucesos paranormales, supone el giro definitivo de la película, que se permite incluso dejar unos cuantos momentos de un humor más que decente.

Esta Poltergeist aprovecha el momento en el cual nos encontramos, ya que las nuevas tecnologías son explotadas al máximo, sacando provecho de los televisores de plasma, los teléfonos móviles, y hasta de un dron con videocámara. Es más que probable que los amantes del género y de la película original puedan sentirse decepcionados con este remake, pero para aquellos que no sintamos nada especial por el cine de terror, seguro que supone una experiencia que, aunque no aguante demasiado tiempo en nuestra memoria, puede ser divertida.

Por último, hay que destacar a un reparto que mejora exponencialmente a los que estamos acostumbrados en las películas del género. Todo el elenco cumple, pero hay que destacar al siempre acertado Sam Rockwell, que resuelve el papel del padre de familia con efectividad. Aunque es cierto que, visto el tono que adquiere la película, podría haberse explotado totalmente su faceta cómica. El que sí adquiere una importancia cómica en el filme es Jared Harris, que encarna a Carrigan Burke, el experto en fenómenos paranormales.

Seguramente Poltergeist no sea una buena película, ni siquiera un remake necesario, pero al menos no es ningún despropósito. Seguro que es menos terrorífica que la original, que a fin de cuentas debería ser el objetivo de la película, pero también estoy seguro de que ésta es mucho más divertida. Aun así, gracias a algunos momentos logrados y a sus efectos de sonido, Poltergeist podrá mantener su esencia y asustar al espectador.

Crítica publicada en @dfcinema: http://dfcinema.com/2015/05/21/poltergeist-entretenido-remake/
Marty Maher
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4
2 de junio de 2015
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras una más que dilatada experiencia como cortometrajista, el australiano Julius Avery debuta en la gran pantalla con Son of a gun, protagonizada por Ewan McGregor, Brenton Thwaites y Alicia Vikander. Este thriller de acción, más concretamente de la temática de robos/atracos, que tantos trabajos y con tan diferente resultado nos ha dado, es una película que probablemente todos hayamos visto con anterioridad. Si su argumento es clara evidencia de ello, el previsible (aunque no quiera o crea serlo) desarrollo de la trama no deja lugar a dudas. Y eso no quita que, pese a descartar su originalidad desde el punto de partida, Son of a gun acaba siendo un más que digno thriller.

JR (Thwaites) es ingresado en prisión por un delito menor, y aprenderá rápidamente cómo funcionan las cosas en la cárcel. Tiene una condena de sólo 6 meses, pero medio año en la cárcel da para mucho -y más en el cine-. Casi sin quererlo, acaba ganándose la protección de Brendan Lynch (McGregor), el criminal más famoso de Australia. Pero a cambio de su protección, JR deberá ayudarle a escapar una vez esté en libertad. El punto de partida queda así resumido, aunque luego haya una chica de por medio y una trama criminal en la que nada ni nadie es lo que parece, y donde las traiciones están a la orden del día.

Me parece muy interesante el enfoque de la diferencia entre los bonobos y los chimpancés que aporta Avery, siendo JR el bonobo y el resto, o particularmente Brendan Lynch, los chimpancés. Queda clara la importancia que tiene la cooperación y cohesión entre personas incluso dentro de un negocio tan turbulento. El estar solo puede acabar pasándote factura, y el que al final gana es el más listo, el que ha sabido dónde apoyarse y en qué momento hacerlo (aquí no quiero entrar en si es por simple conveniencia o no).

Son of a gun tiene un tremendo lastre en forma de guion. El australiano demuestra buenas maneras tras las cámaras, rodando con gran solvencia las escenas de acción y manteniendo un ritmo que te mantiene pegado a la butaca en las casi dos horas que dura la película. Pero probablemente escribir no sea lo suyo, pues el libreto es totalmente superficial; no puede ser que un conglomerado de giros al final de la película no me sorprendan en absoluto. Y eso que éstos no están para nada mal ejecutados, pero es que el desarrollo de la cinta es previsible en demasía. Pero bueno, es una ópera prima y con el tiempo todo se puede pulir. Quedémonos con el buen hacer de Avery como director.

El reparto es acertado en general; no veo la gran actuación en ninguno de los intérpretes, pero todos llevan a cabo sus papeles con gran solvencia. Ewan McGregor cumple en un papel que le va como anillo al dedo, debido a su afable apariencia; Brenton Thwaites peca un poco de inexpresivo, pero aun así aporta credibilidad a su personaje; y Alicia Vikander es quizá quien más destaca del reparto, como esa suerte de femme fatale que es Tasha. Y digo suerte porque no termina de serlo, por causas que descubriréis en el visionado de la película.

Sin alardes y sin momentos para recordar, Son of a gun es un más que interesante thriller y debut como largometrajista de Julius Avery. Pese a no destacar ninguno de sus aspectos, más allá de una notable banda sonora, el resultado final de la película es más que compacto. La carta de presentación del australiano no consigue deslumbrar, pero sí ganarse mi expectación de ahora en adelante.

Crítica publicada en @dfcinema: http://dfcinema.com/2015/05/24/son-of-a-gun-el-bonobo/
Marty Maher
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6
2 de junio de 2015
18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
El título de la nueva película de Roy Andersson, la cual pone fin a una trilogía que reflexiona acerca del sentido de la vida, pese a que pueda parecer una soberana estupidez, no podría ser más acertado. Porque Una paloma se posó en una rama a reflexionar sobre la existencia es la definición del absurdo más coherente. Como película, como titulo, como verdadero paralelismo entre aquellos que no encuentran su lugar en el mundo. Es un hecho que es un trabajo que, pese a su indudable calidad, generará prácticamente la misma cantidad de odio que de amor.

La cinta abre con un plano mudo y absurdo, que hace alusión -y no es la única vez- al título de la película, y que servirá como presentación del tono que inundará todo el metraje. Después se nos anuncia en unos títulos a modo de capítulos, la división en tres secuencias que muestran diferentes formas de enfrentarse a la muerte: una pareja de ancianos en las que apreciamos la incomunicación de la pareja, una discusión entre hermanos por cuestión de posibles bienes a heredar, y la reacción social frente a la posibilidad de conseguir los bienes pagados por un recién fallecido. En el transcurso del metraje seguiremos a diversos personajes que comparten la infelicidad, entre los que destacarán Sam y Jonathan, unos vendedores de artículos de broma que serán el eje central del relato.

Las reminiscencias al cine de Aki Kaurismaki son evidentes; los personajes que construye Andersson son casi tan desgraciados como los del finlandés, compartiendo también un estatismo mucho más pronunciado en el cine del sueco. Aunque debo decir que formalmente me recuerda más a Wes Anderson, que a pesar de que el dinamismo de su cine choque completamente con la austeridad de Roy en la puesta en escena, la composición de planos y encuadres me resulta muy similar. Pero no estamos aquí para comparar su estilo con el de otros directores, ya que su cine adquiere una entidad mayor que eso. Además, no olvidemos que aunque no tenga una filmografía extensa, lleva ya 50 años haciendo cine.

Es de admirar la frescura de la mente de Andersson, que es capaz de, gracias a una imaginación desbordante, darle una vida inabarcable a cada plano fijo (secuencia) que crea. El humor seco y absurdo están siempre presentes, aunque parece que al final pierde un poco de presencia en favor de que veamos la dolorosa realidad que hay en esos personajes desesperanzados. La única esperanza que parece tener Roy Andersson en la humanidad recae en los jóvenes, que están dibujados de manera totalmente distinta a cómo lo están todos aquellos que pasen los 40-50 años. Sus fugaces apariciones contrastan con el resto de personajes, gracias a una vitalidad que no encontramos en los demás, que llegan a un punto de alienación en el que ni siquiera saben en qué día viven.

Lo más interesante del filme llega con un sueño de Jonathan, que hará que nos cuestionemos los actos cometidos en el pasado, por nosotros mismos o los demás, sin saber bien el porqué. Nadie dice ni hace nada frente a un horror evidente, que desemboca en verdaderas atrocidades. El último trabajo del sueco es tan rico y complejo que es complicado desgranar todo cuanto nos gustaría. Es cierto que hay algunos pasajes de los que se podría prescindir, en los que se remarca constantemente la repetición, fruto de la monotonía de lo vivido. Una paloma se posó en una rama a reflexionar sobre la existencia nos invita a reflexionar acerca de nuestra propia existencia, mientras vemos a unos personajes que hacen lo mismo sobre la suya propia.

Inabarcable en su primer visionado, la ganadora del León de Oro el año pasado en Venecia supone un aliciente para que veamos el resto de trabajos del sueco. Uno de los primeros must en los estrenos de esta primera mitad de año, y un interesante trabajo que invita a la reflexión con la misma facilidad que hace reír.

Crítica publicada en @dfcinema: http://dfcinema.com/2015/05/27/una-paloma-se-poso-en-una-rama-a-reflexionar-sobre-la-existencia-de-perdedores-y-perdidos/
Marty Maher
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4
2 de junio de 2015
3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película bulgara La Lección se alzó con el Premio Nuevos Directores en el pasado Festival de San Sebastián. De no haber conseguido dicho galardón, seguramente no hubiese sido distribuida en nuestro país. La ópera prima de Kristina Grozeva y Petar Valchanov nos cuenta la historia de Nadezhda, una profesora que, tras cometerse un robo en su clase por parte de un alumno, tratará de averiguar por todos los medios quién ha sido el culpable, para así enseñarle una lección sobre lo que está bien y lo que no. Mientras tanto, una serie de circunstancias en su vida privada harán que se vea obligada a realizar actos que dejarán entrever esa doble moral tan característica en nuestra sociedad.

Heredera de muchas cintas del cine social europeo, hace uso de elementos tan usuales como la continua cámara en mano y la ausencia de banda sonora, para así dotar al relato del realismo que caracteriza a este tipo de cinta. El irresponsable y alcohólico marido de Nadezhda se retrasa en la devolución de un préstamo, por lo que ésta deberá reunir en tres días la cantidad de dinero necesaria para evitar el desahucio de su familia. La integridad de la mujer se irá perdiendo poco a poco, y tendrá que tragarse su orgullo y llevar a cabo acciones que nunca se hubiese imaginado. Esa cuenta atrás remite inevitablemente a la última película de los hermanos Dardenne: Dos días, una noche.

El principal problema de La lección es que, llegado un momento del metraje, buscará encontrar la convergencia entre el drama más realista y el thriller más inverosímil. Con inverosímil me refiero a la continua sucesión de casualidades, impropias en un cine como es el drama social. Así, la crítica y reflejo de una burocracia que en ocasiones supone un verdadero infierno para el ciudadano en situaciones cruciales, se verán lastrados por el patetismo de algunas situaciones, las cuales no harán más que romper el realismo inicial de la propuesta. La película repite un esquema formal y narrativo que hemos visto en multitud de ocasiones, por lo que la capacidad de sorpresa se pierde por completo. Además, el uso de la cámara en mano es demasiado brusco durante todo el metraje, cuando algunos tramos se desarrollan con lentitud y no requerían tanto movimiento.

Los directores de la cinta bulgara quieren mostrar, de manera muy ruin, el paralelismo entre dos acciones similares pero de naturaleza totalmente opuesta. La forma de llevar al límite la naturaleza humana en según qué situación me gusta, pero no creo que pueda funcionar como ningún tipo de lección. No tiene absolutamente nada en común un robo ejecutado por simple rebeldía y por innata naturaleza, con los actos que alguien lleva a cabo cuando tiene que salvar sus bienes más básicos. Ésto, junto a un tramo final al que se llega por puro capricho de sus directores en la escritura del guion, enturbian la desgraciada historia de Nadezhda, llevándola a unos límites que exceden el realismo pretendido.

La naturalidad con la que todo acontece en Dos días, una noche -obviando su final-, aquí no consigue aparecer en ningún momento, pues como ya he dicho, parece que todo el desarrollo de la película existe únicamente para justificar ese desacertado paralelismo entre acciones. Una genial Margita Gosheva sostiene en todo momento este alargado relato, que pese a naufragar en sus intenciones, deja algún apunte aislado más que interesante.

Crítica publicada en @dfcinema: http://dfcinema.com/2015/05/29/la-leccion-tres-dias-dos-noches/
Marty Maher
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