Tras el buen sabor de boca de la primera parte, interesante aproximación al universo de Lovecraft desde España, nos encontramos con una continuación que raya en lo peor. Desprovista de toda la fuerza que poseía la primera parte, si bien en el plano técnico continua en un más que correcto nivel, en guión y en actuaciones es donde reside lo peor de la película, inexistente el primero y horribles las segundas, salvo honrosas excepciones.

Da la impresión de que José Luis Alemán se desenvolvía mejor en el pasado en el que transcurría la mayor parte de la precedente, y que los intérpretes de esa linea temporal, principalmente Daniele Liotti y Laia Marull tienen más recursos interpretativos. De hecho, al tomar el protagonismo, los intérpretes de la linea temporal presente desencadenan una gran tragedia (interpretativamente hablando).

Lo positivo es que siempre nos quedará, para consolarnos, esa primera parte bien conseguida, con una ambientación estupenda, y en ésta el aliciente de poder ver la última aparición del mítico Paul Naschy (e.p.d.) en una pantalla de cine.

En el año 2005 el cineasta franco-georgiano Géla Babluani sorprendió con 13 Tzameti, una película pequeña e interesante con claras reminiscencias del polar francés, tanto por su fotografía en blanco y negro, como por su desarrollo, decorados y su atemporalidad. Cinco años después nos ha llegado el remake americanizado y, curiosamente, aunque no es el primer caso en que pasa esto, realizado por el mismo Babluani.

Esta nueva versión, a pesar de contar en el reparto con un buen número de intérpretes conocidos como Jason Statham, Mickey Rourke, David Zayas (los tres vistos en Los Mercenarios), Ray Winstone, el ya octogenario Ben Gazzara, 50 Cent y algunos intérpretes de la gran serie Oz (también incluido en este grupo Zayas), no aporta nada nuevo bajo el sol. Es más, quizás minimiza los logros de la original, aportando innecesarios datos de los personajes (¿para aportar más identificación con el espectador?), mayor número de personajes, una sub-trama policial prescindible de todas y una fotografía en color que abandona ese tono agobiante y malsano que ofrecía la precedente, dando más lugar a la opulencia visual.

En fin, este nuevo remake nos vuelve a dejar un mal sabor de boca. Para uno interesante que aparece hay un puñado de mediocres en su lugar.