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Críticas de Marty Maher
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Críticas 68
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
5
3 de agosto de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quentin (Nat Wolff) es un adolescente que vive enfrente del milagro de la ciudad, Margo Roth Spiegelman (Cara Delevingne). De pequeños eran inseparables, pero conforme fueron creciendo su relación fue desapareciendo poco a poco. Ella, la chica más popular del instituto, empeñada y dedicada a disfrutar del presente; él, un empollón como otro cualquiera, cuyo sueño es alcanzar la felicidad a los 30 años formando una familia modelo. A pesar de su casi extinta relación, Quentin sigue igual de enamorado de ella que el primer día. Una noche, Margo irrumpe en la habitación de Quentin vestida de ninja. Margo ha descubierto que su novio le es infiel con su mejor amiga, y traza un alocado plan para vengarse de ellos, para el que necesita la ayuda de Quentin. Después de ese día, inolvidable para nuestro protagonista, Margo desaparece y éste comienza a buscar pistas para encontrar a su amor platónico.

Tan cierto es que Ciudades de papel es una película dirigida, principalmente, a un público adolescente, como que parece escrita y, sobre todo, dirigida por adolescentes. Esto, evidentemente, tiene cosas malas: la historia que aquí tiene lugar probablemente desagrade a un sector de público más maduro, menos sensibilizado con la etapa adolescente. Sin embargo, la cinta desprende una frescura y vitalidad que deja entrever que el director, Jake Schreier, ha captado a la perfección el mensaje de la historia. Ésta se ve cubierta por un envoltorio de lo más atractivo, que no hace sino dotar de coherencia a un trabajo que en otras manos podría haber resultado menos compacto, más deslavazado y, a fin de cuentas, menos creíble. Schreier entiende a sus personajes, sus problemas e inquietudes, y eso ayuda a elevar el resultado de su segunda película.

Uno de los puntos fuertes de Ciudades de papel, coincidiendo con lo que ya he escrito sobre el director, es el buen gusto que transmite cada plano, cada pieza musical elegida; el excelente resultado audiovisual sirve como apoyo y sustento de una fluidez y cohesión narrativa que sólo se ve damnificada por el desarrollo de la historia adaptada. La película podría dividirse en tres actos, siendo el segundo el que no está a la altura, cuyo interés es mantenido exclusivamente por algunos momentos cómicos. A esto ayuda un reparto sensacional, con una más que digna interpretación de Cara Delevingne y un sorprendente Natt Wolff, que se aleja del ya clásico protagonista de películas teen.

Los encargados de adaptar el trabajo de John Green han sido Scott Neustadter y Michael H. Weber, guionistas de (500) días juntos, una de las mejores comedias románticas de los últimos tiempos. A pesar de no haber leído la novela, estoy convencido de que la labor de ambos ha sido fundamental para facilitar el trabajo de Schreier. Otra de las cosas a favor de la película es que, aunque en un principio pueda parecer una comedia romántica más, aparece un mensaje bastante potente e interesante en detrimento de la relevancia de la trama amorosa. El escaso tiempo que tiene Margo en pantalla contrasta con su importancia en la historia, pues ella es el motor y la llave de ese viaje de autodescubrimiento que llevan a cabo Quentin y sus amigos, el cual hará que éste se cuestione si está haciendo lo correcto con su vida.

Ciudades de papel es bastante obvia, incluso podría decirse que irregular, pero es un excelente entretenimiento que se aleja por completo de la manipulación emocional a la que nos tienen acostumbrados las películas de esta índole. Divertida, graciosa y ocurrente, incluso se permite dedicarle un espléndido homenaje a Pokémon. Una sorpresa para un servidor, pues esta nueva adaptación de John Green no sólo me parece digna, sino que es una película a recomendar. Uno de los trabajos comerciales más interesantes, sino el que más, del verano. Una vuelta de tuerca a un subgénero, el de la comedia adolescente, que ya parecía obsoleto, en forma de road movie igual de divertida que de reveladora.

Crítica escrita para @dfcinema: http://dfcinema.com/2015/08/03/ciudades-de-papel-en-busca-de-la-felicidad/
Marty Maher
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4
7 de julio de 2015
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una época inundada de remakes, secuelas, precuelas… llega la quinta de entrega de Terminator, la cual podría decirse que es todo a la vez. Porque Terminator Génesis es muy fresca e innovadora, actualizada a nuestro tiempo, pero a la vez es un magnífico homenaje a las dos primeras entregas de la saga. Esta entrega mantiene parte de la esencia de la primera y la acción desenfrenada de la segunda. Es un reinicio estupendo de la saga que, si bien no llega al nivel de las dos primeras –la mano de James Cameron se nota-, sí consigue recuperar parte del atractivo que en ellas encontrábamos. Y, cómo no, también permite recuperar a una pieza fundamental en la creación de la nostalgia tan extendida con esta saga, Arnold Schwarzenegger. Él mismo se define en Génesis como “Viejo, no obsoleto”.

La película dirigida por Alan Taylor, el cual resulta solvente en todo momento, nos traslada al año 1984, en el cual Kyle Reese (Jai Courtney) es enviado por John Connor (Jason Clarke) para proteger a la hija de éste, Sarah Connor (Emilia Clarke). Sin embargo, cuando llega al 1984 resulta que nada es como imaginaba: Un T-800 (Arnold Schwarzenegger) es ahora el protector de Sarah, ya que fue enviado 10 años atrás para salvarla. Ésta es la primera de las muchas alteraciones producidas en líneas temporales que nosotros –los protagonistas también- desconocemos. Así, podremos disfrutar de una escena con un trabajo de los efectos digitales asombrosa, en la que el Schwarzenegger envejecido acaba con el que fue enviado en 1984 para acabar con Sarah. Para colmo, Reese tendrá unos sueños muy reales que parecen indicarle que, en 2017, la creación de una revolucionaria app informática llamada Génesis se encargará de darle todo el poder a Skynet y de que tenga lugar otro Día del Juicio Final.

La premisa, como vemos, es de lo más enrevesada. El guion escrito por Laeta Kalogridis y Patrick Lussier hace que la película sea tremendamente descarada y atrevida, pero también enreda a la misma en un sinfín de líneas temporales de las que le será muy difícil salir. Y, pese a salir con bastante éxito de cada uno de los escollos en los que se ve sumida, es inevitable encontrar multitud de lagunas de guion si uno es mínimamente crítico.

Terminator Génesis no pretende ni por asomo ser totalmente fiel a la historia original, pero en todo momento parece mostrar respeto y amor hacia las dos primeras entregas de la saga. El papel de Schwarzenegger en Génesis se ve bastante perjudicado, sobre todo en el sentido de que su personaje en ocasiones queda reducido al homenaje y al chiste constante. Lo que ocurre aquí es que hay más personajes que aportan su granito de arena. Aunque es totalmente cierto que no tenemos un personaje tan protagonista como los que teníamos en las cintas originales, y tampoco unos lazos sentimentales entre éstos que alcancen las cotas emotivas que en aquéllas si se lograban. No obstante, y como ya he dicho, los cuatro personajes principales resultan imprescindibles e insustituibles. Está claro que Emilia Clarke no es Linda Hamilton, pero debo admitir que su trabajo es toda una sorpresa, una revitalizada versión de esa Sarah Connor luchadora de Terminator 2.

El factor diferencial que se encarga de hacer que Terminator Génesis se quede por debajo de las geniales Terminator y Terminator 2: el juicio final es James Cameron. No soy ni mucho menos admirador del director canadiense, pero habría que estar muy ciego para no admitir su importancia en el éxito y brillantez de éstas. Por otra parte, gran culpa de que Génesis resulte una secuela –por llamarla de alguna manera- más que digna es del director de ésta, Alan Taylor. Los silencios, la pausa y la magia desaparecen por completo, en favor de una estupenda y constante acción. Las escenas de acción están genialmente rodadas, y, lo que es más importante aún, bien montadas. La sensación de adrenalina que sentí durante todo el visionado es impagable, y esto es conseguido gracias al mencionado montaje y a una banda sonora mucho más ruidosa que la original, pero que es ideal y funciona a la perfección en una película en la que hay más fuegos artificiales.

Pero como he dicho anteriormente, no todo es positivo en la cinta de Taylor. Al tremendo lío que en ocasiones provoca un guion tan pretendidamente enrevesado, hay que sumarle algunos momentos de verborrea científico-tecnológica que recuerdan a los peores momentos de Interstellar. Inexplicables sobreexplicaciones de términos que realmente ni nos van ni nos vienen; no entiendo añadir ese tipo de escenas que sólo consiguen restar. Otra elemento destacable y que no logra funcionar tan bien como antaño es el componente emocional entre los personajes, aunque sería injusto desprestigiar este aspecto en Génesis, pues aunque no alcance la emotividad de los trabajos de Cameron, supera con creces a lo que estamos acostumbrados en películas de características similares.

Pese a no resultar excelente, Terminator Génesis es una más que correcta película y digna revisión del magnético e irrepetible mundo creado por Cameron, un mundo que vemos actualizado a nuestros días, en los que la dependencia de ciertas creaciones tecnológicas es excesiva. Espectacular, frenética y tremendamente entretenida, la nueva entrega de Terminator supone una sorpresa mayúscula. Además, y puede que esto no sea del gusto de algunos de los más acérrimos seguidores de la saga, abre la veda para posibles nuevas películas que continúen la historia desarrollada por Taylor en Génesis.

Crítica publicada en @dfcinema: http://dfcinema.com/2015/07/07/terminator-genesis-inesperada-reinvencion/
Marty Maher
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3
2 de junio de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
François Ozon me parece uno de los directores más interesantes del panorama actual. Todo lo que he visto suyo, me haya gustado más o menos, me ha parecido interesante. Desde sus primeras películas, el francés ha ido desarrollado su potencial en la creación de personajes mentalmente inestables, con las consiguientes relaciones enfermizas entre estos. En sus últimos trabajos le ha ido dando una mayor importancia al acabado estético, pero siempre al servicio de la historia. En Una nueva amiga no reconozco a Ozon. No porque la película sea diferente en su forma a otros de sus trabajos, que en ese sentido es de lo más Ozoniana, sino porque la profundidad de los personajes y sus relaciones desaparece, al menos en comparación con lo que nos tiene acostumbrados. La sutileza en la introspección de sus personajes da paso a la más obvia superficialidad.

Laura y Claire son mejores amigas desde los siete años. Cuando Laura cae enferma y su muerte se antoja próxima, le hace prometer a Claire que cuidará de su marido y su bebé. Cuando Claire se decide a cumplir su promesa, se encontrará con que David, el marido de Laura, tiene como extraña afición vestirse de mujer. A partir de aquí, se iniciará una extraña relación entre Claire y David (o Virginia).

La película abre con una brillante secuencia en la que se nos presenta la relación de las dos chicas, desde que se conocen hasta la muerte de Laura. Una vez más, podemos disfrutar de la maestría en el uso de las elipsis del director francés, así como en su tremenda capacidad de síntesis. Tras un inicio prometedor, tanto por la secuencia mencionada como por el abanico de posibilidades que tenía Ozon para dejarnos otra gran película, Una nueva amiga no termina por encontrar un tono determinado ni por fluir en su desarrollo. Se plantean temas como la identidad y orientación sexual, la pérdida y el reemplazo, el engaño…. Pero el tratamiento de ellos no es ni mucho menos el esperado. La sutileza y la profundidad devienen en torpeza y superficialidad.

Una nueva amiga pretende desencadenar las emociones del espectador, pero su excesiva extravagancia y su indeciso tono dificultan conmover, bordeando en un par de ocasiones el ridículo. Sin ser ni mucho menos una mala película, se le pueden achacar muchas cosas a un gran autor como es Ozon. Ha hecho una película a la altura del cine en general, pero no a la de su propio cine. Me apena que no mantenga el nivel de sus últimos trabajos, porque en sus primeros minutos se abría un campo de posibles muy rico.

El gran trabajo de Romain Duris y Anaïs Demoustier consigue que el ridículo y la caricatura no se apoderen de la cinta. La banda sonora de Phillip Rombi sirve para, una vez más, dinamizar la historia y mantener atrapado al espectador. Pero lo más destacable en esta ocasión es la excelente fotografía de Pascal Marti. Lo malo es que esta vez no acompañan al poderío narrativo al que estamos habituados en las películas del parisino, sino que destacan en detrimento de un buen guion. Siendo de las peores de su filmografía, Una nueva amiga no aburre en ningún momento y tiene algunas de las virtudes que caracterizan a este gran director.

Crítica publicada en @dfcinema: http://dfcinema.com/2015/05/15/una-nueva-amiga-irrecozonible/
Marty Maher
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4
2 de junio de 2015
15 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Anne Gueguen es una profesora de historia que lleva 20 años ejerciendo la profesión, de ese pequeño grupo de docentes que se preocupan de los problemas de los alumnos como si éstos fuesen sus propios hijos. Este año le toca, una vez más, un grupo complicado, en el que es difícil encontrar un solo alumno que no sea conflictivo. Anne les propondrá a sus alumnos participar en un concurso estatal, en el que deberán realizar un trabajo sobre los niños y adolescentes en los campos de concentración. Pese a que en primera instancia los alumnos se sientan incapaces y sin ganas de realizarlo, la perseverancia de la profesora ayudará a motivarles y sacar adelante el trabajo. Una vez más, el holocausto como eje central de una película.

Pese a que en principio podamos pensar que la cinta de Marie-Castille Mention-Schaar va a ser una historia de superación y de veraz demostración de cómo funciona la enseñanza en un país como Francia, con un sistema educativo no muy alejado del nuestro, pasada la primera media hora nos daremos cuenta de que no va a ser así. Los alumnos, que podrían haber sido clave en el desarrollo de la película, acaban por ser simples espectadores en este panfleto, que es en lo que desgraciadamente acaba convirtiéndose la cinta. Ni ellos ni sus relaciones están bien dibujados, a pesar del choque de culturas existente. Los dos pequeños acercamientos al conflicto religioso islámico existente en Francia carecen de sutileza: un personaje totalmente prescindible que de un día para otro se convierte al Islam, y una secuencia inicial bastante potente pero que no funciona como parte del filme.

La profesora de historia utiliza fórmulas ya vistas, tanto en el tratamiento de una clase que mejora gracias a la profesora amable, como en la denuncia de las acciones llevadas a cabo contra los judíos en la Segunda Guerra Mundial. Cuando vemos un producto que expone algo que hemos visto en multitud de ocasiones, lo mínimo es que éste sea diferente en su forma. Así, La profesora de historia no aporta nada ni temática ni cinematográficamente. De hecho, es necesario destacar la pobreza en la dirección de la francesa, manipulando las emociones en lugar de hacerlas florecer, a través de un uso bastante deficiente de la música y una excesiva cantidad de primeros planos, además de los muchos y (muy) torpes fundidos a negro. Como parte positiva, podremos disfrutar de algunas piezas del genial Ludovico Einaudi.

Su verdadera aportación se reduce a un puñado de momentos concretos, entre los que destaca la charla que da un superviviente de la masacre, la cual es realmente emotiva. Si La profesora de historia no se pierde entre la mediocridad, es gracias al trabajo de todo su elenco. en el que se complementan la madurez de Ariane Ascaride con la espontaneidad de todos los jóvenes intérpretes. Éstos tienen bastante mérito, puesto que sus personajes son mucho más planos de lo que me hubiese gustado. Su transformación y sus motivaciones cambian de manera instantánea, y no llegamos a conocer bien a ninguno de los adolescentes. Ésto es lo que hace que acabe primando lo ocurrido en los campos de concentración y, por ende, convirtiendo a la película en una de tantas.

Una película más para poner a los chavales en los institutos. Una menos para sumar en lo que a aportación cinematográfica se refiere. Tan bienintencionada como olvidable.

Crítica publicada en @dfcinema: http://dfcinema.com/2015/05/16/la-profesora-de-historia-de-la-superacion-al-panfleto/
Marty Maher
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6
2 de junio de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un campesino de Abjasia (Ilyas Salman) y su joven nieta (Mariam Buturishvili) se instalan en un pequeño islote formado en el río Enguri, frontera natural entre Georgia y la región de Abjasia, siempre en conflicto por su independencia. Con las crecidas de primavera, algunos sedimentos desembocan en el mar, pero otros acaban formando islas naturales en pleno río. Así, las tierras fértiles de estas islas suponen una oportunidad para aquellos campesinos que busquen un lugar en el que asentarse.

Si alguien me preguntase de qué va Corn Island, seguramente le diría que del curso natural de una plantación de maíz, y de la propia isla en la que se lleva a cabo. La (co)producción georgiana de George Ovashvili, preseleccionada al Óscar en la categoría de mejor película de habla no inglesa, guarda muchas cosas en común con Mandarinas, finalista al mismo premio en representación de Estonia. Ambas tienen como telón de fondo el conflicto entre abjasios y georgianos, desapareciendo en ocasiones ese telón. Mientras la cinta de Zaza Urushadze se ocupa de tratar el conflicto entre seres humanos en tiempos de guerra, dentro y fuera de ésta, la obra de George Ovashvili profundiza en el conflicto del ser humano con la naturaleza. Una relación de inferioridad en la que al ser humano sólo le queda aguardar.

A la vez que la plantación empieza a coger forma gracias al esfuerzo del abuelo y la nieta, también asistiremos al crecimiento o salto a la madurez de la joven, que tiene lugar en absoluta concordancia con el ciclo de la misma naturaleza. Filmada de manera sobria y elegante, Ovashvili nos regala una de esas películas que deja a un lado los diálogos para narrar a través de imágenes, sonidos y miradas. Lo que podríamos calificar como cine contemplativo, pero rehuyendo de los característicos planos fijos en favor de movimientos ágiles de cámara y travellings, para los que se apoya en las orillas e incluso en el propio mar, además de en realistas planos aéreos. Gran culpa del logro visual de lo tiene el director de fotografía, Elemér Ragályi, al que hay que sumar un excelente aprovechamiento de los sonidos de la naturaleza. Y qué gran banda sonora de Iosif Bardanashvili, pues pese a tener bastante presencia, no hace más que acentuar el realismo que desprende la película.

Pero lo más importante en el cine, más allá de la perfección técnica y la creación de geniales historias, es lo que le transmite a uno. Corn Island tiene fuerza y posibilidades para golpear al espectador y desencadenar sus sentimientos, pero a excepción de sus desoladores minutos finales, no empatizo totalmente ni con los personajes ni con la situación. Por esta razón no termina por parecerme la excelente película que muchos claman, pero sí una buena y más que interesante cinta, digna de aplauso y de muchos de esos pequeños pero nada desdeñables premios con los que se ha alzado en diversos festivales.

Una obra que guarda en su fondo mucho más de lo que aparenta en su superficie. Aunque prácticamente desprovista de diálogos, no se hace pesada en ningún momento, gracias al espectacular trabajo de los protagonistas, que dejan miradas que dicen más que la gran mayoría de diálogos que podamos ver hoy en día. Y además de sus innumerables virtudes, tenemos también el peligro constante de la guerra: se escuchan disparos con frecuencia e incluso vemos físicamente combatientes de ambos bandos, que merodean alrededor de la isla en busca de un soldado herido.

Crítica publicada en @dfcinema: http://dfcinema.com/2015/05/18/corn-island-ciclo-vital/
Marty Maher
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