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Críticas de Lukas
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Críticas 135
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
7
16 de enero de 2024
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La vi hace años, en la Filmoteca Nacional, Cine Doré, y las tres horas no se me hicieron pesadas, y al final salí del cine contento, consciente de haber visto una auténtica obra maestra. Pero claro, el tiempo pasa, y uno cambia. Como estas reseñas son las de un simple aficionado, y no tengo por qué poner lo que otros quieren oír, diré lo que me parece la película, a día de hoy. Anoche la volví a ver, y tuvo que ser en versión doblada. Claro, en la Filmo, fue en VOSE. No sé si es que no me apañé con los subtítulos, o que en TCM sólo había dos versiones: en inglés (versión original) y en español (doblada). En fin, aparte esto, me dije que iba a luchar por no dormirme, porque me conozco, y sé que con estas cintas tan largas, me voy al otro mundo. Al final, pasó lo inevitable: me dormí en la segunda parte, Vietnam, y ya por fin resucité en la tercera, cuando vuelven de la guerra. Pero, está claro, la peli dio un vuelco en mi cabeza, y ahora desde luego que no le doy un 9 ni de coña.

¿Cuál es el problema de la peli de marras? Que es larga, innecesariamente. Toda esa primera parte, en ese pueblo de Pennsylvania, los amigos, es larguísima, interminable. Dios mío, es como estar viendo un documental, o peor, una grabación casera, de vídeos familiares. A uno ya le importa tres pepinos, los preparativos de la boda, la partida de billar, cerveza va y viene, y el inevitable día de caza. Luego, es verdad que se produce una elipsis espectacular (la segunda más chula de la Historia del Cine, después de la famosa de 2001: Una odisea del espacio, de Kubrick), y ya estamos de lleno en la maldita guerra de Vietnam. Ya conocemos de sobra a los tres amigos, los que se han ido voluntarios a una guerra suicida. ¿Acaso no sabían que no podían ganar? Cimino utiliza todos los clichés posibles para describir la crueldad de los amarillos, y la valentía, el coraje de los americanos. Esa secuencia central, en donde juegan a la ruleta rusa, está rodada con un brío tremendo, y es de lo mejor de un cinta, que también tiene momentos de gran intensidad. Pero luego llega la tercera parte, la vuelta al hogar, y aquí vuelven los tedios. Porque, a fin de cuentas, no deja de ser una historia sobre la vida cotidiana de unos hombres, perdidos en un pueblaco, sin futuro, ahora que se han enfrentado al horror máximo. Desde luego, es aquí cuando se alcanza el mayor grado de melancolía, y ese tema principal (de John Williams, no lo olvidemos) suena a placer. Gran tercera parte…, pero que no hace olvidar la tediosa, insoportable primera parte, la que nos llevó al sueño.

La película se sostiene, una vez más, en excelentes interpretaciones, sobre todo tres: Robert De Niro, como Michael Vronsky; Christopher Walken, como Nick; y Meryl Streep, como Linda. Un detalle, una anécdota sobre esta última. En la revista Quora (en donde la gente hace preguntas y otros contestan) encontré esto sobre la actriz:

“Esta soy yo volviendo a casa tras una audición para King Kong, en el año 1976, en la que me dijeron que era demasiado "fea" para el papel. Fue un momento trascendental para mí.
Aquella malintencionada opinión podía haber roto mis sueños de convertirme en actriz o forzarme a recomponerme y a creer en mí misma.
Tomé aire y dije: "Siento que pienses que soy demasiado fea para tu película pero la tuya es sólo una opinión entre miles'. Hasta el día de hoy tengo 18 nominaciones al Oscar".
(La película de King Kong de 1976 dirigida por Dino de Laurentis, tuvo como papel protagónico a Jessica Lange. A la fecha, Maryl Streep tiene 3 Premios Oscar, y la mujer con mayor nominaciones en la historia con un total de 21)

El comentario entre paréntesis es de quien escribe el artículo y publica la foto, y claro, hay algunos errores; la peli es de John Guillermin, de Laurentiis fue el productor; la actriz que al final eligieron fue Jessica Lange. Hay que fijarse bien en esa foto, de una Meryl Streep guapísima, ahí agarrada a la barra, en el vagón del metro, con las gafas en la cabeza, su vestido floreado, su sonrisa maravillosa. Esto fue dos años antes de la peli de Cimino, en donde brilla con luz propia, porque ella es el ángel necesario, la mujer más hermosa sobre la Tierra, al menos en aquellos momentos. 21 nominaciones ha obtenido a lo largo de su carrera, ha ganado en tres ocasiones. Una de esas nominaciones, la primera, fue en esta película (que al final ganó cinco Oscar, no lo olvidemos). Al año siguiente fue nominada de nuevo, por Kramer contra Kramer, y esa vez ganó.
Lukas
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7
14 de enero de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No la vi en su momento, la verdad es que el año 2000 fue bastante malo para mí y no estaba yo para películas, menuda película me monté yo mismo… Tal vez por eso dejé pasar esta pequeña joya, que ahora por fin pude ver, en uno de los canales de Movistar +. Como bien han señalado otros en sus reseñas, la peli es una mezcla de comedia y drama, casi a partes iguales, con la que te ríes a veces, y con la que te conmueves, en muchos otros momentos. Tiene más de drama que de comedia, pero sobre todo, y esto es lo importante, tiene la fuerza, el ritmo, el brío de un musical, porque en el fondo lo es. Director y guionista han querido jugar con las canciones de la época, mientras aparece Billy tratando de salirse con la suya, y son estos momentos musicales los que dan frescura y vigor a una cinta, ya de por sí animada, con mucha acción. Es una peli, ni que decir tiene, que hay que ver en versión original, para captar esas voces, esos diálogos, ese ambiente tan inglés.

Ante todo, hay que decir que el guión es de 10, y por lo tanto ya hay una buena base sobre la que trabajar. Luego, la recreación de la época, 1984, está muy conseguida. Ese lugar minero, Durham, es bastante deprimente, y es justo esa contraposición, entre un lugar tan deprimente y unas aspiraciones tan artísticas, del pequeño Billy, lo que hace que la cinta llegue a la cumbre de las emociones básicas. Todo el ambiente familiar está muy bien retratado: un padre viudo, el típico bestia, un minero que es muy macho; el hermano mayor, Tony, que es un vivo sucesor del padre; la abuela, tan entrañable como diferente al resto; y luego, nuestro protagonista, un Billy Elliot que parece la oveja negra, el colgao de turno que hay en toda familia, pero que no lo es… Todo el discurrir de la historia es una lenta pero eficaz demostración de que ese talento que hay en Billy hay que explotarlo, hay que dejarlo salir, a pesar de las negativas y el ambiente en contra. En esta historia, al final, Billy se sale con la suya, pero, ¡en cuántas casas el joven talento, la chica brillante, se tienen que joder, porque el papa o la mama dicen que NO!

Toda esta cinta se sostiene sobre las interpretaciones brillantes de Jamie Bell, como Billy, y Julie Walters, como la señorita Wilkinson, esa profesora de ballet, amargada, que en Billy encuentra por fin una especie de destino, o al menos, de motivación para seguir adelante. Y bueno, qué decir del padre, interpretado muy bien también por Gary Lewis; e incluso los secundarios están muy bien: Nicola Blackwell como Debbie, esa niña con más peligro que un guiri en Magaluf; Stuart Wells, como Michael Caffrey, su mejor amigo, que resulta ser gay, etc. Y lo mejor de todo es que, aparte el ritmo, la magnífica fotografía, la música excelente, no hay momentos muertos, no falta ni sobra nada. ¡Ni siquiera el final, como dice algún que otro crítico! Ese final está muy bien, también me encantó. Luego, hay secuencias maravillosas, que quedan en el recuerdo, y que otros ya han comentado. Me gustaron esos momentos también: cuando Billy y la maestra de ballet leen la carta que dejó la madre del chico (ésta es otra, ese sentimientos de orfandad que tiene nuestro héroe); cuando Billy baila delante del padre; cuando llega la carta de Londres, esa expectación tan conseguida; o antes, cuando el padre decide incorporarse a la mina, va en el autobús, y el hijo (Tony) lo ve, y la que se lía después. Todo muy emotivo, pero nada sensiblero, para nada. Estamos ante una película auténtica, brillante, casi genial.
Lukas
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6
13 de enero de 2024
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vi en su momento, en el cineclub de los guiris de mi localidad, y me pareció una buena película, con la que pasé un buen rato. Siempre es un placer ver una peli así, en versión original con subtítulos, y en pantalla grande. Y si encima la peli tiene una buena historia y buenos actores, pues mejor que mejor. Pero claro, eso sería en 2010, al poco de estrenarse (estas pelis del cineclub no son “de cine”, claro, sino que las proyectan mediante un proyector digital, metiendo el BluRay de marras). Ha pasado el tiempo, como trece años, y el tiempo es el que lo pone todo en su sitio. Cuando vi que la ponían de nuevo, en uno de los canales de Movistar +, decidí verla, claro. Y esto es lo que ha pasado.

Pues qué quieres que te diga. La peli se deja ver, que ya es algo. Pero no es gran cosa, como se cacareó en su tiempo, cuando se estrenó. Como bien dijo alguien en su reseña aquí, muy mal tiene que estar el cine actual, cuando esta peli es la mejorcilla de un año de cine. ¿De verdad que no hay cosas mejores? Pues entonces, casi que apaga y vámonos… Vamos a ver. La historia está basada en las memorias (memoir) de Lynn Barber, una periodista británica muy conocida, creo que he leído artículos suyos en el Sunday Times. El guión es del famoso novelista (al que admiro) Nick Hornby, que aquí hace un trabajo correcto, no para tirar cohetes. Al hombre le gustan los 60, años en los que él se crió, se ve, y por eso se metió en este majao, parece. La presentación de esos años está muy bien hecha, todo perfecto. Es gracioso, que en esos años, para una inglesita de clase media, el no va más, su ilusión primera, era el París de los intelectuales, Juliette Gréco, Camus, Sartre y toda esa camarilla. Da risa, cuando vemos que la chavala habla en francés, cuando le pica, para presumir delante de la gente. En cierto momento le dice a las amigas que se irá a París y hablará en francés y leerá libros y escuchará música, sólo en francés. Cómo apesta todo esto a esos años, la verdad.

En fin, que la historia es bastante simplona: una chica estudiante de 16 años se queda prendada (enamorada, es mucho decir) de un tipo mucho mayor, y vive una historia de lolita, a partir de entonces. Hay quien dice en los comentarios que esto no le parece creíble, y la verdad es que se equivoca. Hay chicas, y todavía en estos tiempos, muy maduras para su edad, en todos los sentidos. Jenny es una chica maravillosa, muy inteligente, y Carey Mulligan está genial, dando vida a este personaje. También está perfecto Peter Sarsgaard como David, el galán que la seduce. El resto del reparto, está muy bien también, pero sobresale, claro, Alfred Molina como Jack, el padre de la criatura. Rosamund Pike, como Helen, es la típica rubia tonta (pero la actriz es terriblemente guapa, ufff); Olivia Williams como la profesora Stubbs da un morbo que te cagas, sobre todo en la escena en su casa; y Emma Thompson como la directora del colegio, aparece como la típica directora marimacho, jeje.

La película no es comedia (no te ríes, salvo por algunas tonterías y diálogos, por algunas secuencias que presentan elementos inconsistentes) ni tampoco drama. Acompaña todo el tiempo a nuestra protagonista en su devenir adolescente, en el difícil dilema de elegir, entre una educación tradicional, con Oxford en el horizonte; o una educación en “la universidad de la vida”, como grazna David, el seductor seducido (el cazador cazado, como prefería Nabokov). Hay partes ridículas, por lo tópicas, como esas noches en el club de jazz, o el viajecito de marras a París (como dice otra reseña: ¿es que no hay más ciudades que París? joder, qué hartazón…). Hay que aguantar muchas tonterías y pasajes poco creíbles, y los que menos, la reacción de los padres de Jenny ante su inmediato futuro con este tipo falso que la camela. Pero supongo que, en aquellos años “inocentes”, los padres de clase media eran así. ¿O no? La película se deja ver, ya digo, y pasas un rato agradable, sobre todo gracias a esas tres actuaciones, una música adecuada, y una fotografía que capta muy bien el colorido de la época. Por lo demás, no creo que vuelva a verla.
Lukas
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6
12 de enero de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En MUBI, dentro del ciclo Adaptaciones, ponen ahora esta cinta, adaptación de la obra teatral de Fernando Fernán Gómez, que no he leído ni he visto representar. Decidí verla, porque no la vi en su momento, y según tenía entendido, es una de las mejores cintas sobre la Guerra Civil. Y, la verdad, terminé un poco decepcionado, ya a medianoche…, porque no pude disfrutarla como se merece…me dormí. Como siempre que me pasa esto, me pregunto: ¿me dormí porque soy un gilipollas que siempre se duerme, o bien me dormí porque la peli es un peñazo de cuidado? Normalmente, cuando esto sucede, la culpa se la echo a la película, claro. Bien es cierto que muchas veces es mi culpa, por ver pelis tan tarde, o con sueño atrasado. Pero otras veces, y me temo que es el caso, la culpa fue del cha cha chá, quiero decir, de la peli de marras.

¿Qué es lo que pasa aquí? Claro que el comienzo, cuando salen los créditos iniciales, te engaña, porque parece que será una peli de acción, en donde se verán escenas de guerra, todo muy animado. Pero luego, apenas empieza la peli, resulta que todo es muy teatral, se nota que está basada en una obra de teatro (y encima, no fue FFG el autor del guión). Es decir, que hay buenos diálogos, los actores y actrices son muy buenos, pero poco más. Es cierto que la ambientación está conseguida…, pero es casi toda en interiores. Todo se rodó en Madrid, en interiores y exteriores, como se indica al final de los créditos. Y está muy bien, muy conseguido. Lo malo es que, cuando empieza la guerra (y va para tres años), las escenas ya son todas en interiores, ya sea el bloque o finca de viviendas en donde se desarrolla la acción; o bien en refugios antibélicos, o sitios así cerrados. No me hagáis mucho caso, porque desde la hora y cuarto o así estuve dando cabezadas, pero me da que esta obra, en teatro, estaría mucho mejor. Tres años es mucho tiempo, para contarlo a través de las imágenes, que piden acción, movimientos, espacio, amplitud de miras, perspectiva. Y aquí todo huele a gato encerrado y a berza, por no decir cocido, ¡o lentejas! Esa profundidad de campo está ausente, y uno se acaba durmiendo.

No sé si las bicicletas son para el verano, yo nunca tuve, nunca me compraron una. Y nací en 1972, cuando Franco estaba ya en la recta final. Vaya si duró el invierno. Luego llegó una extraña primavera, el Verano del Exceso, las drogas y toda esa mierda que ya sabemos. Lo que Chávarri nos cuenta, sotto voce incluso, con un impagable Agustín González (y todo el resto del reparto, que ya digo, está magnífico, incluso los más secundarios), es esa resistencia pasiva, digamos, esa lucha por la vida, esa vida digna que se tenía antes, y que pronto fue exterminada por culpa del fascismo nacional. El retrato de esta familia es maravilloso, y toda esa primera parte, cuando aún hay luz, es imborrable. Luego aparecen los bombardeos y, como alguien dice en otra reseña, poco a poco el ambiente se oscurece. Y uno entra al sueño, como al idilio de un paseo con niñas y flores y algún claxon de bicicleta, y hay mujeres hermosas y hay fiesta y teatro, cómicos, y hasta la maravillosa música de Francisco Guerrero. Pero eso al otro lado, en el sueño…
Lukas
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9
10 de enero de 2024
Sé el primero en valorar esta crítica
Han pasado algo más de sesenta años, desde que se hizo esta película, y se ha convertido, con justicia, en la mejor película del cine español. Esto puede chirriar a más de uno, pero hay que reconocer que es así. Lo dicen los Cowboys de medianoche, y lo dice la gente de por aquí, por lo que parece ser unánime la opinión, que estamos ante la joya del cine español (lo dice también la crítica especializada, ejem). ¿Es esto cierto, es para tanto? Anoche la he vuelto a ver, después de tanto tiempo, casi no me acordaba, y aunque ya no es Navidad, no hace tanto que ha pasado, por lo que viene muy bien, por el tiempo que hemos vivido. Ante todo, hay que decir que es una obra redonda, que dura lo que tiene que durar, y que cuenta lo que cuenta, y se marcha, sin más. Y deja una honda huella en el espectador, que enseguida empezará a recordar lo que se dice, lo que se hace, esa maravillosa banda sonora, etc. Hay mucho que decir de ella, pero me centraré sólo en algunos aspectos.

En el plano personal, que es lo que cuenta, diré que me harté de reír como hacía ya tiempo que no me reía, hacia la parte central de la cinta. Dios mío, qué esperpento, y qué verdad, encima. Porque, aunque les pese a los reaccionarios y gente nostálgica del franquismo, España era así, y peor… Y, aunque parezca un rebuzno y una maldad de un izquierdista, España, en buena parte, sigue siendo como aparece en este maravilloso filme, escrito por cuatro guionistas, genial, genial retrato de una España hundida en la miseria material y moral. Esa miseria del franquismo es expuesta de una forma cómica tan sobresaliente, utilizando un reparto coral, moviendo a los actores en grupo, ¡con lo difícil que es!, de una manera tan natural, que es para sacarse el sombrero delante de Berlanga y su equipo, porque sólo entre genios y gente de valía es capaz de ocurrir el milagro de la perfección. Perfección técnica, ante todo, porque nada está de más, todo cuadra, todo está donde tiene que estar. Cada secuencia está rodada con ese brío berlanguiano, con ese sarcasmo y fina ironía made in Azcona, que bebe del neorrealismo italiano (hasta la música parece de una peli de Fellini) pero que se concentra en nuestra peculiar fisonomía, en el carácter hispano-franquista de turno.

No podía parar de reír, ya digo, y la verdad es que quien diga que no tiene nada de graciosa, es un alma de cántaro. Cómo no desternillarse, viendo a toda esta manada de hipócritas, con sus nombres y sobre todo sus apellidos (qué bueno el Quintanilla de López Vázquez), “gente de bien” que van a sentar a un pobre a su mesa, para hacer una obra de caridad, como gusta tanto a los buenos cristianos católicos. Los pobres, por contra, no tienen nombre, y se les llama simplemente así, “un pobre”, “una pobre”, para remarcar su anonimato y su estar excluidos de la sociedad. Lo que no tiene nombre no existe. Los puros son para los señores (ni para los jovenzuelos ni para Plácido, por supuesto, que es un gañán). Los pobres, pueden morir de cualquier manera, total, casi no existen… Tengo un amigo, más de derechas que Fraga Iribarne o que Aznar, que se define como “de clase media alta”, que habla de dos tipos de pobres: los pobres “de antes” (como los que aparecen aquí) y los “pobres modernos”, que son los que piden ahora en la puerta del Mercadona, y que según él son unos cuentistas que no quieren trabajar… Mi amigo tiene 52 años y es un facha de cuidado, y no sé qué pensará de esta película, pero seguro que no está entre sus favoritas, ejem… Con esto sólo quiero decir: España, la sociedad española que aquí se retrata, no ha cambiado tanto, y en muchos pueblos y ciudades aún se respira ese aire de hipocresía (con otros mimbres, todo más tecnológico y cínico claro) que aquí aparece.

Imposible destacar algún pasaje, alguna escena o secuencia. Lo que más me asombra, con todo el tiempo que ha pasado, repito una vez más, es esa habilidad de Berlanga para dirigir a grupos, en plan coral, eso no lo he visto en ningún otro director, ni siquiera a los italianos, caso de Fellini, o vete a saber… Cada uno habla y nadie escucha a nadie, lo cual, ¡es tan típico español! Hay una secuencia, en el interior de una de esas casas de clase media alta, en donde el grupo entra, hablando, cascando sin sentido, y está también Martita hablando por teléfono, y son como dos, tres, ocho mundos, que no llegan a interactuar, aunque están a centímetros unos de otros. Y qué decir de la presencia constante, pero a trompicones, como quien dice, del protagonista de la cinta, Plácido (impagable Casen), que lo único que quiere es pagar la letra de su motocarro… Todo es movimiento, en esta película genial, apoteosis del plano secuencia, en donde cada movimiento de cámara (véase por ejemplo la llegada del tren, con “los artistas de Madrid”, y luego la decepción, qué bueno) está pensado al milímetro, aunque luego, cuando lo vemos, da la sensación de caos en movimiento. Ahí radica, entre otros puntos, la genialidad de una obra imperecedera.
Lukas
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