8 apellidos vascos

El colegio poco me enseñó -si es por esos libros nunca aprendo-, pero hay extremos que siempre he dado por sentados: Sevilla tiene un color especial, allí sigue oliendo a azahar y como la Esperanza Macarena, morena y de juncal, ninguna. Luego, hay cosas que es mejor no aprender. A saber: a Clara Lago no le caen los vestidos de faralaes y en la comedia está fuera de sitio, de la misma forma que lo estaría alguien con miedo a quedar como un idiota.
Por mucho que quieras coger el cielo con las manos, por mucho que creas que las cosas importantes son las que están detrás de la piel, no se puede hacer una película sólo porque tengas un tipo que te encaja como un guante en un rol. Es, sencillamente, un desatino. Tanto como lo pueda ser empezar la casa por el tejado. Pues todo lo demás va a comenzar donde acaban los pies de ese actor, y será entonces que la gente ya no se va a reír y sí a llorar lo que tú cantas. Esa es la razón por la que a los OCHO APELLIDOS los quemará el tiempo como a un cigarro y por la que ese tiempo, inexorablemente, se convertirá en ceniza.
Por decirlo todo en palabras de Fito, vaya. Un Fito que, igual que el gran Karra, tejado a partir del cual se construyó una casa, es vasco.
No digo diferente. Digo vasco.

Película que sin lugar a duda es la película más conocida de la comunidad autónoma con nacionalidad histórica del País vasco (De hecho soy vasco.)
La película tiene una buena ambientación en el País Vasco, también tiene un humor lleno de estereotipos vascos y andaluces (sevillanos), que son bastante graciosos de ver, incluyendo también a los patriotas españoles y vascos.
Por ultimo diré que la película tiene un buen romance y también desarrollo de personajes.

Vuelve el aplauso a las salas de cine, qué felicidad.

Haré una crítica que más que crítica es recomendación encarecida: No te pierdas Ocho apellidos vascos. No te la pierdas si quieres pasar un rato más que agradable, si te apetece reírte de los chiclés que envuelven nuestra sociedad, si te gusta el cine sin pretensiones pero que te conquista y si quieres estar unas semanas de buen humor recordando los momentazos que esta película está dispuesta a regalarte.
No conozco a nadie que después de haber visto este film tenga una palabra desagradable que dedicarle, más bien es todo lo contrario, comentas que la has visto y compartes un rato de risas y recuerdos memorables con alguna que otra imitación y un intento de acento vasco improvisado.

En definitiva, qué voy a decir si ya he ido a verla dos veces además de a un coloquio que dieron en mi ciudad el director, Karra y Dani donde estuvieron fabulosos o más que eso...perfectoa!!

Aúpa el cine español!!!

Genial, sencillamente genial.
Mi memoria no alcanza a recordar una sala tan llena (con peligro de no haber encontrado asiento), ni tampoco un público tan carcajeante gag tras gag. Y encima una película nacional. Qué orgullo.
Las bromas, un éxito tras otro. Una continuación de tópicos (de vascos y andaluces) bien hilados que funcionan de fábula.
Un gran Dani Rovira y un enorme, enorme Karra Elejalde haciendo de padre vasco de pura cepa.
No os la perdáis si queréis pasar hora y media riendo sin parar.