Sombrero de copa

Realmente 'Sombrero de copa' no tiene nada a nivel cinematográfico que se muy impactante. Pero claro es un pedazo de clásico que hasta que no lo ves no te das cuenta de la cantidad de referencias que se han hecho tanto en el cine como en la televisión a este film. Y esto a los cinéfilos nos suele gustar. Es de esas películas en las que descubres que esa cancioncilla que te has tirado tarareando media vida viene de aquí. Además, está protagonizada por Fred Astaire y Ginger, una de esas grandes parejas del cine de las que todo el mundo ha oído hablar, pero no tantos han visto algunos de sus trabajos. Pues eso, que es una película casi de obligado visionado.

Respecto a la película en sí, es una comedia musical con espectaculares coreografías de claqué. No tiene más. En ocasiones te ríes y los músicos musicales son muy llamativos.

Un clásico

Quién se considere amante de Chaplin, de Keaton, de Lubitsch, de Wilder, de Capra, del primer Ford, de los Hrnos.Marx o incluso de Gene Kelly, que se abstenga de buscar en Fred Astaire algún atisbo de genialidad. Ya sea a nivel coreográfico o a nivel de construcción del guión, el danzarín no consigue aquello que se propone.

Bailar, baila, y muy bien por cierto. Pero puede que demasiado bien. En su forma existe algún elemento repelente que no consigue transmitir calidez o simpatía, a la par que sus gestos faciales suelen provocar cierta agresividad en el espectador.

Existe en el film un error de planteamiento escénico. De producción. De edición. Los interminables diálogos son sorprendidos por breves momentos musicales. ¿De qué hablamos? ¿De tres canciones en todo el film? ¿Cuatro? Al fin, carga de irritación al espectador por facilón y falto de gamberrismo. Tanto protocolo de baile y tanta educación de salón académico, conlleva a la inevitable sensación de desapego con los protagonistas del film.

Al final, una sucesión de planos enlazados mediante fundidos sucesivos, nos muestran distintos momentos (sin ton ni son) de varias coreografías grupales, hechas, por cierto, con una disciplina admirable. El problema, de nuevo, es la forma. El planteamiento. ¿A qué vienen esas imágenes? muy bonitas sí, pero sin sentido argumental o estético.

Lamento dicha opinión porque tenía grandes expectativas en descubrir en Fred Astaire otro Gene Kelly. Lo siento, lo confieso. Imagino que ese fue mi error. Buscaba otro personaje maravilloso que te hace sentir esas ganas de vivir y esperar a la primera tormenta para salir a la calle como un loco a cantar. Y no fue así. En su lugar, me encontré con un hombre que prefiere los abrigos de visón, que baila sin despeinarse, que no suda nunca y sobre todo, un hombre que prefiere cantar bajo el paraguas.

Creo que es la película que más veces he visto. Las canciones, deliciosas, ellos dos impecables, y si entendemos el decorado de la época no le encuentro mucho criticable negativamente. Argumento de enredos que da lugar a situaciones cómicas.

Momento inolvidable: el cheek to cheek con el vestido que saca la Rogers.

No soy aficionado a los musicales y ni mucho menos al baile, por eso me cuesta entender porqué me gusta tanto esta película, rodada en una época difícil para los Estados Unidos como eran los años treinta en la que en Hollywood se dedicaron a filmar infinidad de películas como esta sin importar mucho el guión con el único fin de distraer a la gente durante hora y media. "Sombrero de copa" es una de las siete películas que protagonizaron juntos Fred Astaire y Ginger Rogers y aunque no es de las mejores probablemente sea la mas recordada, seguramente gracias a la canción "Cheak to cheak".
En resumen, merece ser vista con una cierta perspectiva teniendo en cuenta el año de rodaje, pero aun así transmite un buen rollo difícil de explicar.
Heaven, i´m heaven.....................

En la época en la que se filmó, el pueblo norteamericano todavía estaba sufriendo las consecuencias de la gran crisis de 1929. Precisaban espectáculos que les permitiera evadirse de la realidad.

Esta película tiene todo eso. Estaban de moda los vaudevilles o comedias de enredos tanto en Europa post-guerra como también en América, teníamos las obras teatrales de Georges Feydeau y Luigi Pirandello.

Aquí se aprovechan las grandes virtudes del bailarín de moda Fred Astaire, a quien le agregan una buena pareja como fue Ginger Rogers, y actores secundarios de calidad, escenarios fastuosos, hoteles que si existen no son para cualquier persona, y la inigualable música de Irving Berlin. Bastante mala la forma en la que el director intenta recrear las escenas como si fueran en Italia.

Pero esto puede ser suficiente para tener éxito comercial, pero no para mostrar buen cine. La trama es demasiado simple, los diálogos faltos de picardía y profundidad.

En síntesis es un simple pretexto para mostrar los bailes, la destreza de los bailarines, la buena coreografía. Ideal para los amantes de este tipo de espectáculos. Pero a mi entender -o a mi gusto- es como una pieza de museo. Y para museos de este tipo prefiero otras películas que considero superiores: Siete novias para siete hermanos, Cantando en la lluvia, Sinfonía de París, y sin duda Cabaret.