Terror en lo profundo

En primer lugar, mi más sentido pésame a las personas que han ido a verla al cine, o que como yo, han tenido el error celestial de alargar el brazo y coger esta película de la estantería del videoclub. Al igual que con la piratería, en estos casos debería existir un tribunal para los espectadores en los que denunciar estas estafas. Es para devolverte el dinero. Los creadores del 3D deben estar muy agradecidos a esta película, el 100% de la gente se lo pensará 2 veces antes de ir a ver otra. Resulta incongruente y contradictorio que se pague lo mismo por películas como ésta que por otras que sí cumplen su función de hacértelo pasar bien, que al fin y al cabo ese es su objetivo, y para lo que pagamos. La sensación al dejar el cine o al volver al videoclub es peor que la de los propios protagonistas cuando huyen del tiburón.

Mala pero mala de verdad, los actores son lamentables, la puedes quitar el sonido te da lo mismo, vamos que te puedes poner una musica de terror haber si pasa algo en condiciones, por otro lado el tiburón es cartón puro, un bodrio monumental.
Cuando he visto a uno de los actores que es el único de color cargandose a un tiburon martillo con una pala no he podido evitar taparme los ojos hasta el final.

Ni un sólo párrafo estructurado se merece. La criticaré con una enumeración.
- Actores de mercadillo que no saben interpretar. Se creen que por poner a una panda de tíos y tías buenas con poca ropa no se nota que son más malos que un dolor de muelas como actores.
- Actitudes estúpidas e incoherentes. Están en un lago ¡un lago!. Por definición se puede ir por tierra a buscar ayuda, sin cruzar el agua infestada de tiburones. ¡Imbéciles! Además no se les ocurre llamar por el móvil, ni siquiera se molestan en decir lo típico de que no hay cobertura. Lo del negro lo pongo en spoiler.
- Los tiburones están muy mal hechos.
- Los que han puesto el título en español ofenden al cine y a Steven Spielberg haciendo parecer que este engendro pudiera pasar como remake o algo así. De pena.
Malísima.

Atrás quedó la magnifica obra de Spielberg del año 1975 donde, pese a la mala calidad de los efectos especiales, el espectador sufría miedo y angustia. Esta película lo único bueno que comparte con el Tibutón de Steven Spielberg es el título.

Resumiré lo que os podeís encontrar en la película: un grupo de amigos recien salidos del gimnasio, unos malos muy malos y un poco torpes y cómo no, unos tiburones con superpoderes. La película no la ví en 3D y supongo que al menos así los 90 minutos pasarán más deprisa, y digo 90 siendo generoso, porque la película se desarrolla en cuestión de una hora.

Con los recursos disponibles en 2011 me atrevo a decir que los efectos especiales son bastante pobres. Siempre me gusta sacar algo positivo de películas así, así que destacaré (por ejemplo) la aparición de varios tipos de tiburones lo que permite no centrarse en el típico tiburón blanco de la primera película. No obstante, el argumento es una basura y no le recomiendo a nadie ver esta película, prefiero volver a ver Tiburón I, que aunque tenga ya unos añitos es mucho mejor.

Las alternativas cinéfilas para el fin de semana si te has papeado medio festival de Sitges eran escasas: una de espíritus con un decadente Sheridan tras las cámaras, una comedia del señor Brett Ratner y, por último, una de tiburones deglutiendo buenorras adolescentes. Y cuando uno se halla ante tal encrucijada, siempre hay un detalle que debe decantar la balanza y, sí, sé lo que estáis pensando, pero no fue así: no la decantaron las buenorras, sino el hecho de que en la sinopsis rezase que los tiburones se hallaban nada más y nada menos que en un lago. Ello ya propiciaba que tras ese hecho se encontrasen explicaciones al asunto cuanto más inverosímiles y desconcertantes, mejor. Partiendo de este supuesto, y observando la base que tiene David R. Ellis entre manos decide que por estúpida y ridícula (hecho que excluye de la ecuación tensión y terror) que resulte su propuesta, también será por otro lado tremendamente adictiva y tan divertida como se pueda. De esas donde se nota que, tras la producción, el director se lo ha pasado bien rodándola y desea lo mismo para el espectador. No en vano, el propio Ellis explica en una entrevista lo maravillosamente que se lo pasó viendo la amplia variedad de tiburones que componían su film y las diferentes habilidades que poseía cada uno (como si de un Power Ranger se tratase), y lo demuestra en pantalla poniendo en liza a un mini-ejército de escuálidos que desgarran, trituran, embisten embarcaciones e, incluso, vuelan por los aires. Como quien no quiere la cosa.

Así, se podría decir que el problema lo tiene en el guión, pero lo soluciona con una dirección dinámica que nos recuerda junto a ese aluvión de cadáveres que esto no es más que otro Destino final pasado por agua con dentelladas de por medio. ¿Su inconveniente? Que el público asistirá esperando toparse con algo verosímil, no con un niggah enfrentando sus temores acuáticos con un arpón, o con un protagonista capaz de lanzarse al agua sin pudor, por mucha aleta que pueda haber en ella. Y es que otro de sus handicaps, el poco carisma de sus personajes, es superado por un humor que a ratos tiene algo de mala leche, y por la espontaneidad de unos actos tan poco lógicos como sorprendentes.

Eso sí, el giro tiene que llegar y llega, y aunque uno hubiese preferido una relación dentadura/hombre-tiburón que se puede trenzar con solo ver la piñata con la que cuenta un secundario, la cosa no resulta tan delirante (sin quedarse atrás), pero no por ello deja de ser una excusa argumental que nos da la oportunidad de darnos un remojón entre sangre, miembros cercenados y toda clase de tiburones. Una excusa tan válida, claro, como meterse a ver una peli porque va de unos tiburones en un lago. Que no se diga.


Crítica para http://cinemaadhoc.info
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