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Tres rostros para el miedo

Terror. Thriller Böhm interpreta a psicópata que fotografía a sus víctimas mientras mueren; es un hombre profundamente perturbado, cuyo desequilibrio hunde sus raíces en la infancia. Su padre, un científico obsesionado por estudiar las reacciones infantiles ante el miedo, destrozó su psique y lo convirtió en un adulto acomplejado y afectado por una demencia demoníaca. El personaje necesita registrar en imágenes el terror que sienten sus víctimas antes ... [+]
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Críticas 52
Críticas ordenadas por utilidad
11 de junio de 2013
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Definida por su director como “la película de un cineasta”, refiriéndose evidentemente a su protagonista: Mark Lewis (Karl Böhm), un hombre literalmente traumatizado porque siendo niño fue utilizado por su padre (curiosamente, está interpetado por el propio director: Michael Powel, y es maravillosa la secuencia en la que "aparece") como cobaya humana para estudiar fotográficamente la resistencia de los niños al miedo. Esto hará que en su presente el protagonista deambule entre dos vidas: la pública, en la que trabaja como foquista (es decir: el responsable de que todo lo que salga en pantalla esté nítido) y la privada, en la que su pulsión se manifestará de un modo cruento.
Esta rara película inglesa se abre con una secuencia maravillosa que marcará todo el relato y en parte explica la película. En plano subjetivo, a través del ojo de la cámara, vemos una calle, nos acercamos hacia una prostituta, a una vecina, unas escaleras y una habitación. Luego, este movimiento fluido se ve interrumpido por una oscilación brusca. El rostro de la prostituta cambia de la indiferencia con que ejecuta su vida al terror con que recibe su muerte. Y todo esto, con un instrumento: la cámara de 16 mm, pues todo lo que rodó, hasta la vida de esa prostituta, ahora solo se encuentra en la película de la cámara; es decir: la cámara es la que se apropia de todo.
De ahí que, aparte de que “El fotógrafo del pánico” pueda ser vista no solo como una aproximación al vouyerismo con todo su dolor y éxtasis, sino que también puede ser vista como un bello análisis sobre el sentido del cine (su naturaleza) y sobre la pasividad del espectador en la relación que mantiene con este arte.
También es en esta significativa secuencia cuando aparece lo que es el motor de la historia, lo que lo precipita todo: el MIEDO. Este no es solo la causa de los experimentos del padre, sino también el origen de los propios traumas de Mark, del mismo modo que es la espoleta que precipita todos los asesinatos. Esos ojos desorbitados que vemos, enfangados de miedo, es lo que marca el inicio del rito asesino
Por este motivo, un acierto portentoso es poner en este relato a un personaje que permanece exiliada de este ritual: la madre ciega de Helen (maravillosamente interpretada por Maxine Audley). Es curioso que el único personaje que no pueda ver, y por tanto que no puede caer en el “hechizo” de la cámara, sea el que vea la naturaleza tortuosa de Mark, como si las rarezas evidentes de uno y otro, podemos decir que ambos son “accidentes" de la naturaleza, se olfatearan en su excepcionalidad.
“Peeping Tom” es una película triste y de una belleza absoluta. La dirección de Powel es magistral, llena de momentos intensos y brillantes, permitiéndonos una observación de los personajes llena de comprensión y hasta de cierta simpatía, pues está narrada con un singular cariño que la dota de una belleza extraña pese a lo escabroso del tema y de la historia. Dar también su mérito al guionista y autor de la idea original: Leo Marks, pues escribe un guión magnificamente estructurado, y como dice una crítica anterior por ahí: despejando el mayor motor de toda historia: el suspense, saber quién es el asesino.
En resumen: No te la pierdas. Mírala. Dísfrútala. Gózala. Súfrela, Alucina... todas las veces que quieras, una obra maestra de este calibre no se agota nunca. Y recuerda, como dicen en la película: Todo lo que se fotografía, se pierde...
Strhoeimniano
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9 de agosto de 2010
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Denostada en su tiempo y una película casi de culto hoy.
Lo más llamativo del film es el uso desmesurado que Powell hace de los colores, especialmente del color rojo; y los contraluces policromáticos. Realmente el conjunto está conseguido.
Por esta puesta en escena, el ritmo en que está filmada y el propio nudo argumental, la película fue vista como una rareza en su estreno y así se sigue viendo hoy. En algún momento tiene el "aire" de serie B.
Era un momento en el que tanto en el cine como en la literatura, abundaban los asesinos cuyas motivaciones perversas estaban en la infancia.
Muy emparentada con el cine de Hitchcock. De 1960 es también "Psicosis", de 1964, "Marnie la labrona y de 1972, "Frenesí", por citar algunas de las películas mas próximas (en el fondo y/o en forma) del gran maestro. Especial relación parece tener con "Marnie la ladrona", en sus colores rojos y en el trauma infantil. ¿Se inspiró Hitchcock en Powell?. Todo es posible.
Powell convierte en "voyeur" al espectador, quien casi se hace cómplice del chico (perdón, del asesino). El espectador ve la realidad como la está viendo él. Realmente estamos ante una snuff movie, aunque entonces el término no estaba acuñado.
La película es arriesgada y valiente. Falla en bastantes aspectos como la caracterización de los personajes, el guión, a veces, la simpleza de medios. Pero se le perdona por su valentía y creatividad.
El miedo y el terror como motor de los sacrificios humanos. Es destacable la evolución de la expresión de la chica (Helen) en la escena en la que está sola, viendo la horrendas filmaciones.
En resumen rara, pero interesante.
Rober
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31 de octubre de 2010
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo está en la mente, el hombre temeroso de sus vicios, los que nacieron en un tiempo remoto e inocente, los que le alejaron de la cordura y la realidad en un momento señalado.

Los que marcaron su fascinación por el terror ajeno.

Ellas, mujeres convertidas en víctimas siempre vistas a través del objetivo de su inseparable cámara, su tercer ojo. como cuando en otro tiempo se creía que la cámara robaba el alma de los fotografiados, esta cámara robaba las expresiones de pánico de los rostros de quien residía frente a ella.

El hombre tímido, de vida activa, con un aspecto bien parecido, nada que sospechar de su modo reservado de actuar. Todo lo que un asesino necesita para que nadie conozca su necesidad de parar.

Algo de particular tiene este asesino que otros muchos no poseen. Su fascinación se refleja siempre a través de una cámara y como un voyeur profesional cada noche puede repetir de nuevo el crimen al visionar las imágenes captadas. Sus antecedentes son macabros y complejos, además de totalmente lícitos para personalidades científicas ajenas a su vida. La cordura se da la mano con la joven vecina a quien le fascina el misterio del protagonista y le da pie a dudar de sus actos.

Con estas premisas y un objetivo bien enfocado y dispuesto a pasar a la historia, queda la perplejidad de sabernos partícipes de esta fascinación malsana, pues se nos permite ver a través de la cámara con nuestros propios ojos para más tarde contemplar la exaltación que le produce al hombre reproducir ante su mente cada nuevo crimen y comprobar que no tuvimos la misma reacción.

Cualquier artista busca la imagen perfecta de su creación como un demente obsesionado, pero el arte y la ciencia se mezclan en este evolutivo razonamiento para llevarnos al desenlace único y definitivo, que este hombre consiga concluir su documental sobre el miedo... aterrado.
mnemea
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17 de febrero de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gran película de terror, una referencia del género, convertida en película de culto con el paso de los años. Su estructura e ideas, mostrando el retrato psicológico del personaje principal, fué toda una revolución en aquellos años. Los personajes que más me gustan son el "fotógrafo" y la mujer ciega, que protagonizan las mejores escenas de esta inquietante obra. Destacar su gran desenlace, que es muy bueno. Imprescindible para amantes del buen cine de terror.
espagueti con tu sangre
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2 de marzo de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra maestra del género de suspense y horror en el cine británico, “El fotógrafo del pánico” es una película precursora que creó escuela con su original tratamiento del voyerismo, una película con la que llegó el escándalo en 1960, pues la crítica más conservadora inglesa la calificó con gran agresividad de morbosa y mal sana, adjetivos que reflejan la atmósfera creada por Michael Powell y que son sin duda una de sus muchas cualidades. Una de las primeras críticas favorables apareció en la revista francesa “Positif”, pero con el tiempo “El fotógrafo del pánico ha sido rehabilitada también en su país y es hoy reconocida como una genial metáfora sobre el voyerismo y el cine.

Su protagonista es un cineasta asesino, un fotógrafo y cameraman que filma a sus víctimas en el momento en el que las asesina con un cuchillo instalado en el pie de su cámara, la imagen filmada recoge así el horror del que observa su propia muerte, pues el morboso y enajenado cinéfilo coloca un espejo cóncavo encima del objetivo para que la víctima pueda ver su rostro mientras es filmado. El actor Karl Böhm, de expresión algo infantil, interpreta con brío el papel de ese joven traumatizado en su infancia por un padre biólogo que lo sometía a extraños y perversos experimentos para estudiar las reacciones del ser humano ante el miedo y el horror, su personaje es una mezcla entre el célebre asesino de prostitutas “Jack el destripador” y el perverso “M el vampiro de Düsseldorf”.

En su tratamiento del voyerismo Michael Powell es aquí mucho más radical y violento que Hitchcock con su célebre “Ventana indiscreta”. La metáfora sobre el cine y el voyerismo tiene momentos brillantes y originales soluciones de puesta en escena como cuando compara el trabajo del psiquiatra con el del cameraman, encargados ambos, dice él, de obtener con el enfoque la imagen más nítida, o cuando alude al director de la película que martiriza a sus actores mientras el perverso fotógrafo filma a escondidas la reacción de horror de la actriz que descubre a su doble asesinada en un baúl. Powell utiliza el suspense y mezcla en la misma trama, la fotografía, el formato profesional de los 35 mm y los formatos amateurs de 16 y 8 mm para reflejar la obsesión de ese asesino loco que vive pegado a su cámara y sólo existe a través de la mirada de su objetivo, destruyendo, como dice él mismo, todo lo que filma.
Juan Marey
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