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Sol ardiente

Drama Un condecorado y reverenciado héroe de guerra disfruta de la compañía de su familia en un tranquilo día estival, cuando de pronto recibe la visita inesperada de un hombre al que no veía desde hacía años. Conforme transcurre el día y se acerca la noche, el coronel descubrirá el verdadero motivo de la visita. Lúcida denuncia de las purgas stalinistas. (FILMAFFINITY)
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Críticas 33
Críticas ordenadas por utilidad
23 de febrero de 2010
9 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vi anoche. Coincido casi totalmente con todas las críticas. Quiero añadir que la estructura es idéntica a las obras de Chejov - Tio Vania, El jardía de los cerezos.. -. Ambiente rural. Bucólico. Agradable. Familia que parece feliz. Burguesía Rusa. Pero aparece alguien, o algo, que lo trastoca todo y hace aflorar los verdaderos problemas subyacentes que, lentamente, convierten lo que parecía comedia en drama. Sólo un pero: duración algo excesiva.
BORMAN
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11 de enero de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Verano de 1936. Un héroe de la revolución bolchevique disfruta de su día libre en la dacha familiar, cuando recibe la inesperada visita de un antiguo camarada que pondrá fin a su idílica existencia.
Uno de los mayores triunfos del cine ruso finisecular, ganador del Oscar a la mejor película de habla no inglesa y del Gran Premio del Jurado en Cannes. Nikita Mikhalkov escribe, dirige y protagoniza este drama sociopolítico que denuncia las purgas stalinistas, sin abandonar su consabida simbología (esas bolas de fuego que representan el Mal) y su estilo inspirado en Chéjov (donde conviven ternura y amargura). El título proviene del tango que suena como leitmotiv musical.



“Qué lástima. He tenido una vida larga, interesante y bella. ¿Y qué veo en mi lecho de muerte? Simplemente unos trenes con patos. Qué lástima. Y qué tontería.”
CINECLUB
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29 de abril de 2010
8 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Film ruso de Nikita Mikhalkov. Tengo varias películas entre mis favoritas, pero si me piden que nombre alguna, suelo citar ésta.
Aclarando que parte de su atracción me viene seguramente por contener escenas que me hacen recordar momentos que viví en mi infancia, compartiendo momentos con mis abuelos, de origen ruso, pienso que se trata de un gran film, que resume muchos de los elementos que me hacen querer al cine. Sobre una época histórica en Rusia, se trata de un drama, con instantes de humor, otros instantes claramente dramáticos, donde pondero especialmente el breve diagnóstico que hace de los seres humanos. Y así como muestra aspectos buenos, como ser el amor entre padre e hijo, el amor que puede existir en la pareja, la inocencia y candidez que suele tener un niño, también refleja aspectos malos, como los celos, el egoísmo, la maldad. De ella también surge que, incluso en grupos de personas donde prevalece la buena predisposición, la generosidad, la espontaneidad, la buena fe, lo que permite la creación de "pequeños mundos" donde todo funciona bien, puede aparecer un elemento discordante que no quiere ello y poner en seria amenaza la continuidad de ese equilibrio. Estas cuestiones las percibí en la historia, consistente y bien contada, que para mí incluye varias secuencias filmadas en auténtico estado de gracia -algunas puntuales las comento en el spoiler-. Por lo demás, tiene muy buenas actuaciones, y bonita fotografía.
Para ir cerrando, leí una vez un título a un comentario de la película que me pareció muy apropiado: poderosa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
nicson
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29 de enero de 2013
8 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Quemado por el sol” es la típica película que muchos espectadores, digamos de tipo medio, nos vemos obligados a aceptar, porque es cine de denuncia, porque nos compromete, ya que habla de lo malo que era Stalin: el genocidio de las purgas, los gulags, los comisarios políticos, el Partido que todo lo ve y todo lo denuncia, el terror… Hasta los comunistas más recalcitrantes tienen clavada esta etapa en el estómago, y la mayoría de los espectadores se sentirán haciendo su poquito de justicia cuando salgan del cine cariacontecidos.

Pero para que lleguemos a ese ratito de angustia redentora, ¡ay amigos!, hay que pasar muchos minutos en esa datcha veraniega. Minutos que un fino crítico de esta página, Manu el Ruiz, ya ha desenmascarado: esteticismo narcisista, gestos teatreros de los malos, baratos recuerdos fellinianos y un tono, en ocasiones, cargante. No todo el tiempo, es cierto, y eso es lo desconcertante: hay, también, momentos de emotividad noble, (básicamente a cargo de Mikhalkov con su niña y algunos planos reveladores de Maroussia, de los que hablan sin decir nada).

Oleg Menschikov hace lo que puede con un personaje inmoral, (no por lo que ha venido a hacer, sino por la trampa que usa el guionista con él para despistar. Lo comento en el spoiler). El rollo de abuelos y abuelas bailarines que se arrancan a cantar por cualquier esquina es una manera chusca y cansina de añorar el edén prerrevolucionario. Los abuelotes habrán nacido bastante antes del 17, así que esa nostalgia es también la sempiterna sospecha política que acarrea, como un sambenito, el cineasta. (De hecho, se le acusó duramente de retrógado en “El barbero de Siberia”, película que nadie aguanta y a mí me parece una obra maestra). Además, ¿vosotros no discutís cuando os juntáis con la familia por Navidad? Joé, estos parece que pueden estar de buen rollo todo el año, por los viejos tiempos.
Lo peor de la película es, sin duda, la maricona Kirik, interpretado por un Vladimir Ilin que parece que se ha escapado de una función de teatro amateur de instituto. No os perdáis el gesto que hace continuamente torciendo la boca, que debió hacer gracia a un director que en ningún momento le echa la brida.
Al final, le damos una nota alta, aunque probablemente se merezca menos, por varios motivos: primero, porque la intención es noble; por esos momentos, que los tiene, de buen cuño; porque la casa parece, efectivamente, haber sido habitada desde siempre por esa familia; por la cara del sicario gordo del traje blanco, lo más inquietante en sicarios que recuerdo; porque, de alguna manera, ha hecho que recuerde con nostalgia mis veraneos de niño, con la familia, junto al río… Las bondades de la película están muy a la vista; yo sólo me he subrayado, a mí mismo, las partes que me parecen menos convincentes.

PD: la música es deliciosa, de Edward Artemiev. Aprovecho para sugerir, a los que no lo conocen, su tema de amor para "El barbero de Siberia": es de los mejores, más emotivos y nobles de la historia del cine.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
berenice
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24 de mayo de 2017
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los pueblos del viejo Imperio ruso llevaron a cabo una épica revolución que fue contestada con la guerra por parte de la aristocracia y la burguesía, con el apoyo de los países capitalistas capitaneados por Francia, lo que devino en una sangría que duró varios años. Los procesos revolucionarios, como bien nos enseña la Historia, devoran a sus propios hijos y crean pesadillas que, a pesar de todo y paradójicamente, hacen avanzar el mundo, aunque sea a trompicones. En esa tormenta perfecta se nos cuenta una historia en el que un perdedor de la Revolución de Octubre se venga de un héroe de la guerra civil rusa, de un revolucionario, utilizando (de nuevo una paradoja), el aparato represor que la propia Revolución creó para destruir a sus enemigos, la cual, como un alacrán que se cree amenazado, acaba por atacarse a sí misma. Mijalkof, coherentemente, se decide para desplegar este relato por una estrategia igualmente paradójica, por un camino chejofiano en el que se muestra un idílico ambiente familiar que en realidad no es más que una costra que oculta un purulento cúmulo de tragedias personales y colectivas. Del paraíso pasamos al infierno lentamente, de manera delicada, con una máscara alegre, cantando y bailando, intentando preservar la inocencia de una mirada infantil; hasta que al fin, inevitablemente, toda esa farsa cae y nos encontramos con el enfrentamiento intestino, con el trágico pasado familiar que vuelve a llamar a una felicidad desde siempre amenazada, en este caso, por la marcha hacia delante de la Historia. Mijalkof, sin llegar a ofrecernos una obra maestra (ciertas decisiones narrativas la distancian de ello, como las repetidas y tópicas imágenes de Estalin surgiendo de los campos colectivizados, la reiterada aparición de un personaje perdido o la demora en resolver ciertas escenas), nos brinda una película más que estimable, con momentos sublimes, como la primera aparición de ese sol volante, que parece más bien una bala de cañón luminosa que arrasa los corazones a su paso.
A destacar la estupenda interpretación de Oleg Menshikof.
jokinr
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