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La caza

Drama Tres amigos van de caza a un coto que fue escenario de una batalla durante la Guerra Civil. Todos ellos están pasando por momentos difíciles, separaciones, problemas con el alcohol, de modo que lo que iba a ser una tranquila jornada de caza se convierte en un enfrentamiento entre los tres. (FILMAFFINITY)
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Críticas 74
Críticas ordenadas por utilidad
19 de agosto de 2016
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Violenta, seca y dura historia de hombres que se odian bajo la apariencia de una amistad desgastada, con una estructura narrativa muy clásica y cuya acción avanza tensa “in crescendo” hacia una furiosa apoteosis final. La base de la película reside en la contradicción de presentar a unos personajes atrapados en su pasado en unos paisajes amplios con gran profundidad de campo.

Pero además del plano general también hay una contrastada fotografía en blanco y negro y las interpretaciones de los actores mirando a cámara. Esta sigue los hechos a cierta distancia para aproximarse paulatinamente con movimientos cada vez más marcados y encuadres más cerrados, como imantada por la violencia, producto de los celos, envidias y rencores de sus cuatro personajes.

El filme nos cuenta, en definitiva, aquello que deseamos olvidar, que el hombre es un animal, un peligroso cazador: “Por eso alguien dijo que la mejor caza es la caza humana". Bajo la apariencia de un análisis de la agresividad y la violencia humana, la cinta escondía muchas otras lecturas.

"Todo el mundo dice de "La caza" que es una metáfora de la guerra civil", nos cuenta Saura, "y puede ser, pero no era esa la única intención. Comenzaba lo que es ahora el pelotazo. Empezaban los industriales a hacer sus negocios, a tener amistades, el compadreo, yo te hago esto, tú me haces aquello. Pero sobre todo era el enfrentamiento de cuatro personas entre sí".
Isidoro Feria
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1 de julio de 2012
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta obra de Saura sorprende. Sorprende por su fotografía, por su forma pausada de narrar la historia, plano a plano, recreándose en ellos, y por el marcado carácter psicológico del film. Sorprende la crudeza y violencia de sus imágenes y el ambiente malsano de ese coto de caza que invade al espectador y que puede hasta respirarse sin esfuerzo alguno. Sorprende esa galería de personajes, de amigos que no se conocen, que no se soportan y que no pueden ocultarlo, pues lo dicen todo con la mirada, tan ambiguos, tan interesados, tan sucios todos ellos. Y esa tensión, palpitante, protagonista indiscutible de este pintoresco cuadro.

Cualquiera diría que estamos presenciando una película de Peckinpah (si bien está mucho más cerca del Peckinpah de Perros de Paja que del de Grupo Salvaje), pues todos estos elementos y la forma de hilar los acontecimientos dando lugar a un clímax que encuentra en la violencia el único desenlace posible es algo común al director estadounidense, pero no. Sorprende pues, en última instancia pensar que una película en cierto modo tan rompedora, tanto visual como narrativamente -llaman la atención las escenas en las que Saura sitúa a los protagonistas mirando a la cámara mientras hablan entre ellos, como si su discurso fuera dirigido al espectador en un intento de hacerlo aún más partícipe de la función- sea española, sobre todo teniendo en cuenta el contexto cultural de la España en la que fue concebida, tan marcado por la censura, tan dado a la comedia ligera, a los costumbrismos, a las películas de "cine de barrio".

Es esta, por tanto, una película imprescindible para el aficionado al cine patrio (e igualmente interesante para el que no lo sea), por lo distinto de la misma, por todo lo que puede aportar al espectador y por ser una película que no ha envejecido ni un ápice. Porque obras como ésta permiten restaurar el concepto tan denostado que se tiene en nuestros días del cine español.
Canchado
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5 de enero de 2013
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Asfixiante obra maestra de Carlos Saura. Heredero cinematográfico de Buñuel, Saura dirige una película eminentemente alegórica. En efecto, "La caza" ha venido siendo unánimemente vindicada como metáfora de la Guerra Civil española. Y es que la proliferación de símbolos fácilmente asociables a las dos Españas y a la dictadura es más que notable, diría copiosa. Algunos ejemplos, sin ánimo de prolijidad: los dos hurones enjaulados con que se inicia la película, o el cordero descuartizado. También el secarral en que se enmarca la acción, eficaz metáfora del erial cultural, ético y estético de la España de postguerra.
El joven Saura desarrolla una trama climática con pulso de gran tirador hasta culminar en la tragedia que se intuye desde el primer minuto. Un escalofrío recorre el espinazo del espectador a la vista de la enjaulada pareja de hurones que sirve de fondo a los títulos de crédito. Un escalofrío que se irá acentuando conforme la animalidad y el resentimiento vayan apropiándose de los sudorosos personajes en acumulación insoportable de violencia cuya resolución terrible no puede ser otra.
La economía de medios raya en la indigencia. No obstante, Saura logra una obra de brillantísima factura en la que emplea un lenguaje cinematográfico de enorme modernidad, ciertamente vanguardista. Así, recurre, entre otras cosas, a primerísimos planos, zooms, monólogo interior, y a una serie verdaderamente inquietante de parlamentos mirando directamente a cámara.
Alfredo Mayo, galán oficial del régimen, comanda un elenco de grandes actores en estado de gracia entre los que resulta curioso ver a un adolescente Emilio Gutiérrez Caba que peinaba frondoso tupé.
Carorpar
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4 de marzo de 2014
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como es sabido, en esos años sesenta Carlos Saura, y todos aquellos que se dedicaban a esto del cine, tenía que batallar con la censura para que se estrenaran sus películas tal y como habían sido filmadas. Es curioso que los censores no permitieran que se enseñase una nalga, un pezón o ciertas refriegas amorosas, y sin embargo no hubiera problemas en enseñar la continua muerte de conejos, pobres e indefensos animalillos. Por lo visto disparar a los conejos no atentaba contra la moral de la sociedad, cuestión que hoy sería impensable que apareciera en cualquier película mientras que ya no extraña a nadie ver cuerpos desnudos simulando el acto sexual. El tiempo pasa, y desde luego que para bien, prefiero ver en mi televisor a todos los actores del mundo en pelotas que el imperdonable maltrato animal de "La caza".

Yendo ya a la película de Saura y los hechos que presenta, confesaré que no me ha parecido tan sugerente como esperaba y que desde el principio cualquiera puede intuir, sin leer ningún spoiler, por dónde van los tiros (ahí queda el guiño). La cuestión es esperar a que la atmósfera se caldee más y más hasta que explote todo, como una olla a presión, para lo cual sólo hace falta lógicamente que la temperatura crezca y crezca. A los recelos de uno se le suma el interés de otro, la envidia, la desconfianza y por supuesto, Saura en esto de escoger bien los ingredientes es un maestro, todo bien mezclado con una buena dosis de alcohol y el calor abrasador del verano mediterráneo.

La descripción de los personajes es correctísima, poco a poco vamos conociéndolos y vamos adivinando que de la amistad que profesaron tres de los cuatro protagonistas en el pasado apenas queda nada. Son unos desconocidos a la práctica que han quedado para cazar al indefenso conejo del monte. El problema es el interés de uno y la sucia manera de marcar territorio de cada cual, metiendo un bofetón ahora, matando un hurón ajeno después, y por supuesto, ahora viene lo más importante, una serie de armas de fuego que ya se sabe quién las carga según el dicho popular. La olla a presión está servida, el desenlace es fácil de imaginar.
Luisito
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27 de noviembre de 2010
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
El título de esta crítica no incita a ver ni una peli de terror ni es la entradilla de un artículo amarillista de 'Jara y Sedal', sino la premisa inicial del filme que nos acontece. Por decir algo malo sobre ella, es que el final huele a polvora desde muy lejos, pero no polvora por vaciar los cartuchos en las entrañas de los pobres conejos, sino... ya me entendéis.

El guión es increíble, cómo de la nada nos meten en la cabeza de cada uno teniendo más o menos predilección por uno que por otro. Y es que Luis... menudo es este Luis. Carlos Saura nos facilitó la labor trasladando algunos de los pensamientos de los protagonistas en voz alta. Y es que es muy distinto lo que se dice de lo que se piensa. Impresionante ver cómo el rencor y la envidia les corroen a algunos por dentro, y cómo también, por cualquier palabra o por mantener el honor en alto empiezan las disputas.

Reconozco que al final se me ha hecho pesada a pesar de que no llega a la hora y media. Salvo el final, que hay que verle de nuevo porque es maravilloso, a partir de la hora de metraje el interés por saber qué les va a pasar se va extinguiendo. Eso sí, no hace falta comentar que la fotografía es brutal y que ese ambientillo de la España rural de los sesenta me ha encantado.

Por cierto, ¿creéis que sería posible hacer un remake hoy día planteado en la época actual? Yo creo que no, en absoluto. El guión de la cinta bebe muchísimo del contexto socio-cultural de la misma, en donde antes el honor familiar y el qué dirán las habladurías importaba lo suyo por no decir todo.
Condosco Jones
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