La felicidad nunca viene sola

Película añeja que recurre a todos y cada uno de los tópicos del cine de su país que tán bien le han resultado en los últimos años. Con una historia mil veces vista- tipo seductor, de ojos azules maravillosos en los que perderse los JJOO, conoce buenorra madurita y se van al catre, todo perfecto de no ser porque la madurita buenorra, la Marceau, que ha ganado con los años en belleza y transparencia, tiene tres retoños coñazos bastante incompatibles con el espíritu y estilo de vida del de los ojos en los que me perdería los JJOO 2012. El amor, fou o tofu, como quieran, acaba triunfando como no podía ser de otra manera.
Vale, todo visto, pero en el fondo es tán reconfortante ver que hay historias que siguen funcionando que es una delicia de principio a fin, refrescante en estos meses de sequía y caloruzo.
Muy mona, la verdad.
Lo mejor: Los ojos de Gad. Sophie, preciosa.
Lo peor: Pues que mañana ni me acordaré de lo que iba.
Desde luego mucho mejor que interpretada por un viejuno de pelo blanco y la negra cantora. aunque sean lo mismo...

No entiendo como pueden hacer películas tan malas como ésta. No me salí del cine porque iba acompañada. Se me hizo eterna. Es simple, boba y con unas gracietas que no hay por donde cogerlas. Una pena porque pienso que ya no hay creadores y hasta el cine francés que siempre me ha gustado ha dejado de lado y olvidado lo que fue.

Le pongo un dos por la música y la fotografía de París

Irrecomendable, intragable.