Victoria (Serie de TV)

Ahora que estamos celebrando, sobre todo en el Reino Unido, el jubileo de platino de Isabel II, nada más y nada menos que setenta años en el trono, viene de perlas acercarse a la figura del o la monarca más famosa y apreciada, seguramente, de la larga historia inglesa, es decir, a la reina Victoria (Jenna Coleman). Algunos comparan la serie con "The Crown" (2016-Actualidad) pero como no la he visto nada puedo añadir. Otros, con la nuestra de "Isabel" (2012-2014), que tampoco es que se parezca demasiado. Sea como fuere, tres temporadas con un total de 26 episodios que recorren sus primeros catorce años de reinado, de 1837 a 1851, y todo abierto para una continuación que no estoy muy seguro de si acaso se va a rodar.

"Victoria", como buena ficción británica, tiene una puesta en escena muy sólida, una ambientación de lo más cuidada, unas interpretaciones notables y un respeto al pasado inmune al anacronismo. Sí, la serie es llevadera pero se queda en una telenovela. De hecho, todo el contexto histórico y su labor política son minusvalorados para privilegiar el lado humano de la soberana y la historia romántica con el príncipe Alberto (Tom Hughes), objetivo del que sale airosa sobre todo por el respeto y el cariño que se tiene a los personajes, por más que se quiera modernizar algo más de la cuenta a Victoria. Algunas tramas secundarias son un poco inoperantes o inventadas para volverla más políticamente correcta pero con todo no es grave.

La primera temporada de producción, contemporánea a la primera de The Crown, es una especie de remedo de Arriba y Abajo, en el que se narra en esta ocasión la vida en la corte en paralelo a la de los sirvientes de palacio. Durante una interminable primera sesión (a pesar de constar solo de ocho episodios) asistimos a acontecimientos tan "emocionantes" en la vida de una reina como son elegir marido, seleccionar damas de compañía, elegir peluquera, mimar a su perro o recuperar a su cocinero preferido, y a todo ello dedicándole un generoso metraje, en fin un desafío a la paciencia del espectador que solo se deja llevar por la espléndida labor interpretativa.

La segunda temporada decide AFORTUNADAMENTE cambiar de tornas y seguir el ejemplo de The Crown: la reina como espectadora privilegiada de los principales acontecimientos políticos e históricos de la época. La serie sin duda sube algunos enteros, y aunque aún la queda largo camino que recorrer para que la Victoria de la pequeña pantalla pueda medir su reinado con el de la Isabel II, al menos ha encontrado la buena senda.

Esta serie que yo califiqué con un ocho en su primera temporada, ha bajado bastante en la tercera puesto que redunda mucho el guion en las mismas situaciones, aunque siga siendo fácil de ver, bien rodada y muy bien interpretada como suelen ser las series británicas.

Mención aparte es la incorporación de la figura histórica de Feodora de Langenburg, medio hermana de la reina Victoria y doce años mayor que ella, que aparece en la serie como una intrigante y falsa amiga cuando esta mujer no volvió al Reino Unido desde su matrimonio en 1828 con un príncipe alemán y durante toda su vida mantuvo una correspondencia con la reina británica llena de afecto por ambas partes. Creo que es una licencia que no se debería haber tomado la guionista porque sólo es un pretexto para alargar con tramas innecesarias una historia que se hace repetitiva. A esta temporada yo le daría un 6.