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Érase una vez en Anatolia

Drama En el corazón de las estepas de Anatolia, un asesino intenta guiar a un equipo de policías hasta el lugar donde enterró al cuerpo de su víctima. En el curso de este viaje, una serie de pistas sacarán la verdad a la superficie... (FILMAFFINITY)
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Críticas 23
Críticas ordenadas por utilidad
11 de febrero de 2012
10 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
De Turquía para el mundo, previo reconocimiento en el festival de Cannes con el gran premio del jurado, nos llega esta joya de película no apta para villa melones.

La historia es simple, plana y lineal, se podría describir en un par de líneas. Narrada con exquisita lentitud en locaciones exteriores casi en su totalidad con escaso apoyo de iluminación artificial, bellísima fotografía y una excelente dirección de cámara.

Vamos conociendo lentamente a los personajes sin saber bien a bien de que va la trama. No soy conocedor del cine turquí y a ninguno de los actores los conozco, pero a todos les compro el personaje. Se nota un excelente trabajo de dirección.

La banda sonora brilla por su ausencia en sentido no peyorativo. No hay banda sonora. Largos silencios donde se escucha el tráfico vehicular que pasa a lo lejos, los niños en el patio escolar jugando y por momentos nada mas que la respiración de los personajes contribuye para crear el ambiente de tensión que requiere la historia.

A excepción de la breve aparición de dos personajes femeninos, el resto son hombres de profesión ruda y burocrática, curtidos por el tedio y la rutina. Vemos el desarrollo de los personajes a través de diálogos en ocasiones intrascendentes y en ocasiones cortados de súbito y continuados después. La presencia femenina se destaca más por las pláticas entre estos hombres que por las dos mujeres que brevemente aparecen.

Excelente relato de una pequeña población rural de una Turquía como reflejo de una sociedad arabe con gran proximidad geográfica y cultural con lo que llamamos Occidente.
Di Vita Salvatore
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25 de marzo de 2013
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película se podría dividir en cuatro partes:
- La búsqueda del cadáver.
- Parada a comer en Ceceli.
- Descripción del lugar donde se encuentra el cadáver y llegada al juzgado.
- El juzgado y la Morgue.
En todas estas partes la película nos presenta la historia de los policías, el juez y el médico forense con sus problemas personales y laborales y sobre todo los problemas de la gente que se van encontrando durante su investigación.
Toda la película transcurre en la parte asiática de Turquía y en concreto en la amplia región de Anatolia, donde se puede pasar en pocos km de una zona árida y de campo a una zona con montañas nevadas y en donde las carreteras son muy malas y se tarda mucho en llegar de un sitio a otro.
La primera parte de la película se alarga en exceso , ya que hasta la llegada a Ceceli para comer tenemos una hora de película, pero personalmente lo perdono porque visualmente es una auténtica maravilla esa fotografía del paisaje por la noche tanto cuando van dentro de los vehículos como cuando salen en búsqueda del cadáver.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
WILLY74
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18 de marzo de 2013
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de empezar quiero decir que escribir sobre Érase una vez en Anatolia supone para mi un reto considerable. Por ello y con el objetivo de ordenar conceptos, me siento obligado a empezar este artículo contextualizando un poco el estilo de cine del que me dispongo a hablar. La forma más acertada que se me ocurre de describir el último trabajo de Nuri Bilge Ceylan es decir que puede definirse como una película que posee dos características muy específicas y claramente distintivas de su estilo. La primera es que no hablamos de un trabajo cuya tesis pueda pronunciarse en una sola palabra, sino que nos referimos a una reflexión trascendental de conclusiones ambiguas más centrada en plantear preguntas que en ofrecer respuestas. La segunda, que Érase una vez en Anatolia es una de esas obras artísticas cuyo significado no lo encontramos durante su visionado, sino que lo descubrimos en las sensaciones que esta nos produce al recurrir a nuestra memoria minutos después de la experiencia. O dicho de otro modo, nos damos cuenta del auténtico valor de lo experimentado cuando la aventura ha concluido.

Personalmente soy bastante reacio al (mal llamado) cine experimental cuyo contenido (si es que lo tiene) depende del sujeto que lo vea, como también lo soy con el estilo contemplativo de significado y significante indistinguibles. Pero en este sentido el film que nos ocupa no me molestó en absoluto, pues su ritmo pausado y la pesadez con que se dan los acontecimientos nunca obstaculizan el avance del argumento ni entorpecen el continuo flujo de información (sobretodo sensorial) que el director nos ofrece. No hace falta decir que además dicha pesadez tiene una clara razón de ser, pues el tiempo y los detalles poseen un importante peso en el objetivo de los personajes: en medio de la noche, un conjunto de personas (básicamente policía, grupo legislativo y médico forense, acompañados por dos presuntos asesinos que se encuentran entre ellos en calidad de guías) avanzan en coche por tierras desiertas en busca de un cadáver enterrado. La lentitud y la importancia que tienen los detalles lo explican el hecho de que cada instante y cada una de las sombras, curvas o árboles que contemplamos pueden ser la pista que ponga punto final a su tarea.

Nuri Bilge Ceylan lleva a cabo en este contexto un interesante juego de manos: debido al peso de la misión que tienen los personajes todos los actos de los mismos quedan cubiertos por una infinita trascendencia, fundiéndose lo banal con lo profundo en un mar de comportamientos que se ven condicionados por algo tan abstracto como es un objetivo no materializado. De este modo, el director nos recuerda que en realidad la trascendencia está donde nosotros la ponemos, pues los hechos en sí no son otra cosa que simples hechos. De modo que no es extraño que los ocupantes de los vehículos hablen con igual naturalidad del objetivo que comparten (encontrar un cadáver en medio de la nada) que de la vulgaridad que para ellos tienen los estacionamientos momentáneos causados por el mero hecho de que uno de los pasajeros desee hacer sus necesidades. Y hablando de personajes, de este apartado también hay mucho a comentar.

Y es que parece casi imposible que una presentación de personalidades pueda llegar a ser tan minuciosa a la vez que sutil, al mismo tiempo que nos permite ver la superficie de distintas historias personales que, sin pretenderlo, desprenden una inmensa profundidad. Pero en realidad lo que conocemos no son más que los esbozos de historias formadas mediante la unión de diversos comentarios, de modo que nunca llegamos a saber la verdad... si es que existe. En ese sentido, podemos entender la búsqueda del cadáver enterrado cómo una metáfora de lo que en realidad es la búsqueda del significado de las vidas de cada personaje, una búsqueda que si bien logra un desenlace material, en ningún momento descubre la verdad sobre los hechos. No es casual que la historia que contemplamos nunca llegue a tomar una forma concreta (al menos en lo que a hechos precisos se refiere), ya que esta depende del punto de vista que tomemos para verla, como demuestran las dispares reflexiones de cada personaje.

La película se divide en tres bloques centrados en el modo de afrontar los hechos por parte de tres sujetos, que son el policía, el juez y al médico forense. El primero tiene un carácter puramente pragmático cuyo único objetivo es cumplir con su cometido, de modo que todo aquello que encuentra en su camino solo podrá tener dos adjetivos: útil o inútil. El segundo, en cambio, piensa constantemente en la existencia de los matices, y sabe que los valores morales solo existen en la mente humana. El tercero tiene una mentalidad materialista y dicotómica según la cuál aquello no aprobado por la ciencia no tiene ninguna validez. Como podemos ver, el modo con que cada uno afronta los hechos está fuertemente condicionada con su estilo de vida: el policía solo piensa en cómo encontrar el cuerpo, el juez reflexiona sobre los infinitas posibilidades contextuales del asesinato y el forense centra sus pensamientos en un posible móvil. Fijémonos en el triángulo: para el policía, el criminal no es un ser pensante, sino un simple monigote al que hay que hacer confesar; el juez se siente perdido ante los infinitos pensamientos que pueden conducir a un ser humano a tomar decisiones como el asesinato (o el suicidio); mientras que para el forense solo puede existir una verdad que explique los hechos, cuya naturaleza debe descubrir el policía.

Nuri Bilge Ceylan nos da todos los ingredientes necesarios para componer una historia tan apasionante como profunda sin llegar formular un discurso concreto, dejando de este modo que el público construya su propia tesis.

http://cinemaspotting.net/2013/03/18/erase-una-vez-en-anatolia/
Martí
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4 de diciembre de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nuri Bilge Ceylan volvió a ser ovacionado en Cannes (y premiado con el Gran Premio del Jurado) con éste pequeño cambio de rumbo pero manteniendo, al mismo tiempo, los intereses creativos que le acompañan durante toda su carrera.

El director turco añade una trama clásica del thriller como es la búsqueda de un cadáver aderezado de un burlón humor negro a partir del cual parece reírse y conmoverse de la rutinaria vida de policía. Pero pronto nos percatamos que la película no es un thriller más ya que a Ceylan no le interesa la trama de base que ha creado, sino los personajes y sus vidas.

Personajes desencantados en su rutinaria vida y en los que el verdadero interés reside en los duros y humanos pasados que intuimos en esos silencios tan reveladores y trascendentales que pueblan la cinta y toda la obra general de Ceylan; aderezados con la perversa y naturalista fotografía de Ceylan, con la que Ceylan parece dar un paso más allá como elemento expresivo de su universo artístico.

Destacar también el natural trabajo de los actores, sobretodo a Taner Birsel, que interpreta el fiscal, y que crea a uno de los personajes más interesantes de toda la filmografía de Ceylan.

Un nuevo y sugerente retrato del ser humano, del destino y de su inevitable aceptación.
JasenV19
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8 de noviembre de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En las película del turco Nuri Bilge Ceylan las cosas que deben suceder suceden, y cuando el suceso solo es el paso del tiempo eso también aparece en la pantalla, y esto último no es tan fácil como pueda parecer. Estamos demasiado acostumbrados a las elipsis en el cine, que si bien, a veces, ponen a prueba la inteligencia del espectador, otras son utilizadas por el director porque no sabe cómo contar lo cotidiano. También las omisiones contribuyen a adelgazar las obras cinematográficas y meter dos en el espacio que debería entrar una (doble taquilla). No es el caso del realizador otomano que se toma con filosofía su labor de narrador y se entretiene hasta en los menores detalles.
Entiendo que a algunos, que se han tragado eso de que el tiempo es de color dorado y que sale de los lingotes, se les hagan largas las historias tal y como las plantea el bueno de Nuri. Yo, cuando voy a contemplar algo tampoco ansío que suceda de manera inmediata. Por ejemplo si me pongo delante de "El jardín de las delicias" de El Bosco, sería estupido imaginar que espero que me escupa, de un momento a otro, alguna de las abubillas.
No creo que el afán de acortar instantes mejore el resultado final, sobre todo cuando se está intentando escarbar, precisamente, en los espacios muertos, en los que otros no tienen nada que decir.

Toda esta introducción es solo para decir que a mí sí me interesa este tipo de cine y que pienso del que se aburre que debe buscar dentro de él mismo la problemática y no echar la culpa de su poca paciencia a quien hace pelis de tres horas.

En algún lugar de Anatolia un equipo que incluye policías, jueces y forenses acompañan a un detenido que habrá de mostrarles el lugar del enterramiento de un hombre asesinado. La noche y las inclemencias les obligarán a pasar la velada en una pequeña aldea.
Las bromas, las tensiones entre el equipo, los celos profesionales y sobre todo la necesidad de hablar cuando no hay nada mejor que hacer, pondrán al descubierto no solo las razones del caso, también la vida y secretos de quienes conducen al reo.

Es precisamente la fórmula que utiliza el director, desgranando el cuento, lo que nos permite conocer todo cuanto rodea el hecho, las circunstancias y por tanto un trocito de la vida que palpita en un lejano lugar de Turquía.
Sí, que en el mismo tiempo los del C.S.I. habrían resuelto cuatro casos, vale; pero viendo esto concluirás que es verdad lo de Anatolia y mentira lo de Las Vegas, New York y Miami.
Sinhué
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