La cacería

Me parece haber asistido a una conjura de necios en una pequeña localidad danesa. Una niña fantasiosa suelta una ocurrencia y se desencadena una caza de brujas. No vemos que se le haga a la niña ninguna revisión médica ni análisis psicológico, sólo un tendencioso interrogatorio que le hace un tipo sin ninguna acreditación en presencia de la estúpida directora del parvulario. La fantasía de la niña no se contrasta con la versión del acusado, que tampoco cuenta cosas que debería contar. No sabemos tampoco como va la investigación policial. Son raros estos daneses: ni se explican ni quieren escuchar explicaciones, creen lo que quieren creer y no buscan otras versiones. Como decía, unos necios.
No se cual será el propósito de los autores. Tal vez denunciar la soterrada violencia que se agazapa en unas sociedades aparentemente satisfechas. Hace poco oí que se producen más maltratos a mujeres en las sociedades escandinavas, consideradas como más igualitarias, que en las mediterráneas, tradicionalemte más machistas. La visión que se da aquí de los daneses los muestra como simples, sugestionables y violentos. Y encima, cazadores. Vaya desengaño.
El mayor pecado de esta película es lo endeble de la historia. A mi juicio, todo es escasamente verosimil. Nadie, ni el protagonista, reacciona como una persona medianamente sensata. La secuencia final parece una ilustración de esa máxima tan querida por la propaganda: "Calumnia, que algo queda".
Inevitable no pensar en la obra de Lillian Hellman "The children´s hour", llevada dos veces a la pantalla por el maestro Wyler en "Esos tres" y "La calumnia". Una muestra de lo dañinos que pueden ser los inocentes niños. ¡Qué venga Herodes!

Un tema y una historia que al escucharla podrían no sonar originales ni novedosos, sin embargo la forma en que el guión envuelve hasta transmitir el sentimiento de impotencia y desasosiego del brillante Mads Mikkelsen generan una película que se volverá referente absoluto en cuanto a la situación que aborda. No solo la trama está perfectamente construida, dándole a cada personaje una personalidad propia, los detalles, miradas, frases y sutilezas están minuciosamente colocadas y sin el más mínimo desperdicio o elementos que estén de más. Punto a favor el no caer en situaciones predecibles, clichés, convencionalismos, todo se da con un realismo muy natural y a la vez espontáneo que por momentos desconcierta. Tiene buen ritmo pero también se toma su tiempo en momentos de drama. Excelente dirección de Vinterberg que tanto sabe manejar tanto la tensión y el suspenso dramático como la violencia. En final deja sentimientos encontrados entre esperanza, frustración y miedo, algo memorable y que roba el aliento.

"La caza" corresponde a ese cine discreto característico de Europa Oriental, con temas por demás penosos, que la sociedad actual acentúa con su desaprobación y se mantiene alerta para evitarlos. Pero, ¿qué pasa, cuando se nos predispone?, ¿cuando una de las partes no es verdad absoluta?, ¿cuando existe la negación por escuchar?

El título en cuestión es una buena respuesta, ya que Thomas Vinterberg escribe acerca de un puericulturista al que las buenas intenciones lo colocan al límite, al grado del estigma, el señalamiento y el ataque, dados por el mal manejo de la información y conocimiento de los infantes. El argumento cambia los roles, y hoy aquellos que solían ser víctimas saldrán de cacería detras del supuesto victimario.

El director enfatiza esa doble moral tanto en el círculo familiar y comunitario, como el descuido de los hijos, la intolerancia, el comportamiento intachable dentro de la iglesia y condenable fuera de ella. "La caza" evidencía los bemoles de la sociedad danesa y la colocan en el escrutinio.

La interpretación de Mads Mikkelsen está perfecto... se desenvuelve muy bien entre el grupo infantil, para después pasar al desconcierto y conducirlo hacia la humillación a la que la comunidad lo sobaja.

Hoy como frase de reafirmación personal y sin alusión al egoísmo recalcitrante: No hagas cosas buenas que parezcan malas. ¡Enfatiza el individualismo y cada quien sus broncas!

Casi 2 horas de pasarlo mal, eso sin duda alguna, indica que la película está bien contada y que el director ha conseguido lo que se propuso, hacernos sentir protagonistas de esa injusticia aplicada con absoluta frialdad por una sociedad "demasiado civilizada". Cualquiera que conozca como funciona la sociedad nórdica, sabe que lo ocurrido es perfectamente factible, desde el momento en que eres mal mirado cuando abrazas a un menor que no es tu hijo.
Pasamos del curita cariñoso al que nunca le pasa nada a esta película. Dónde nos posicionamos, esa es la pregunta a la que debemos responder.

Esta es una de esas películas que te obligan a mirar durante un par de minutos los títulos de crédito del final, no los estás leyendo, en realidad no estás viendo nada, simplemente te quedas ahí, sentado en el sofá, plantado frente al cristal del televisor especulando con la posibilidad de un final alternativo y sabiendo que estás, una vez más, delante de una de esas pelis incapaces de mantenerse en pie sin un astuto y efectista juego de trampas.

Nicolas Winding Refn, Susanne Bier, evidentemente Lars von Trier, quien a través de su productora, Zentropa Entertainments, produce la cinta, y Thomas Vinterberg, coguionista y director de la misma, son los actuales padrinos de una imparable y prolífica filmografía, la danesa, post emergida, en parte, gracias a un puñado de modestos blockbusters acaparadores de premios, crítica y prestigio alrededor de todo el Mapamundi. Algunos de los recientes títulos de este país se han indo convirtiendo en precoces films de culto (Drive, En un mundo mejor, Melancolía), La caza es sin duda el siguiente en unirse a la lista.

Pese a lo sobada y poco fiable que resulta, la etiqueta de thriller hitchcockiano le viene como anillo al dedo a este drama nórdico que comparte más de un lugar común con La calumnia de William Wyler, aunque tras su visionado es inevitable que se cuelen por tu mente los fantasmas de Perros de paja, por desgracia sin Peckinpah pero afortunadamente con Mads Mikkelsen, Premio al mejor actor en la pasada edición del Festival de Cannes. Mikkelsen es el nuevo y merecido actor de moda del viejo continente, y como tal, ha trascendido las fronteras de la cinematografía europea haciendo las veces de villano JamesBondiano o en un quid pro quo con el icono caníbal Hollywoodiense por antonomasia, lástima que el festín esté siendo tan escaso para los ejecutivos de la NBC y la prolongación del contrato no sea más que una palpable utopía.

Currículums y negocios al margen, ver y oír, me refiero en versión original, a este superdotado y multipoliédrico actor e intentar descubrir qué enigmas entrañan su mirada, sus ojos, vitales para la trama, podría ser casi la mayor atracción de esta propuesta, pero sus amigos, sus perseguidores, el casting, es una verdadera proeza, cada uno de esos rostros te invita a perderte por entre los bosques del laberinto mental escandinavo, siempre tan pulcro y educado, tan oscuro y salvaje. Vinterberg, como ya hizo en Celebración, vuelve a hablarnos de la fractura familiar, del polvo escondido bajo la alfombra del salón, un salón con trofeos colgados de la pared y hombres mirando directamente a los ojos de los ciervos disecados, ciervos que intentaron escapar de la jauría humana, uno de ello pastaba y bebía agua del río junto a su hijo y su amada Bambi minutos antes de los gritos y las ráfagas de pólvora.