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El bosque siniestro

Terror. Thriller Sara es una chica estadounidense que busca a su hermana gemela desaparecida en el bosque Aokigahara, a los pies del Monte Fuji en Japón. A pesar de las advertencias de todo el mundo para que no entre en el bosque, la joven acaba yendo para descubrir la verdad sobre lo sucedido y averiguar el destino de su hermana. Sin embargo, se tendrá que enfrentar a almas atormentadas y muertos que se aprovechan de cualquier persona que vaga por ese bosque. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 69
Críticas ordenadas por utilidad
2 de marzo de 2016
63 de 72 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando me enteré de que existe un bosque al cual los japoneses van a suicidarse me resultó una idea bastante más que inquietante. Desde luego, hacer una película de terror con esa idea es algo que resulta altamente tentadora.
La historia empieza bien, con una hermana desaparecida a la que su gemela (con esa famosa unión mística que tienen los gemelos) se entera y no duda en ir al otro lado del mundo para "rescatarla".
A continuación, se suceden los típicos sustos de película de terror estándar con cierta categoría: el cadáver que no sabe si moverse o no, el pasillo oscuro con algo al fondo o no, la pesadilla de turno... a partir de aquí la cosa empieza a perder algo de cuajo pero como la idea original era buena, se le da aun un voto de confianza.
Por último, llegamos al momento en el que esto se convierte en película de terror cutre: la protagonista empieza a hacer estupideces una detrás de otra. De esas en las que piensas "¿pero como se le ocurre?; esta chica no tiene dos dedos de frente..." y otras tantas.
Y ya, la gota final, esa que te deja para mear y no echar gota, es la resolución final. Lo que supongo que empezó como lo que se esperaba que fuera un giro brutal de guión de esos que no se ven venir, acaba resultando un final absurdo con una moraleja objetiva que desde luego me resulta poco acertada.

Daré más detalles en la sección de "spoiler", no vaya a ser que a alguien le jorobe este peliculón, pero en mi opinión, lo que podría haber dado un lugar a una decente película de terror ha acabado llevando a más de lo de siempre.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jad
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21 de febrero de 2016
29 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
La intrahistoria que nos ofrece el bosque Aokigahara, a los pies del Monte Fuji en Japón, siempre origina especial interés en el público. Jason Zada ha pensando que sin calidad y con una película de terror sin creatividad podría salvarse de la quema, sólo con adentrarse en el folclórico bosque saliendo airoso... error.

La estrafalaria premisa para adentrarse en Aokigahara es simple y trillada: Una chica estadounidense busca a su hermana gemela que se ha adentrado en el fatídico lugar y acaba viajando a tierras niponas para conocer que le ha llevado a realizar tan desesperada acción. Se pierde entre una agotadora trama entre las hermanas y su pasado dejando a un lado el misterio que les lleva hasta ese destino.

Natalie Dormer (Margaery Tyrell en Juego de tronos) aprovecha su tirón comercial para encabezar el reparto y prácticamente hacerlo un monólogo, gracias a unos secundarios horribles. Rodada en el mismísimo Aokigahara, bajo una batuta hastía y deambulando pausiblemente hacia el suicidio narrativo, el filme acaba en una combinación de historias que no despiertan ningún interés y aún menos originalidad.

Escenas interpuestas aleatoriamente simplemente para buscar el susto, sin ningún sentido argumental, con una ambientación conseguida aunque repetitiva en situaciones y decorados. El montaje es espantoso, haciendo que la sensación de perdida narrativa sea mayor, acompañado todo de una música meramente formal. Lo más pésimo es la sensación de estafa que nos deja esta cinta, pues algunas de las escenas más potentes vistas en el tráiler promocional no están incluidas en el montaje final...

El bosque de los suicidios de Jason Zada se deja en el propio Aokigahara el ritmo narrativo, la original y la calidad general que podía haber conseguido gracias una licencia tan apetitosa como la del conocido bosque japonés. La presencia de Dormer y la ambientación no consiguen salvar los muebles en esta insulsa cinta de terror.
Paco Garrido
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2 de marzo de 2016
23 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Título original: Grave Halloween (The Last Halloween) (TV)
Año 2013
Género: Terror | Sobrenatural.
Sinopsis :Maiko (Kaitlyn Leeb) es una estudiante de intercambio en Japón que pretende descubrir la verdad detrás de la muerte de su madre biológica dentro del conocido “Bosque del Suicidio”. Para ello ira junto con unos compañeros que filmaran todo como parte de un trabajo escolar, aunque esto perturbará a los espíritus. (FILMAFFINITY)

¿ALGUNA VEZ SALDRÁ UNA PELÍCULA CON UNA IDEA QUE A NADIE SE LE HAYA OCURRIDO ANTES? QUÉ LO TIRÓ...

Vi este film porque había leído que ella hacía un doble papel, y a mí me gustaría tener una esposa que fuera parecida a Natalie Dormer, y engañarla con una amante que también se parezca a Natalie Dormer.

A quién no le gusta, con la fea belleza de sus raras facciones (“El alien más sexy del mundo”, como acertadamente la definió un usuario de IMDB) y su voz fuertona y gutural que recuerda en algo a la de Lauren Bacall, a la que Natalie ya personificó sin hablar en el cortometraje "Electric Cinema: How to Behave" (2012). (a Bogart lo hacía Benedict Cumberbatch, que ahí sí que no se parecían ni de lejos).

Conocida mayormente por sus roles en Game of Thrones, Hunger Games y como la ocasional antagonista en Elementary, la inglesa sin duda merecía que su debut como protagonista absoluta transcurriera en un producto mejor que este.

En esta historia, tenemos a la blonda en tierras niponas, en pos del objetivo de adentrarse en el infame bosque Aokigahara con la esperanza de encontrar a su hermana gemela desaparecida.

Un poco de investigación internerda sobre el lugar confirma que los japoneses están bien locos. El bosque está a los pies del monte Fuyi –ese que aparecía en Mazinger Z- y fue bautizado informalmente como “el bosque de los suicidios” debido a que, por inspiración de relato de 1960 de un escritor famoso llamado Seicho Matsumoto - en cuyas pátinas una pareja de amantes se quitaba la vida en el lugar- ahora todos lo que se quieren matar en ese país van a hacerlo a su vegetación para seguir la moda. Vendría a ser la versión ponja del Golden Gate de San Francisco. Ya saben, ese dichoso puente en el que en todas la películas de Hollywood hay uno que se quiere tirar, y siempre aparece el protagonista para intentar salvarlo y hacerlo recapacitar sermonéandole con que “no lo hagas, la vida es buena” y eso.

En este bosque tanta gente se quita la vida, que las autoridades han hecho colocar en sus ingresos también cartelería con mensajes esperanzadores pidiendo a la gente que piense en sus familiares, que pida ayuda, que se comunique con asistencia al suicida, que siempre hay una luz al final del tunel, etc.
Los productores de Hollywood también están adquiriendo esta conciencia social, y empezaron a poner carteles con mensajes similares a la salida de las salas donde se proyectó la última película de Keanu Reeves dirigida por Eli Roth.

Dicen los datos que se estima que solamente en 2010 hubo en el bosque 200 intentos de suicidio, de los cuales 54 personas terminaron muriendo, lo que revela que los japoneses hacen buenos equipos de audio pero tienen una efectividad de mierda para esto otro. Contrariamente a lo que esperaba este amistoso servidor, la metodología más común en los suicidios en el bosque ha sido por ahorcamiento y sobredosis de drogas, y no por harakiri, dato que nos descubre que TODO LO QUE NOS MOSTRARON DURANTE DÉCADAS DE CINE CLÁSICO JAPONÉS ERA UNA MALDITA ESTAFA. Los ponjas también tienen la creencia de que el Aokigahara está habitado por los llamdos yūrei (“espíritus enojados”). Aparentemente, están enojados de que siempre los usen sin permiso en películas de terror de mierda.

La atropellada presentación del “conflicto” en los minutos iniciales, más un confuso montaje de ida y vuelta a flashbacks, ya nos indica desde el principio que la cinta va a ser bien mala. Natalia, angustiada, se va a un bar donde se engancha a un guapo guía y se adentra en el bosquecillo, ya allí arranca una aburrida Proyecto Blair Witch sin cámara subjetiva y con sustos baratos de alucinaciones apareciéndose de golpe con ruidos fuertes. La parte que intenta dar más miedo, es una en que Natalia abre lentamente la cremallera de la puerta de tela de una carpa amarilla estilo iglú, muy, muuuuuuy lentamente, haciendo esperar al espectador que algo horroroso finalmente aparezca desde el interior.

Bajar una cremallera nunca fue ni será algo aterrador, a menos que hubiese sido la cremallera de la espalda del vestido de la Duquesa de Alba.
Giskdan
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4 de marzo de 2016
14 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
'El bosque de los suicidios' es como si te regalaran un pastel, un pastel que viene bien envuelto y el primer trozo sabe bien, pero cuando empiezas a probar más, notas que el resultado no es tan bueno. Esto es lo que pasa con la cinta de Jason Zada, que empieza bien, continua medio-bien y termina regular. No es un truño, ni es la peor película de terror de la historia… pero tampoco es buena. Se queda a mitad de camino entre lo bueno y lo regular, ni es buena ni es mala, simplemente es un quiero y no puedo.

Hay un buen material para hacer una buena película de terror, pues cuenta con una ambientación acojonadora como pocas (el bosque Aokigahara) y su reparto cumple más que loablemente ya que sus responsables abogan por no acudir a los adolescentes atontados que suelen pulular por el género… y han contratado a un puñado de personajes decentes, con una Natalie Dormer en un doble papel que solventa bastante bien. Además, la historia tiene un enganche que se enmarca en un principio en lo psicológico más que en lo sobrenatural. Entonces… ¿Cuál es el problema? Pues os puedo citar el sobre-abuso del "jumpscare", los golpes de efecto de que si giro la cámara ahí habrá algo, los objetos y el típico final que abunda en el género… y así, al final, lo que al principio pintaba bien, termina siendo más de lo mismo, pero sin ser espantosamente malo como en otras producciones.

En definitiva: ‘El Bosque de los suicidios’ contaba con una excelente ambientación, un reparto que sobrepasa la mediocridad y un director correcto, sin embargo, termina siendo una película más del género. Ahora bien, no se le puede negar su entretenimiento y que aun siendo un film que no pasará a la historia, al menos, no es de esas que, tras acabarla, quisieras tirar a la basura.

-Lo mejor: El Aokigahara. Natalie Dormer y un reparto competente. La banda sonora de Bear McCreary. La correcta dirección de Jason Zada.

-Lo peor: Que el mal del cine de terror actual y comercial está muy presente en esta película.

-Más en: www.cineycine.com
Cineycine
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2 de marzo de 2016
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es nada habitual encontrarse dentro del género de terror con una película que esté por encima de las expectativas. Al revés, la inmensa mayoría sucumben a la mezcla destructiva que resulta de un bajo presupuesto, unos actores de bajo perfil y sobre todo una dudosa historia. Como se estarán imaginando ‘El bosque de los suicidios’ está por pleno derecho dentro de éstas últimas, consolidándose como una de las peores películas de lo que llevamos de año. La película además incurre en multitud de problemas, los cuales su director –el novel director de videoclips y experto en marketing digital Jason Zada– no ha sabido solventar a pesar de –en esta ocasión sí– tener una historia y una ubicación con potencial más que suficiente: el bosque de Aokigahara.

Antes de adentrarse en el calamitoso cúmulo de errores que hacen del film una pérdida de tiempo, es interesante al menos ahondar en la historia de Aokigahara, lugar que sí merece la pena detenerse por unos instantes. El bosque de Aokigahara está ubicado en Japón al noroeste del Monte Fuji, sobre una cama de sedimentos muy fértiles gracias a las antiguas lenguas de lava que durante siglos expulsó el volcán. Ya desde los más antiguos escritos y poesías que recorren la mitología japonesa se dotaba al bosque de un encantamiento y maleficio que provocó que sobre él mismo se creara un aura de misticismo inigualable. Dicha leyenda se incrementó tras la época feudal japonesa, cuando las hambrunas y enfermedades asolaban la población y recurrían al bosque para abandonar a los más débiles, niños y ancianos, quienes tendrían más complicado sobrevivir ante tan complicada situación. Ya desde principios del siglo XX el bosque era uno de los lugares preferidos por los nipones para morir (Japón es el país del mundo con mayor número de suicidios) algo que para más inri se fomentó tras la exitosa novela del prestigioso escritor japonés Seicho Matsumoto, El negro mar de árboles, en la que uno de sus protagonistas se adentraba en el bosque para morir. El bosque ha aumentado su popularidad e incluso se sitúa como uno de los sitios con mayor número de afluencia de turistas, un lugar siniestro con un aura especial en el que la ausencia de animales y la escasa luz provocan que domine en él una extraña sensación de calma, casi mágica. Hoy día los visitantes que allí entran cuentan cómo sorprende ver la cantidad de restos, cuerdas y cordones para no perderse así como una gran cantidad de carteles que animan a no suicidarse y a pensar en las familias. ¿No me dirán que no hay una gran materia prima para realizar un trabajo más que notable?

Protagonizada por Natalie Dormer –más popular por la serie Juego de tronos y por su azulada mirada felina que por sus dotes interpretativas– y por Taylor Kinney –modelo y actual pareja de la rareza humana llamada Lady Gaga–, la película tiene un comienzo esperanzador: Sara (Dormer) recibe una llamada que le indica que su hermana gemela Jess ha desaparecido al adentrarse en el bosque Aokigahara, algo que motivará a la protagonista a viajar hasta Japón con el único objetivo de encontrar a su hermana, fundamentalmente con vida, a pesar de los riesgos que la empresa pudiera conllevar. Sara decidirá introducirse en solitario en el bosque con la esperanza de encontrar indicios sobre su hermana, momento en el que conocerá a Aiden (Kinney), un reportero que le animará a acompañarlo juntoa un guía del bosque. Ya dentro de Aokigahara, Sara se encontrará con Michiko y restos de la tienda de su hermana. A partir de ahí empezará un juego de misterio y yüreis (fantasma según la mitología japonesa) que harán que la protagonista dude de lo que ve y siente.

La película utiliza el flasback a medida que la historia se va desarrollando, algo que ayudará a entender –levemente– la relación entre las gemelas y el pasado familiar y a su vez tratar de entender los motivos que llevaron a Jess a adentrarse en tan siniestro bosque. El problema del film radica en la desgana y poca intensada con la que está rodada, algo que a pesar de su temática la hace morosa en gran parte de su desarrollo. Dormer trata a través de su mirada y gestualización provocar la empatía y el temor en el espectador, sin embargo lo tibio del libreto y la falta de chispa emocional en varios momentos clave de la película provocan la ausencia total de interés en el devenir de la trama. La banda sonora, realizada por Bear McCreary (habitual de series como Battlestar Galactica, The Walking Dead o Da Vinci’s Demons) es de manual, aprovechándose de los clásicos sonidos huecos y susurrantes para potenciar la tensión de las secuencias, algo que logra parcialmente dada la poca intensidad y el sinsentido en muchas de las decisiones que la protagonistas va tomando en el transcurrir del film.

En definitiva una película de muy pobre resultado, con una filmación excesivamente clásica de cine de terror con fantasmas en la oscuridad, con poco riesgo e innovación y donde tan sólo me complace –moderadamente– cierta resolución final. Dormer pone todo de su parte en un producto vacío a pesar de la historia y del propio bosque, un lugar con historia sobre el que no es la primera película que se filma: en él se desarrolla lo último de Gus Van Sant (The see of trees) con McConaughey, Watanabe y Naomi Watts, estrenada a concurso en Cannes 2015 y al parecer con también un pobre resultado; amén de la versión japonesa de Tomoyuki Takimoto en 2004 y llamada Ki no Umi.

Deficiente debut de Jason Zada, quien deberá de ofrecer mucho más en su próximo film si quiere ganarse la vida como realizador de largometrajes.

Lo mejor: El suspense inicial. La resolución
Lo peor: Todo lo demás. La falta de intensidad de toda la narración.

Valoración:
Banda sonora: 5
Fotografía: 4
Interpretación: 3
Dirección: 1,5
Guion: 2,5
Satisfacción: 3
NOTA FINAL: 3,1

@hilodeseda - www.habladecine.com
Hilodeseda
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