Estamos ante un thriller policiaco producido por Canal + Francia que tiene un ritmo trepidante y que nos muestra la cara más sucia de la Policía. Hay una atmósfera lúgubre que envuelve a los personajes, los cuales afortunadamente carecen del barniz de héroes típico de las series yanquis. Cada uno de ellos habita más en el fracaso que en el éxito.

Ya van 3 temporadas de 8 capítulos cada una donde se narran los múltiples problemas a los que tendrán que enfrentarse cuatro agentes de la policía judicial francesa de Paris (Eddy Caplan, Walter, Roxanne y Theo). Su jefe de grupo, Max, les ha habituado a bordear y a quebrantar los límites de la ley para conseguir sus objetivos y es con el suicidio de Max como da comienzo la serie. El ansia de venganza de sus cuatro subalternos derivará en situaciones cada vez más comprometidas. Por un lado los diferentes delincuentes que les harán frente y por otro la presión obsesiva que ejerce contra ellos Vogel, el jefe de Asuntos Internos de la policía. Todo ello irá progresivamente aumentando la presión sobre los cuatro policías hasta llevarles al límite.

La serie envuelve al espectador hasta convertirse en adictiva. La recomiendo.

Vaya por delante que me gustan las películas fantásticas y de ciencia-ficción, recientemente volví a ver 'Alien el octavo pasajero' y me volvió a encantar, sin embargo 'El Caballero Oscuro' me ha resultado soporífera, ¿por qué?

Pues porque presencié durante 150 minutos una larga y absurda sucesión de escenas de acción en mitad de una trama estúpida y de diálogos insulsos. No hay descanso, una escena de acción después de otra, muy recomendada para adolescentes descerebrados (a ellos les encantará) pero la película no transmite nada, no tiene fondo. La primera media hora es llevadera pero luego te cansas porque la trama no es creíble y no te enganchas a ella. Yo tengo imaginación pero no tanta como para dar crédito al personaje de Joker, omnipresente ser humano con el don de la ubicuidad, capaz de elaborar en distintos lugares y al mismo tiempo múltiples y complejos planes terroristas: Joker está por encima de las coordenadas espacio/tiempo. Con que sencillez este amable payaso vuela edificios, hospitales, comisarías y después huye del lugar de los hechos paseando y sonriendo. A su lado la Mafia, los SWAT, la CIA y el FBI son inocentes e inofensivos parvularios.

¿Y que me dicen de Batman con voz de Darth Vader? Este ser humano debería ser el epicentro de la película pero no transmite absolutamente nada, podría ser un robot. Christian Bale representa a un Batman inexpresivo y en ocasiones apático: ha sido sin duda el peor papel de toda su carrera, un frío superhéroe capaz de sorprendernos quedando inconsciente tras caer de una moto a poca velocidad y poco después salir ileso tras golpearse en el suelo tras caer de un rascacielos. Una película fantásticamente idiota.

La última media hora no fue fácil para mí: se me cerraban los ojos. Por encima de los 8 años es difícil creerse algo de esta película. La doy un tres como premio a la calidad de los efectos especiales, pero a una película hay que pedirle mucho más.

Esta película es la precuela de la serie belga Undercover (Operación Éxtasis) y está disponible en Netflix.

Frank Lammers encarna a Ferry Bouman, un tipo violento, despiadado y de pocas palabras que trabaja de matón para un capo de la mafia holandesa. Su banda sufre un ataque y a Ferry se le encarga encontrar y ajusticiar a los autores, un historia de persecución y violencia donde de manera inesperada aparecerá el amor, y el amor lo trastocará todo. Ferry es un hombre fuerte por fuera y roto por dentro y su sentimiento romántico por una mujer será para él un camino de redención.

Los actores están a buen nivel y la historia engancha. Merece la pena.

Empecé a ver esta serie de televisión australiana de casualidad y con cierta desgana, y confieso que la serie ha superado de largo mis mejores espectativas: he visto del tirón y con mucho interés una temporada tras otra (ya están emitiendo la quinta).

Es un excelente drama carcelario que transcurre en el centro penitenciario de mujeres Wentworth. Refleja el día a día de las reclusas, su lucha por la supervivencia, por el poder entre clanes, por controlar el tráfico de drogas, sus relaciones con los funcionarios, las trabas de la propia Administración. La serie mejora con la llegada a la prisión de la señora Ferguson como gobernanta del centro, una psicópata implacable obsesionada con tenerlo todo bajo su control y que tratará por todos los medios de someter a todas las reclusas, sobre todo a las cabecillas, Bea Smith y Frankie Doyle.

Estamos ante una gran serie dramática, con un guión que no flojea en ningún momento y con unos personajes muy bien interpretados. Si la productora en vez de ser FremantleMedia Australia fuera Netflix o HBO tendríamos carteles gigantes de Bea Smith decorando las estaciones del metro de Madrid.

Que triste que tengamos que seguir, año tras año, tirando por el sumidero tanto dinero público para subvencionar bazofias como esta. Otra película dirigida y protagonizada por toda la morralla de extrema izquierda que tiene desde hace casi cuatro décadas el monopolio de las subvenciones del cine.

"Nuestro" cine sigue repitiendo los mismos mensajes, película tras película, año tras año... la repetición continua, obsesiva, con las opiniones guerra civilistas de siempre, a ver si se instalan de una vez por todas en el subconsciente de todos los ciudadanos. A ver si nos enteramos: los que ganaron la guerra civil española eran todos como el Capitán Vidal: unos asesinos y unos hijos de puta. Las mujeres de aquella época portadoras de valores como la honestidad, la nobleza y la valentía eran todas de ideales republicanos. Y los maquis, ¡¡ay los maquis!!, ¡¡que guapos, que fuertes, que valientes!!... si hasta arrasaban campamentos de militares franquistas después de acabada la guerra.

En el laberinto del fauno su odio guerra civilista nos lo envuelven en un argumento de fantasía: seres de otros mundos, hadas, un laberinto... un truño insoportable que tiene como guinda un papelito para Federico Luppi haciendo de rey con acento argentino.

Ariadna Gil y Maribel Verdú están penosas. Se demuestra una vez más que el único papel que bordan las actrices españolas es el de rameras. Si por mi fuera, al cine español le ponía un IVA del 80%, hasta extinguirlo.