Haz click aquí para copiar la URL
España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
7
Drama. Romance Kyoji Fujisaki (Mifune), un joven cirujano militar, contrae la sífilis mientras cura a un herido durante la guerra. Acabada la contienda, la enfermedad será motivo de discusión entre el médico y su prometida. Finalmente, él no tendrá más remedio que enfrentarse a un grave dilema: aceptar, en su estado, las responsabilidades de la vida familiar o dedicarse en cuerpo y alma a la medicina. (FILMAFFINITY)
27 de marzo de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
54/14(22/03/17) Buen film humanista del maestro Akira Kurosawa, un melodrama agudo que nos habla de la nobleza de la profesión de médico, del sentido del deber, de los sacrificios por amor, del egoísmo, ello en el marco de un relato que bien puede verse como una alegoría del Japón del momento, el de la dura post-guerra, donde la enfermedad de la sífilis puede verse como el padecimiento de una nación a la deriva, la patología como símbolo de las consecuencias de la perdida de la guerra, de cómo afrontar este duro tiempo, bien como lo hace el protagonista, con estoicismo y mucho sacrificio rozando el martirologio, o bien como lo hace el antagonista, con individualismo, con nihilismo, despreocupado e indiferente al dolor de los demás. Cinta basada en una obra de teatral de Kazuo Kikuta, desarrollándose en dos únicos decorados: un hospital de campaña durante la 2ª Guerra Mundial, para el prólogo, y otro hospital, en un entorno urbano para el resto del metraje, esto sirve como metáfora de la claustrofobia anímica que sufría el país nipón, acentuado por el hieratismo introspectivo general de los personajes.

El film comienza en un hospital de campaña japonés, en los últimos momentos de la II Guerra Mundial, allí el cirujano Kyoji Fujisaki (Toshiro Mifune) se infecta de sífilis mientras cura a un soldado, Susumu Nakada (Kenjirô Uemura). Tras la guerra vuelve a la clínica de su padre (Takashi Shimura), y es en este hospital cuando nos enteramos por medio de una enfermera en prácticas, que Kyoji iba a casarse con Misao (Miki Sanjo), pero ha renegado de ella por la enfermedad, pero sin contarle la causa. Tendrá importancia en el relato Rui Minegishi (Noriko Sengoku), una aprendiz de enfermera, y Takiko Nakada (Chieko Nakakita), esposa de Susumu.

Kurosawa como su propio título en castellano nos indica trata del duelo silencioso, el que sufre el protagonista, obligado por su personalidad noble a mantener oculta su enfermedad por temor a la condescendencia de los demás, prefiere sufrir en su interior el sufrimiento, ello conlleva el otro sacrificio, el que se hace por amor puro, el que obliga a dejar lo que más se quiere por no ser un lastre para el ser querido. Esto sirve para tocar el tema humanista de los valores morales, de la solidaridad, de la generosidad, haciéndonos reflexionar sobre que haríamos nosotros en su lugar. Un protagonista estoico que se expresa a través de su decaído rostro de su proceder estoico, cargando sobre sí como una losa su infortunio, desdicha que puede ser vista como una metáfora de lo que sufría Japón por entonces, humillada por haber perdido la guerra y ser un país ocupado por una nación extranjera, bien puede ser la sífilis alegóricamente Estados Unidos, donde los ciudadanos son obligados a múltiples sacrificios por el bien común.

Film que Kurosawa desarrolla de modo intimista un relato que sabe punzarte desde su atractivo inicio, con resonancias expresionistas con el hospital de campaña de guerra asolado en el exterior por una copiosa, y dentro operando con varias palanganas recogiendo las goteras, con el doctor operando mientras suda ostensiblemente calándonos su calor y estrés emocional, magnífico arranque. Y es que el sentido estético visual del realizador japonés para trasladarnos estados de ánimo a través de las imágenes es prodigioso, como el modo en que refleja el paso del tiempo con la bella elipsis de la reja con una enredadera y a través de ella vemos el paso de las estaciones, o el modo en que maneja los fenómenos meteorológicos (lluvia, viento, nieve,...) como paralelismo al estado emocional de los personajes, como generador de dramatismo sutil. Kurosawa sabe imprimir intensidad sentimental en muchos tramos y escenas del metraje, haciéndonos partícipes de las situaciones. Asimismo el realizador incluye dosis de humor desengrasante, sobre todo en el extrovertimiento de la aprendiza de enfermera y también con la sala de hospitalizados, en cómo se habla (políticamente incorrectos) de el “pedo” como elemento curativo, las flatulencias siempre hacen gracia.

Es un film donde el dilema personal sobrevuela a varios personajes y con el tema del sacrifico personal: El protagonista doctor Kyoji termina por explotar en la duda de si su actitud flemática es la correcta o debe rebelarse; Rui tiene la duda de si debería tener su bebe o abortar, si tal como estaba el país era bueno dar a luz; La prometida, Misao, de Kyoji duda de si cortar amarras con el doctor o seguir intentando recuperarle.

Kyoji es la cara del Japón del momento, fuerte emocionalmente, sólido en sus convicciones, sereno ante los reproches de los demás que no entienden su actitud, pero recto en sus ideales humanistas, seguro que es el alter ego que Kurosawa quería para su nación. Y todo lo malo lo edifica alrededor de la cruz, el personaje del egoísta y arrogante Susumu, libertino, borracho, violento, el reflejo de las lacras que podrían llevar a la nación a su descomposición moral y por ende física. También le sirve a Kurosawa para demostrar que la actitud rígida y disciplinada de Kyoji es la correcta, al mismo tiempo que el espectador percibe los males de esta enfermedad, que al parecer en Japón era cuasi-epidemia.

Me gusta mucho el modo en que uno de los personajes va creciendo gradualmente en importancia, su arco de desarrollo es incisivo, me refiero a Rui, comienza como un elemento muy al fondo, con comentarios radicales, extremistas, con un comportamiento sibilino, pero a medida que avanzan los minutos la vemos con más peso, esto potenciado por las notables interacciones con Kyoji, humanizando a un personaje que parecía un cliché, progresivamente notamos como se enamora dulcemente del doctor, surgiendo entre los dos una cariñosa química platónica que te toca la fibra por la naturalidad con que evoluciona.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow