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España España · Valladolid
Críticas de BGIL77
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Críticas 18
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
9
16 de agosto de 2008
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una ciudad. Miles de almas vagando por sus calles. La vida en unos minutos y las sirenas aullando en mitad de la noche. Eso es "Saved", una serie que bebe de las fuentes de "Al límite", de Scorsese.

La serie nos presenta a Wyatt Cole, un personaje turbio con problemas con el juego que trabaja como paramédico en Portland, Oregón. Cole, hijo de un prestigioso médico y ex-estudiante de medicina, recorre las calles en la ambulancia junto a su compañero, un hombre que perdió a su familia por sus problemas con el alcohol y que lucha por recuperar a su hijo. Además, la compañera de facultad y exnovia de Cole ahora ejerce la medicina en el servicio de urgencias del hospital donde nuestros protagonistas llevan a sus pacientes (hospital del que es jefe el padre de Cole), y mantiene una relación con el Dr. Lanier, médico del mismo hospital.

Las interpretaciones no pueden ser calificadas de brillantes, y no cuenta con actores famosos, pero sí son lo bastante buenas como para que nos preocupe el futuro de los personajes y la dirección no destaca demasiado, aunque sí logra momentos de verdadera emoción.

En resumen, una serie que nos devuelve a la parrilla televisiva a un hombre corriente, después de la invasión de "House" e imitadores ("Shark" y demás) para demostrarnos una vez más que las historias más interesantes son las que ocurren todos los días ante nuestros propios ojos, aderezada con la mejor banda sonora que he tenido el placer de escuchr en una serie, donde ya en el primer capítulo nos encontramos a The Doors, Jimmy Hendrix, The Police o Johnny Cash.
BGIL77
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8
12 de agosto de 2008
13 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
David Mamet nos ofrece una brillante incursión en el mundo militar, concretamente, en el de las Operaciones Especiales (escenario que parece gustarle y ha usado para la serie "The Unit"), y nos presenta a Scott (Val Kilmer), un oficial de dicho cuerpo al que le encargan una misión que, ya lo adivinamos todos (no sólo porque la película sea de Mamet sino porque estas historias son así), es más complicada de lo que parece en un principio.

Una chica ha desaparecido. Es la hija de un pez gordo y hay que encontrarla antes de que la prensa se entere. Y Scott es el hombre elegido para ello. A partir de ahí, y como estamos acostumbrados, Mamet nos lleva de la mano de un sólido guión (quizá no tan brillante como en anteriores ocasiones, pero muy digno de su autor) plagado de los giros que son una de sus marcas, a través de una historia que es mucho más de lo que pretende. Porque "Spartan" es algo más que un thriller que, en mi opinión, se mueve con fluidez, donde las escenas de acción, aunque escasas, son muy correctas y mucho más realistas que lo que estamos acostumbrados.
Se trata de una profunda reflexión sobre los soldados, esos hombres anónimos que libran y ganan las guerras, hombres que se dejan la piel y que nunca aparecen en los libros de historia. Ellos cumplen con su deber, esa palabra que hoy en día parece haber perdido todo el significado y, como dice el personaje de Kilmer: "Voy a donde me mandan y al llegar, hago lo que me dicen". Sin cuestionar ni las órdenas ni a los hombres que las dan. "Pardiez. Éramos soldados", como diría Reverte.
BGIL77
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9
6 de agosto de 2007
88 de 105 usuarios han encontrado esta crítica útil
Scorsese siempre ha dicho que esta es una película que pertenece a una etapa de sequía creativa. Eso dice él. Si alguien en crisis es capaz de maravillarnos con una obra como esta, ya tenemos una muestra de hasta donde llega su genio.

Eddie Felson vuelve, en la piel de un Paul Newman que, a pesar de lucir bigote en esta ocasión, sigue transmitiendo la misma fuerza a través de su mirada clara. Esta vez se nos presenta como un triunfador, aunque es realidad no es tal. Ya no tiene apuros económicos y no se ve obligado a viajar por todo el país para vivir. Ya no juega al billar.
Sin embargo, un día encuentra a Vincent, un mago de las bolas, un auténtico diamante en bruto, listo para ser pulido por "El rápido". Y esto le trae recuerdos. Le transporta a una época que, a pesar de todo lo que pudo sufrir, sigue siendo la más feliz de su vida. Felson le enseñará todo cuanto hay que saber para explotar su talento, incluyendo la lección más importante de todas: hay que saber perder para poder ganar.

Junto a la novia de Vincent inician un viaje, recorriendo las principales salas de billar del país. Pero el viaje es algo más. Lo que empezó como un recurso para ganar dinero pasará a ser un curso de educación para la vida, y terminará convirtiéndose en la redención de Felson. Redención que no se producirá hasta que comprueba los efectos que sus enseñanzas han causado en su joven pupilo. Es entonces cuando el viejo Eddie sale de su letargo, y vuelve a su elemento natural, taco en mano.

Espléndida reflexión sobre los sueños y la vida, disfrazada de enfrentamiento generacional. Paul Newman borda su interpretación de Eddie Felson, dotándole de una profundidad incluso mayor que en "El buscavidas", en una actuación que le valió un merecido Oscar. Tom Cruise se mueve como pez en el agua en uno de los mejores papeles de su carrera. El conjunto lo completan secundarios de la talla de John Turturro o un inmenso Forest Whitaker, con su personaje que no es sino un oscuro reflejo del joven Felson, en una de las mejores escenas de toda la película, que con su "Are you a hustler?" saliendo de los labios de Newman (en versión original, por supuesto) nos remonta de una forma extraña a la genialidad en blanco y negro filmada por Rossen.
Para rematar, una espléndida banda sonora, con temas de Eric Clapton ("It`s in the way that you use it") o el maravilloso "Werewolves of London", del mítico Warren Zevon, que pone música a una de las escenas más recordadas de todo el film.

Sinceramente, si esto es lo que Scorsese entiende por crisis creativa, espero que siempre esté en crisis. "El color del dinero" es una espléndida enseñanza sobre la vida, complemento ideal de "El buscavidas".
BGIL77
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8
14 de julio de 2007
24 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un viejo disfruta de un puro y una cena elegante en un salón de lujo. Parece encontrarse a gusto. De repente un nombre apenas susurrado, Freddy Meiss, hace que su mundo se tambalee. Se levanta y va al servicio. Entonces mira directamente hacia la cámara y nos mete de lleno en la historia.

Una historia típica de gángsters, la ascensión de uno de ellos desde simple matón hasta la cima del poder. La voz en off del viejo nos irá narrando su particular vida en ese mundo plagado de violencia. Es decir, hasta aquí, nada que no hayamos visto ya, especialmente en la impresionante "El precio del poder" o en cualquiera de los trabajos mafiosos del genio Martin Scorsese.

Sin embargo, algo hace que esta película sea diferente a todas ellas. Ese algo es además el mayor acierto de todo el filme. Su protagonista. Un Paul Bettany (para narrar el ascenso del gángster) frío, helado, en uno de sus mejores papeles, y Malcolm McDowell (interpretando al protagonista en el presente narrativo) que llena la pantalla con su presencia. Dos actores para interpretar uno de los mejores personajes de los últimos años del cine de mafias. Un monstruo cegado por la sed de sangre. Un hombre torturado por oscuros demonios interiores, obsesionado con el único puesto que está dispuesto a alcanzar, el primero.

Treinta años hasta el inevitable encuentro con Freddy Meiss. Y es aquí cuando la película adquiere un tono que nos recuerda a lo mejor del género, con ecos de la inolvidable "Érase una vez en América". El gángster ha llegado a lo más alto, sí, pero no a nadie le importa. Y si eso fuera poco, Freddy, el mítico, su ejemplo a seguir, tampoco le da la enhorabuena. Ha cambiado de vida. Es consciente de que aquellos años no sirvieron para nada. Y esto no lo soporta nuestro gángster. Él es el número uno, pero eso no significa nada para nadie. Ha entregado su vida a algo que no merece la pena. Él es el rey. Pero en la escala de valores de los demás ese puesto no significa nada. Todo lo que él es no tiene la más mínima importancia para nadie. Es un rey sin sirvientes sobre los que destacar.

Un film que va más allá de las películas de gángsters. Una película que nos habla sobre nuestras metas, y la futilidad de éstas.
BGIL77
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9
12 de julio de 2007
11 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entras en una cafeteria. Con leche, por favor. ¿Azúcar? Sí, mucho. Clic, clic, clic... la cucharilla al golpear contra la taza mientras remueves, despacito, saboreando el instante. Algo se despierta en tu interior. La situación lo requiere. Es inevitable. Lo siento, pulmones, de verdad, chicos, pero ya me encargaré de vosotros luego. Ahora vamos a lo nuestro. Sacas uno, rebuscas en los bolsillos, una chispa, y..... ufffffffffffffff, el humo se lanza hacia el techo describiendo figuras imposibles, que apenas duran unos segundos. Disfrutas el momento.

A base de diminutos momentos como este, fragmentos aislados de vidas extrañas, escenas que se repiten cientos de veces diariamente, ha construido Jim Jarmusch esta pequeña obra maestra que reúne a una veintena de actores en una serie de cortos de apenas cinco minutos de duración cuyo único nexo en común es el hecho de presentar a los protagonistas ante tazas repletas de café y fumando sendos cigarrillos. Entre ellos, a destacar el protagonizado por los músicos Iggy Pop y Tom Waits, así como el que cuenta con Steve Buscemi en el papel de camarero que no duda a la hora de exponer sus alocadas teorías, u otro con Roberto Benigni y Steven Wright como dos adictos cafeinómanos.

Una galería de personajes surrealistas, salidos de no se sabe dónde y sin ningún destino en particular, mantienen conversaciones sobre temas tan dispares como la cafeína, la música, el inventor Tesla, la popularidad, la medicina alternativa, el dentista, Elvis... que no van a ninguna parte, que no arreglan el mundo ni tampoco lo pretenden. Y en el minimalismo de sus piezas encierra un tremendo homenaje hacia una forma de entender la vida que está desapareciendo en nuestros días, esa contemplación relajada, pausada, de la locura de nuestra época desde el otro lado del cristal de una cafetería, con una taza repleta de cafeína y un paquete lleno de pernicioso tabaco, momentos antes de que un individuo malhumorado nos indique que está prohibido fumar.

Una hora y media para sentarse en un cómodo sillón dispuesto a saborear una buena taza de buen cine americano.
BGIL77
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