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Críticas de Lois Karakul
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Críticas 17
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
6
24 de febrero de 2024
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Unos de los múltiples chascarrillos, cantinelas y otros dichos que tenía mi padre eran "qué pena llegar a viejo" y "porquería de vejez" y eso que el pobre no llegó a eso, quizás tuvo esa suerte.

Y es que la vejez es fea y triste, sobre todo cuando viene acompañada de la decrépitud y la más absoluta soledad, como las que padece el protagonista.

Desconozco la génesis o como se gestó este proyecto fílmico: ¿como homenaje a un actor secundario e imprescindible en plan despedida? de hecho fue su última aparición o ¿como negocio para recaudar en taquilla por su temática? no hay muchas pelis que traten de la vida de personas tan tan ancianas - anciano frágil - y su día a día.

En cualquier caso la apuesta es arriesgada pues los viejos suelen causar rechazo en una sociedad cada vez más narcisista donde la familia está en declive y si bien en la película todos los personajes estiman y aceptan al huraño y sarcástico Lucky, se entrevé que no es por respeto ni admiración sino más bien por ser el depositario de la pesada carga de la única verdad que se puede constatar que es la realidad de la muerte y del miedo a ella.

Esa revelación, consciente o inconsciente de los guionistas, para mi es el mérito de esta cinta irregular en el ritmo y en los diálogos, a caballo entre el cine indie y de autor de los 90.

Más allá de algún momento emotivo de los que el protagonista tiene revisitando su vida y su infancia y algún diálogo con una chispa más o menos profunda, lo demás no es más que el día de la marmota de un anciano en su última recta con buena salud y autonomía.

La situó entre la prescindible Cry Macho de Eastwood y la imprescindible Amor de Hanecke.

Aunque para ver otro abordaje del dilema existencial de la última vejez habría que revisitar la inigualable La balada de Narayama de Shoei Imamura
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Lois Karakul
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6
25 de junio de 2023
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Dicen que quien tuvo retuvo, y también aquello de que lo que se resiste persiste y la paradoja es que estas dos máximas reales como la vida misma se entrelazan en la historia del protagonista de esta cinta.

Aclamada en el Festival de Sundance, a caballo entre el telefilme de la tarde y el cine de autor trasnochado que no ha sabido reinventarse, se digiere entre el tedio que provocan unos continuos clichés mil vistos con el reconocimiento de experiencias vitales que todo ser humano sabe propias por estar impresas en el adn.

Pero es que pese a la magnífica interpretación de Elliot y también, de menos a más no por su trabajo sino imposiciones del guión, de su compañera, se ven empañadas por el giro final de la película.

Es difícil ver en el actual cine gringo
finales de películas donde el espectador, iba a decir "sale del cine" - esto forma parte del pasado- se queda en el sofá con un nudo en la garganta y esta película podría haber conseguido ese efecto en mí como lo consiguió "El luchador" de Aranofski con la cual comparte ciertas similitudes, pero no fue así y ello por la mención anterior al "pinche" guión.

Aunque hay que reconocer el correcto equilibrio entre las dosis de vinagre, al inicio de la película, con las de miel con la aparición de la coprotagonista, las proporciones se equivocan a medida que avanza la relación entre ambos, todo ello cómo no, en pos de los dictados de lo políticamente correcto - en el spoiler me referiré más concretamente a ello- de forma que el fiel retrato que se iba dibujando de un héroe convencido de la estafa que hay detrás de todo héroe y la paz interior que estaba consiguiendo tras su trascendente renuncia y aceptación, se trunca con unas gotas de ese convencionalismo social que nos viene imponiendo Hollywood desde hace ya más tiempo del necesario y aunque se lo pretenda disfrazar con el trampantojo con que se cierra el filme, no cuela.

Le pongo un 6 por la profundidad y valentía con que trata temas transcendentes como la convivencia y aceptación con dignidad de la vejez, la enfermedad y la soledad, la fugacidad de la vida y la rapidez con que las oportunidades pasan y se dejan pasar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Lois Karakul
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2
5 de mayo de 2023
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Yo te busco y no te encuentro como dice la canción.

La opinión del Boye como que hace mucho que casi que me da igual y ya ni siquiera me hace sonreir.... pero Oti.... tú también.... por dios!! Se me ha caído un mito!!!

Este ejercicio petardo de llevar a la gran pantalla unos hechos reales de enorme interés por las implicaciones que tuvo, se me antoja por encargo a un Polanski desganado y cansado de si mismo, sin ideas y olvidado de su visión perversa de los hechos.

Polanski no está, sólo en los títulos de crédito... probablemente durante el rodaje tampoco estuviera en mente y alma.

De este director, sólo queda patente en esta película su decrepitud y decadencia lo mismo que el sistema que se pretende desenmascarar con escaso éxito tanto en la dirección narrativa, apática e indolente, como en las interpretaciones sobreactuadas de todos los personajes, incluida la de su parienta, la Seignier, coprotagonista en una subtrama que no merece ni un spoiler.

Absolutamente aburrida y en la línea del cine actual, sólo ha faltado meter un par de actores no europeos racialmente hablando, p. ej. un Zola africano y un generalote asiático.
Lois Karakul
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9
10 de noviembre de 2022
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Solo escribo críticas cuando las películas me gustan mucho o, todo lo contrario, me indignan bastante.

Vamos con Amour.

Normalmente antes de escribir aquí y para contrastar mi opinión, me leo las críticas profesionales de las que normalmente disiento y después echo un vistazo a unas cuantas de usuarios que dan un 1 ó un 2, y así lo he hecho esta vez también.

Tras el visionado de la peli, tuve esa impresión premonitoria de que iba a estar varios días regurgitando y deglutiendo escena a escena y silencio a silencio, como me suele pasar con el cine de Haneke, así que para terminar de una vez con ese trasiego, del estómago a la garganta y viceversa, escribo esta crítica para comenzar a hacer una digestión catártica y continuar con los demás procesos que conlleva el alimentarse. En este caso me refiero al alimento mental y al espiritual.

A mi la película, como me ocurrió cuando comí por primera vez el maki sushi, empapado en su salsa de soja, con su wasabi y con su jengibre, me ha producido unas sensaciones extrañas, como nuevas, pero no por ello totalmente desconocidas en mi papilas existenciales de homo sapiens.

Compruebo que lo que le ha pasado a la mayoría de las críticas de los puntuantes que regalan un 1 ó un 2 es que o son muy jóvenes o no siéndolos, niegan el hecho de la vejez y su decrepitud, sus demoledoras consecuencias cuando la parca se presenta enseñando la patita por debajo de la puerta.

Aunque muchos cuenten que lo han vivido a través de sus padres o abuelos se nota la negación inconsciente del hecho en sí mismo: todos llegaremos a viejos y no necesariamente moriremos plácidamente en la cama de un día para otro sin pasar el mal trago de la enfermedad en nuestras propias carnes ni en las de los demás. Esa negación se transforma en miedo y ese miedo en violencia escrita contra Haneke. No es que yo vaya de defensor del austríaco, pero tampoco creo que sean de recibo esos ataques a su persona y a su cine. Haneke, como el maki sushi, no es para todos los públicos.

Oti y Boye como la cara y cruz del efecto "Amour" de Haneke, la valoran positivamete y creo que ambos desde la empatía del que vislumbra en otros lo que nos puede pasar a nosotros o a los que nos rodean, eso es también incosciente pero en lugar de negación es asunción y por ello sus críticas, por supuesto también presididas por el miedo, son más afables con el director.

Casi ninguna de las críticas que he leído van más allá del argumento, pocas menciones al trabajo del director con la puesta en escena, con los actores, el propio trabajo de éstos, al parecer todo muy correcto pero el guión....ay el guión... Miedo puro al trasunto de la película.

La mayoría de los mortales tenemos miedo a la muerte porque hemos vivido con miedo a la vida y la vida solo tiene sentido desde el amor. Haneke apela al inconsciente colectivo del homo sapiens y ahí es donde hay que saber leer entre líneas, más allá de la enfermedad, del compromiso, de la decrepitud, de la soledad, del sufrimiento y de la decandencia.... Si no has amado tu vida no tiene sentido y sí lo has hecho, como los protagonistas de la película, el final de la misma, por muy miserable que sea, se ha de acabar con dignidad.

Haneke, como reza el título de esta crítica, se ha humanizado.
Lois Karakul
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8
4 de julio de 2022
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Si el cine es entretenimiento esto no es cine. Si el cine es un medio para contar historias esta película es bastante regulera y simplista. Si el cine es para hacer caja, esto es cine porque la polémica estaba servida y hablo en pasado porque casi diez años después de su estreno el tema LGTBI+ está hasta en la sopa.

Y así podría continuar hasta que el contador de palabras diera la vuelta al marcador y no pudiera seguir escribiendo, pero no lo voy a hacer porque para eso ya están las más de 300 críticas que hay en la web y que hablan de todo lo posible que se pueda comentar al respecto de esta cinta, pero lo que sí me lleva a escribir esta crítica y quiero destacar, es que consigue transmitir emociones y clavársete en las entrañas como se me ha clavado a mí desde que la vi hace más de cuatro años y ahí sigue al revisarla anoche cuando la pusieron en la tele pública, por cierto como no, con su posterior coloquio entre cuyos participantes destacó la ausencia de opiniones de algún ente o ser al que la naturaleza dotara de pene y estrógenos naturales.

Al margen de las intenciones del muy visionario y sarraceno director, de la actuación de las protagonistas, del trampantojo de sus respectivos progenitores y amiguetes, de la temática en sí y de los lobbies LGTBI+ y de lo evidente y de lo oculto, hay algo que quien ha vivido un amor apasionado, con frecuencia el primer amor, comprenderá y es porque cuando se ama, sin entrar en calificativos y en las mil caras que puede tener el amor, como reza el título de esta crítica, también se sufre en la misma medida con su pérdida.

Su intríngulis está en la realista narración de los efectos devastadores de las rutinas del desamor, del abandono y de su agonía, todo ello por supuesto impregnado por una interpretación verdadera de Adele, quizás sin esta actriz, sus lágrimas, sus mocos, sus jipidos y su corazón encogido, para mí la película hubiera pasado desapercibida, pero su puesta en escena de esa realidad maldita, que solo viven los que de verdad han amado hasta lo enfermizo, es lo que hace que la película me merezca un comentario.

Ese constante estado entre el llanto y la angustia y la necesidad de estar con la persona amada, a fin de cuentas el enganche absoluto por otra persona y el reencuentro, nunca lo he visto plasmado tan realistamente en el cine.

Lo demás, el envoltorio y eso que he mencionado no hablar de otros aspectos del filme, para mí es indiferente aunque no puedo dejar de comentar el inolvidable baile de Adele el día de su cumpleaños mientras suena i follow rivers.

Creo que el mejor exorcismo de ese amor maldito de Adele - cuya ausencia lamentan numerosas críticas en cuanto a que la película no queda debidamente cerrada y causa en el espectador el mismo vacío con que se queda el alma en pena de la protagonista- y en la misma la línea de la película y por qué no de la polémica que suscitó, propongo como final y comienzo de una tercera parte el que a la vuelta de la esquina de la calle por la que desaparece Adele se topase con dos o tres senegaleses simpáticos y empáticos con ganas de carnes blancas, irse de fiesta con ellos y por qué no... acabar con unas escenas de sexo igual de extensas y explícitas pero en este caso heterosexual, al estilo Nynphomaniac.

Y ahora entro de lleno en la segunda parte del título de esta crítica. Hay muchas clases de desamor como también las hay de amor y en este caso tanto el amor como el desamor de Adele son producto de una generación y de su pecado irrenunciable por ser original, impuesto vamos, como el de Adán y Eva. Pero en este caso por el Dios del neocapitalismo globalizador o del gran reseteo (más de alguno dirá que ya estoy colando aquí las teorías conspiranoicas, pero no deja de ser una realidad de la generación de Adele).

A los pobres, pobras y pobros millennials les han llenado la cabeza desde la cuna con tantos mensajes publicitarios promovidos desde esas élites que no dan puntada sin hilo, que no saben ni de dónde vienen ni a dónde van, vamos como pollos sin cabeza..... y da igual que sean hijos de progres como Enma que de curritos barriobajeros, léase Adele.

Personas mutiladas interesadamente por el sistema para ser moldeadas a su antojo a cambio de una presunta libertad de sexo, de religión, de valores democráticos etc etc todo de mentira, como de la tienda del chino.

Por eso, el final que propongo es el que más se adecúa al propósito de la existencia de los millennials y de las perversas y rijosas intenciones del lacayuno director y de sus amos felones, quienes por cierto lo dejaron tirado para su próximo proyecto cinematográfico, de tal manera que ofreció vender su Palma de Oro por Adele al mejor postor para financiarse.
Lois Karakul
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