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Críticas de David Colette
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Críticas 15
Críticas ordenadas por utilidad
8
9 de febrero de 2015
20 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
"A Truly Transformative Tale" (una historia realmente transformadora), este es el lema que reza el póster de Tusk en su versión original. Si te dijeran que Kevin Smith dirige una película sobre un psicópata que trata de transformar a un hombre en una morsa, ¿por que irías a verla?.

Tusk, en una duración de apenas cien minutos, encierra dentro de si varias formas de diferentes de entenderse a si misma. Por un lado hay una notable película de terror que dura hasta la aparición de la morsa humana. Pero esta película es a su vez una comedia que, debido al poder perturbador de las escenas mas extremas, resulta el punto mas débil (según el gusto y el sentido del humor de cada espectador, claro). Sin embargo la película nunca se presenta a si misma como terror o comedia, siempre guarda un as en la manga, o mejor dicho un gag, que puede disolverse en un instante del mas intenso espanto al ver escenas que, cuanto menos, son bastante grotescas.

Pero si es una comedia de terror, ¿por que no reservó al engendro para el tramo final y mantener así el suspense?, ¿por que tiñó de drama las historias de los personajes?, ¿por que eligió un final tan patético?. En un acto de rebeldía, o quizás de inocencia, Kevin Smith decidió hacer una película que no tratara solo del morbo de ver a un hombre desfigurara a otro hasta que parezca una morsa, sino que tejió una historia sobre un el punto en el que el ser humano deja de ser humano para convertirse en un animal. ¿Era el personaje de Michael Parks un hombre o una bestia forjada a través de los abusos que sufrió en su infancia?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
David Colette
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10
24 de diciembre de 2015
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
En esta última entrega de la saga mas popular de la historia del cine, siendo además uno de los estrenos a los que mas atención se ha prestado jamás, y encumbrada por una de las campañas de marketing mas poderosas en varios años -si alguien no se enteró de que iban a estrenar una nueva película de Star Wars con Han Solo fue Nanook y poco más- es difícil separar la expectación del resultado final, el resultado final de la veneración por la saga original y la veneración por la saga de las propias nociones de lo que es hacer una película.

Así pues, para sorpresa de muchos que, atónitos, vemos como no hay una opinión que concuerde con otra, también me veo decepcionado de no haber visto una película que pudiera unir a todo el mundo en aceptación, pues era realmente el mayor deseo de todos que el nuevo episodio de Star Wars se estrenara y fuera un clásico instantáneo, brillante como El imperio contraataca, que pudiera verse una y otra y otra vez y que se disolviera y mezclara en la cultura popular, escena tras escena, como las entregas que la preceden. Lo cierto es que no puedes crear una campaña publicitaria tan extensa, haciendo que todo el mundo vuelva a hablar de Star Wars, y vea Star Wars otra vez y hagan cola por comprar nuevos juguetes, vídeo juegos, cómics, libros y cuanto uno pueda imaginar sin que, al final, haya cierta reacción negativa por parte de algunas personas. Hago hincapié en estos puntos pues, en casos como este, en el que se trata de entender un fenómeno de masas tan grande, creo necesario que se tengan en consideración estos factores, pues a fin de cuentas, poca gente hay que no vea la saga original mitificada, aportando a cada escena toda su experiencia con el resto de las películas, inflando lo que se ve en la pantalla con el conocimiento de lo que ha sucedido y va suceder -poco se podría hablar del duelo de sables entre Darth Vader y Obi Wan, artrosis de Alec Guinness contra la movilidad reducida de David Prowse embutido en un traje, con capa y casco, si no conociéramos ya la mítica rivalidad entre ambos personajes, la fusión del viejo Obi Wan con la fuerza o la final redención del Jedi convertido al lado oscuro- y es que en ningún momento nadie habló de Star Wars como si de Ciudadano Kane se tratase, eso fue mucho después, tras hordas y hordas de fanáticos. Star Wars es una epopeya fantástica, una historia simple, en la que los protagonistas brillan por su carisma y no por su desarrollo, que salvo en el caso de Luke y Vader, apenas existe en el resto. El fenómeno de masas que ha supuesto lo que George Lucas creó no es una cuestión de la calidad, es una cuestión de conexión con un público que aceptó de lleno lo que se les ofreció en 1977, y lo que debió de haber sido una película de culto, rareza de la ciencia ficción que se producía en la época, se transformó en el canon en el que basaban las películas que buscaban un gran existo comercial, y es que cuando el culto se hace tan grande deja de ser culto y se transforma en evangelio.

¿Como se debe enfrentar uno entonces al episodio VII? Mi única respuesta es que el tiempo lo dirá. Curioso fue que tras el estreno de La amenaza fantasma hubo una gran ovación del público, y no fue hasta tiempo después, tras entender que aquello no iba a ninguna parte y que las secuelas fueron incluso mas terribles, que la comunidad de fans e incluso muchos críticos aceptaron lo atroz y la pobreza de aquél gran éxito de 1999. Y encuentro curioso que, en reacción a la reivindicación por la “formula original” de la que la entrega de JJ Abrams hace alarde, haya gente que revalorice la “inventiva” de las precuelas en ciertos aspectos... así de grande es el fenómeno, así de grande las comparaciones.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
David Colette
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4
13 de julio de 2014
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin lugar a dudas resulta doloroso darse cuenta de lo frívolo que pueden ser algunos estudios al usar una serie de temáticas tan relevantes como lo son el miedo a la muerte, la maternidad, el primer amor y aceptar el papel de uno mismo en la vida, y relegarlos a una excusa para filmar una película simplona, que busca la lágrima fácil y huye de las cuestiones mas jugosas, dejando al espectador patidifuso ante tal descarada masturbación romeojulietista y tanta emoción barata. Pero no crean que únicamente es esta una historia mal enfocada; el culmen de la infamia y el malfacer llega en el momento en que dejamos de asistir a un largometraje para sumergirnos en un anuncio o, quizás, en algún vídeo de motivación personal, en el que el fondo sencillamente deja de existir, para transformarse en un mero escaparate donde exhibir de frases y narración en voz en off redundantes y prácticamente injustificados. Que una película sobre la muerte no transmita miedo a la muerte es una fallo imperdonable; dice la protagonista sobre su novela favorita (la obra ficticia Un Dolor Imperial) -Es mi novela favorita porque el autor entiende la angustia de estar muriendo-. Bien, esta película no consigue eso, siendo un artificio para hacer taquilla y salir del cine con los ojos llenos de lágrimas y el corazón vacío de emociones.
David Colette
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10
6 de mayo de 2012
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Algunas películas son simples historias lineales, otras buscan sorprenderte mediante un inesperado giro final, otras recrean situaciones absurdas y divertidas o terroríficas. Y las hay geniales, las hay normales y las hay pésimas pero todas ellas están planteadas bajo un factor común: una "narración figurativa".

Y cuando uso el término "narración figurativa" me refiero al modo de plasmar una realidad comprensible y aparentemente coherente para el cerebro humano, o lo que es lo mismo: si quiero contar con mi cámara que dos personas tomaban el té, pondré a dos personas tomando té. Si quiero expresar con mi cámara la rabia que siento pondré a un actor frente a ella y le haré decir sin mas preámbulos -¡que rabia siento!-. Esta es la forma en la que se hace cine casi siempre, y así hemos visto películas que van desde Ciudadano Kane (probablemente la mejor película de la historia) hasta Avatar (probablemente la peor película de la historia a la que se la ha dado tanto bombo).

¿Y porque Mulholland Drive es arte? ¿que tiene de especial?. Su estructura narrativa. La forma de mezclar lo onírico con lo real para poder alcanzar a entender los sentimientos y deseos de su protagonista. El complejo puzzle que desentraña el misterio. Arte. Como Rayuela (Julio Cortazar) o como las obras del Dadaísmo.

David Lynch es un artista y probablemente un visionario, aunque no sea un hombre ostentoso y dado a la vida pública, porque Mulholland Drive supone una innovación en las técnicas narrativas y en la misma forma de entender el cine (y otras varias películas de su obra que también son dignas de considerar). Fellini ya se acercaba a esto, y varios directores también. Pero es Lynch quien lo ha perfeccionado y llevado al máximo esplendor, mezclando la estética propia de su estilo y el perfeccionismo propio del cine Americano, dejando una factura bella, limpia, inquietante y sobre todo muy artística.

Esta es sin duda una película que hay que ver para entender todas las posibilidades que puede ofrecernos el cine.
David Colette
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10
11 de marzo de 2016
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1975 Londres asistió a uno de los conciertos mas legendarios de la historia del rock. The E Street Band inyectó la emoción y la honestidad de la desgarradora Thunder Road, que en este concierto tiene su interpretación mas icónica, para luego devolver el ritmo salvaje y el desenfreno que nos regalaron Buddy Holly y Elvis en temas como She's The One (la armónica y la percusión nos lleva de viaje a Not Fade Away) o Detroit Medley.

La anécdota ya es histórica; a la banda, que apenas había dejado de ser un éxito local tras el arrollador álbum Born To Run, la habían anunciado en Londres como la octava maravilla, y los nativos de New Jersey se plantaron en el recinto con un público escéptico. Cuanto de esta historia es cierto no lo sé, pero está claro que se ganó el respeto de todos y cada uno de los allí presentes, porque solo hace falta ver los veinte primeros minutos de concierto para sentir en los propios huesos la solemnidad con la que avanza de canción a canción, forjando a cada acorde la leyenda que se hiciera del poder de la E Street Band en los escenarios. Bruce Springsteen con la gorra y su melena rizada, chaqueta de cuero negro y vaqueros. Clarence Clemons de traje blanco con una rosa roja y sombrero. Imágenes para la posteridad, tan reales como la forma de sujetar el cigarrillo de Humphrey Bogart, la mirada inocente Marilyn Monroe, la expresión perdida de James Dean, o la sonrisa torcida de Elvis Presley.

Aquí tenemos la prueba de que el rock no murió el 3 de febrero de 1959. Recuperadas las imágenes para su comercialización tras la gira de The Rising, este concierto es de visionado obligatorio tanto como lo puedan ser The Last Waltz o el concierto de Bangladesh. No hay comparación posible; tras haber visto grabaciones en directo de todas las décadas de la banda, e incluso haber visto a la misma con mis propios ojos, esta sigue destacando, seas o no amante de los de Jersey, por ser el testimonio del nacimiento de algo que ha trascendido en la historia de la música. Nos recuerda el valor de lo que nos hace sentir el rock, de por que las estrellas existen, de por que hay cosas que solo se pueden decir con el sonido de una guitarra rota y una voz desesperada.
David Colette
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