Película con momentos estimables, pero irregular en su conjunto, ya que el tono dramático general está salpicado de escenas cómicas que, por el contraste con las anteriores, resultan un tanto ridículas.

En esta época actual en la que tanto se habla de patriarcado, la historia de esta película nos cuenta la historia de un hombre que ante la decisión que va a marcar el devenir de su vida, se debate entre la obediencia a su madre y el amor de una mujer casi desconocida, todo ello en el contexto de la segunda guerra mundial y en el ambiente de la nobleza italiana vinculada al fascismo.
Los personajes tienden a ser un tanto esquemáticos, en una historia de buenos y malos -propio del cine de la época- en la que el director toma claramente partido, lo que por otra parte contribuye a dejar claro, más allá de las ambigüedades y equidistancias actuales, el mensaje que se pretende transmitir.
Por último, cabe destacar el primer plano de Lucía Bosé en la secuencia más importante de la película -casi llegando al final- en le que su mirada llena un silencio en el que no caben las palabras.
Recomendable

Película con un sobrio tono general que puntualmente cae en enfatismos que lastran algunos pasajes. También se deja llevar por algunos clichés -no puede faltar la escena de los alemanes borrachos con prostitutas- que acaban produciendo la impresión de cosa vista. La buena fotografía en blanco y negro y su personaje principal, elevan la nota final de un film que vale la pena descubrir.

Lo más llamativo de la película, además de tratarse de un film mudo sin acompañamiento musical, reside en su puesta en escena, en la que el director, quizá aún en pleno proceso de investigación sobre las posibilidades expresivas del lenguaje cinematográfico, introduce numerosos travellings a los que cuesta encontrar el sentido o la necesidad. Más allá de estos aspectos técnicos, estamos ante una buena historia sobre relaciones familiares, honor y sacrificio, en la que destaca el tierno personaje de la joven geisha. Vale la pena.

Estamos ante una de esas películas profundamente irritantes en cuanto a su argumento. Nada tiene el menor sentido. Si acaso unas mínimas historias que intentan dar un cierto esqueleto a las imágenes, verdaderas protagonistas del film. Porque es en la apuesta estética donde la película es coherente. Hay una continuidad de estilo caracterizado por un movimiento continuo de la cámara, planos con encuadres poco convencionales y un deleite por mostrar el cuerpo femenino,, encarnado en mujeres cuyo atractivo es uno de los puntos más atrayentes del film.