Hacía muchísimo tiempo que no había visto una película tan lamentable. Claro, hacía bastante tiempo que no veía cine español. Sí, sí, sí, mucha técnica y poco arte: la fotografía muy chula, los planos cenitales de vértigo y el componente politico-social para imprimir la irreprimible transcendencia histórica es en el fondo superficial y tópico. Los diálogos (cuando se dan) son de pena. Los actores principales sobreactúan, los secundarios infraactúan y el guion no hay por dónde cogerlo: es un auténtico dislate de secuencias inverosímiles que desemboca en un desenlace paticojo: véase el repertorio de pertinentes aberraciones guionísticas que se hace en este mismo foro. Tenemos un problema: no sabemos hacer cine de género, queremos ser sistemáticamente profundos y trascendentes y se nos ve el plumero desde el primer minuto del metraje. Nuestros personajes de tan profundos resultan patéticos. Lo nuestro es la comedia o el dramón y de ahí no salimos, ni parece que salgamos pronto visto el entusiasmo crítico con que se acogen estos bodríos. ¡Sniff!

La peli exige del espectador una atención desmesurada para hilar una trama que acaba decepcionando una vez el mecano de las matrioskas montado.
Aunque la idea es interesante, resulta una vez más cargante que la dinámica del film pase forzosamente por una mascletá de balas y de persecuciones de coches.
El peor enemigo de lo fantástico es la inverosimilitud. Y precisamente, tanto tiroteo a tontas y a locas por momentos roza el ridículo y renuncia al componente psicológico y onírico que probablemente merecía destacarse en una historia de este calado.
En fin, una nueva víctima de la receta de producción hollywodense que se resiste a concebir un guión sin una buena ración de tiros, carreras de coches y del empalagoso drama paterno-filial.

A destacar la excelente interpretación de la pareja protagonista; resultan muy convincentes en sus respectivos papeles. En cambio, el montaje peca de cierta torpeza en la dosificación: escenas cercenadas prematuramente que merecían mayor recreo visual e informativo (un epilogo menos escueto, por ejemplo). Y es que contrasta que a la peli le cueste entrar en materia en el primer tramo para precipitarse en el segundo con cierta morosidad, como si hubiera que acabar ya.
Aunque Audiart apuesta por el recurso tan de moda de filmar cámara en mano, a mí personalmente tanto trajín me ha resultado mareante. Si bien el realizador hace del sonido un elemento esencial vinculado a la sordera de Carla, algunas tomas en las que no se justifica dicho recurso dejan mucho que desear en la V.O., puesto que resulta penoso descifrar -auditivamente- algunos diálogos. Y desde luego, sólo Audiart y algún privilegiado comprenderán qué aporta el drama que padece el funcionario que sigue a Paul en la condicional.
Por lo demás, la peli merece la pena, y tanto la trama como la composición de los personajes protagonistas y la relación tan singular que va tejiéndose entre ellos a lo largo del filme dicen mucho y muy bueno de la sensibilidad de Audiart, de la que ya hizo gala en su último film “Un profeta”.