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Críticas de Manospondylus
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Críticas 89
Críticas ordenadas por utilidad
Frozen: Fiebre congelada (C)
CortometrajeAnimación
Estados Unidos2015
5,5
2.105
Animación
7
7 de junio de 2016
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jennifer Lee y Chis Buck junto a su equipo vuelven en la segunda entrega de la serie Frozen, esta vez en forma de corto; y eso es algo que tengo muy en cuenta a la hora de valorarlo, porque no se le puede exigir una gran complejidad argumental a una producción que no dura ni 8 minutos, créditos incluidos.

El planteamiento es simple: es el cumpleaños de Anna y, aunque su hermana ha planeado hasta el último detalle, los poderes de Elsa amenazan con arruinar el día. Eso es todo. Siete minutos y medio tampoco dan para más.

No hay presentación de los personajes porque se da por sentado que ya son suficientemente conocidos. La trama se centra en las dos hermanas, aunque no deja de lado al resto del grupo (hasta el carismático Oaken hace una breve pero memorable aparición), y en seguida deviene un número musical que ocupa casi todo el corto: "Making Today a Perfect Day" (también obra de Robert Lopez y Kristen Anderson-Lopez) es una canción con todo el encanto de Frozen, aunque en ningún momento iguala a los grandes números de la película.

Según los directores, Frozen Fever va dirigido a los seguidores de Frozen y eso es cierto con todo lo que implica. Completamente saturado de referencias a la película, incluso con pequeños detalles que sólo los más duchos en este mundillo percibirán, como la inclusión de los primeros compases de la canción "Life's Too Short" (la más popular de entre la media docena de canciones de Frozen que fueron descartadas), este corto satisfará a su público objetivo, pero ni de lejos va a convencer a quienes ya les desagradara la película que lo precede.

Efectivamente, estamos ante un corto simpático que constituye un buen epílogo para la cinta previa y que, sin duda, contentará a todo fan de Frozen, tenga la edad que tenga.

Aspectos positivos: Mantiene el nivel de dibujo y animación de Frozen, conserva ese espíritu de cuento musical y centra todo el protagonismo en Elsa y Anna.
Aspectos negativos: Muy breve. Y, como la propia película, la absurda y desproporcionada cantidad de merchandising que se ha generado alrededor, aunque, sea algo ajeno al corto y a la película en sí.
Puntuación: 7
Manospondylus
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3
10 de octubre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primera incursión en el género de catástrofes del director Michael Bay, el famoso nacionalista estadounidense entusiasta de las explosiones, de las banderas ondeando dramáticamente a la puesta de sol y de las mujeres florero; con guion de J. J. Abrams, conocido por ser el responsable de Star Wars Episodio IX. ¿El resultado? Pues baste decir que ni el título está bien puesto, porque Armagedón es un lugar (el monte Megido) nombrado en el Apocalipsis y no el día del "fin de todas las cosas" según la Biblia, como afirman en esta película. Y no me importa mucho que las referencias bíblicas sean erróneas, pero es que Bay no da una.

Aparte de entretener, lo mínimo que puede pedírsele a una película de ciencia ficción es que, en el probable caso de que emplee algún concepto o término científico, no insulte descaradamente a su público, más aún si basa en ello todo su argumento; y Armageddon parte de la premisa de cómo detener el impacto de un asteroide, lo que además de ser interesante puede dar un muy buen resultado (científico y cinematográfico) si se hace bien. Sin embargo, este filme es tan absurdo que a su lado Deep Impact parece un episodio de Cosmos. El astronauta Chris Hadfield definió la ciencia de Armageddon como "atrozmente mala", en una película tan terrible que resulta "trágicamente cómica". Creo que nadie lo ha expresado mejor.

En fin, una vez más, la Tierra está en peligro y sólo una panda de auténticos tipos duros de la América más profunda puede salvarla... haciendo explotar cosas. Todo comienza cuando medio planeta recibe el impacto de millares de meteoritos. Por supuesto, en pantalla sólo vemos el efecto de este bombardeo en Nueva York, porque, por lo visto, antes del 11-S molaba ver los rascacielos de Manhattan estallar y derrumbarse. El motivo es la aproximación de un gigantesco asteroide. O cometa, porque tiene cola. En realidad, de todos los pormenores de la película éste es el más insignificante, pues no son pocos los asteroides con actividad cometaria (los centauros, por ejemplo) y la frontera entre lo que es estrictamente un cometa y un asteroide es algo difusa. Por otra parte, lo de causar ese bombardeo de meteoritos por atravesar el cinturón de asteroides sí es un disparate y no será el último.

Resulta que el pedrusco espacial es del "tamaño de Texas", lo que significa más de 1200 km (se supone que) de diámetro (sensiblemente mayor que Ceres, Orco, Salacia e incluso Sedna, y comparable a Makemake, Haumea, Gonggong y Quaoar). Con semejante tamaño su propia gravedad le habría conferido una forma esférica, cosa que no ocurre porque Bay no sabe lo que es el equilibrio hidrostático. Además, nos dicen que si impactara en el Pacífico produciría un tsunami de 5 km de altura. En realidad, cayera donde cayera, atravesaría la litosfera y la ola sería de roca fundida y vaporizada.

El gobierno de Estados Unidos (según la filmografía de Bay, el único país civilizado del mundo y gran esperanza de la humanidad) recurre a la NASA (y de paso le recriminan que no haya detectado el asteroide antes, algo meritorio teniendo en cuenta que tiene el tamaño de un planeta enano) y esta a su vez acude a Bruce Willis versión perforador de pozos petroleros. Lo típico, vamos.

En menos de dos semanas, las buenas gentes de la NASA preparan al equipo de colegas de Willis (una panda de gañanes de los que exhiben con orgullo sus carnés de la NRA y harían a Trump presidente vitalicio del mundo) para una misión que en cualquier universo remotamente parecido al nuestro sería un suicidio. El plan consiste en mandar a este pintoresco grupo al asteroide/cometa/planemo/loquesea en dos transbordadores espaciales (que aún se usaban) llamados Libertad e Independencia, porque nombres como Challenger, Discovery o Endeavour deben ser demasiado sutiles para Bay. Bueno, supongo que tienen que reivindicar que son libres e independientes ante una roca gigante. Una vez allí, no tendrán más que perforar 800 pies (para el mundo bárbaro, unos 240 metros), es decir, apenas arañar un poco la cáscara del pedrusco, y colocar una bomba nuclear para reventarlo. O sea, que la explosión se producirá a más de 600 km del centro y esperan partirlo en dos perfectas mitades ferruginosas que deberían separarse a más de 1000 km/h para evitar la colisión con la Tierra. Ya.

Por lo demás, pues lo esperable: deflagraciones en ausencia de oxígeno, sonido en un medio (la heliosfera) insuficientemente denso como para propagarlo, transbordadores que maniobran como un caza... y la velocidad en todas las pantallas en millas por hora. A la mierda el Sistema Internacional, ¡qué son americanos, hostia!

Creo que ha quedado claro que Bay se caga en la ciencia, vomita sobre ella, y vuelve a cagarse después. Y aunque no lo parezca no soy de echar a la hoguera a ninguna película de ciencia ficción sólo por tomarse algunas licencias (o habría que quemarlas todas), pero esto es reescribir la realidad de la forma más peregrina (y conveniente). Sobre todo porque era tan sencillo como poner un asteroide más pequeño, no ridiculizar a los científicos y respetar algunos detalles básicos. El caso es que hubo por ahí un consultor técnico al que Bay decidió no hacer ningún caso (sí, eso ocurrió).

Además y casi peor, no puede decirse que el resto de los componentes de la película funcionen (al menos no lo suficiente como para tapar todas las estupideces). Como no podía ser de otra forma con este cineasta, el montaje es un puñetero caos y el ritmo es frenético, tanto que llega a cansar. Bay no para de cambiar de plano y de escena para evitar que alguien tenga un segundo para pararse a pensar en lo que está viendo. Y todas y cada una de las escenas tienen varios (muchos, de hecho) de los siguientes elementos: frase lapidaria, chiste, referencia, explosión, música épica. El resultado es que Armageddon parece más un tráiler muy largo que una verdadera película.

(Sigue con algún spoiler poco importante porque la trama es tan predecible como parece)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Manospondylus
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3
19 de marzo de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera película de Pokémon (llamada sencillamente Pokémon La Película y subtitulada, según el lugar, Mew vs Mewtwo o Mewtwo Contraataca) es quizá la que partía de la idea con más potencial de toda la saga, porque explora en profundidad el trasfondo de uno de los Pokémon más enigmáticos e interesantes de todos, cuya historia en los juegos apenas quedaba sugerida en forma de varios textos de lectura no necesaria para completar la aventura. Mewtwo es un Pokémon artificial, una creación humana nacida del ADN del Pokémon legendario/singular Mew (por aquel tiempo, el más misterioso de todos), y por ello intentará encontrar su lugar en el mundo más allá de la sombra de Mew. El resultado es una trama que combina elementos de Frankenstein, Jurassic Park y La Isla del Doctor Moreau.

Por si esto fuera poco, dicha película plantea además otras dos cuestiones dignas de mención. La primera es el asunto de si los Pokémon son o no esclavos de los humanos (algo inédito en la franquicia hasta Negro y Blanco), puesto que son criaturas salvajes capturadas y obligadas a desempeñar distintas tareas, siendo la más reconocida la de combatir. Y la segunda, relacionada con la anterior, es el propio tema de las peleas; y aquí, Pokémon La Película responde a las críticas que acusaban a los videojuegos de promover la violencia con una crítica explícita precisamente a la violencia. Sin embargo, en ninguno de estos dos asuntos el resultado es completamente satisfactorio.

El principal problema con el que nos topamos es que no se puede plantear una especie de deconstrucción de Pokémon desde dentro de la franquicia y pretender que siga siendo, bueno, Pokémon. Porque una cosa es darle la vuelta a todo y otra es esbozar una suerte de autocrítica para intentar justificar lo criticado y terminar volviendo a lo de antes, lo que además no sólo no deja una respuesta rotunda sino que puede resultar contradictorio. Es decir, ¿tiene algún sentido criticar las peleas desde una franquicia cuya base son precisamente las peleas entre bichos mágicos? Pues la verdad es que incluso mi yo de 11 años entendió perfectamente que una cosa es un enfrentamiento pactado y con reglas (algo así como un deporte de combate), y otra una pelea sucia a muerte. Creo que eso es algo que tanto la película original como este remake logran diferenciar; pero es innegable que, así por encima, esta moralina parece chocar con la premisa básica de la franquicia.

Pues sí, si estoy dedicando tanto espacio a divagar sobre la película original en lugar de centrarme en la crítica a este remake es porque dicho remake es un calco de la original. La historia es exactamente la misma, mismas situaciones, personajes, escenarios... Los únicos cambios son un par de correcciones menores, unos movimientos de cámara nuevos bastante locos que no aportan mucho y que distraen excesivamente y, claro está, el CGI.

Hay también un asunto curioso que debo comentar en lo referente a las diferencias entre este remake y la película original y que sí afecta algo a la historia (y a la narración de la misma). Es sobradamente conocido que la versión que llegó a occidente de Pokémon la Película es diferente de la japonesa, pues antes pasó por las maléficas manos de 4Kids (una compañía que licenciaba, censuraba y distribuía anime), por lo que se eliminó toda una subtrama que aparecía al principio (formando una especie de corto de 10 minutos) relacionada con la creación de Mewtwo por considerarla demasiado macabra para los niños: el científico que estaba clonando a Mew (y por lo tanto el creador de Mewtwo) pretendía clonar a su difunta hija. Bien, pues aquí toda esta parte directamente ha sido omitida por completo. Se mantiene la expedición a Sudamérica en busca de fósiles de Mew y la secuencia del laboratorio, pero de la hija y de su conversación con Mewtwo (que le da más sentido al desenlace de la película) ni rastro.

Un cambio que tuvo la versión occidental que fue (al menos un poco) para mejor es la banda sonora. Se compusieron temas nuevos, más reconocibles, para Mew y para Mewtwo, y además se añadió alguna canción que ambientaba bien ciertos momentos (extradiégetica, que no es un musical), pero todo eso también está ausente de este remake y en su lugar encontramos una música incidental mucho más anodina durante todo el metraje.

Algo que es imprescindible comentar, ya que es la diferencia más evidente respecto a la película original, es el CGI. La verdad es que no está nada mal, de hecho, muchas veces es bastante bueno. Por ejemplo, las olas del mar rompiendo en Isla Nueva son casi fotorrealistas; los efectos de humo, fuego y explosiones están muy bien también (mejor que en, por ejemplo, Enredados que, si bien es cierto que es 10 años anterior a esta, sigue siendo con diferencia la película de animación más cara de la historia). Además, Los escenarios presentan una gran cantidad de detalles, la textura de la ropa está muy lograda y los movimientos son bastante naturales (casi siempre).

Los Pokémon tridimensionales son geniales, en general más agradables que lo visto en Detective Pikachu. Sin embargo, no puede decirse lo mismo de los humanos. Ya ha pasado otras veces, como con Doraemon, y es que los diseños bidimensionales de los personajes de anime rara vez queda bien en 3D. El cabello (que sí son pelos individuales y con algo de movimiento) queda rarísimo en las formas típicas del anime, las facciones son espeluznantes y las expresiones de pesadilla. Brock CG es especialmente inquietante, con sus ojos eternamente cerrados.

Otro aspecto en el que el CGI perjudica al resultado son los zooms y paneos locos que se utilizan a lo largo de toda la película y que estaban ausentes de la original. Kunihiko Yuyama (director tanto de ambas versiones) se divierte con su nuevo juguete y se excede con los movimientos de cámara absurdos y exagerados en los momentos más inoportunos.

(Continúa abajo por falta de espacio, con algún pequeño spoiler porque, bueno, es un remake)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Manospondylus
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1
29 de febrero de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Igual da. Vamos a terminar con esto que quiero pasar página y después de tres horas viendo películas de Barbie y de otra escribiendo las correspondientes reseñas (que deben estar disponibles para quien ose leerlas y no tenga nada mejor que hacer) empiezo a olvidar cómo demonios era mi vida antes de esta traumática experiencia. ¡Padres, madres, personas con menores a su cargo, no se les ocurra ponerle estas películas a ningún niño o niña! Las consecuencias pueden ser irreversibles.

Llegamos al fin a la tercera película (sí, la tercera, gerifaltes de Filmaffinity; la segunda es la de Mermadia), y por ende entrega final de esta aterradora trilogía, Barbie Fairytopia: La Magia del Arco Iris, otro espectáculo dantesco de rosa chillón y arcoíris mágicos en la utopía distópica de las hadas Barbie (y otros seres salidos de alguna sima abisal) maquinado por las mentes maestras de Mattel como parte de su plan de dominación mundial.

Como era de esperar, regresamos al delirante mundo feérico, espero que por última vez, para volver a encontrarnos con Elina y Bieber haciendo de las suyas por la Pradera (eso sí, tras otro resumen, esta vez de las dos películas anteriores), es decir, volando sin preocupaciones entre las inflorescencias, porque si hay hadas que trabajan o hacen algo con su vida, Elina no está entre ellas. Dandelion también anda por ahí, pero que nadie se haga ilusiones: desaparece después de este segmento y, a diferencia de lo ocurrido en las anteriores entregas, ni se molestan en dar un motivo (ella se ofrece a ayudar a Elina, pero esta se limita a reírse en su cara y se larga porque debe odiarla o algo).

Como detalle curioso, las niñas flor que bailaban desganadas han desaparecido (lo que podría haber dado para una subtrama más interesante que la trama principal) y Elina ha cambiado a sus diminutas bullies por un grupito de fangirls también diminutas (eh, ¿character development?) que se arremolinan molestamente en derredor de ella. En serio, ¿son hadas niñas (con proporciones de adulta)? ¿Son otra especie de menor tamaño? Da igual, porque ni van a tener importancia en ningún momento ni van a volver a aparecer. Lo importante es que todas ellas ignoran que uno de los hongos las observa cual pervertido tras un hierbajo. Porque, sí, Laverna sigue por ahí y en un ejercicio de continuidad sorprendente mantiene su forma de rana.

El caso es que viene Azura y se lleva a Elina y al bicho a comer cupcakes (¿Por qué hay una escena de comilona hiperazucarada gratuita en cada una de las películas de Fairytopia?), Bieber se rompe un diente con uno (a saber de qué estaría hecho el cupcake) y se ponen a hablar del Hada de los Dientes (otro asunto que no conduce a nada, porque dicha hada no va a aparecer). Después de unos quince minutos (que parecen una hora) de relleno, en los que lo más reseñable es la aparición de un segundo Bieber (como si uno no fuera suficiente), Elina llega al Palacio de Cristal para aprender "el vuelo de primavera", un ritual con el que las hadas crean el primer arcoíris de la primavera para que Fairytopia resista un año más sin irse al garete (si ya digo que este sitio siempre al borde del colapso de utópico no tiene nada). Resulta que si cometen un error, Fairytopia quedará condenada a 10 años de crudo invierno (tiembla, George R. R. Martin) y, digo yo, ¿si normalmente no hay invierno cómo puede ser el primer arcoíris de primavera? ¿Cada año se pasa del otoño a la primavera? Porque en las tres películas parece que siempre es primavera, con tanto floripondio por todas partes... ¿Pero por qué pierdo el tiempo con preguntas sin respuesta? Ante la aplastante trama y la insondable lógica interna de Barbie Fairytopia, lo único que puede hacerse es apagar el neocórtex y proseguir sin cuestionarse nada.

Total, aquí empieza un tramo muy largo en el que Barbie asiste al Hogwarts este para aprender magia. Por algún motivo todas sus compañeras de clase son unas gilipollas integrales, excepto una que es bastante maja con Elina y, para no perder la tradición, todas las interacciones entre ellas vienen cargadas de un fuerte subtexto homorromántico que se va a quedar precisamente en el subtexto (la verdad es que creo que es involuntario, porque en tres películas no han conseguido mostrar una relación de amistad que funcione, y si no que se lo digan a Dandelion, la marginada). Varias clases después, Elina mete la pata, Laverna regresa y bla, bla, bla. A la media hora de película por fin puede empezar la aventura. Ah, no, espera, que aún quedan otros 10 minutos de relleno en los que los otros personajes no creen que Laverna haya vuelto, luego culpan a Elina por ello y yo qué sé.

Bueno, pues eso. Cuando la película va por la mitad empieza lo que en otras circunstancias diría que es "lo interesante", porque hasta ahí literalmente sólo aparecen personajes hablando de trivialidades y haciendo cosas aún más triviales. En adelante, Laverna desempeña su rol de villana envenenando a los guardianes y eso (qué pesada con los venenos, debo decir), y Elina tiene que detenerla porque el resto de hadas son inútiles (incluyendo a la Hechicera, gobernante de Fairytopia, que se supone que es bastante poderosa, pero nunca lo demuestra). Ni que decir tiene que el tercer acto es bastante copia del de la primera película de la trilogía.

(Continúa abajo por falta de espacio, sin spoliers)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Manospondylus
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7
12 de julio de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Olvidada e infravalorada, porque para mucha gente no fue más que una copia de la primera parte y lo cierto es que repite la estructura (cosa que Rowling también hace en la novela), los sets, vestuario y diseño del castillo (lo que es positivo en términos de continuidad) y la banda sonora (excepto por tres o cuatro temas nuevos y, de nuevo, esto ayuda a mantener la coherencia y la cohesión entre películas). Harry Potter y la Cámara Secreta se parece demasiado a Harry Potter y la Piedra Filosofal, pero corrige varios de los fallos de la anterior entrega (dirección, efectos visuales, actuación de Radcliffe)... y comete alguno nuevo.

Kloves realiza una adaptación decente del trabajo de Rowling, con un guion bastante fiel en la línea de la Piedra Filosofal (en ambas ocasiones, a su favor juega el hecho de que no son libros muy extensos comparados con los posteriores), pero una vez más le atribuye a Harry un papel más activo y "heroico" hacia el desenlace, lo que no termina de encajar con el personaje de Rowling, ni resulta muy creíble (lo digo porque el personaje aquí sigue siendo un preadolescente).

Claro que las aventuras de Harry Potter acostumbran a caer muchas veces en lo inverosímil, incluso para ser una historia de fantasía. Es decir, podemos aceptar que haya magia en ese mundo (de lo contrario no tendríamos historia), pero cuesta creer que no cierren esa maldita escuela en la que no dejan de ocurrir desgracias. Harry Potter y la Cámara Secreta establece que la escuela se cierra sólo cuando muere algún alumno (un poco extremo, ¿no?). Y Rowling puede intentar justificarlo como quiera, pero siempre quedará mal que Dumbledore o MacGonagall no intervengan cuando Harry está en serio peligro.

Obviando ese detalle, tenemos otra entretenida aventura del joven mago: tras un encuentro con un misterioso elfo que le advierte que no debe volver a Hogwarts, Harry regresa a la escuela de magia y hechicería donde comienzan a producirse una serie de extraños sucesos. En esta ocasión, la Cámara de los Secretos ha sido abierta liberando al monstruo que contiene, una criatura dejada allí hace mil años por uno de los fundadores de Hogwarts, Salazar Slytheryn, para expulsar de la escuela a aquellos alumnos que no consideraba dignos, es decir, a los que no provenían de familias mágicas. De este modo, esta entrega es la primera en tocar el asunto del racismo y la limpieza de sangre en el mundo mágico, uno de los temas principales de la saga y la principal motivación de sus grandes villanos (Voldemort, por un lado, y Grindelwald, por otro).

Por lo demás, no hay nada importante en la novela que no esté en la película salvo el brevísimo adelanto del armario evanescente que jugará un papel determinante en la 6ª entrega (porque a Rowling le encanta el foreshadowing y sabe utilizarlo bastante bien), que fue rodado pero quedó fuera de la película por cuestiones de tiempo y ritmo. La escena en cuestión ocurre al principio, cuando Harry termina por error en el Callejón Knokturn y puede verse en las escenas eliminadas de la película y en la versión extendida, aunque el diseño de dicho armario es radicalmente diferente del que aparece más adelante (cosas de los cambios de dirección entre películas).

Por supuesto, tenemos nuevos personajes. Dobby el elfo doméstico es una recreación muy acertada de lo que describe Rowling, aunque su CGI, correcto en su día, ha envejecido bastante (compárese con su aparición en la 7ª película). Por otra parte, Jason Isaacs es un perfecto Lucius Malfoy. Participó activamente en la caracterización de su personaje y le dio una apariencia distintiva que funciona muy bien, pues en las novelas nunca se da una descripción precisa. Aunque también se le ocurrió que su personaje intentara usar una maldición imperdonable en cierto momento, lo que es un completo disparate (también es verdad que es algo que pasa bastante desapercibido, entre otras cosas, porque la explicación sobre esa maldición llega en la 4ª parte). Y, por supuesto, Kenneth Branagh es el inigualable Gilderoy Lockhart. Puede que no sea físicamente idéntico al de la novela (que es descrito como alguien más joven y guapo) y por ello fue criticada su elección, pero Branagh con su interpretación construye un Lockhart carismático y fanfarrón, al que se le nota desde el principio que es un farsante y funciona muy bien en su lado más cute y cómico.

Por lo demás, como he adelantado, sorprende en parecido con la anterior entrega. Columbus calca la estructura de la anterior película: Harry pasa el verano con los Dursley, escapa de forma precipitada con ayuda, pasa por el Callejón Diagón, llega a Hogwarts, aparece un misterio, Quidditch, Navidad... Incluso se repiten algunos recursos y se usan planos casi idénticos para las escenas similares. Que se reutilicen algunos temas de John Williams de la anterior entrega sin variación alguna tampoco ayuda. Como en la adaptación de La Piedra Filosofal, también tenemos otros prescindibles 8 minutos de Quidditch, aunque como llegan algo antes no estancan tanto el ritmo de la película y las mejoras en el CGI hacen que no resulte una escena tan ridícula.

Sin embargo, se hace un mayor uso de los exteriores y los planos generales del castillo (por primera vez, la cámara panea por encima y entre las torres de Hogwarts), lo que ayuda mucho a hacer creíble este mundo y a que ubiquemos cada lugar en su sitio (y también pone en evidencia los cambios entre películas). De nuevo, es una pena que se cayera del montaje final un plano general del lago con el castillo al fondo que fue recuperado para la versión extendida y que también aparece en las escenas eliminadas.

Además, la mejora del CGI es significativa. Por ejemplo, las acromántulas están bastante bien y al compararlas con Firenze (personaje digital de la entrega previa que aparece por la misma zona y con una iluminación similar) esa mejoría es aún más evidente.

(Sigue sin spoilers)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Manospondylus
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