Si has visto The Walking Dead, te sonará lo que vas a encontrar en esta serie: tramas de relleno autoconclusivas que no aportan nada (lo del brazo hace catorce capítulos que dejó de tener gracia), nulo desarrollo de personajes a pesar de sus soporíferos e infantiles diálogos y un argumento que, a pesar de las horas invertidas, sigue sin carecer de rumbo ni ingredientes que enganchen. A estas alturas, los protagonistas siguen dando vueltas como imbéciles entre pueblos y localizaciones varias sin que nadie sepa muy bien porqué.

Por otro lado, la acción me resulta anodina, poco imaginativa teniendo en cuenta el infinito abanico de posibilidades que ofrece la alquimia y lo atractivo que podría resultar en pantalla. Honestamente, si vuelvo a ver otro muro de pinchos de piedra, me cargo a alguien.

Y como colofón, el guión tiene unas dosis de infantilismo que no me esperaba en absoluto y con las que no conecto para nada. Su sensiblería, al comienzo afable, a estas alturas ya es cansina tras seguir girando sobre lo mismo (determinación, amor fraternal, culpabilidad, etc.)

Los mejores giros que han ocurrido hasta ahora han sido como poco previsibles, y los peores resultan directamente indiferentes al espectador pues tampoco aportan nada al plano general más allá del impacto que te puedan causar en un primer momento. La técnica Shyamalan: mucho fuego artificial para absolutamente nada.

Una lástima, porque al principio la serie sienta ciertas bases atractivas, pero dado su desarrollo y que nada de lo que hace ningún personaje tiene puto sentido me resulta imposible seguir viéndola.

Ingredientes:

- Superman versión psicópata.
- Niño malévolo arquetípico.
- Un par de escenas de terror slasher.

Añádele alguna escena de tensión en plan "uy el niño que la va a liar", algo que por otra parte sabemos desde el principio, y te queda lo que es: una película predecible y vacía que entretiene a ratos y poco más.

Una lástima, porque la premisa era molona y ofrecía posibilidades curiosas.