Irak se está convirtiendo en otro Vietnam, con la diferencia de que en las dunas del desierto se arrasó con un enemigo frágil. La lidia de los soldados americanos consiste en mantenerse como tropas de ocupación y esto obviamente no lo asumen de manera complaciente muchos irakies y árabes en general. Recientemente Brian de Palma presentó un testimonio igual de crítico que éste de Haggis sobre el infierno irakí; solo que éste último es mucho más creativo y contundente. La propuesta es sencilla: la guerra es algo irracional que termina enloqueciendo tanto a las víctimas como a los verdugos. Tommy Lee Jones, se compenetra en su papel de padre "patriota" en la busqueda de su hijo; sólo que al final el desencanto le corroe. En nombre de la democracia los Estados Unidos imponen al mundo de los débiles la potencia de sus fuerzas militares para preservar los intereses geopolíticos de sus distintos gobiernos. Como política real se pudiera justificar pero eticamente es condenable.

La mentira es el principal recurso de todos los sistemas autoritarios. Una propaganda de Estado. Igual sucede, aunque con otro matiz, en las llamadas "sociedades libres". He aquí un claro ejemplo entre miles.

Sólo que esto es un leitmotiv constante dentro del cine de Hollywood que sabe vender su causa al mundo en forma de espectáculo ejerciendo un lavado cerebral sobre miles de personas que acuden al cine para divertirse e identificarse con sus héroes.

USA como imperio no pierde una! Y si pierde, entonces la empata como ocurre con ésta The Covenant dónde la amistad entre el dominado y el dominador es idílica, una especie de Pocahontas bélico con la adrenalina a millón.

La escena final es wagneriana y muestra los artilugios militares de los Estados Unidos. Sólo que omiten que los toscos Talibanes les terminaron de ganar esa larga guerra.

Películas como éstas son muy queridas por los "patriotas" al estilo Trump y que Biden u cualquier otro Presidente Imperial de USA va a utilizar para apuntalar su hegemonía mundial a pesar de los reveses. El cine como propaganda ya Sergei Eisenstein había mostrado el camino.

En la guerra moderna no sólo priva la mentira y la muerte, sino
básicamente el secreto. Que los Estados Unidos y sus aliados,
sobre todo, los flemáticos ingleses, ofrezcan a los espectadores del
mundo todo su alarde tecnológico respecto a sus nuevos “juguetes de la
muerte”, los hoy ya famosos y sorprendentes “Drones”, capaces de matar
en directo como si se tratara de un juego de video a los “malos” del
“Mundo Libre Occidental”, merece algunas consideraciones. Lo primero,
lo que se presenta como un cine anti-belicista al estilo de “Senderos
de Gloria” del gran Stanley Kubrick, no lo es. Y no lo es porque
ESPIAS DESDE EL CIELO es una simulación de muchas cosas que encubre la
propaganda política, ideológica, cultural y militar de las llamadas
“Democracias Libres” que lideran la historia hoy contra los únicos que
les combaten: los terroristas islámicos pobres y resentidos del mundo
que son capaces de inmolarse en el nombre de Alá y Dios. Lo segundo,
la ética militar occidental presupone la legalidad de sus actos cuando
en realidad en los terrenos donde se tiran las bombas los “daños
colaterales” sobre inocentes es más que evidente. En consecuencia,
estamos una vez más ante el doble rasero, entre los justo y lo
injusto; entre la verdad y la mentira; entre el deber ser y el acto
criminal duro y puro. ESPIAS EN EL CIELO trata de justificar el
asesinato selectivo sobre los lideres islámicos que son acusados de
propiciar el terrorismo mundial, y el espectador, zarandeado
únicamente desde una sola postura, “la del bando bueno”, la
correctamente institucional, termina aplaudiendo ésta santa cruzada
cuya heroicidad marcial es prácticamente nula. Poco creíble las
ordenes y contra órdenes que se daban por razones estrictamente
“humanitarias” en el caso de la niña vendedora de los panes. El poder
imperial se manifiesta como absoluto y hasta amoral. Y tercero, ESPIAS
EN EL CIELO, es básicamente “propaganda de guerra” para el consumo del
mundo y dejar muy en claro que el monopolio de la fuerza y la muerte
recae en cuatro o cinco superpotencias que son los que delinean la
geopolítica mundial. Helen Mirren y Alan Rickman, éste en su última
interpretación, les dan cierta grandeza a los personajes que
interpretan en éste intento por hacernos creer que la guerra ultra
moderna y mortífera se puede justificar cuando toda su furia se abalanza contra
los enemigos.

Coherence, es la incoherencia. Un tema futurista como sería el de las realidades paralelas o desdobladas es aquí desperdiciado. El fin del mundo no les mete miedo a un grupo de amigos y parejas que empiezan a percibir lo inusualmente y monstruoso que es verse multiplicado como figuras de cera que se amenazan entre sí aunque procedan sin plan alguno. A muchos les podrá haber atraído ésta historia inusual aunque muy mal contada.

Mi primera impresión sobre la película fue de rechazo. De un rechazo inconsciente que derivó posteriormente a un despertar. Creía que la película era un sinsentido caótico y resulta que todo tiene sentido si somos capaces de ver debajo de la piel de las convenciones que encubren los principales dolores humanos de toda existencia.

Almas en pena de Inisherin de Martin McDonagh es una película de terror cósmico histórico. Abrumadoramente pesimista y desoladora. Porqué nos muestra como las circunstancias humanas adversas traen el infortunio de la mano de la soledad. Solos, aunque acompañados, es muy distinto a solos, solos. Las soledades compartidas son manejables, en cambio las soledades autodestructivas, no.

Sus protagonistas son seres solitarios sin firmamento vital. Los personajes que dan vida, Colin Farrell y Brendan Gleeson, están tocados por la locura y una amargura soterrada pero que les va matando espiritualmente anulando sus respectivas humanidades. Son muertos vivientes en una tierra, Irlanda, de paisajes hermosos aunque de climas fríos y hostilidades sociales.

Sólo la huida puede salvar. Y es la hermana, Kerry Condon, inteligente en un entorno nada propicio para los inteligentes, la que emprende su propia salvación. Y es que la mayoría no puede huir porque las fuerzas de la costumbre y el miedo a lo incierto atenazan aún más al prisionero. Irlanda es el país con la más alta tasa de inmigración en la historia del mundo hacia los Estados Unidos.

La película recrea el año 1923 pero es una fecha referencial falsa porque el tiempo se detuvo. Así como se detiene en sociedades con ritmos cotidianos muertos. Las referencias a los países de la Cortina de Hierro luego de la postguerra en el siglo XX son inevitables cuando los libertadores soviéticos se convirtieron en opresores. También hay que hacer alusión a las distopias cubana y venezolana con similitudes trágicas.

La depresión, es la protagonista silenciosa. Todos los personajes están deprimidos. Unos más que otros. Y es que la depresión es una tristeza que invade el alma y la carcome sin piedad. No sólo es la enfermedad de los totalitarismos sino también de las sociedades pobres. Todos los personajes de Almas en pena de Inisherin son fantasmas dentro de un infierno y purgatorio laberintico. Es una recreación del fin del mundo de la misma forma que el Apocalipsis de San Juan.

La película es desconcertante porque es una invitación a ver el horror en forma disimulada bajo el imperio de las convenciones sociales que domestican rebeldías. El paso del tiempo es tiránico. Y aún más el tedio y la angustia acerca de un fin sin grandeza ni trascendencia. La parsimonia como ritmo lento es la tortura cotidiana. Y la película se lo transmite al espectador de una forma tanto poética como artística.

Hay tres espacios opresivos: la casa rural, pobre y agreste donde los animales parecen ser más felices que los hombres y son testigos del Holocausto; la Iglesia: donde el lavado cerebral ideológico religioso hace papilla el libre discernimiento y amansa cualquier atisbo de rebelión humana haciendo del conformismo una tumba; y finalmente, la taberna, donde el ruido, la música, los amigos y el alcohol son distracciones de la melancolía.

Lo que en un primer momento pudiera ser una película sobre el tema de la amistad deriva en un complejo caso de psiquiatría social. Creo que esto es el principal mérito de Almas en pena de Inisherin, película que ganó el Globo de Oro hace unos días. No voy a dejar de referir lo impecable de su fotografía, buenas actuaciones y guion. Una película superior.

P.D. Conversando con mi padre, un hombre sabio, me hizo entender algo que ningún crítico hasta ahora ha dicho sobre ésta película, y que termina siendo el eje central de toda ella misma: el tema de la amistad entre dos hombres y su discurrir histérico no es más que las discrepancias que surgen de una relación homosexual rota.