Un cuento perfectamente narrado en imágenes impecables y evocadoras, enmarcadas además en un bosque de ensueño... No falta nada, no sobra nada... No hacen falta palabras, no sobran palabras...
Kim Ki-duk, va llevando al espectador a través de un cuento deletreado tan profundo como la vida misma, vida que en si misma es una lección de lo que la vida es y como debe llevarse; vida que no es mas sino un simple ciclo que inicia una y otra vez, vida que es perennemente una toma de decisiones, decisiones de vida... Todo dicho con una simbología maravillosa, pues eso es en pleno todo el film, una absoluta simbología de vida: un lago, la barca, las piedras, la montaña, la puerta, los arboles, los animales, el niño, el anciano, las estaciones, la vida, la muerte, el amor...
Una película sobria pero rica en contenido; lenta pero que no agota al expectador... Una cinta de colección, y si se quiere, de estudio, de el director asiático Kim Ki-duck, que maneja el silencio y la simbología de manera magistral, de muy pocas palabras en sus producciones como en su personalidad...

Una excelente cinta a cargo de Eugenio Derbéz, que tal vez es cierto con mucho de remake, con abuso de clichés, giros inesperados esperados, un guion sencillo, y mucho de historia repetida, el trabajo de lograr mantener al espectador al fijo al frente de la pantalla a lo largo de la toda la película, sacar buenas sonrisas, algunas lagrimas, gestos de sorpresa ante los giros, y casi el llanto al final, con un material tan sencillo es de un maestro en su opera prima segun entiendo, al menos para el cine.
Dije, buena por Eugenio Derbéz y mala por Eugenio Derbéz, puesto en contraposición a la actuación de la niña, que lleva intensidad, Eugenio no era el ideal para este papel, debió ser un actor con mas fuerza, que la puso en este film de principio a fin. Ademas de Eugenio hay otros papeles que necesitaron mas fuerza para darle mas poder a la cinta. Aun así me parece un buen trabajo, con una excelente fotografía, mejor que cualquier remake que haya visto, que aun entendiendo que lo es, te sigue atrapando a lo largo de cada fotograma, con el detalle lamentable de algunas actuaciones.... Eugenio Derbéz a dirigir, lo demás, un buen casting.
Es sorprendente que aun con estos detalles de "mas de lo mismo" y bla, bla, bla, haya llegado al final de la película con plena atención.

Una destacada película colombiana que hace alarde de una gran fotografía dentro de sencillez de sus planos y una edición y montaje bastante ligero pero que marca un ritmo parsimonioso a la historia del viaje de Ignacio para ir a devolver el acordeón al maestro que se lo entregó mucho tiempo atrás y su joven compañero Fermín, el cual desea profundamente ser un juglar, particularmente ayudados de un peculiar burrito.
Un film muy fresco, enclavado entre las tierras colombianas de Majagual, en Sucre, hasta Taroa, en el último rincón de la Guajira colombiana.
Una producción plenamente marcado por la música y los sonidos del acordeón, música que vibra por las venas de de todos los colombianos y en este caso de Ignacio y Fermín como acompañando la reflexión de su propia vida, y que representa además el camino cotidiano entre el sol y el desierto, entre el arriar ganado y sus otras tantas faenas.
Una película que con muy poco diálogo dice mucho con sus imágenes y que además nos recorre por una variedad de paisajes que hablan por sí solos, con impecables y bellos encuadres y composiciones que dan personalidad propia y una atmósfera visual y sensitiva, además que le brinda una dimensión de veracidad documental por momentos al film de Ciro Guerra.
Un viaje donde el enigma del acordeón satánico, como una supuesta reliquia del diablo, se presenta tal como el eje discursivo de todo el film, el cual debe ser devuelto a su dueño, todo como un reflejo de las creencias, costumbres e imaginarios populares de las culturas latinas suramericanas, además de los demonios internos que llevamos dentro.
En Los viajes del viento, su música, su acordeón, son un reflejo del espíritu del Caribe, de Colombia y de Latinoamérica. Pero más allá de un territorio particular, nos evocan en un viaje, al tiempo de la formación de un hombre, un viaje que lleva a sus propios descubrimientos y confrontación interna y a una batalla donde al final no es solo un simple cantante o un simple músico, o un simple hombre, sino que es un Juglar.