Para mi es una buena película acerca de tácticas navales. Es como el juego del ratón y el gato, o como una partida de ajedrez de 2 contra 1. Sean Connery, en su papel de capitán de la nave, da órdenes precisas al tiempo que se toma una taza de té, o levanta una de sus cejas. Siempre se mantiene frio, y la tripulación obedece las normas, aunque los objetivos del capitán no convencen a todos.

Observamos un interesante despliegue de táctica naval, de cómo mover fichas y de que la mejor forma de defenderse es ser "invisible" a radares y sensores. Cada segundo en cada viraje es importante, y no es lo mismo 26 nudos de 28.

Bajo esta forma, se esconde un fondo distinto, de carácter humano. El "capitán Connery" monta un interesante revuelo en el Atlántico en base a razones personales, no desmasiado explicitas a mi gusto, en las cuales tiene convencimiento pleno. No todos comulgan con su idea, pero bajo los mares impera la tesis del "ordeno y mando".

La mayor parte de la historia se desarrolla bajo agua, en esos inmensos "bichos" que la cámara se digna a ofrecernos, para nuestro deleite. Planos excelentes acompañan en todo momento la travesia de "Red October", un sumergible en busca de paz, y quizás algún lugar tranquilo donde pescar...

Disfruté bastante con esta película, en gran medida por el genial trabajo de estos dos veteranos capaces de protagonizar una entrañable historia de amor. Es una película divertida, con toques de humor en su justa medida, principalmente las escenas entre Nicholson y Keaton, que hacen que exista verdadera química entre ambos. Se agradece en primer lugar que se nos presente como una historia muy creible, de la que no podría poner objecciones, y por otro lado, no empalaga. Sobran algunos diálogos fuera de lugar o forzados, aunque en general este aspecto está bien cuidado. La historia destila un cierto toque feminista, en un intento por querer desprestigiar al típico soltero vividor, un mujeriego de 63 años al que el guión obliga a someterse al amor verdadero de una sola mujer.

Desde el primer momento apreciamos que estamos ante una adaptación de la novela homónima; lo digo por su particular narración y voz en off, que evoca fácilmente un estilo literario muy reconocible. En esta forma de narrar abundan los silencios, los sucesos omitidos pero implícitos, las emociones a flor de piel, sin valerse necesariamente del abuso del un diálogo que podría resultar ruidoso.

Estos elementos dotan a la película de un ritmo lento, pausado, para mayor deleite de paisajes, banda sonora, y emociones contenidas. Es vitalista pero triste en el fondo, por la constante soledad existencial que rodea al personaje protagonista, la Baronesa Blisen, de principio a fin de la historia.

Me atrevería a decir que existen otros protagonistas en la película, no encarnados en personajes, como serían la propia naturaleza del corazón de África, la libertad, y la ausencia de ésta.

En resumen, se trata de una melancólica historia de amor platónico, regada con estupendas imágenes, una emocionante banda sonora, y con dos estrellas rutilantes en el reparto que dejaron para el recuerdo una de sus mejores actuaciones.

Tarantino es de esos pocos directores reconocibles con dos o tres planos. Dirección de un estilo personalísimo, donde se nos muestran escenas y situaciones caricaturizadas, de un dramatismo aderezado con ironía y mordacidad. La música, los movimientos de cámara, el contenido "gore" y esos golpes de efecto tan característicos, están de nuevo presentes.

Los diálogos son muy protagonistas en esta película, hilarantes, creando verdadero contraste con las situaciones que se van creando y siendo el verdadero motor del personaje de Chistoph Waltz, que hace méritos al igual que en "Malditos Bastardos" para colocarse en el top ten de mis actores contemporáneos favoritos.

Quizá de metraje algo excesivo, deja escenas para el recuerdo, como la inicial, que sirve de presentación de los protagonistas, y otras posteriores, como puede ser la escena que supone el éxtasis visual y narrativo de la película, trepidante y excesiva, al más puro estilo de su creador.

Desde el principio sobrevuela el mensaje de rechazo a la exclavitud, presente desde el comienzo y punto clave en el desenlace de la trama.

Estamos ante un claro ejemplo de cómo echar a perder un gran reparto, en una mediocre película. Los personajes están mal perfilados, la trama es archiconocida , y Justin Timberlake aún no se cree que lo pusieran de "prota". ¿Que hacen M.Freeman y Kevin Spacey metiéndose en estos veregenales? Al menos no se hace larga...