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España España · Barccelona
Críticas de EL ALBATROS
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Críticas 223
Críticas ordenadas por utilidad
7
29 de julio de 2017
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comedia agridulce que reivindica al mejor Borau, profundo e inteligente en las relaciones humanas de sus personajes. Lo primero que llama la atención de esta película, ahora que los jóvenes espectadores se quejan de las películas donde no pasa nada, a las que definen como lentas, confundiendo ritmo con atropello, es la cantidad de cosas que suceden en sus escasos 100 minutos de metraje. A pesar de semejante acumulación de acontecimientos, las relaciones entre los personajes y el discurrir narrativo del relato es fluido y presentado sin el más leve atisbo de confusión que pueda desorientar al espectador por entre sus meandros que no faltan.

La relación de cuatro parejas de hermanos (Tata y Bordetas, Elvira y Alberto, Cristina y Almudena, Ollie y Popea) y una más de “hermanas” (las monjas Magda y Amelia), en torno a los que gira una historia que refleja un retrato de familia complejo. A partir de un guión que parece construido como un preciso mecanismo de relojería, que condensa, interrelaciona y sintetiza todo lo anteriormente apuntado. La historia de una tata que canaliza y modera todas las claves: de un general franquista posteriormente encarcelado por el dictador, al que su familia pretender publicar sus memorias; de una ex novicia hija del militar, a la que le tiemblan las rodillas cada vez que la miran los hombres; de un vecino anclado en la infancia, recluido entre juguetes y recuerdos; de un fascista más reaccionario que su propio padre al que pretende dignificar.

Todo esto y mucho más aparece en este film que más que reír, te invita a sonreír y reflexionar sobre nuestros fantasmas históricos de una guerra fratricida entre españoles hermanos y lo difícil de cicatrizar al cabo de tantos años. Borau nos muestra en forma de parábola una divertida reflexión sociopolítica sobre la difícil conquista de la libertad y la democracia, todo ello sugerido y no impuesto por el cineasta. Una historia en apariencia amable, en realidad nada complaciente y en el fondo aberrante sobre los niños del franquismo.

El film cuenta con tres complejas operaciones estilísticas que aparecen sin fisuras en su puesta en escena. La primera es el prólogo del film que se desarrolla en la finca aragonesa de “La Bota”, la nostalgia y melancolía por los viejos tiempos (sensacional Imperio Argentina). La segunda es una transposición del mundo de los juegos infantiles al universo de los adultos (genial Alfredo Landa), en función de la cual Elvira (Maura), Teo (Landa) y Alberto (Rellán) se comportan como cuando eran niños. Y la tercera es la transposición de las maneras escénicas del teatro al espacio fílmico. Magistral fotografía del maestro Teo Escamilla. Gracias por la atención prestada a estas impresiones.
EL ALBATROS
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8
7 de junio de 2021
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si por algo amo el cine, es porque puede fascinarme, divertirme, emocionarme hasta llorar, enamorarme y hasta puede hacerme sentir empatía por un determinado drama humano o noble causa social, aunque comulgue con la ideología que se pretende demonizar, como es el capitalismo liberal, pues no falla el sistema, algunas veces se debe a la codicia humana. Es por ello por lo que el cine es un arte que sirve como vehículo de expresión sin etiquetas que lo haga incompatible con gustos variados al público diverso. El problema surge cuando el espectador no tiene criterio para elegir un determinado tipo de cine independiente, intimista, reflexivo, encriptado o que pretenda salirse de caminos trillados o comercial. Es entonces, cuando ve una peli que no se ajusta a su conocimientos o gustos, y recurre a la descalificación, a veces grosera, como medio para sostener su infalible criterio cinéfilo, es cierto que cuanto más hiriente la reseña menos preparado esta para juzgar.

Todo esto viene por las reseñas que encabezan la lista de "Nomadland", censurando esta notable cinta, más allá de los premios obtenidos. Los que más la denigran acostumbran a encumbrar fiascos que desprecian la inteligencia del espectador, como bien comentaba con detalle un usuario. Film modesto e intimista donde ocurren muchas cosas que no vemos en pantalla, ni falta que hace, la directora tiene la potestad de escoger y modular el tiempo y las formas para lo que pretende transmitir, ahí reside el talento de contar una historia. Todo puede leerse en esos primeros planos de los envejecidos rostros, cuyas arrugas reflejan dolor, igual que los "travellings" y esas panorámicas que empequeñecen en el paisaje a los personajes. A veces los silencios y los gestos dicen más que las palabras. Son las imágenes las que lo dicen todo, eso es el cine, otros valoran la pirotecnia espectacular con ritmo sincopado.

Se trata de víctimas de una crisis económica que les atropelló y que cambió sus vidas, perdiendo sus casas, que no hogares como dice la entrañable Farn (una magistral Frances McDormand), su hogar es su furgoneta con sus recuerdos dentro, perdieron seres queridos para convertirse en nómadas que viven en sus vhículos, transitando por carreteras interminables, sufriendo los rigores inviernales sin querer refugiarse en una iglesia de la que no cree, sometidos a empleos precarios (Amazon), trabajo de temporeros y reuniones para intercambiar experiencias, objetos y desgracias, entrando en un mundo en contacto con la naturaleza y alejados de la vida cotidiana en la urbe. En todo caso se trata de una visión de una parte de la América profunda, poetica y lírica, de unos seres que buscan un sentido a sus vidas.

Unos perdedores excluidos del bienestar social cuya mirada desgarradora nos conmueve a la hora de la convivencia que mantienen, intentando ayudarse en un compañerismo más o menos fraterno. La trama no tiene principio ni fin es como una rueda, la de la vida en la carretera en búsqueda continua pero de la que no pueden salir o quizás ya no quieren, cuando tienen la oportunidad de ello. Asumen esa soledad que parece contrarrestarla con su libertad personal y su interacción con el medio natural, Fern disfruta del paisaje, el mar y sus acantilados en sus paseos que le inspiran fuerza para seguir su camino. Ese piano que suena en algunos momentos describen el alma de la viuda que mantiene su alianza en el dedo porque sigue amando a sus esposo. No quiere dejar de fumar porque es uno de los pocos placeres que le quedan, más allá solo le espera la soledad. Gran fresco humano que reivindica el buen cine.
EL ALBATROS
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10
10 de febrero de 2019
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Así definía la vejez, con amargura, el gran Marcello Mastroianni, un galán que "conquistó" a las más bellas mujeres. Cuando Vittorio de Sica y su amigo, el guionista Cesare Zavatini hicieron esta obra capital del cine europeo, Italia aún atravesaba una dura post guerra, por lo que a casi nadie gustó esta neorrealista película, triste y desoladora donde se reflejaban, las miserias y penurias de los jubilados. Me refiero a los problemas de nuestra sociedad con la tercera edad, de cómo los viejos quedan aparcados en un arrabal de soledad y abandono, después de habernos servido bien, sin pararnos a pensar que a ellos les debemos nuestras vidas. La grandeza de esta película de ochenta y pocos minutos se adscribe a la capacidad para, a partir de la angustiosa epopeya anónima de un viejo entre muchos ancianos jubilados, lograr retratar tan acertadamente un tema capital de nuestro tiempo.

De Sica retrata a Umberto (Carlo Battisti, en la vida real, un profesor de latín, amigo del cineasta que se prestó a encarnar al anciano) como un ser humano, con sus virtudes y defectos, pero sobre todo, como un ser íntegro. Narrada con una inmensa sensibilidad por el desfavorecido, una sinceridad intuitiva, una especial capacidad para compadecerse del que sufre, constituye toda ella, una obra de gran emotividad. Nos retrata la falta de sentimientos en las relaciones personales, el vejatorio trato a los jubilados, que viene de la palabra “júbilo”, que triste ironía nos depara la lengua de Cervantes. Umberto es un ex funcionario al que su mísera pensión no le alcanza para vivir: sus posesiones caben dentro de una maleta, para poder mal comer debe acudir a diario a los comedores de caridad, forzado a malvender su reloj y sus libros para poder pagar la habitación a una patrona que lo amenaza con echarlo a la calle y al que acompaña el único consuelo que le queda, un perrito blanco con manchas negras que responde al nombre de Flike.

Para Umberto no hay amigos ni compañeros, como no los habrá, si llegara el caso, para ninguno de nosotros, porque la situación no sólo no ha mejorado sino que ha ido a peor en esta sociedad hedonista y huérfana de valores, insolidaria y arribista donde impera el dinero y los sentimientos provocan hilaridad y burla malsana. Esta película es un acta de acusación, un certificado desolador de nuestra ingratitud y una llamada a la conciencia. El film tiene un sentido poético, una mirada lúcida y humanista. Una película purificadora que todo aficionado al cine debe ver, porque es una historia transformadora, que nos hace mejores, recapitulando sobre lo que estamos haciendo mal, es el desprecio a la sabiduría, la experiencia y la memoria que guardan nuestros mayores. Cuentan que a Chaplin le subyugó la película, manifestando al propio de Sica que le hubiera gustado filmarla él, y es que hay mucho de Chaplin en ella, quizá nuestro protagonista no es tan simpático como los personajes del inglés, pero no cabe duda que está la profundidad humana típica del genio de la pantomima. Una desnuda y realista reflexión sobre la condición humana.
EL ALBATROS
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7
10 de mayo de 2018
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Film casi desconocido que justifica sus escasas reseñas en esta web, director infravalorado que cuando accedes a su filmografía, descubres un puñado de títulos fundamentales del cine fantástico (Yo anduve con un zombi), el “noir” (Retorno al pasado), el western (Una pistola al amanecer), o el cine de aventuras (El halcón y la flecha). “Martín, el gaucho” responde más al western que a otro género, la pampa sustituye a las praderas y los gauchos a los proscritos o cowboys, la fisicidad del paisaje condiciona y predispone a sus protagonistas, tiene la imaginativa extrañación de una historia muy recurrente (el amor perseguido), abstracción singular y sugestiva de unos materiales comunes al género (la rebeldía y la infatigable lucha por la libertad).

En principio debía haberla dirigido Henry King, pero tres día antes de comenzar se lo adjudicaron a Jacques Tourneur, un cineasta que impregnaba de su estilo todo encargo que recibía, su fuerza y personalidad de ejemplar economía narrativa sólo es patrimonio de los grandes clásicos. La anécdota del cambio de director no es gratuita, porque el tratamiento dado a la historia, a partir de la novela de Herbert Chids con guión de Philip Dunne, posee algunas características del cine de King, entre las cuales encontramos el sentimiento religioso, casi místico de Martín como denominador común de su vida.

Hay en el film la poesía furtiva, el presentimiento de lo inevitable, la lucha contra las fuerzas reformistas que pretenden cambiar la fisonomía de una tierra, la pampa argentina. Un trabajo temperado desde la propia idiosincrasia del actor elegido, Rory Calhoun, hasta la fotografía en su tratamiento del color, equiparada casi a un blanco y negro sin contrastes. La cinta se revela como un film interior, delimitado en su contexto social, Martín se opone al inexorable progreso y a la llegada de los extranjeros a través de una defensa acérrima de su propia individualidad.

El film participa de las líneas temáticas de los forajidos románticos, tipo Jesse James o Billy The Kid, donde no faltan las escaramuzas, cabalgadas y duelos a cuchillo, todo ello planea sobre los avatares del independiente gaucho, junto al folclore del país. El amor pasional encarnado en la belleza de Gene Tierney (Teresa), la persecución implacable del oficial Richard Boone (Salinas), la resistencia solitaria de Martín. Se trata de un estupendo film que no ha envejecido para nada, mantiene su calidad, su éxito escaso y su reconocimiento ínfimo, por lo que me permito reivindicarlo.
EL ALBATROS
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7
27 de julio de 2017
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin agallas para responder al reto vital de la juventud, es lo que aprecio en esta interesante película de Julio Diamante, director y crítico de cine malogrado por la censura, film entroncado en lo que se denominó “Nuevo Cine Español” que abordaba la problemática de unos jóvenes en un entorno social poco favorable. Pero en mi opinión, el film no se limita a criticar sólo las normas atávicas de una sociedad machista y sin libertades, lo mejor es que se atreve a criticar a esos jóvenes que teniendo oportunidades de luchar por un porvenir, se acomodan en la pasividad y el victimismo que yo llamaría cobardía de enfrentarse a la vida. Algunos lo denominan la juventud perdida, pero aquí lo que se nos presenta es un tipo vago, sin esperanza ni ilusión y alineado con la frustración, presuntuoso y sin valor para asumir responsabilidades en un momento en que el país estaba mejorando económicamente. Donde la mujer debía ser sumisa y sacrificada, ante las convenciones ancestrales y la libertad sexual sólo correspondía al varón.

Narra entre dudas y divagaciones morales (el protagonista no deja de lamentarse y repudiar todo lo que le rodea desde la autocomplaciencia) una historia de amor al que una pareja no se entrega por igual, me refiero a la actitud del hombre que no es leal como ella espera al entregarse noblemente. Ella demuestra ser mucho más madura y responsable ante un pretendiente que huye de su compromiso moral. El egoismo de una juventud de clase media sin valores que pretende conseguirlo todo de forma fácil y sin esfuerzo. La fotografía en blanco y negro, refleja perfectamente ese ambiente pesimista y plomizo, oscuro y sin brillantez moral. Elena María Tejeiro realiza un trabajo portentoso como novia apasionada y vulnerable por su fragilidad, de este guaperas de salón y moqueta roja (el italiano y discreto Luigi Giuliani). Juan Luis Galiardo como aguerrido ligón oportunista ya comienza destacar por su buena planta física. Lola Gaos da perfectamente el personaje de madre castradora e influyente sobre un hijo sin valores.

Una película atrevida para su tiempo que no decaído en absoluto porque lo que plantea se mantiene actual, a pesar de las diferencias sociales de la actualidad, el arribismo y la hipocresía moral, el tema de la juventud perdida está siempre latente, de los que luchan por salir adelante y de los que esperan que se lo den gratis por haber venido al mundo. Yo me quedo con los primeros, porque entre otros cosas, también he vivido esas circunstancias como todos, he sido un joven emprendedor ilusionado y sin padrinos que me allanasen el camino. Decía el célebre escritor Blasco Ibáñez en una de sus sabias citas:”La juventud es la edad de los sacrificios desinteresados, de la ausencia de egoísmo, de los excesos superfluos”. Está claro que nuestro protagonista no practicaba esa sana filosofía, todo lo contrario pues es mansurrón, cínico e hipócrita. Resulta curioso como cada espectador puede ver la misma película pero con una interpretación antagónica a otras críticas. Gracias por respetar la mía.
EL ALBATROS
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