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Críticas de Luis Guillermo Cardona
Críticas 3.333
Críticas ordenadas por utilidad
9
21 de marzo de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El nacer trae consigo incorporada la muerte (transición ¡no extinción!) y ésta puede ocurrir, tarde o temprano, según sea la forma como vivas o cuando el universo crea que es tiempo de que alientes un nuevo proceso para el que ya estás preparado. La muerte puede traer evolución: si diste asiduamente lo mejor de ti, si serviste a la humanidad, y si fuiste bueno con aquellos que compartieron tu vida… pero, también puede traer involución: si solo pensaste en ti mismo, si con frecuencia tomaste lo que no te pertenecía, y si causaste más sufrimiento que alegrías a la gente que te rodeaba.

Mientras, México celebra el Día de Muertos, un humilde leñador llamado, Macario -abnegado padre de cinco hijos y muy digno esposo de la joven Felipa-, comienza a sentir tan cercana a la muerte (sueño en el que se ve a sí mismo como un titiritero que manipula a los muertos; la calavera con su nombre…) al punto de que, ¡cuando, por fin, de manos de su esposa tiene la ocasión de comerse solito un guajolote (pavo) completo!, la muerte misma se le aparecerá para convertirse en la tercera prueba que deberá superar… o acaso perder. Pero, Macario es astuto y terminará convertido en un sanador con la posibilidad incluso de saber quién vivirá y quién debe morir.

La novela homónima que -inspirada en el cuento de Los Hermanos Grimm, “La Muerte Madrina”- B. Traven (1882-1969) publicara en 1950, fue la génesis de un guion que luego escribieran, Emilio Carvallido y Roberto Gavaldón, siendo, este último, quien, con marcado virtuosismo, se encargaría de dirigir este filme que estuvo nominado a los premios Oscar y a la Palma de Oro en Cannes.

Las tentaciones, los celos profesionales, el férreo espíritu de servicio a la humanidad… y el deplorable rol histórico que jugara la mal llamada, Santa inquisición (Santo oficio), tendrán aquí un acertado lugar y, recordando contar la vida con todas sus vicisitudes, pero, sin olvidar el buen humor, Gavaldón, nos da ocasión de conocer a un personaje que, muy seguramente, quedará guardado para siempre en nuestra memoria.

Ignacio López Tarso, uno de los más insignes actores mexicanos, nos asegura una regocijante y virtuosa interpretación y su personaje, Macario, es ya un ícono de la cultura mexicana. Junto a él, la joven, Pina Pellicer, resulta tan adorable que, al año siguiente, convencería a Marlon Brando, para que la incluyese como su co-protagonista en, “One-Eyed Jacks”.

Al final, <<MACARIO>> nos dejará una inquietud que no tendrá respuesta, porque pretende concedernos un cierto ejercicio de libertad: ¿Ha sido todo un aleccionador sueño? ¿Habrá llegado el fin por no haber seguido estrictamente las reglas?... ¿O acaso es la misión cumplida la que da lugar a la merecida evolución?
Luis Guillermo Cardona
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10
24 de febrero de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia luce, en apariencia, muy simple: Una bella muchacha se roba un diamante de una reconocida joyería. Al ser recuperado éste, uno de los propietarios solicita que la dejen en libertad, sin embargo, el joven policía que asume el caso, decide aplicar la ley y llevarla detenida, pero en el camino, la joven jugará sus cartas y…

El encanto de esta historia de amour fou, radica, antes que nada, en las interpretaciones. La protagonista, Betty Amann, aporta a su personaje -la ladrona Else Kramer-, un encanto y una sensualidad capaz de envolver al más pintado, y ese peinado 'a la Castle-Bob' que identificaba a las flappers, la asemeja y la pone a competir, en feminidad, belleza y rebeldía, con la famosísima Louise Brooks que, algunos meses después, también era lanzada en otro título imperecedero, “La Caja de Pandora”.

Junto a ella, Gustav Fröhlich (el inolvidable protagonista de “Metrópolis” y “Rayo de Sol”), es el hombre que no podrá arrancar de su mente esa sublime tentación por más que ésta ponga en juego sus principios más sagrados.

Cada plano está pensado para significar: Desde esa ciudad con su tráfago y su confusión… ese oficial procurando preservar el orden, estirando orgulloso su brazo con un impecable guante blanco… ese diamante que brilla hasta deslumbrar a la chica… ese paraguas apretujado en el brazo de Else… y así, cada plano tiene un sentido, va más allá de lo que puedan decir las palabras, y uno termina sintiendo que, solo un gran hacedor puede tener ese olfato y esa sensibilidad para dejar definido el arte en absoluta plenitud. La iluminación ejemplarmente cuidada con ciertos aires expresionistas; la estructura narrativa que deja ya sentado el clima sombrío y muy emocional del, luego, celebrado cine negro hollywoodense… y ese juego moral donde nos llevaremos algunas apreciables sorpresas, ponen en un punto muy alto a este filme al que su director, Joe May, ha querido titular con una sola palabra, <<ASFALTO>>.

En la calle se cuecen innumerables historias de amor; se acercan los que pareciera que nunca deberían juntarse; y suceden muchísimas cosas que definen la lucha diaria por el querer Ser y por la esperanza de sobrevivir. Unos en favor de los otros, otros en contra de todos… y algunos en favor de nadie, ni siquiera de ellos mismos.

El guion de Fred Majo, Hans Szèkely y Rolf Vanloo, brilla por la efectividad con la que, May, sus intérpretes, y su equipo técnico, han sabido plasmarlo y, aquella Berlín de 1928, reluce de nuevo con una de esas historias que se quedan en nuestra retina para siempre.
Luis Guillermo Cardona
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6
14 de febrero de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta podría ser la versión femenina de, “Zappa” (Bille August, 1983), porque ahora se trata de un par de chicas de clase alta que lo tienen “todo”… excepto unos padres-presentes y una sociedad en equilibrio. Su vida marcha entonces a la deriva y cada tanto se reúnen con chicos que se sienten como ellas y que no encuentran una manera distinta de hacer la vida llevadera que consumir droga, tomar licor y tener sexo. Se reúnen en lo que, la sociología, ha dado en llamar tribus urbanas y su soledad les empuja a buscar otras experiencias que de cualquier manera llenen sus vacíos.

Así, estas chicas blancas y hermosas, residentes en el Acantilado (nombre que podría ser alusivo al tenebroso abismo en el que podrían caer), comienzan a interesarse por dos tatuados hermanos de origen latino, habitantes de la calle 16 de Los Ángeles y expendedores de droga… como si otro acantilado las atrajera para castigar a los suyos por ser tan pródigos en lo material y tan austeros en lo afectivo.

La exitosa documentalista, Barbara Kopple (“Harlan County, U.S.A.”, “Wild man blues”…), tiene aquí su debut en el cine argumental, pero, hemos de decir que se mueve mucho mejor en aquel terreno. <<CAOS>> (traducción demasiado ampulosa para unos cuantos chicos haciendo travesuras), no pasa de ser una experiencia bien intencionada, pues, la señora Kopple, no consigue ver claramente las diferencias entre lo documental y lo argumental; y a diferencia de, Bille August, quien nos plantea con precisión el problema sirviéndose de efectivas y muy cuidadas situaciones, ella juega al documental dentro de lo argumental, nos lanza bastantes discursos, y para empeorar las cosas, la historia se estanca en unas pocas aventuras un tanto insustanciales, regularmente planeadas y mucho peor actuadas.

Anne Hathaway como Allison y Bijou Phillips en el rol de Emily, salvan el filme con sus estimulantes presencias, pero, la historia apenas les exige exhibir sus preciosos rostros y algo más de sus atractivas pieles. El resto del reparto poco o nada que aportar, pues, la historia carece de elementos dramáticos, y mucho menos divertidos, que permitan actuar con decisiva exigencia.

Contra todo, queda de presente que, es desde el hogar donde comienza la desadaptación de los muchachos, y la falta de comunicación y la profunda ausencia de manifestaciones afectivas, son algunas de las causales que, más comúnmente, inducen a los jóvenes a trasegar por caminos sin regreso.

Sí, los chicos de clase alta también hacen estragos, pero debe salir a la luz una verdad pesarosa: son los tantísimos progenitores públicamente exitosos, pero, comunes fracasados como padres de familia, quienes les sirven de motor. Porque hay un hecho incontrovertible: por más que lo des "todo", sino te das también a ti mismo, lo que has dado es de poco significado, pues, cien veces vale más el Ser que el poseer.

Título para Latinoamérica: <<PERTURBADAS>>
Luis Guillermo Cardona
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6
24 de enero de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fue, el 15 de marzo de 1908, que, en el Théâtre des Nouveautes de París, se estrenó la obra en tres actos, “Occupe-toi d’Amélie” que escribiera, Georges Feydeau (1862-1921), en plan de divertir haciendo mofa de las instituciones y de cierta clase privilegiada de la llamada Belle Époque. Inspirado en las obras de Henri Meilhac, Eugène Labiche y otros, Feydeau se dedicó a escribir farsas con las que alcanzó el éxito en francés y luego en muchas otras lenguas. Entre sus más de 60 obras, hubo numerosos aciertos, algunos de los cuales tuvieron más éxito en el exterior que en su propio país: “La Puce à l’Oreille”, “Le Système Ribadier”, “L’Hôtel du Libre”, “Le Dindon”… y pronto fue reconocido como uno de los grandes dramaturgos de Europa.

“Ocúpate de Amelia”, atrajo, pocos años después, el interés de los productores cinematográficos y se hicieron versiones en 1925, dirigida por Telemaco Ruggeri, y en 1932 a cargo de Marguerite Viel y Richard Weisbach, pero, fue en 1949 cuando, Claude Autant-Lara, haría la versión que alcanzó los mejores resultados.

En un estilo muy original y notoriamente decantado, Autant-Lara, entremezcla teatro y cine con una novedosa puesta en escena, y la hábil composición de los planos nos pasa de un set a otro con plena efectividad. El director, quiere dejar bien claro que está haciendo teatro rindiendo culto a la obra de Feydeau, pero, también pretende que se sepa que está haciendo cine con una personalidad que aspira a trascender.

Esto, más ciertos logros argumentales, sobre todo, desde el segundo acto en adelante cuando Marcel comienza a verse entrampado con la linda Amélie mediante la frase clave: “¡Ocúpate de Amélie..!” que le dice su amigo Étienne, son lo mejor de esta alocada comedia que, infortunadamente, baja su nivel con el tono altisonante y excesivo de casi todos sus personajes, el cual nos recuerda las alocadas comedias que luego hizo el cascarrabias, Louis de Fùnes.

El guion, escrito por los muy asiduos colaboradores del director francés, Jean Aurenche y Pierre Bost, conserva los habituales críticos apuntes sobre la altiva y oportunista sociedad que les tocó padecer y, una vez más, se juega a la sátira pretendiendo divertir más que cualquier otra cosa.

Danielle Darrieux, sobresale con su encantadora presencia, como la Amélie Pochet -por un gesto del papa convertida en Amélie d’Avranches- la cual hace parte de un juego que nadie sabe cómo resultará; y, Jean Desailly, es Marcel Courbois, el joven que huye de cualquier intento de tenerlo atrapado… pero ¡una herencia puede ser muy tentadora!

Con relación al original de Feydeau, se cambió la suerte de set donde la escena transcurre, pasándola al vaudeville en un tiempo más contemporáneo, y se modificaron algunos diálogos y unas cuantas situaciones para adecuarla al momento y darle el toque, Aurenche-Bost-Autant-Lara.

<<OCÚPATE DE AMELIA>>, es una irreverente comedia de enredos para pasar un rato entretenido.
Luis Guillermo Cardona
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8
30 de diciembre de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Según contaba en sus memorias (A General’s Life, 1983), el general Omar Bradley, en 1944, cada división del ejército estadounidense, requería 750 toneladas de suministros por día (alimentos, productos de aseo, municiones, gasolina…) y había, 28 divisiones, desplazándose por Francia y Bélgica en su firme propósito de acabar con las fuerzas nazis. Bombardeados por Los Aliados, en los meses previos al Día-D -para impedir que los alemanes movieran sus provisiones-, los ferrocarriles estaban prácticamente fuera de uso… y, el general George S. Patton, reclamaba a gritos que necesitaba, combustibles, plomo… y alimentos.

Alguien en el ejército se acordó, entonces, de la famosa táctica ferroviaria usada por los ingleses bajo el nombre, Red Ball Express (Expreso de la Bola Roja)… y no sé si, éstos, usaban una esfera roja ubicada en la parte delantera de su tren para identificar dicho expreso, pero los estadounidenses decidieron utilizar un círculo rojo (con una pentalfa en el centro), pintado en el capó de sus camiones, con lo que lo suyo sería, Red Circle Truck (Camión del Círculo Rojo), pero contra toda lógica idiomática, su operación se llamó también, Red Ball Express, con el significado de ¡Prioridad Absoluta!

Con esta salvedad, estamos ante una agradable película que se propone rendir homenaje a ese grupo de valientes -ignorados por muchos y menospreciados por otros tantos- que, durante algunos meses, se desplazó por largos trayectos enfrentándose a accidentes, fallas mecánicas, bombas… y ataques imprevistos en los que, algunos, perdieron la vida.

También podría decirse, ahora, que la película falta a la verdad porque, en el hecho histórico, el mayor porcentaje de conductores fueron afrodescendientes y, aquí, casi todos son blancos, pero, en la época en que fue rodada, el racismo era pregón de cada día allá y aquí, y si, Budd Boetticher, se hubiese ajustado a los hechos reales, el filme hubiese tenido una pobre acogida. Sin embargo, el director tuvo la valentía de incluir algunos apuntes antirracistas que favorecen, positivamente, el desenvolvimiento de la trama.

Una historia escrita por Marcel Klauber y Bill Grady Jr., sirvió al calificado, John Michael Hayes, para trasladarla a guion, y un buen conjunto de actores encabezado por: Jeff Chandler, Sidney Poitier, Charles Drake, Jacqueline Duval y Bubber Johnson, contribuye al buen resultado de <<HERMANOS ANTE EL PELÍGRO>>, una película en la que, la camaradería, el compromiso, la lealtad… y la autoridad merecida más que impuesta, tienen un sitial, en justicia, privilegiado.

Budd Boetticher, es un director más que interesante.
Luis Guillermo Cardona
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