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España España · Shangri-La
Críticas de Echanove
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Críticas 229
Críticas ordenadas por utilidad
7
2 de septiembre de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sería muy pretencioso decir eso tan traído y llevado de que este es un telefilm que te hace ser mejor persona tras su visionado, pero es indudable que puede aportarte mucho para que lo seas.

Y es que, además, la historia de esta chica bien (Jane Alexander) que empieza a tratar niños con problemas psiquiátricos está muy bien filmada y delineada por Don Taylor. Rompe con el estereotipo de que los telefilmes no puedan tener también su propia estética. Y es de destacar lo bien dirigidos que están todos los niños que casi siempre están en escena. Eso sí, es muy recomendable poder oírlos (y sentirlos) en versión original.

Casi nadie lo conoce o recuerda ya (me encontré con él por casualidad) no solo en España sino en USA. Pero algún impacto debió tener en su momento cuando incluso generó una secuela.
Echanove
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7
25 de agosto de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una comedia muy simpática, con muchísimos elementos slapstick", que supuso el debut del hoy olvidado Eddie Cantor en la gran pantalla y que en su momento tuvo muy buenas críticas.

Basada en una pieza que el propio Cantor había representado años antes en Broadway, hoy en día sigue resultando muy divertida incluso para los que no esté muy familiarizados con el cine mudo y su protagonista está en ella a la altura de Buster Keaton o Harold Lloyd.

Una pena que Cantor no hiciera mucho más en ese periodo anterior al sonoro -sólo una peli más, "Especial Delivery", que sorprendentemente no está en filmaffinity- pues como se muestra en esta cinta hubiera dado también muchísimo de sí.

La presencia como su 'partenaire' de la pizpireta y adorable Clara Bow, que aquí estaba en lo mejor de su carrera y en la cúspide de su fama, aporta también muchísimo a la peli. Solo se echa en falta que no haya más escenas con ella, aunque el resto del elenco está más que correcto y la dirección de Tuttle, que seguiría haciendo películas en el sonoro, tiene gran ritmo.

Llama también una vez más la atención la naturalidad con la que en esta epoca de los "silents", que tendría continuidad en los primeros años del sonoro, se abordaban temas como el divorcio o las relaciones de pareja, una frescura y espontaneidad no exenta de elegancia que en gran parte desaparecería cuando con la aprobación del Código Hays se restringió la libertad de los creadores.

Aunque, como sucede aquí, la "cazafortunas mala" de la peli (Natalie Kingston) que va detrás del 'playboy' amigo de Cantor que se quiere divorciar de ella (Lawrence Gray), sea el único personaje de la peli con nombre latino (Carmen Mendoza). Curioso.

Pero darle una interpretación a eso sería meterse en otro jardín.
Echanove
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6
24 de agosto de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los primeros musicales realizados después de que el cine aprendiese a hablar y del que aún no hay ninguna reseña aquí pese a ser el único que supervisó personalmente el conocido empresario de Broadway Florence Ziegfield. De hecho, se filmó en estudios de Nueva York y no en la costa oeste.

A diferencia de otros muchos musicales de aquella época, en los que la historia no tiene apenas importancia o no está bien desarrollada, pues es una mera excusa para unos números finales, como los coreografiados por Busby Berkeley, que destacan por su espectacularidad, el guión de este sí tiene cierta enjundia. Aunque queda claramente malogrado en el último tercio de la peli, en que se interrumpe abruptamente la trama para recrear una revista de Ziegfield.

La historia, aunque luego muchas veces repetida, va de las aspiraciones de una chica (Mary Eaton) a formar parte del mundo del espectáculo, una oportunidad que le llegará al conocer a un artista de vodevil (Dan Healy) con quien se marchará de gira tras conocer sus aptitudes, pero que comenzará a reclamarle sus favores como precio. Además, también deberá elegir en un momento dado entre su carrera y su noviete (Edward Crandall) y su amiga (Gloria Shea), con los que compartía buenos ratos y curro en el departamento de música de unos grandes almacenes en el que cantan y tocan el piano para atraer clientes.

En definitiva, unos mimbres bastante prometedores con los que podía haberse construido un drama o una comedia musical bastante majos. De hecho eso es lo que ocurre en los dos primeros tercios de la peli, con secuencias como la del paseo en canoa de los jóvenes enamorados sorprendentemente frescas; una tensión sexual muy de la 'era precode', a la que ayuda bastante la presencia de una madre tóxica (Sarah Edwards) y connivente con el acosador; unos números musicales resueltos siempre con gran elegancia; y detalles de puesta en escena, como varios travellings subjetivos, más que curiosos. Pero, sobre todo, un guión muy inteligente, en el que se agradece que exista una historia bien definida y con pocos personajes a seguir, a diferencia de otros musicales de aquel entonces ("La Calle 42", "Desfile de Candilejas") en que la abundancia de personajes y tramas en vez de crear una narración coral, como las de Robert Altman, solo genera un batiburrillo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Echanove
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6
20 de agosto de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Decepcionante musical que pese al acontecimiento que supuso en su día y el prestigio que conserva está bastante sobrevalorado, además de rezumar valores bastante retrógrados.

Y es que así como en otros muchos musicales hollywodienses del período clásico, los personajes femeninos suelen tener una gran personalidad, y en más de una ocasión (aunque no siempre) dan testimonio de procesos como la incorporación de la mujer al mundo del trabajo o su empoderamiento para ser capaces de tomar decisiones por sí mismas -”Las chicas de Harvey” (Geroge Sidney, 1946), que la tengo muy reciente, sería un buen ejemplo de lo que digo, pero también lmuchos de los años 30 de la RKO y la Warner, o buena parte de los que luego produjo la MGM- aquí se limitan a ser auténticos floreros. Aunque, todo hay que decirlo, sus jovenes contrapartes masculinas no exhiben mucha más inteligencia.

De hecho, el único personaje con cierta personalidad y sabiduría que presenta la peli es el de tía tía Eller (Margaret Greenwod), con más juicio incluso que los adultos del sexo masculino que por allí pululan (James Whitmore, Jay C. Flippen). Y es que es ella la que como la persona más respetada de la comunidad, maneja el cotarro y trata de orientar y dirigir a las jovenes, aunque siempre bajo unas premisas muy conservadoras e incluso advirtiéndolas de que deben resignarse al hecho de que, aunque les den alegrías, sus maridos van a hacerlas sufrir más de una vez

Pero es que, además, la peli apenas profundiza en el conflicto social y personal entre el empleado del rancho (Rod Steiger) enamorado de la protagonista (Shirley Jones) y el resto de la comunidad, un conflicto que podía haber dado mucho más juego y cuya resolución es, además, profundamente reaccionaria.

O sea que no solo es que la sociedad haya tratado mal a Jud, el personaje interpretado por Rod Steiger, o que la protagonista lo desprecie y utilice de un modo bastante cruel. Es que la película, supongo que porque es algo que ya estaba en la historia de Rodgers y Hammerstein, lo trata muy mal también (ver spoiler). Incluso exhibiendo en más de una ocasión cinismo.

Dicho todo esto y haciendo abstracción de ello, Oklahoma no deja de ser una cinta muy disfrutable para los aficionados al musical, aunque en mi opinión tiene un metraje algo excesivo. Y si bien hay un numerito de chicas-florero tan cursi como estomagante, en general todos tienen bastante calidad. De entre ellos, hay que destacar el de la secuencia inicial (“Oh, what a beautiful morning”) y el de la del final que da título a la peli, además del bastante simpático de la estación a cargo de Gene Nelson y Charlotte Greenwood (“Kansas City”) y los protagonizados por una Gloria Graham que está bastante graciosa a lo largo de toda la peli en su papel de ingenua casquivana. Por no hablar del ballet central (“Laurey’s dream ballet”), que en su línea un poco más de arte y ensayo recuerda bastante a las secuencias más imaginativas de Gene Kelly y Stanley Donnen para MGM.

Por otra parte, es verdad que en el plano técnico, algunos “travellings imposibles” de carácter subjetivo, como los del carro desbocado, y el carácter envolvente de la fotografía y la puesta en escena de Zinneman -seguramente para aprovechar el nuevo sistema Todd.A-O- debieron ser en su momento muy innovadores. Y sí, es cierto que a ese nivel a ratos parece que nos encontramos ante una peli muy moderna para su época y que, desde luego, rompe totalmente con la estética tradicional del western.

Lo que pasa es que, al menos a mí personalmente, no me parece que esa especie de hiperrealismo kitsch beneficie demasiado a la película. Quizá porque en el fondo soy muy clásico. O porque por muy innovadoras que sean sus formas, no modifican en nada el carácter profundamente reaccionario, cínico y bobalicón de lo que se nos cuenta.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Echanove
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6
16 de agosto de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es este un western menor que pese a sus pretensiones se queda a mitad de camino. porque aunque la historia principal que le sirve de excusa se haya contado ya mil veces, había elementos para que la película diera mucho más de sí que no son bien aprovechados.

Y es que tenemos un reverendo (Chill Wills) que no duda en tomar las armas para defenderse si es necesario allá donde la fuerza de la ley no llega; un pistolero (Stewart Granger) que al volver a las tierras que había adquirido jugando al póker se encuentra con que su mujer ha muerto; su resentido hijo (Steve Rowland); la joven empleada de una tienda (Ronda Fleming) a la que contratan para que cuide la casa; y hasta al tullido y amargado dueño de la tienda que persigue a esta última (Jaques Aubuchon).

Un conjunto de personajes que podían haber dado mucho más juego si, como pasa con los ingredientes de las buenas salsas, hubiesen estado mejor ligados.

Además están los malotes (James Gregory, Arch Johnson), empeñados en hacer pasar sus cabezas de ganado por las tierras del pueblo. Y el guión apenas profundiza en ellos, porque no hace falta. Porque forman parte del pasado que Granger quiere dejar atrás, y de lo que va la peli no es de ese pasado. De lo que va la peli es de si, tras su retorno, el "padre pródigo" Granger va a poder iniciar una nueva vida junto a su abandonado hijo, de su encaje (o no) entre los lugareños, de si va a dejar de portar armas cuando vaya al pueblo de compras o si va a seguir con ellas a la cintura, porque sin el revólver y la cartuchera se siente "desnudo". Y de la rivalidad del hijo con el padre, incluidos los favores de Ronda Fleming. Y de cómo hacer frente a los malotes, si por medio de la ley o por medio del revólver.

Pero lo que ocurre es que en todos estos temas que he mencionado la cinta no termina de profundizar, por lo que no llegan a coger fuerza, aunque se apunten y se esbocen. Aunque queden planteados. Y aunque al respecto haya alguna secuencia interesante y que incluso sorprende, como el beso robado por el hijo de Granger a Ronda Fleming y el posterior enfrentamiento de ambos. Y es que uno también hubiese deseado un mayor desarrollo del personaje de Ronda, de la que se intuye un pasado turbio.

En esta misma línea agregaré que el personaje que interpreta Chill Wills hubiese dado mucho más juego si, por ejemplo, en la visita que cursa a Granger para advertirle de que hay que hacer frente a los malotes, hubiese tenido lugar un debate algo más extenso sobre el tema de los fines y los medios. Algo que no ocurre al resolverse la secuencia con una cancioncilla que empieza a entonar el reverendo lanzando la peli el mensaje de que la música hace mejores a las personas y "amansa a las fieras" (!!).

Y es que, aunque se esbozen y asomen mostrando su potencial, ninguno de estos temas llega nunca a prender en la peli del todo de manera que te absorba, como por el contrario ocurre en los grandes filmes clásicos. Aunque el 'macguffin' de acción por el que finalmente discurre no esté mal resuelto y la cinta se deje ver.

Supongo que a ese querer y no poder contribuye también no poco la dirección y el apartado técnico, ya que la cinta no destaca en ningún momento ni por la fotografía ni por la puesta en escena, aunque tenga un ritmo pasable. Y es inevitable preguntarse cómo hubiese sido la película en manos de alguien como John Ford o Anthony Mann.

Por último, es evidente que Stewart Granger, que nunca destacó por sus habilidades interpretativas, aporta con su rostro inalterado e impasible muy poco al personaje, mientras que Ronda Fleming parece bastante desaprovechada.

Algo que, sin embargo, no ocurre con el trabajo de Steven Rowland (el polifacético hijo del director que posteriormente triunfaría en el mundo de la música, como cantante y productor musical), que pese a encarnar un personaje con bastantes menos años que su edad real, resulta muy creíble e incluso eclipsa con su interpretación a Granger.
Echanove
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