Película muy recomendable, pero muy mucho, para los que padezcan insomnio crónico. Si lo has probado todo sin éxito, si te mueres por diez minutos de duermevela, no lo dudes, este es el remedio. Pero (preguntarán algunos) ¿de que va la película?, da igual, creo recordar que empezaba con unas poesías que pretendían ser muy trascendentes y que se quedan en paridas pseudometafísicas (ahí arranca el primer bostezo sin buscarlo), luego unos tipos trajeados que resulta que son angeles inmortales se dedican a mirarse y sonreirse sin palabras,y entonces caes en la cuenta (caes en la cuenta de que ya estás durmiendo y no te has enterado de nada). Me contaron que sale una trapecista pero como si nada, tu no despertarás hasta los títulos de crédito.

Eso me pregunto cuando veo la puntuación de esa joya del cine reciente español, un peliculón donde se mezclan muchas vivencias, emociones y paisajes, todas ellas con lecturas muy útiles, y que sin embargo, a la gente le deja frio.
Nos quejamos del cine español por inercia, y parece que hasta nos da verguenza admitir que nos ha gustado una reciente, y muchos solo entran en las salas si no hay más remedio porque están todas las salas llenas y es eso o irse a jugar al pimball.
Venga ya, fuera complejos, démosle una oportunidad al cine propio, puede que te encuentres algún chasco (yo con el cine americano contabilizo cuatro chascos por un acierto de media), pero cuando des con una joya, no solo pasarás un buen rato, te sentirás orgulloso de ver que tus paisanos saben hacer algo más que garrotes y boinas. O no, que en esto de las envidias somos un pais líder mundial.
¿La película?, ¿de verdad quereis saberlo?, en este caso no hace falta dar datos, debeis vivirla, sentirla y digerirla paso a paso, y después vais al calendario y marcais debajo de la fecha de ese día el nombre de San Camus (tachando al otro impostor de turno claro).

Precisamente esa falta de presunción, ese gustarse a si misma y esa radiografia social en la que muchos pueden retratarse son sus mayores virtudes. Nada pedante, y con un ritmo pausado ejemplar, hace que ver Vitus se convierta en una gozada que seguramente no paladearán todos, pero que sin duda no deja indiferente. Genial.

Tras verla me acordé inmediatamente de esa maravilla que es Caballos salvajes. porque ambas comparten esa rebeldía necesaria para enfrentarse al obtuso y corrupto estado, con la justicia ( que no ley) en la mano. La trama además aporta un final genial, lejos del de Thelma y Louise Hollywodiense y más cerca del sentido común, uno solo frente al mundo nada tiene que hacer, pero su ejemplo tiene que trascender, la gente debe estar por encima de las mentiras de los medios de comunicación y los gobiernos para saber ver la honestidad de los actos nobles y altruistas. Que gran lección de cine, demostrándonos que la gravedad del mensaje no está reñida con un agudo sentido del humor (algo que olvidan muchos encumbrados directores), ese es otro gran acierto del guión, enseñar a reir a la gente aunque todo venga de craneo. Que los prepotentes políticos o empresarios que especulan con nuestro patrimonio (sea una locomotora antigua, un claustro románico....) sepan que siempre tendrán a unos pocos locos que no podrán comprar y que de vez en cuando se saldrán con la suya.

Cuando vi por primera vez esta película tenía 14 años y me dejó frio (lo cual visto en perspectiva no me deja muy bien la verdad), ahora, con casi cuarenta, tenía ciertas reticencias a visionarla de nuevo, pero finalmente lo hice y he pasado uno de los mejores ratos frente al televisor de los últimos meses. Sin ser tan antológica como La Vida de Brian, tiene momentos y diálogos memorables manteniendo la esencia de la historia arturiana original (ese Grial esquivo "absolutamente pagano" imposible de localizar que vuelve locos a sus perseguidores).
Cuesta creer que los Monty Phyton se cansaran de rodar estas películas, de haber seguido juntos ahora tendríamos decenas de obras clásicas del humor, incluso la irregular "El sentido de la vida" tiene momentos antológicos. Y la historia nos demuestra que excepto en "Un pez llamado Wanda", como actores el grupo no ha destacado en nada.
Por suerte nos quedan Brian y Arturo para recordarnos el buen sabor de la comedia del absurdo. Campo en que los ingleses son los maestros, esa capacidad de reirse de si mismos debería ser más universal (alguién se imagina a un pais árabe haciendo lo propio). Y creo que ese el primer paso para resolver muchos problemas de la sociedad.