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Críticas de Seldon
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Críticas 245
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
Your Name.
Japón2016
7,8
27.631
Animación
7
26 de febrero de 2017
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante muchísimos años, el cine de animación estaba copado por la todopoderosa Disney, al menos en occidente, donde la animación japonesa (el anime) estaba más identificada con las series de TV. Pero llegó entonces a finales de los 90 llego el Estudio Ghibli, y sus películas, sobre todo las de Miyazaki lograron, a principios de los años 2000, destacar también en occidente y no sólo en Japón.

Por supuesto no sólo de Miyazaki vivía el aficionado al anime, y hubo otros muchos directores que comenzaron también a ser conocidos en occidente (Mamoru Oshii, Satoshi Kon, Katsuhiro Outomo, Mamoru Hosoda,...) pero realmente, entre el público más general (y no el específicamente consumidor de anime) raramente ninguno de hacía sombra a Hayao Miyazaki.

Ahora esto parece estar cambiando. El año pasado, Makoto Shinkai estrenó en japón “Kimi no na wa”, que al español se traduciría literalmente por “Tu nombre” (de hecho así es como la han traducido en inglés: Your Name), o más adecuadamente por ¿Tu nombre? O por ¿Cómo te llamas? Y esta película ha batido todos los records desde entonces.

Ya es la película de anime (en 2D) más taquillera de la historia en el mundo, superando a El viaje de Chihiro, (y eso que todavía no se ha estrenado en muchos países de occidente), y ha arrasado en la mayoría de los países de Asia (en Corea llegaron a venderse más de un millón de entradas en la primera hora).

La verdad es que, aunque yo ya había visto una media docena de películas de Shinkai, tengo que confesar que no es mi director de anime favorito. Incluso sin entrar a compararlo con la gente de Ghibli como Hayao Takahata o con el propio Miyazaki, prefiero a gente como Satoshi Kon (os recomiendo por ejemplo Páprika, detective de sueños, de la que Nolan debe haber tomado alguna idea para Origen). Pero eso sí, tengo que reconocer que Tu nombre es la mejor película de Shinkai, al menos hasta la fecha.

Aclaremos una cosa (más que nada para el público que no consume anime habitualmente, el resto que me perdone la obviedad): anime significa simplemente animación (de hecho ni siquiera es una palabra 100% japonesa, es la contracción del inglés animation, que es como los japoneses llaman al cine de dibujos animados. Así que animes hay de muchos tipos y temas, y dirigidos a muchos públicos diferentes, tanto infantil, como jóvenes o adultos, tanto masculino como femenino. Quiero decir que no todo el anime es hentai (los dibujos “eróticos” o sexuales) ni va sobre robots gigantes a lo Mazinger Z, ni es ciencia ficción ditópica tipo Akira o Ghost in the Shell, ni son películas mágico-fantasiosas como la mayoría de las de Miyazaki,... No, no es así (aunque claro, todo eso también es anime).

Precisamente Tu nombre es uno de esos animes que no encajan en los clichés típicos con los que el gran público occidental tiene asociado al anime. Aunque es una película fantástica, aquí no hay dragones, ni totoros,... aunque es una película romántica, esto no es Candy Candy,...

La historia es la de dos adolescentes, dos chicos de instituto, que viven separados y que ni siquiera se conocen.

Por un lado tenemos a Taki, un chico de ciudad, que vive en Tokio, tiene su grupo de amigos (tan urbanitas como él), asiste al instituto y tiene un trabajo a tiempo parcial en un restaurante italiano para costarse sus gastos.

Y por otro lado tenemos a Mitsuha, una chicha que asiste al instituto en el pequeño pueblo de Itomori, donde vive con su hermana pequeña, su abuela y su padre. Pese a vivir en una zona rural (o quizás precisamente por eso), Mitsuha ansía vivir en una gran ciudad como Tokio y le aburren las tradiciones culturales y religiosas a las que su familia (en especial su abuela) están tan apegados.

<sigo en la zona de spoiler, aunque realmente no te destripo la película si lo lees>

En cualquier caso, puede que no se mejor película que El viaje de Chihiro, aunque le haya quitado el puesto de más taquillera, sin embargo si que está muy entretenida, y os recomiendo que le echéis un vistazo.

Más en: http://el-pobre-cito-hablador.blogspot.com.es/2017/02/tu-nombre-el-anime-que-esta-batiendo.html
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Seldon
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7
15 de febrero de 2017
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay una canción pop muy antigua que se titula Gypsies, Tramps and Thieves, algo así como gitanos, vagabundos y ladrones. Bueno, pues de algo parecido (si obviamos la parte de los vagabundso) va Peaky Blinders.


Peaky Blinders es una de esas series “pequeñitas” pero de calidad a la que nos tienen acostumbrados los británicos. Digo pequeñitas porque tiene un formato muy asequible: temporadas cortas, de sólo seis episodios, lo que te permite “engullirlas” dedicándoles tan solo seis horas.


En realidad es una serie de gangsters, no gangsters americanos tipo Al Capone, claro, sino gangsters británicos. Y no ambientada en los años 30, sino un poco antes, a principios de siglo, justo cuando acaba de terminar la Gran Guerra. En este sentido sería contemporánea de Broadwalk Empire, salvo que se desarrolla en la industrial, sucia, mugrienta y pobre Birmingham en lugar de la decadente y vacacional Atlantic City.


Pero pocos más puntos en común tienen ambas. Primero porque en aquella época, en Estados Unidos tuvieron que lidiar con la ley seca, mientras que en Gran Bretaña los pubs servían sin problemas pintas de cerveza para emborrachar a los obreros de las factorías. Y segundo por el tipo de personajes (y sus ambiciones). Mientras que en Broadwalk Empire se contaba la historia de un trepa con ambiciones políticas cuando ya estaba establecido y había abandonado sus orígenes humildes, aquí lo que se cuenta es la historia de una familia de gitanos que regenta un garito de apuestas en las carreras de caballos (que por supuesto se dedican a amañar).


La historia empieza poco después de que ha acabado la primera guerra mundial y las tropas británicas han regresado de las trincheras francesas, muchos de ellos bastante tocados, y no sólo físicamente. Entre los que regresan están los hermanos Shelby, un clan de gitanos que han abandonado las carretas y el vagabundear de un lado a otro y se dedican a las apuestas, a los caballos. Pero que encabezan una banda mafiosa llamada los Peaky Blinders.


Al parecer esta banda existió de verdad, y su peculiar nombre se debe a que solían usar unas gorras planas de tela, de esa en las que la visera esta unida a la parte superior formando una especie de pico semirrigido en la parte delantera. Solo que los blinders cosían, ocultas en la gorra, cuchillas de afeitar, de forma que se podían convertir en un arma en caso de necesidad con las que cortar la cara de cualquiera que les hiciera frente, o de “cegarlo” en caso de que el corte se dirigiera a los ojos.


<la trama en la zona de spoilers, por si acaso, aunque realmente no se cuenta nada inconveniente sin no has visto la serie>
Visualmente la serie está muy lograda: la mugre, la lluvia y la humedad de las calles de Birmingham se mezclan con el humo, el fuego y el ambiente casi de “infierno” de las fábricas y las acerías (sobre todo la BSA, la fábrica de armas). Y musicalmente también está muy lograda, pero no por el “realismo” de la ambientación, sino precisamente por el motivo contrario: en lugar de utilizar música de la época o que al menos tenga el aroma de la música de principios de los años 20 o finales de los 10, abiertamente la banda sonora apuesta por música moderna. Ya desde la sintonía, el Red Righ Hand de Nick Cave & The Bad Seeds pero no sólo la sintonía, sino toda la música, que incluye a gente como los White Stripes, PJ Harvey, o incluso una de las canciones del último disco de David Bowie. Para mi gusto todo un acierto, desde luego.


Además no se trata de una serie episódica, sino que cada temporada cuenta una historia más o menos cerrada, lo cual también es de agradecer, aunque tengo que reconocer que cada temporada va ganando a medida que transcurren los episodios: suele ir de menos a más.


De momento la serie tiene 3 temporadas, y probablemente (por cómo se cierra la tercera) habrá una cuarta e incluso una quinta. Lo que ocurre es que el tono de las temporadas cambia, porque la segunda temporada se desarrolla un par de años después que la primera, cuando Thomas Shelby ha prosperado, ha enriquecido a la familia y ya empieza a ganar no sólo dinero sino cierto aire de “repetabilidad”. Y lo mismo pasa con la tercera, que vuelve a situarse un par de años después de la segunda (ya en 1924 creo recordar). Una pena porque el hecho de que no esté el personaje de Sam Neill en esta temporada le resta bastante (eso y el “villano” oficial que los sustituye, el sacerdote, el padre John Hughes, que no está a la misma altura.

Para mi gusto las temporadas van bajando poco a poco de calidad, y convierten lo que empezó siendo una serie notable en simplemente una buena serie, lo cual tampoco es nada desdeñable.

Más en:http://el-pobre-cito-hablador.blogspot.com/2017/02/peaky-blinders-gypsies-tramps-and.html
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Seldon
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5
8 de febrero de 2017
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
A finales de los años 90, el escritor y periodista David Simon, y el expolicía, aunque luego convertido en guionista) Ed Burns, publicaron un libro dedicado a relatar las pequeñas historias de la vida de un grupo de personajes, durante un año, que sobrevivían en una zona de Baltimore Oeste (un barrio negro y pobre) trapicheando con drogas.

El libro, que se publicó en el 97, tuvo cierto éxito, y en el año 2000 la HBO decidió llevarlo a la pantalla en forma de miniserie de seis capítulos de una hora de duración. El resultado fue The Corner.

Probablemente yo no me habría ni enterado de la existencia de esta serie, de no ser porque la pareja Simon-Burns continuaron trabajando juntos, y escribieron otro libro similar, pero esta vez desde el punto de vista de la policía, siguiendo las andanzas de un grupo de detectives por las calles de Baltimore durante un año. Este libro también tuvo éxito, más que el anterior incluso, y teniendo en cuenta la experiencia televisiva previa, la HBO decidió llevarlo a la pantalla también. El resultado, a partir de 2002, fue The Wire, pero esa es otra historia.

El caso es que gracias a The Wire me enteré de la existencia de esta serie previa, una especie de ensayo general de la otra, o de borrador previo. Y por eso me decidí a verla.

Vayamos por partes: hay muchas cosas de The Wire que ya estaban en The Corner, los pequeños traficantes que venden drogas en las esquinas, los yonkis que se las compran, la pobreza del barrio, las calles de Baltimore... incluso algunos actores que luego aparecerían en The Wire ya interpretaban papeles en The Corner (actores, personajes no; no hay personajes comunes en ambas series). Pero The Corner no es The Wire. Ni mucho menos. Ni siquiera se podría calificar de precuela, porque no comparte más que tema y escenario, pero no personajes ni tramas.

Para empezar porque The Corner se centra en las historias de los pequeños camellos y de los yonkis, en las historias de los negros de las esquinas. De hecho sigue la vida de media docena de personajes, de la misma familia, durante un año, centrándose cada episodio más o menos en uno de ellos. De hecho los diferentes episodios tienen títulos como “El Blues de Gary”, “El Blues de Fran”, “El Blues de DeAndré”,...

Pero en The Corner no aparece la policía. Bueno, sí, aparece de vez en cuando, como parte del paisaje, como un estorbo puntual para yonkis y camellos. Sin embargo no hay personajes dentro de la policía, ni la trama sigue sus investigaciones como pasaba en The Wire, que se centraba en “los dos lados”.

Por otro lado, mientras que The Wire era ficción, basada lejanamente en hechos y experiencias reales, sí, pero ficción, The Corner está realmente basada en las vivencias de personas reales. Y además, aunque está interpretada por actores, está rodada con un estilo que recuerda a un documental: cada episodio empieza con el propio director haciendo una pequeña entrevista a algún personaje, y la serie misma empieza con un monólogo del director en pantalla relatando lo que pretende contar durante la serie.

Incluso al final del último episodio, el director entrevista a las personas reales a partir de las cuales se crearon sus personajes, lo cual resulta curioso, la verdad.

Los personajes están bien elegidos. Tenemos desde el yonki completamente hecho polvo que está ya demasiado metido en el mundo de la droga, hasta los jovencitos que aunque todavía no consumen, en lugar de estar en el instituto, están en las esquinas vendiendo (una manera fácil de ganar respeto y dinero, sobre todo teniendo en cuenta que los yonkis se dedican a vender chatarra para poder pagarse su dosis diaria, o que sus propios padres malviven con el cheque de los servicios sociales, el que lo tenga, claro.

Y entre ellos todo un espectro de personajes: la madre de familia que consume pero intenta dejarlo y se mete en un centro de desintoxicación, la profesora voluntaria que organiza actividades, como un equipo de basket para los chicos del barrio, etc.

Pero el principal problema de The Corner es que esta lejos, muy muy lejos de The Wire. Aunque tiene un estilo similar, tan lenta y pausada como aquella, dista mucho de tener la misma calidad, llegando a resultar tediosa en algunos momentos. Y hablo desde el punto de vista de alguien a quien le maravilló The Wire, así que si este no fue tu caso, mejor ni te acerques a The Corner.

En resumen, una serie que he visto solo por la curiosidad de comprobar cómo fue el precedente o el “ensayo general” de lo que después sería The Wire, pero que merece la pena por poco más, y desde luego no aguanta las comparaciones.


Más en:http://el-pobre-cito-hablador.blogspot.com/2017/02/the-corner-el-ensayo-de-wire.html
Seldon
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8
22 de enero de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La verdad es que reconozco no me gustan demasiado los musicales. Bueno, más bien, con algunas excepciones (se me viene a la cabeza por ejemplo Cantando bajo la llúvia) no me gustan nada.

Tampoco creo que sea extraño, si tenemos en cuenta cómo se han visto en España durante décadas las películas musicales: si son “tipo Disney”, dobladas (con dos cojones, incluso las canciones) y si pensamos en los grandes clásicos del musical, a palo seco, sin subtitular las canciones. A ver digo yo que cuando una historia se cuenta aprovechando las letras de las canciones que están sonando durante la mitad de la película, si no te enteras de lo que dicen las canciones pues hombre, algo pierdes, y por muy buena que sea la peli pues,...

Pero aparte de eso es que a mi –particularmente- me saca completamente de situación que estén hablando y de repente se pongan a catar como si tal cosa... Y si sólo fuera cantar... pero es que se ponen a bailar y a hacer coreografías...

Así que salvo algunas excepciones como ya he dicho, no me suelen gustar películas como La La Land, y cuando una película es musical ya de entrada, conmigo al menos, tiene un handicap y arranca con cierta desventaja.

También tengo que aclarar que el que la música de la película me guste ayude bastante. Por ejemplo puede que no te gusten los musicales, pero si te gusta el rock quizás lo tienes más fácil para que te guste Jesucristo Superstar, y si te gusta Pink Floyd pues ya es que es casi una obligación ver The Wall, de Alan Parker. Pero La La Land no es de estas... Es un musical clásico, en todos los sentidos de la palabra que os podáis imaginar:
Es una homenaje al musical clásico y al cine clásico, rodada al más pulo estilo cinemascope –y presumiendo de ello- y technicolor subido.

Y además dejándolo claro desde el principio, con ese numero musical –que a mi por lo menos me pareció muy original- del atasco de coches en la autopista.

Es como una película del Hollywood clásico, de esas que ya no se hacen... En cierto sentido me recuerda un poco a The Artist; no por el tema, sino porque es una película moderna, rodada con medios modernos, pero con estética e imaginería “clásicas” y homenajeando precisamente a ese cine. La película se toma en serio a si misma... digamos que “se lo cree” y por eso no teme resultar naif ni ingenua, aunque si lo piensas bien, no deja de serlo.

De hecho, la historia en si es bastante común (la hemos visto muchísimas veces antes) y bastante simple: una chica de pueblo, (Mía, Emma Stone) llegada a Los Angeles donde aspira a convertirse en actriz, como tantas otras, y mientras asiste a casting tras casting donde la rechazan, o pero, ni se toman la molestia de mirarla con detalle, comparte piso con otras aspirantes a actrices, y trabaja en una cafetería como camarera para pagar las facturas.

Y por otro lado el chico (Sebastian, Ryan Goslin), que es músico, un apasionado del jazz (tiene un taburete donde una vez puso su egregio culo una leyenda del jazz y no deja sentarse en él a nadie) y cuyo sueño es montar su propio club de jazz, pero en plan purista, tocando a los clásicos, nada de fusión ni chorradas por el estilo para que agraden al público. Y mientras tanto malvive tocando en tugurios de mala muerte, o simplemente se queda en paro cuando por no estar dispuesto a tocar “el repertorio” al que le obligan en lugar del “puro jazz” que le apasiona.

Y bueno, los dos se conocen, se encuentran unas cuantas veces, al principio se detestan, pero luego se enamoran, en fin... chico conoce chica, chico se enamora de chica... lo de siempre. Y así, la típica historia de amor, durante más o menos dos terceras partes o más de la película, solo que con música, cantando y con números de baile.

¿La diferencia? Pues que La La Land está condenadamente bien hecha. Tiene un encanto especial, creo que es innegable. Eso, y la última parte de la historia, donde se aleja un poco del esquema clásico y del happy end made in Hollywood, e introduce lo que para mi es una de las disgresiones más originales que he visto últimamente, con esa especie de “ensoñación” o de flash paralelo, ese “lo que podría haber sido y no fue”.

De hecho, creo que está tan bien hecha que incluso a mi, que no me suelen gustar para nada los musicales, me gustó mucho. Es decir, logró vencer el rechazo inicial. Se ve que a Damián Chazelle (de hecho ya me pareció una buena película su anterior Whiplash del año pasado) le gusta el cine musical, pero sobre todo que le gusta el jazz (en realidad algo se apuntaba en aquella ya hace un par de años). Es una pena que el papelito de J.K. Simmons (que en Whiplash era lo mejor de la película) aquí sea tan corto, sólo un pequeño cameo.

Probablemente no sea una obra maestra y quizás no pase a la historia del cine con mayúsculas, pero desde luego este año va a ser –está siendo de hecho- la película del año. Hace ya algunos añitos que el cine norteamericano no premia a una película musical con el Oscar (creo recordar que desde Chicago) así que no me extrañaría que este año fuera el del triunfo absoluto de La La Land (tampoco hay que ser ningún lumbreras para verlo venir) a no ser claro, que Hollywood y la Academia decidan hacerle un corte de mangas a Donald Trump y premiar como protesta alguna película más reivindicativa y comprometida. Veremos.

Más en: http://el-pobre-cito-hablador.blogspot.com/2017/01/la-la-land-marchando-una-de-oscars.html
Seldon
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7
9 de enero de 2017
23 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si lo que te gustan son las series sobre el sistema judicial americano, sobre los juicios, los abogados, los pactos con la fiscalía,... esta puede ser tu serie. Porque es una serie más sobre juicios. Y la verdad es que hay muchas, incluso entre las recientes, por ejemplo American Crime Story (la de O.J. Simpson). Si que es cierto que no es sobre abogados glamourosos, ni sobre bufetes millonarios, pero en eso tampoco es original: hay series de este estilo, como American Crime.

Si lo que te mola es una serie que se refocile en la imperfección del sistema judicial y policial, donde se deje claro que importa más dar con un culpable rápidamente o llegar a un acuerdo antes que ir a juicio, esta también puede ser tu serie, porque es una serie más que va sobre eso. Claro que también hay series recientes que cuentan eso, como American Crime.

Si lo que te va es una película de denuncia social, que desenmascare el racismo de la sociedad (con los negros, los hispanos, los musulmanes,... eso da lo mismo) a la hora de buscar culpables, esta también puede ser tu serie, porque es una serie más que va sobre eso. Claro que también hay series recientes que cuentan eso, como American Crime.

Bueno, pero ahora en serio, no todo va a ser American Crime. De hecho esta serie no es tan aburrida como aquella. Si lo que te va es un drama carcelario, que muestre lo chungo que es estar en prisión, sobre todo si eres un pipiolo novato e inocente, los guardias que miran para otro lado, los chachullos para meter droga en la prisión, los capos que mandan dentro y ofrecen protección. Las cosas que tienes que hacer para sobrevivir allí,... entonces esta también podría ser tu serie, porque gran parte de la serie va sobre eso precisamente.

En cambio si lo que te mola es un thriller policiaco, una serie negra, sobre la investigación policial de un crimen, la búsqueda del culpable y demás... entonces esta podría ser tu serie, porque es una serie más sobre eso. Al menos en parte, porque aquí es una parte bastante secundaria (a ver, esto no es Bron|Broen ni True Detective, no nos engañemos).

En fin, lo que quiero decir es que The Night Of tira un poco de todos los palos, y mezcla varias cosas en una misma historia. ¿Dónde está la originalidad? Pues quizás en mezclarlas, precisamente. ¿dónde está lo atrayente de la propuesta? Pues en el tono de cine negro, pesimista, tristón, .... y sobre todo en el personaje de John Turturro.

<< el resto en el spoiler, aunque relamente no desvela gran cosa de la trama >>

¿Dónde está para mi gusto el principal problema de la serie? Bueno para la mayoría de la gente no habrá ninguno, pues parece que esta serie está “bendecida” por crítica y público, pero para mi si lo tiene y es la duración... Si, la duración. El hecho de que sea una miniserie y sólo tenga 8 episodios no significa que se necesiten 8 horas completas para contar esta historia. De hecho creo que puede caer en la monotonía. Para que os hagáis una idea: es parsimoniosa hasta el extremo de retratar con pelos y señales todo el proceso de traslado entre la comisaría, la prisión de la isla de Rykers, los juzgados... el autobús cruzando por el puente, las entradas, las salidas, las verjas que se abren,... hasta el tedio.

En realidad, si lo piensas un poco, de los ocho episodios que tiene la serie, le sobran los seis del medio. En serio, sin exagerar... probad a ver sólo el primer y el último episodio y veréis como la serie funciona perfectamente. El resto, salvo quizás las escenas de Turturro, realmente aportan poco... haced la prueba.

Más en: http://el-pobre-cito-hablador.blogspot.com/2017/01/the-nigh-of-falso-culpable.html
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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