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Polonia Polonia · Terrassa
Críticas de Taylor
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Críticas 702
Críticas ordenadas por utilidad
7
18 de octubre de 2008
193 de 248 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pertenecer al Opus Dei implica, entre otras muchas cosas, renunciar a ser completamente libre para seguir a rajatabla las indicaciones de un camino predeterminado con premeditación y alevosía. Un camino a recorrer con piloto automático: el de Monseñor Escrivá de Balaguer.

Ese camino es el que reproduce con irreprochable objetividad y sin excesiva acritud Javier Fesser. Un camino anacrónico, retrógrado y fundamentalista, pero real al fin y al cabo. Multitud de personas vinculadas al entramado de la Obra en algún momento de sus vidas podrían corroborar taxativamente mi aserto. Personas que reniegan y abominan de ese traumático pasado. Entre ellas, mi esposa.

No considero, pues, que Fesser se haya cebado desproporcionadamente con el Opus ni que en ningún momento su peli manifieste indicios panfletarios o apologéticos. Insisto en reiterar que su imparcialidad me parece encomiable y que lo que el espectador contempla no es más que un modélico extracto de los principios y el ‘modus vivendi’ de cualquier familia inscrita en dicha secta. Ni más, ni menos. Y si alquien se pica será porque ajos come. Digo yo.

Respecto a aspectos puramente cinematográficos destacaría la exquisita sensibilidad con la que se nos esboza esa historia de amor adolescente, las brillantes interpretaciones del trío protagonista (especialmente esa encantadora niña, Nerea Camacho) y el espléndido planteamiento visual de su joven director. También me ha sorprendido gratamente la presencia de ciertos elementos absolutamente extemporáneos (indumentaria, cámara de Super8, papel moneda en pesetas...) que no hacen más que subrayar con sutileza y acierto el carácter decrépito y caduco de la mentalidad opusiana. Lamentablemente, el dramón hospitalario incluye algunos momentos ñoños que me impiden otorgarle un notable alto. Aún así, recomiendo “Camino” a todo aquel que quiera conocer algo más de cerca las poderosísimas garras del Opus y sus mecanismos de persuasión y financiación.
Taylor
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8
14 de febrero de 2008
162 de 190 usuarios han encontrado esta crítica útil
Honestamente hablando, “L.A. Confidencial” se encuentra algo por debajo de grandes obras maestras del cine negro contemporáneo como la trilogía de “El Padrino”, “Muerte entre las flores” o “Uno de los nuestros”. Sin embargo, la peli posee algunos ingredientes básicos que Curtis Hanson maneja a la perfección y que la dotan de una fuerza espectacular. Yo destacaría concretamente tres de esos componentes: una historia muy bien trenzada, unos personajes muy bien dibujados y un despliegue de la violencia muy bien ejecutado.

Hanson no es Ford Coppola. Ni Coen ni Scorsese. Eso está claro. Tampoco creo que en ningún momento pretenda imitarlos. Su peli prescinde de filigranas y apuesta por una narración ágil, vibrante, musculada. Cine negro en estado puro. Crímenes, corrupción, turbios negocios... y, sobre todo, violencia, mucha violencia. Sin concesiones. El lirismo y el esteticismo no tienen cabida en Los Angeles. El gancho narrativo es lo que le confiere mordiente al film. Eso y el reclamo inequívoco de los Russell Crowe, Kevin Spacey, Guy Pierce, Danny De Vito y una voluptuosa Kim Basinger. Personajes que responden a estereotipos convencionales pero sumamente poderosos: el policia duro, el ambicioso, el corrupto, el flemático; la puta de buen corazón; el periodista sin escrúpulos; el fiscal ladino; el empresario amoral...

Una peli modélica, trepidante y contundente. Aunque esto no es confidencial. Es público y notorio.
Taylor
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9
30 de marzo de 2011
143 de 152 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me entra en la cabeza, francamente, por qué un peliculón de este calibre nunca ha logrado alcanzar el lustre y el renombre del que sí se han beneficiado otros. Tiene huevos la cosa. Como si en este puñetero país andáramos precisamente sobrados de obras maestras. Sobre todo de la primera mitad del s. XX, cuando el cine que se hacía por estos lares todavía andaba en paños menores.

Por lo que parece la ‘culpa’ de tan injusto menoscabo la tiene la presunta filiación franquista de su autor, Nieves Conde. Una filiación que —exceptuando un par de enunciados en los títulos de crédito— ni soy capaz de percibir en “Surcos” ni en nada debería afectar al indudable talento de este cineasta. Máxime cuando estamos hablando de una peli que, por si fuera poco, nos muestra la cara más sombría y atroz de una dictadura en la que los efectos colaterales de la posguerra y el estraperlo convirtieron a su población civil en auténticas aves de rapiña dispuestas a todo con tal de abrirse paso en la jungla de asfalto de cualquier gran ciudad. En este caso, de Madrid.

Que nadie se deje engañar, pues, por su rústico título. “Surcos” sólo tiene de bucólico y pastoril el nombre. El resto, en cambio, es uno de los mejores dramas patrios que, con toda franqueza, me he echado a la cara. Duro, seco, violento y extraordinariamente descarnado. Sin sentimentalismos que valgan y con mucha mala leche. Pero que mucha. Ah, y con algo de moralina, por supuesto. Pero más que católica, ilustrada. Lo digo por Rousseau y su teoría del buen salvaje. Un archiconocido postulado que flota en el ambiente durante toda la peli y que, sin lugar a dudas, influye decisivamente en su candente fatalismo y en la liberadora decisión final de los Pérez.

Nueve incuestionables estrellitas, pues, para un dramático retrato de innegable raigambre neorrealista y toque ‘noir’ que desde este preciso instante entra derecho, derechito, a mi Top-10 particular de cine patrio. Con la gorra, vamos.
Taylor
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7
27 de junio de 2007
165 de 203 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cualquier persona que ve “Arrebato” por primera vez tarda relativamente poco tiempo en darse cuenta que la película de Zulueta elude con destreza y habilidad los cauces del cine convencional para perderse en los tortuosos meandros del cine experimental. Personalmente no me considero excepcionalmente perspicaz ni clarividente. Ni muchísimo menos. Pero intentar visionar “Arrebato” desde la perspectiva del raciocinio es un despropósito absoluto.

Todo empieza con una cinta de Super 8 que Pedro ( Will More )le envía a José ( Eusebio Poncela ) conjuntamente con un cassette que contiene enigmáticas confidencias existenciales. Esa cinta se nos muestra inicialmente como un McGuffin cinematográfico en toda le regla. Craso error. Zulueta, consciente de ello, rehuye toda tenaza argumental y procede a deconstruir su guión con premeditación y alevosía.

Cuando lo que acontece escapa a toda lógica, el espectador se siente inmerso en una encrucijada. El derecho al pataleo, opción lícita y natural en la mayoría de los casos, se traduce indefectiblemente en la acción de cagarse en las muelas del director, de su familia y de los amiguetes de Nueva York, responsables de introducir a Iván en las diabólicas sendas del cine underground. Ello conduce, por ejemplo, a pregonar la mediocre interpretación de los actores, las insostenibles lagunas del guión, la tosquedad o precariedad de sus medios tecnológicos o el irrisorio efecto de su banda sonora. Mi alternativa, en cambio, consistió en desistir de todo intento de rastrear cualquier idea de organigrama narrativo y limitarme a disfrutar de todo lo que mi intelecto me permitiera. De ese críptico devenir de flashbacks. De esa fascinante mezcla de formatos. De ese turbador empleo de los efectos sonoros. De ese autodestructivo submundo de la droga y las paranoias artísticas. De esa obsesiva y subyugante búsqueda del arrebato artístico. De la quimérica obtención del “estado de gracia”.

Sólo así, despreciando cánones y vulnerando axiomas, pude gozar de “Arrebato” perdiendo definitivamente mi virginidad underground y corroborando que, al margen de su aura hermética y compleja, la peli de Zulueta es una de las pocas obras de arte que ha dado el cine español.

P.D..: No puntúo “Arrebato” con mayor generosidad porque le debo un segundo visionado y, porque, pese a que me ha fascinado enormemente, me siento hipócrita otorgándole un 10 a un film que me desencaja y transfigura mi cara en la de un completo bobalicón.
Taylor
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7
14 de junio de 2010
131 de 136 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Más entretenida que magistral” sostiene Ocaña. Y lleva razón. “Los siete magníficos” no es una obra maestra. Y no lo es porque ni Sturges es un genio ni su peli soportaría ningún hipotético careo con westerns que sí lo son como “El hombre que mató a Liberty Valance”, “Hasta que llegó su hora” o “Grupo salvaje”. Por citar algunos.

Aún así, “Los siete magníficos” es -a mi juicio- una buena peli. No esperéis, por consiguiente, que sea precisamente yo quien me preste a sacarle los colores. Como podéis comprobar, ya ha habido otros que lo han hecho con el suficiente celo. Mi propósito, en cambio, es argumentar -o apuntar, al menos- las razones que me han llevado a otorgarle siete merecidas estrellas a esta peli. Como no podía ser de otra manera, son siete:

1.- El reparto: Constituye, sin lugar a dudas, un auténtico lujazo ver reunidos en una peli a un repóker de ases como el que configuran Brynner, McQueen, Bronson, Coburn y Wallach. Sobre todo, Brynner. Un actor capaz de merendarse la pantalla con una sola mirada.

2.- La banda sonora de Bernstein. Una verdadera pasada. Junto a la música que compuso Morricone para los eurowesterns de Leone, la crème de la crème del género.

3.- Los diálogos: Pocas veces escucharemos en un western semejante recital de frases lapidarias. Mi preferida, sin duda, ésta: "He trabajado para hombres que me daban mucho... pero jamás he trabajado para alguien que me lo diera todo".

4.- La fotografía: Sencillamente, espléndida. Un par de ojos en la cara es todo cuanto se necesita para poder apreciarla en su justa medida.

5.- Su rol histórico: No hace falta ser ningún lumbrera para corroborar que la peli de Sturges preludia, de alguna manera, ese nuevo western que desarrollarán con mucho mayor talento y convicción Leone y Peckinpah. Parece ser, incluso, que “Los siete magníficos” constituyó el espaldarazo definitivo para que Leone se decidiera a rodar su legendaria trilogía del dólar.

6.- El entretenimiento: Quizás no sea una peli redonda ni profunda, de acuerdo, pero entretiene un montón. Y eso es incuestionable.

7.- Sus consecuencias: Si “Los siete magníficos” ha servido para que un solo cinéfilo se interese por la filmografía de Kurosawa, la razón de ser de esta peli ya está suficientemente justificada. Y, no sé por qué, sospecho que más de uno y más de dos habrán llegado a Kurosawa a través de Sturges… o Leone ¿Me equivoco?
Taylor
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