Todo un acontecimiento supuso esta perfecta adaptación del comic de Frank Miller, que con el mismo título que la película, “300”, podréis disfrutar en cualquier librería que se precie.
Pues el color, la estética y las batallas calcan la atmósfera y el ambiente que se respira en susodicho comic. Quizás tuviese algo que ver, que el propio Frank Miller, supervisara el proyecto en todo momento. Y digo esto, porque otro genio de las viñetas como es Alan Moore, ha sufrido innumerables adaptaciones de sus obras, pero con resultados absolutamente contrarios.

Así “300” es una película altamente recomendable para todos aquellos que busquen pasar el rato viendo una carnicería de persas y algún que otro espartano. Pues la batalla de las Termópilas, como bien dice la historia fue sangrienta, con trescientos espartanos para miles de persas. Y serás testigo de todo eso. Así que olvídate de comedias románticas, de suspense o de una trama algo complicada. No señor, aquí solo hay, guerreros y una batalla. La de las Termópilas.

Los diálogos, como en el comic, son perfectos. Pues dan más énfasis a la honradez y a la hombría de estos guerreros espartanos, que comandados por su rey Leónidas, hicieron historia.

Por tanto, si te gustan las batallas épicas, cargadas de sangre, honor y supervivencia, ya tardas en ver este heroico film, pues alucinarás sin necesidad de ser uno de esos trescientos guerreros que lucharon frente a esos persas que les superaban en número.

Vaya dos horitas que nos ofrece Mad Max, de lo mejor que se ha podido ver estos últimos años en cuanto al género de acción. Porque la película es eso, acción. Algo simple, es cierto, pero no debe serlo tanto cuando últimamente, al menos yo, sólo aguantaba este tipo de películas por los efectos especiales en 3D.
El principio es la ostia, como la cámara va siguiendo a Max mientras va corriendo de sus perseguidores dentro del oscuro pasillo de una cueva, todo rápido pero extraordinariamente visible, para que así puedas sentir esa tensión. Una forma de anunciar lo que va a venir, unos perseguidores y unos perseguidos, no hay más. Y es por eso por lo que mola esta película, porque no hay ninguna pretensión más allá de la acción propiamente dicha.
Bueno y luego está Charlize Theron, cuidado. Lo borda. Esa imagen con el sniper apuntando y dando en el blanco una y otra vez, lo más grande. Todo un acierto que sea ella realmente la que lleve el peso del film, convirtiéndose en la verdadera protagonista.
Y en cuanto a George Miller, director de toda la saga, agradecerle que nos haya vuelto a traer a Max de esta manera, más fresco y fiel que nunca después de treinta años de ausencia, pues ya ha llovido desde Mad Max 3.
La verdad todo un acierto esta película.

Película correcta sin más, que va perdiendo interés según avanza el metraje. Pues quizás le falte algo. Y digo esto, porque sobre el papel tanto su argumento como su puesta en escena parece ser interesante. Incluso su comienzo es esperanzador, con personajes correctamente desarrollados, cada uno con sus problemas y sus propias ambiciones.
Sin embargo, lo que a priori pudiera resultar interesante, comienza a resultar monótono, por no decir pesado.

Pues a la postre, una vez que acaba el film sólo salvas la interpretación de Samuel L. Jackson, dando vida a un mendigo antaño boxeador. Un sueño noqueado, uno más en esta compleja vida de unos y otros, de ambiciones y desengaños.

Una de mis películas favoritas, ¿por qué no decirlo?; esas películas que no te cansas de ver, a las que recurres una y otra vez cuando decides que las horas pasen mientras observas como algo de interés reluce de tu televisor.

Supongo que mi devoción por el film está relacionado por un guión de calidad, pero también por la extraordinaria interpretación de cada uno de los personajes protagonistas. Rachel Weisz, destila la humanidad y generosidad necesaria para hacer creíble su personaje, mientras que Ralph Fiennes da credibilidad a la agonía de un personaje que lucha incesantemente por saber y conocer cada causa, cada recoveco escondido en la trama de un film que corre sin descanso, no dando oportunidad a insulsas distracciones. Pues no sobra ningún minuto. Todo está enlazado, todo se desarrolla a un ritmo vertiginoso.

En fin, otra gran película para su director, Fernando Meirelles, que ya con “Ciudad Dios” rozó la perfección, mostrándonos en su segunda filmación que su obra comenzaba a obtener cierta consistencia e importancia.

Erase una vez un crio que a base de un entrenamiento basado en pasear a un perro y vestirse con el traje de la primera comunión fue capaz de salvar el mundo. Y no sólo eso, ¡cuidado!, pues también aprendió a manejar todo tipo de artilugios e inventos. Así es Kingsman, todo un crack del servicio secreto. Su precocidad le ha hecho adelantar al mismísimo Bourne, un hombre atormentado por su pasado y su duro entrenamiento. Porque Bourne no era Kingsman todo un autodidacta en cuanto a las artes del servicio secreto. Bourne se lo tuvo que currar, vaya si se lo tuvo que currar. Y que me dices de James Bond, labrándose a lo largo de los años un curriculum de conquistas e investigaciones que le llevaban de uno a otro lugar. Una perdida de tiempo para Kingsman que en diez minutos es capaz de descifrar la trama, cargarse a los malos y liarse hasta con una princesa. ¡Así es Kingsman!