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Críticas de Luis Guillermo Cardona
Críticas 3.333
Críticas ordenadas por utilidad
7
5 de marzo de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Becky Sharp, es uno de los personajes más célebres de la literatura inglesa, y un nombre clave en la historia cinematográfica por haber sido la protagonista de una notable película de Rouben Mamoulian que lleva su nombre y que, además, fue la primera en ser filmada en technicolor de tres tonos.

De la exitosa novela de William Makepeace Thackeray, “Vanity Fair”, en la que se deleitó recreando la manera como la alta sociedad inglesa, pre y post batalla de Waterloo, traicionaba, pisoteaba y aniquilaba las más relevantes virtudes, se han hecho versiones fílmicas en 1911- 15- 22- 23- 32 y 35, hasta llegar a la particular versión que, de la novela de su compatriota anglo-hindú, ha realizado Mira Nair, con una encantadora Reese Witherspoon como protagonista.

Puntual antiheroína, mostrada como una mujer que no se guarda sus resentimientos, y capaz de unas muy conscientes-ligerezas, maquinaciones y travesuras, con tal de ganar el lugar que se ha empeñado en ocupar entre la alta sociedad que tanto la discrimina, Rebecca Sharp (apellido en el que caben las acepciones de astuta, mordaz y dudosa), a quien sus amigos llaman Becky, es la hija de un reconocido pintor que fallece cuando ella es aún muy joven y pronto comenzará a servir entre gente de linaje, títulos y honores, pero donde el egoísmo, el oportunismo, la personal conveniencia y la falta de escrúpulos con la gente de menores recursos, se sientan a la mesa un día sí y el otro también.

Mira Nair, la realizadora hindú, parece solazarse como Thackeray, bordando a punta de sátiras, una serie de ampulosos personajes que chocan con la fortaleza de ánimo, el emprendimiento y la suspicacia de esa locuela que, gracias a su adorable amiga y compañera de estudios Amelia (una promisoria Romola Garai), consigue penetrar gradualmente en aquel mundo discriminatorio y arrogante que, a su paso, comienza a aflorar algunos sentimientos que parecían imposibles.

Historia de costumbres, de amores y desamores que suceden en la vieja Inglaterra, pasan por Bruselas y terminan donde más le agrada a la directora, “LA FERIA DE LAS VANIDADES” lo tenía todo para ser una gran película: una correcta ambientación de época, fotografía siempre en el punto exacto, y un estupendo elenco de actores en el que sobresalen Bob Hoskins como Pitt Crawley y Meg Winn Owen como Lady Crawley. Pero este personaje, precisamente, queda en un punto muerto; Lord Steyne daba también la impresión de guardar alguna sorpresa; y hay tantos personajes en escena que, a ratos, uno siente que podrían sobrar algunos.

Pero, vale la pena verla, porque lo que entonces sucedía, sigue pareciéndose bastante a la sociedad que ahora padecemos.

Título para Latinoamérica: "VANIDAD"
Luis Guillermo Cardona
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7
29 de febrero de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una joven mecanógrafa de nombre Mary, a quien le gusta que la llamen Mana, acepta un día la invitación que le hace su compañera Nany, para salir a cenar con un par de amigos y tomarse luego unos cuantos tragos. Nany parece habituada a este tipo de salidas, pero para Mana es algo nuevo, y acepta quizás, porque quiere sentirse un poco acompañada.

Ervin, el hombre que invita, es de esa especie que, desde siglos atrás e in saecula saeculorum, se encontrará en toda clase de restaurantes y discotecas: El viejo con plata que está convencido de que, haciendo regalos en dinero y/o en especie, podrá acostarse con la chica que se le antoje. Este es un reto que el universo dispone para incontables muchachas cada día… y es sólo suya la ocasión de decidir entre dos alternativas: o demuestras carácter y dignidad, o te inicias como puta.

Mana tendrá también que tomar su decisión… y después vivirá la experiencia compensatoria que la vida le ofrece a cada quien, según haya sido su elección.

Como en “Erotikon”, el director checo Gustav Machatý, vuelve a manifestar su interés por las chicas víctimas de hombres oportunistas, que sólo buscan satisfacer sus apetitos personales, sin importarles el daño moral que pueden causar, temporal o permanentemente, en sus víctimas.

Con una cámara que escudriña en los espacios, interesada en el detalle y en la analogía, observando lo que pocos suelen apreciar, y tratando de penetrar en lo más íntimo de los personajes; y sirviéndose muy especialmente del sonido para crear una particular atmósfera, el director va tejiendo luego una historia íntima sobre esa especial clase de seres que, de repente, reciben el grandioso regalo del Amor.

La debutante, Magda Maderová, quien entonces tenía 18 años, consigue crear un personaje del que es fácil encariñarse por su entereza, su calidez, y su carácter. La suerte de mujer de la que te enamoras sin dificultad alguna, y al mismo tiempo, la clase de chica que siempre encuentra a un hombre de verdad.

Podrían señalarse una o dos deficiencias en la edición, pero no obstante, estoy sintiendo que, Gustav Machatý, con su particular manera de contar y su profunda sensibilidad frente a las mujeres, se merece un mejor lugar en los anales del cine.
Luis Guillermo Cardona
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9
12 de febrero de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película nos habla de muchas cosas: Del matrimonio que no se produce como consecuencia del amor sino del deseo de intercambio… y de las consecuencias nefastas que se ponen en camino. De ciertas tradiciones familiares ganadas en el oscurantismo -y preservadas contra toda evolución humana- como la prohibición de la música para los jóvenes con el desabrido argumento de que despierta pasiones. Recrea ese amor que sobrevive a la muerte guardando la esperanza del reencuentro y/o de la redención. Y, entre otras cosas, nos pone a emocionarnos con esa suerte de amor que se sobrepone a todos los obstáculos y al que se le hace justicia cuando todo en el camino lo daba por perdido.

Impecable animación capaz de descubrir esplendorosa belleza -y muy nobles actitudes- entre los seres que habitan las desvencijadas paredes del submundo, en el frío de lo gótico, y en todas aquellas formas retorcidas, exageradas, deformes y cadavéricas que la estética convencional asume como feas.

Mike Johnson y Tim Burton revisten de magníficos grises, de luces rutilantes y de figuras cuidadosamente creadas para dar cuenta de seres particularmente especiales, este filme que no puede dejar indiferente a nadie que tenga una razón y que todavía conserve ese tesoro que llaman sentimientos.

Con una magia indescriptible, el horror con frecuencia contenido en los cuentos para niños, se transforma aquí gradualmente en una lección de amor, dignidad y sacrificio que resulta ejemplar y edificante, al tiempo que reafirma aquella ley del “Kibalyon” que sostiene que “como es arriba es abajo”. Y se comprende también que, cuando el amor nace ya no muere nunca, y al cambiar de dimensión no se apaga sino que se preserva, pues, lo que la muerte conlleva no es extinción sino autodescubrimiento.

Victor y Victoria, palabras que contienen en sí mismas, el triunfo más grande al que puede acceder el ser humano cuando sabe hacer acopio de su verdadera esencia, para dar exactamente lo que debe dar, en el momento preciso en que se debe dar. Y que esto es cierto, lo comprobamos cuando, él o ella, toman sus decisiones más relevantes, porque entonces sentimos que algo se nos ensancha muy dentro y podemos comprender cuando es que un ser humano se hace realmente grande.

“LA NOVIA CADÁVER” contiene el sentimiento y la razón en formas puras y contiene el arte en forma esplendorosa.

Título para Latinoamérica: "EL CADÁVER DE LA NOVIA"
Luis Guillermo Cardona
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7
19 de enero de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como tantísimos otros filmes de aventuras, ciencia ficción, comedia y algunos géneros más, “LA ÚLTIMA LEGIÓN” se concede toda suerte de licencias históricas, legendarias, fílmicas y narrativas, para recrear un entretenimiento gregario hasta la médula, pero contra todo, inevitablemente atractivo y divertido.

Pude verla en familia, la socializamos después, y confluímos en que se le abona una realización impecable, con acertados efectos especiales, una ambientación muy atractiva, una banda sonora altisonante y emotiva, y unas escenas de acción muy bien ejecutadas. Tiene también unos personajes simpáticos y apreciables como Ambrosimo, el poderoso mago que ejerce como guardián de la espada y defensor del nuevo César. Aurelio, el leal servidor dispuesto a garantizar la seguridad del joven Rómulo, emperador por derecho, pero destronado a la fuerza. Mira, la bella y valiente guerrera bizantina capaz de enfrentar a los más diestros combatientes… y dispuesta a medirse hasta con el mismo Aurelio. E incluso Rómulo, un chico con carácter que nos hace presentir que el poder va a estar en buenas manos.

La historia, libremente basada en la novela homónima de Valerio Massimo Manfredi, está ambientada en el año 476 y en ella veremos la caída de Roma en manos del bárbaro Odoacro, justo antes de la coronación de Romulo Augústulo, a quien dejará huérfano y convertirá en su prisionero. Pero, el nuevo heredero al trono ha despertado afectos, y hay quienes saben que el poder le pertenece irrevocablemente y que sabrá hacer buen uso de él para gloria de los romanos y de la humanidad.

El filme se mueve dentro de esa posición guerrera, característica de aquellos tiempos, pero progresista desde el sentir de sus personajes principales, cuyos criterios de amistad, lealtad, perseverancia y defensa de la justicia son tan fervientes y tan opuestos al afán imperialista, asesino y destructor de Odoacro y sus vasallos, como el bien será siempre del mal.

Con una larga experiencia como diseñador de arte y como director de episodios en conocidas series de televisión, Doug Lefler, debuta aquí en la dirección cinematográfica mostrando un bagaje técnico verdaderamente apreciable. Le queda, en próximos proyectos, abogar por una mayor búsqueda de originalidad y, es muy posible, que un día aparezca con algún filme realmente grande.
Luis Guillermo Cardona
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7
15 de octubre de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un gato negro se pasea en la noche por un parque… y pronto cruza muy cerca de las piernas de una furtiva pareja enamorada que se besa con ternura y con un deseo infinito de no separarse nunca. Este gato es premonitorio pues, enseguida sabremos que la atractiva chica, cuyo nombre es Ritzie, es la amiguita del célebre delincuente Jim Lang, mejor conocido como ”Thunderbolt” (Rayo) a quien persiguen por asalto y asesinato en 11 Estados norteamericanos.

El amor secreto de Ritzie, Bob Moran, es un joven empleado que, aunque conoce sus andanzas, no puede resistir a la chica. Pero, “Thunderbolt” la quiere para él a toda costa y entonces será ella misma quien, deseando ser honesta y llevar una vida normal, lo enterará del camino que siguen ahora sus sentimientos.

Comienza así un triángulo amoroso, complicado para los chicos y en el que, el experimentado delincuente, demostrará que maneja los hilos como “se le antoje”… sólo que también él tiene esa debilidad de la que huir es imposible. Y la de “Thunderbolt” son los perros. Y será uno de estos canes el que quizás le recuerde que en todo hombre, además de rabia y odio, hay también un corazón que, aunque por ciertos motivos lo olvidamos, sigue palpitando dentro, firme e incesantemente.

Con su habitual maestría en la dirección de actores y en esa capacidad para recrear personajes ambiguos que, de repente, nos acarician muy hondo con sus efluvios humanos, Josef von Sternberg recrea una nueva historia que nos recuerda en algo a su excelente filme de 1927, “La ley del hampa”, y que se convierte en otro alegato contra la pena de muerte al mostrar, la profunda sensibilidad que puede surgir del más frío corazón, cuando la vida le da la oportunidad de hacerlo.

“Thunderbolt” me recuerda a la flor del irupé, la preciosa planta acuática que nace en aguas estancadas y superficiales, la cual en el centro es roja -como teñida de sangre- y su parte externa se viste de acariciables pétalos blancos que la hacen lucir pura y contrastante.

George Bancroft, impone un gran encanto a su personaje (lo que le valdría la nominación al Oscar) y se convierte en el siempre apreciado tipo duro con corazón emplumado, que luego eternizaría Humphrey Bogart en su inmortal “Casablanca”. Y Fay Wray, la chica que pronto fascinaría al felpudo King Kong, es la mujer amada por dos hombres quien debe elegir entre la vida sencilla, vestida tan sólo de dignidad… o la existencia de abundancia y lujos, en medio del peligro y del miedo incesante.

“THUNDERBOLT” es otro acierto en la obra de un realizador al que tengo en la mayor estima.
Luis Guillermo Cardona
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