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Críticas de Luis Guillermo Cardona
Críticas 3.333
Críticas ordenadas por utilidad
3
18 de mayo de 2015
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acabando de ver la novedosa y eficaz, “Batman begins”, tenía guardadas todas mis esperanzas en esta nueva entrega de Batman que, de nuevo y como debía ser, se puso en manos de Christopher Nolan, director que nos había dejado sorprendidos con aquel filme al que, el nombre de cómic, parecía no caberle ya por lado alguno, puesto que se trataba de una obra adulta, sentidamente dramática, y comprometida con el pensamiento maduro y responsable de la vida. Pero, es evidente que, gran parte del peso de aquella primera entrega fue obra del guionista, David S. Goyer, porque, lo que vemos ahora -escrito por el director y por su joven hermano, Jonathan Nolan-, no prosigue, en manera alguna, con las pautas éticas y comportamentales que habían quedado tan bien plasmadas, y que se suponía aprendidas en la primera aventura.

Los Nolan, parecieran haber renegado de lo hecho inicialmente, porque resulta que en, <<EL CABALLERO OSCURO>>, Gotham sigue plenamente dominada por las mafias y bandidos de todas las pelambres. Batman no pudo con El Espantapájaros, porque por ahí lo veremos libre y como otro asaltante del montón; tampoco fue capaz de preservar su relación con Rachel Dawes, la abogada de la fiscalía, porque ahora ella aparece como la novia de “el caballero blanco”, según se llama a Harvey Dent, el fiscal del distrito. Además, Rachel, se ha vuelto medio putona, porque mientras prodiga su amor a Dent, después se entrega a, Bruce Wayne, en efusivos besos que trascienden la amistad y dan alto vuelo a la imaginación... y lo peor de todo, es que el hombre que en. “Batman begins”, había roto con su lado oscuro y con cuanta necedad ideológica y comportamental albergaba en su vida, aquí vuelve a las andadas: es de nuevo el billonario mujeriego y displicente; se comió el cuento –que predicaba Ducard-, de que no se puede ser indulgente con los criminales… y se volvió un torturador sin recato alguno y un individuo débil de carácter que pierde el control a la primera palabra.

En este sentido, como hombre de justicia Batman no aporta nada: Primero fue un fracaso, y ahora de ñapa, es un bárbaro y un dudoso amigo que, apenas en el maquinado final se reivindica con todo el mundo. Pero, cosas como éstas, son las que dan validez a las palabras del también director, Alejandro González Iñárritu: “(Los superhéroes) han sido veneno, un genocidio cultural, porque la audiencia queda muy expuesta al complot, las explosiones, y toda esa mierda que en nada sirve a la experiencia humana”.

Tampoco, esta vez, las actuaciones aportan gran cosa; y el carácter más llamativo que es sin duda, el del Guasón, llama la atención, primero, por el carácter mítico que emana de la muerte post-rodaje del actor, Heath Ledger; y en segundo lugar, por su interesante displicencia con los valores establecidos en nuestra sociedad. Pero, como ocurriera con El Espantapájaros, también es éste un hombre sin principio y sin explicaciones emocionales, del que apenas sabremos que tenía un padre bruto que fue quien le desfiguró la boca, y que habla con una serie de tics y amaneramientos que, a algunos los hará sonreír, pero a otros nos empalaga.

Grandes actores como, Michael Caine, Morgan Freeman y Gary Oldman, son meros fantasmas que recorren los pasillos. Los otros protagonistas, Christian Bale y Maggie Gyllenhaal, sin nada que ofrecer. El traje de Batman (máscara incluida) luce justo como un impermeable… y las escenas de acción –excepto la de la moto en la que Batman persigue al Guasón, y alguna otra- y otros momentos, fueron tan poco originales que, mientras los veía, un montón de películas se me vinieron a la mente: “The Silence of the Lambs”, “Die Hard”, la serie James Bond…

¡Lástima que los espectadores se deslumbren tan fácilmente!, porque por muchos aplausos y desorbitantes halagos que se le hayan ofrendado a esta película, NO es ésta la suerte de camino que favorece el progreso de la sociedad. Los títulos han sido bastante acertados: En, "Batman begins", vimos una nueva luz, un nuevo comienzo. Lo que ahora vimos luce bastante oscuro... y el final es tan manipulador como aquella necia canción que dice: "Para que no te enfades te he traído estas rosas / para que no preguntes donde estuve yo sin ti (...) / es cierto que busqué una ilusión, un algo nuevo / es cierto que encontré un nuevo mar donde bebí..."

Título para Latinoamérica: BATMAN, EL CABALLERO DE LA NOCHE
Luis Guillermo Cardona
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8
20 de febrero de 2015
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las buenas películas, como los buenos libros, las grandes pinturas o las magistrales piezas musicales, no siempre podemos digerirlos plenamente a la primera. Tan necio es reprobar o abuchear lo que, nuestro limitado nivel intelectual y experiencial quizás sea lo que, sencillamente, no nos permite comprender, como presuntuoso es posar de haber entendido a cabalidad lo que, definitivamente, necesita ser masticado de manera lenta y tras dos o más pasadas.

Darren Aronofsky no es un director de oficio, tampoco un simple traductor de ideas ajenas ni un especulador. Sencilla y claramente, él es un intelectual, un revolucionario y un artista. Su cine no es del habitual, donde la paloma le da a sus pichones la comida masticada. En sus obras hay un reclamo a la capacidad intelectiva, un convencimiento de que, el ejercicio de pensar y de abstraer, es lo que nos lleva a comprender las cosas de más hondo significado. Con este estilo, no pretende mostrarse altivo o conspicuo –como algunos pudieran suponer- sino que, abriendo su mente, nos da del gran acervo que hasta ahora ha logrado comprender, sintiendo que puede acudir a los grandes potenciales que –aunque quizás adormecidos- hay en cada espectador. Más reprobable resulta, comúnmente, el director-paloma que, por incompetencia intelectual o porque sentencia que el espectador es corto de entendimiento, decide dárselo todo masticado y sin reclamo alguno a su capacidad de análisis.

Dos veces he visto ya, “LA FUENTE DE LA VIDA”, y lo que voy a decir no está acabado, sino que es apenas lo que he logrado dilucidar tras predisponerme a sentir, a entrar en su juego de abstracciones y tras ubicarme en los tres momentos históricos a los que la historia alude: El siglo XVI, en tiempos de la reina Isabel la Católica y la inquisición española; el tiempo presente, en un centro de experimentos científicos con primates; y en el futuro, con una suerte de monje zen que pareciera estar en un campo astral, al alcance de “el árbol de la vida”.

Los tres segmentos históricos se van intercalando… y en diferentes proyecciones del espacio-tiempo (el eterno retorno, el Todo es mente), veremos primero a Tomás como conquistador y protector de la reina Isabel en un período oscuro de la humanidad, donde, en vez de servir a la espiritualidad y a Dios, la iglesia urdía propósitos infames, ultrajando, torturando y asesinando a seres inocentes para, finalmente, apoderarse de sus tierras y riquezas. Este segmento, es la recreación de lo escrito por Izzi Creo (Isabel) en su libro “La fuente”, con remembranzas de los mayas y su submundo llamado Xibalba.

En el presente, el materialismo de la ciencia, representado en Tommy y sus ayudantes, sigue anhelando encontrar el árbol de la vida que, para los científicos, está en la forma del Natul tortuosa que, incluso, saben ya que se encuentra en Guatemala. Los experimentos con él apuntan a recuperar por medios naturalistas la vida que se le escapa a Izzi. Retención, apego, la búsqueda ilusa de una eternidad que no es necesario buscarla, pues “las sombras por profundas que sean se disuelven con el amanecer”.

Y para el monje zen, el árbol -tan solo una metáfora de la proyección ramificada de la existencia- ya está a su alcance, pero apenas va a comprender que su fin no es la permanencia de la forma sino la transformación eterna… y quizás quede entonces demostrado que, también la muerte es actividad permanente.

Creencias mayas que hacen referencia al Popol Vuh, y especialmente, filosofía zen (meditar) que dará cuenta de que, perder la vida es en realidad encontrarla, y que, lo moribundo es lo que está a punto de nacer. Con cuánta razón dice el koan: “Los vivos van en el carro fúnebre, los muertos son los que siguen el cortejo”.

Mi complacencia con la grata actuación de Hugh Jackman, la adorable Rachel Weisz y la gran actriz que ha sido siempre Ellen Burstyn.

“LA FUENTE DE LA VIDA” es un filme visualmente muy bello; en el terreno intelectual es muy interesante porque nos remite a cosas que deberíamos conocer; y espiritualmente resulta muy estimulante, porque habla de cosas que, va siendo tiempo que nos vayan transformando.

La evolución nos reclama… ¡No hay tiempo que perder!
Luis Guillermo Cardona
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4
7 de febrero de 2015
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El gran éxito alcanzado por “Die Hard”, animaría de inmediato a los productores a continuar con la franquicia y sirviéndose, esta vez, de la novela “58 minutos” de Walter Wager, que espero sea mejor que la película, se puso de nuevo en manos del guionista Steven E. de Souza, quien, en compañía de Doug Richardson, hizo lo que pudo para repetir los mayores aciertos del filme anterior… pero sin lograr gran cosa, porque, cuando no se piensa en algo original con aroma a arte, lo que sigue huele a mercancía, y la Inspiración, que reclama siempre una alta ética, (y que es bien diferente al manoseo del arte) ya no se congracia con el nuevo intento.

Se cometió, además, el gran error que suele ocurrir en estos proyectos cinematográficos: Se buscó a un director (distinto a John McTiernan), con otra visión de la vida (que aquí luce vulgar y morbosa), y con otra forma de hacer cine que lo lleva a centrarse mucho más en la acción (¡hasta el cansancio!) y menos en la esencia humana que fue lo que más atrajo –incluso a algunos inconscientemente- de la primera entrega.

La fórmula es la misma: En navidad, Holly, la mujer del policía John McClane (ahora al servicio del departamento de policía de Los Ángeles) está de nuevo en peligro porque ¡otros terroristas! tienen en jaque a un aeropuerto para rescatar a un dictador… y al verse rodeado de incompetentes entre la policía aeroportuaria y de dobleces entre las líneas del ejército, McClane -con unas pocas ayudas-, deberá cargar contra los avanzados planes que tienen el coronel Stuart y sus secuaces.

A bordo, estará el impertinente periodista, Dick Turner, ¡listo para empantanar la situación!; el sargento Al Powell y otro afroamericano, serán el apoyo informático de McClane… y el resto serán balaceras, explosiones, multitudes que van… vienen… y corren… y McClane acabando con sus enemigos con unas maneras -Harlin style- que dan ganas de vomitar.

Con un Bruce Willis, mucho menos simpático que en la aventura anterior; una Bonnie Bedelia dispuesta a saciarse de nuevo con el sensacionalista petimetre cuando por fin se entere de sus andadas; y con un Dennis Franz que hará ‘el show de la imbecilidad’ como el jefe de la policía aeroportuaria, al reparto se añadirán nombres de gran crédito como Franco Nero, quien tendrá el liviano rol del dictador fascistoide al que se pretende rescatar; John Amos será el empoderado mayor Grant; y William Atherton, como el Coronel Stuart, será la cabeza de una operación que se convierte en la enésima versión de aquellas viejas catástrofes llamadas “Airport”.

Cuando el cine se fabrica como los espaguetis, quizás haya consumo por hambre o por el simple afán de llenar un vacío, pero en ningún momento, habrá complacencia de la mente o del espíritu. Y así no debe ser.

Título para Latinoamérica: “DURO DE MATAR II”
Luis Guillermo Cardona
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8
15 de agosto de 2014
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Abundan los profesionales que ejercen con títulos que no anhelaban y que ahora hacen las cosas con sumo desgano y sin compromiso, simplemente porque “¡me tocó!”. Hay muchísimas personas con diplomas y especializaciones, que tras unos cuantos años de ejercicio de su profesión, se encuentran ya hastiadas de su trabajo… y entonces le hacen el quite a sus deberes con las artimañas más faltas de ética y responsabilidad, porque, para ellas, el único momento agradable de cada día es cuando el reloj marca la hora de marcharse. Y peor aún, cada día llegan a sus trabajos un buen número de doctorados que, desde que abren la puerta de su lujosa oficina, ya están en ejercicio de un prevaricato, un peculado por apropiación, una infidelidad en la custodia de documentos, un soborno… o cualquier otro tipo de acto deshonesto que, le pondrá cada vez más cerca de la picota pública o del más intenso sufrimiento interno, pero que, entre tanto, le reportará altas sumas de dinero.

Pero, para bien de la humanidad, hay también un buen número de personas que aman su profesión, que bendicen lo que la vida les brinda y que acogen cada instante como una nueva ocasión de seguir sirviendo a las personas que les necesitan. Entienden bien claro que su tarea es contribuir a la evolución –y no al retraso- de la especie humana, y con vocación y profunda entrega, hacen cada día lo mejor que pueden lo que les corresponde.

El neurólogo, Malcolm Sayer, es de este talante y destinará su vida a servir a los enfermos de encefalitis letárgica, histeria atípica, mal de Parkinson y todas aquellas variables de extrañas enfermedades que dejan a las personas “muertas” por fuera, pero aún vivas por dentro.

Con un notable guión de Steven Zaillian, colmado de fuertes efectos dramáticos y de mucha calidad humana, en una profesión donde no abunda esto último, “DESPERTARES” toma como base uno de los casos reales que le tocara asumir al neurólogo inglés Oliver Sacks (Londres, 1933) durante la epidemia de Encefalitis letárgica que se produjo en los años 1920 y que él convertiría en libro, en 1973, con el título “Despertares”, aludiendo a los momentos de lucidez que, experimentando con un fármaco conocido como L-Dopa, logró que tuvieran los 15 pacientes que le tocaron a cargo. El personaje principal entre estos enfermos, es Leonard Lowe (magnífico Robert De Niro) una víctima de la enfermedad desde los 11 años, quien, cumplidos los 42, conseguirá una lucidez temporal… que quizás deje asombrado al mundo entero.

La película también funciona como una metáfora social, con la manera como en las dictaduras (algunas vestidas de democracia), la preparatoria y el conocimiento despierta a los hombres a la libertad, pero quienes detentan el poder se encargan luego de denegarla de manera represiva, con lo que, fácilmente, los hombres más frágiles regresan a la lesiva sumisión moral.

Robin Williams, quien acaba de dejarnos (11-08-2014) de una manera que contraría a sus mejores personajes, nos deja como su más grande legado a aquellos profesionales (John Keating -“Dead poets society”; Malcolm Sayer -“Despertares”; Sean Maguire -“Good Will Hunting” y Hunter Adams -“Patch Adams”, en su orden) que dieron prueba de una vocación profunda y de un preclaro compromiso con la humanidad. Y es por esto que debe recordársele. El resto, son comunes debilidades humanas, que, sin un conocimiento profundo, es muy temerario pretender juzgarlas.
Luis Guillermo Cardona
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4
15 de julio de 2014
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Inspirada en tradiciones orientales, “Sumurun” se inició como una pantomima hecha al estilo de Las mil y una noches, escrita por Friedrich Freksa en 1909, la cual interesó al por entonces director del Teatro Alemán, Max Reindhart, y éste, además de llevarla al teatro, la convirtió al año siguiente en una película con la actriz Bertha Wiesenthal en el rol de Sumurun, Leopoldine Konstantin como la bailarina y Victor Arnold representando al jorobado.

Diez años después, es el director Ernest Lubitsch quien se interesa por el filme que había hecho su maestro Reinhardt, y co-escribiendo la historia junto a su habitual colaborador Hanns Kräly, saca a la luz una nueva “SUMURUN”, título que a todas luces se queda corto en esta nueva versión, pues el personaje central termina siendo, sin duda, Yannaia, la gitana bailarina. Es evidente que, durante el rodaje, Lubitsch se dio cuenta de que en el papel de Sumurun tenía a una linda pero muy mala actriz… y sintiendo al lado a Pola Negri, con esa vivacidad y esa coquetería que desbordaba a torrenciales, se inspiró un poco más en “Nuestra Señora de París” de Víctor Hugo, le dio entonces mucho más lugar a la atractiva gitana y aprovechó también para darle más cuerda a su rol del jorobado que, a fin de cuentas, es el segundo personaje más fuerte de su historia.

Así las cosas, “SUMURUN” funciona como dos películas en una. La historia de la esposa del jeque, enamorada del hijo de éste, resulta bastante sosa… y toca esperar entonces a que aparezca el jorobado pendiente de cada movimiento de la gitana, y dispuesto a acabar con cualquiera que quiera dañarla o poseerla, para que el filme retome cierto atractivo.

Con acceso a un alto presupuesto, Lubitsch se propuso crear un ambiente oriental bastante satisfactorio, el vestuario resulta muy agradable, la escenografía es muy ajustada… pero con excepción de esto, y de lo ya mencionado, se le fueron las luces en la dirección de actores (o… ¡cosas del ego!), porque, los actores que hacen del jeque hijo y de Nur al-Din (nombre sacado de “Las mil y una noches”) resultan tan planos que no despiertan sensación alguna. Y el par de bufones –a quienes da bastante espacio- lucen tan flojos como Hale y Williams en sus filmes con Errol Flynn.

De muy mal gusto también, ese plano claramente morboso cuando, con su brazo y con su mano, el jorobado se afana por tocar los senos de la gitana en una escena cumbre – hasta la actriz luce incómoda-, pues de esta manera arruina el sentido de una escena que debía lucir de honda delicadeza y sinceramente romántica. Curiosamente, esta sería la última aparición de Lubitsch como actor.

En resumidas cuentas, “SUMURUN” queda en la filmografía del director alemán, como un filme de muy poca trascendencia.
Luis Guillermo Cardona
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