Comenzaré diciendo que me encanta el cine de animación. Partiendo de esta afirmación, diré que precisamente por esto, soy muy crítica con él. No hubiese dado más de un 8 a Brave ni un 7 a Enredados. Rapunzel era bastante ñoña, aunque conservaba la magia y Mérida era una adolescente enfadada que se la liaba a su pobre madre más de la cuenta. Pero aquí tenemos a dos hermanas, Ana y Elsa, que como personajes están muy bien trabajadas. A una le domina el miedo y a otra el aburrimiento, el desconocimiento del mundo exterior. Es tan inocente la pobre que se cree cualquier cosa, pero no por eso deja de ser todo un carácter. Es fantástica la canción inicial donde se presentan ambos caracteres y la relación tan difícil que se mantendrá entre en ellas.
Frozen rompe moldes. Todos los que ustedes se imaginan característicos de una princesa Disney y de una película al uso. No les diré cuales, porque les destripo la película. Digamos que, simplemente, es mucho más realista la personalidad de todos y cada uno de los personajes, que no hay super buenos y super malos. Más adaptado a la mentalidad actual. Merece una mención especial Olaf, el muñeco de nieve creado para ser el descargo humorístico de la trama principal. Es de lo más original y no resulta cargante para nada (ahí tenemos el asno de Shrek, a quien tenías ganas de estrangular tras dos películas).
Pero si hay algo que maravilla la vista es la animación. Fantástica. Insuperable hasta la fecha. De las que consiguen que no quites la vista de la pantalla para no perder un solo momento. Solo por la nieve, la visión de las montañas y los poderes de Elsa merece ver la película.
La música y la banda sonora se merecían nominaciones a las Oscar solo por lo bien que se fusionan con la trama y por lo bien que juegan con los sentimientos del espectador. Ese es el motivo por el que no se hacen pesadas, hasta el punto de que el musical animado no cansa, sino que se espera.
Algunos dicen que la historia es excesivamente tierna. En mi opinión es emocionante. Hay aventuras, momentos de risa, otros casi de llanto, personajes bien dibujados y magia, mucha magia. No solo la de Elsa, sino la que transmiten a los que pasamos la mejor hora y media del semestre en el cine, viendo el mejor cine Disney en años. Sin contar con las obras de Pixar, desde los 90 no hay nada que se parezca al espíritu de Frozen. Para convertirse en niño durante un rato.

David O. Rusell tiene un patrón claro de películas a dirigir. Basta con ver su anterior éxito, El lado bueno de las cosas, y después La gran Estafa Americana para darse cuenta de lo que hablo. Todos son tipos fracasados, con sus neuras maniáticas particulares llevadas al extremo debido a pasados traumáticos o a situaciones vitales duras que han curtido su carácter hasta convertirlos en lo que vemos en pantalla. En este caso, no hay un solo personaje que no esté completamente salido del marco o, como se diría comúnmente, mal de la cabeza. Los actores hacen muy bien su papel, aunque Cooper está extralimitado, demasiado, en mi opinión. Lawrence y Adams brillan con luz propia, especialmente la primera, que con 23 años está más metida en su papel y lo transmite con más naturalidad que cualquiera de los otros tres principales. Eso se agradece como espectador cuando hablamos de personajes tan "histéricos", por así llamarlo.
La música es una parte integrante de la película con canciones que vienen como anillo a dedo a la producción. Fotografía, vestuario, maquillaje, guión, todo estupendo. Entonces, ¿qué me falla?
Seré sincera, es un problema de dirección. El hombre lo tiene todo para hacer un peliculón, en especial actores en estado de gracia, que se creen firmemente el proyecto, lo cual hoy en día es mucho decir. También tiene un guión con buenos giros argumentales, narradores variopintos poco habituales, algún cameo que no podía faltar y que provocó la risa del cine, buenos golpes sorprendentes y de humor... Pero O. Russell no sabe cómo llevar el ritmo. No se cree su suerte y termina realizando una película que, en ocasiones, es excesivamente surrealista y consigue que en los títulos de crédito lo primero que pienses sea "A esto le sobraban 45 minutos". El metraje es una sucesión constante de acelerones y frenazos, como los que hace quien aprende a conducir.
Se preguntarán por qué le pongo un 7. Por los actores, en especial por Lawrence. Por el vestuario, el ambiente oscilante entre cutre y glamouroso que tan bien saben describir. Por la moraleja de que la vida al completo es una gran mentira de la que no te quieres desprender por miedo a caer al vacío. Por los últimos 20 minutos. Porque es una película que hay que ver, aunque solo sea para poderla juzgar. Causa muchas interpretaciones diferentes en cada individuo que la ve. Eso ya de por sí, es un mérito. Pero no de 10 Oscar, eso se lo aseguro.

Con el título lo digo todo. Comienzas pensando que vas a ver un wenstern con tres caras conocidas y el misterio se cierne sobre la historia. Lo malo es cuando uno se da cuenta de que el misterio tiene una única explicación: aliens en plena época del Viejo Oeste. Prefiero no cuestionarme si es lógico o no, pero una imaginación abierta y fantasiosa como la mía no se tragó absolutamente nada. El pobre Harrison Ford tiene cara de no saber en qué estaba pensando cuando aceptó aquel papel, pero su interpretación es la única que salva la película. Olivia Wilde está inexpresiva y Daniel Craig también, aunque nunca me pareció que tuviese demasiada expresión. En resúmen, si te aburres, si la echan en la tele, si te apetece reirte en momentos en los que la película sugiere que te deberías disgustar, entonces este es tu título.