De sobras conocida la pericia técnica de Collet Serra y su indudable carácter comercial que imprime a su cine y tras varios titubeos, por fin consigue con Run all night un film solido, bien trabajado, con musculo y una solvencia narrativa digna de clásicos como Frankenheimer o friedkin.
Estamos ante un thriller contundente, de ritmo frenético y que juega la baza de contar con unos personajes de entidad propia que se verán abocados a la tragedia por culpa del destino, como en los clásicos de los cuarenta, haciendo de la noche un personaje mas.
Run all night cuenta con unos actores esplendidos y momentos de cine realmente intensos que consiguen una rara armonía entre la violencia y la belleza.

Este potente thriller de aliento tragico y rabia contenida, trata de un tema tan ambiguo como la amistad y lo que ello conlleva.Asimismo aparecen el racismo, el deber y el conflicto social, todo ello a través de un variopinto grupo de personajes arraigados al más puro cine negro de los cincuenta, pero vistos bajo un prisma más cercano y emotivo.
El peso del film, lo arrastra un extraordinario Gerard Lanvin, delincuente retirado, atractivo y cargado de recuerdos que se traslucen en su rostro duro y cansado, que se adueña de cada plano con solo esa mirada que certifica la huella de una vida pasada.
El gran acierto de Les Lyonnais radica en su elaborada traslación de esa banda de atracadores que atemorizaron Francia en la decada de los setenta, sin hacer hincapié en la conversion de buenos y malos,dejando al espectador libre de pensamientos.
El film está esplendidamente resuelto,filmado con excelencia,con la seguridad que dan los años,con aplomo en las escenas intimistas y nervio en las de acción,donde se demuestra que no solo en hollywood se producen notables películas de genero.
Desde el primer plano hasta el bello momento final Les Lyonnais se confirma como un excelente paso adelante, de un cineasta que parecía titubear en sus trabajos anteriores y demuestra haber alcanzado una estupenda madurez, que esperemos continue en sus siguientes trabajos.

Hay películas desconcertantes, de las que no sabes que te espera. Películas que vienen firmadas por autores de prestigio y que en cambio son tremendamente malas, como el film que nos ocupa, o por citar otro ejemplo reciente, la Vicky de Woody Allen. Respecto a Sólo quiero caminar, es un desbarajuste total, confusa, torpe, lamentablemente interpretada y con la estúpida intención de hacer un Tarantino español. El film no engancha en ningún momento y reitero lo de las interpretaciones, poque contiene varias de las peores que he visto en mucho tiempo. Lástima que Díaz Yanes se haya enfrascado en algo tan bochornoso, su film precedente era más que digno.

Primera de las dos incursiones cinematográficas, de uno de nuestros más singulares cineastas, hoy injustamente olvidado y que merece la pena rescatar. Se trata de un film cuyo esfuerzo de producción, se hace notar desde el principio y que supuso un verdadero hito en su momento, debido a la inteligente combinación de terror y erotismo que desprenden sus imágenes.Asímismo, el realizador se muestra poseedor de una sabiduría filmica inhabitual en el cine español de entonces. Su talento quedaría comfirmado con su siguiente y por desgracia ultimo trabajo para la pantalla grande QUIEN PUEDE MATAR A UN NIÑO, sin duda uno de los films más arriesgados y contundentes, de todo el cine español.

El cine actual goza de buena salud y esta pequeña y entrañable joya así lo atestigua.
Supone un enorme placer encontrar un trabajo bien hecho, a través de la serenidad y la inteligencia, sabiamente dosificadas y aplicadas al devenir de dos seres enamorados y que ajenos al mundo descubren que la vida puede ser una telaraña.
Poco que decir del superlativo trabajo actoral. Por si solo merece todo tipo de elogios. Lo de Alfred Molina rebasa los limites y su compañero nunca ha estado mejor.
La puesta en escena es elegante, austera y segura en cada uno de sus planos, consciente de lo que tiene entre manos, el director afianza la labor de los actores mediante planos largos y diálogos sin acartonar. Prueba de ello es como resuelve un momento fundamental del film a través de la elipsis, sin enfatizar y con profundo respeto.
Dejo para el final el plano fijo del adolescente en la escalera, sin más compañía que un monopatín y sus lagrimas, uno de los más hermosos que recuerdo en mucho tiempo.