Ante todo, hay que decir, que esta película no deja indiferente a nadie; o la detestas o la alabas.
En cuanto a los que se dice por allí de que es tan bestia en algunas ocasiones que ha habido gente que se ha levantado durante la proyección y se ha ido derechito a la calle debo decir que es cierto, al menos en la sesión en la que yo he estado. Y no es para menos, la violencia y el sexo son muy explícitos, en contadas ocasiones pero suficientes como para dejarte cao.
Si a un esquizofrénico con trastorno bipolar y adicto al sadomasoquismo le dan una cámara y le dicen rueda una película de terror no hace nada tan controvertido como lo que acabo de ver.
Para mi ha merecido la pena verla, solo por ver algo distinto a lo que nos tiene acostumbrados el cine; el prologo es excelente y la belleza de algunos planos se queda en la retina largo tiempo. También los actores, ambos se han metido en su papel mucho más que si hubieran seguido el método, vamos, casi tanto como si hubieran tenido a Stanley Kubrick como director.
Lo peor, según mi modesta opinión, la excesiva dependencia de la cámara en mano y esa obsesión por pegar el objetivo a las cabezas de los actores.
Ahora toca leerse un libro de psicología para ver si acabo entendiendo el final.