Otra de esas abundantes películas americanas moralistas. Cuando leí lo de Disney en los títulos de crédito iniciales me temí lo peor y desgraciadamente las sospechas se confirmaron.

Para deleite del público femenino, la única mujer que aparece en toda la película tiene una inteligencia bastante mejorable.

La primera vez que ves el trailer piensas que puede merecer la pena, la segunda vez te asaltan las dudas y cuando llevas unos pocos minutos en la sala te das cuenta del tremendo error que has cometido.

Es una película apta sólo para quienes quieran ver Nueva York decorado por Navidad; lo nunca visto... Con un trailer que, además de tramposo, miente al hacer suponer que el argumento va a tener algo más de enjundia que las cuatro frases que te spoilean en el mismo. Porque no, el argumento es simplón, infantil y te dejará bastante indiferente por estar lleno de tópicos y de sentimentalismo de lo más barato.

Un título muy acertado.

Los primeros minutos prometen, los actores están bien, etcétera.

Desgraciadamente en seguida empieza a hacerse aburrida y sólo se hace tolerable por algunos gags divertidos. Algunos personajes son muy graciosos, especialmente los dos protagonistas están bastante bien, y el tono de crítica social me parece interesante. Un mundo a la deriva, como el que realmente nos encontramos cada día.

Pero el resto de la película es sólo violencia por violencia, pistolas, algún puñetazo y esas cosas que venden muy bien.

Una vez más la crítica profesional se luce sobrevalorando el cine que no aporta nada.

Una buena película, sencilla, en blanco y negro, que en ochenta y pico minutos tiene más mensaje que toda la saga de Star Wars junta con sus muchas horas de pelmazo monárquico sin sentido. No es la mejor película de la historia, ni de lejos, pero sin duda es interesante. Un ejemplo más de que el sistema en que vivimos es incompatible con un mundo civilizado. Un ejemplo más de que muchas de las mejores cosas que pudiéramos hacer no son rentables para el mercado y por tanto no llegamos a verlas.

Es una de esas películas a las que les pones buena nota porque tienen una importante carga de crítica social que hace que, a pesar de tantos de los típicos vicios de las superproducciones, merezcan mucho la pena ser vistas y recomendadas.

En este caso porque nos hace reflexionar al enseñarnos un futuro bastante plausible: poderosos que viven preservados de la mayoría, que viven más y mejor y que dicen a los pobres que los que son más pobres que ellos son muy malos y vienen a robarles. Cuerpos policiales y mercenarios mantienen el statu quo. Los inmigrantes son gente peligrosa. Los trabajadores malviven en un mundo cada vez más contaminado, estresante y peligroso. Los políticos maltratan a la población y no sufren las consecuencias porque están parapetados.

Sí, un futuro plausible.