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España España · Valencia
Críticas de EddieFilmsG
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Críticas 30
Críticas ordenadas por utilidad
8
3 de febrero de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El contexto de “Quo Vadis, Aida? se ubica en la guerra de Bosnia (1992-1995). La realizadora bosnia Jamila Zbanic (Grbavica) se erige como una gran narradora audiovisual y nos demuestra su maestría con los recursos de los que dispone. Focaliza el punto de vista en una organización que lucha por fomentar la paz internacional, manteniendo la seguridad y la protección de los derechos humanos desde octubre de 1945. El film sigue a una traductora, Aida (Jasna Djuricic), de origen bosnio que sufre por la integridad física de su familia cuando las fuerzas del ejército yugoslavo decide invadir la (declarada Zona Segura por la ONU) ciudad. La cámara también sigue los pasos del general Ratko Mladic (Boris Isakovic) muy de cerca, Personaje clave de la trama (necesario por otra parte) para crear el conflicto dramático en el que el espectador sentirá la necesidad de posicionarse. Este provocará en el espectador a la salida del visionado un nudo en la garganta. La directora juega con la profundidad de campo, de tal forma, que lo que puede verse en el fondo provoca mucha más angustia y dolor que el texto verbalizado.

El séptimo largometraje de Jamila Zbaniac no se posiciona en ningún momento, huyendo de cualquier forma de sentimentalismos (o paternalismos). La mayor parte de la acción es narrada desde el puto de vista de Aida y su lucha por mantener a salvo a su marido Nihad (Izudin Bajrovic), y sus dos hijos Hamdija (Boris Ler) y Sejo (Dino Bajrovic). La ausencia de trato preferencial o de acreditaciones que valgan dentro del recinto creado por la ONU para refugiados serbios, obligará al personaje de la madre a ingeniárselas y acabar cometiendo un acto no legal.

Los manipulación de los medios
En otro plano argumental, la autora juega con los medios de comunicación públicos y cómo estos sirven a los intereses de los contendientes. Destaca la crítica del uso realizado por el mando dictatorial, al contrastar su discurso con la ciudad en ruinas. Se servirá del soldado holandés para introducir los valores humanos, que servirá de contrapunto a los yugoslavos, estableciendo un delicado juego ético con el espectador. El punto álgido de esta idea argumental se muestra al no verbalizar la palabra “serbio” frente a sus cámaras y de forma física derribando sus banderas.

El papel jugado por los medios de comunicación, principalmente la cobertura del Ejército de la República Srpska (VRS), compuesto casi exclusivamente por reclutas y oficiales serbios de Bosnia-Herzegovina es el mejor ejemplo de la dicotomía que manejan los medios de información cuando hay vidas humanas en juego.

Fuerzas de la ONU defendiendo a todo el pueblo serbio
Como toda buena cinta de género (bélico, en este caso) “Quo Vadis, Aida? va sobre cómo los crímenes de guerra – y los miles de hombres inocentes asesinados – pueden afectar en el tiempo a esposas, madres, hermanas, hijas, etc. La mayoría ha leído o conoce hechos contados en tercera persona pero el horror vivido en Srebenica puede ser duro de olvidar una vez abandonada la sala. “Quo Vadis, Aida? es bastante precavida al no dar respuesta del por qué de este hecho aún en el siglo XXI, e interrogarse sobre cómo podemos seguir pisando el mismo suelo donde 30.000 personas fueron damnificadas por esta barbarie a finales del siglo XX. En definitiva, Una película que no se acobarda en mostrar que hay luz al final del túnel.
EddieFilmsG
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9
14 de enero de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia está basada en un reportaje de Mateusz Pacewicz que escribió en 2014. Jan Komasa descubrió a Bartosz Bielenia ante la negación rotunda de los productores por las apariencias (con los hippies, uno ya sabe lo que hay) y una experiencia actoral avalada por papeles secundarios en series. La manera de abordar los temas políticos/religiosos de forma intelectual fue lo que dio luz verde a Bartosz para interpretar al personaje principal.

Critica de Corpus Christi, historia basada en hechos reales que traslada la vida de un joven salido del reformatorio de 20 años que, tras una pequeña mentira, pasará por un lapso de tiempo encapsulado en su fantasía de ser cura. Daniel es un joven al que le gusta salir de fiesta con sus amigos y tomar en su tiempo libre. Intentará redimirse con actos de bondad y ganarse el respeto de una pequeño pueblo cuando, en libertad condicional, se le presente la oportunidad sustituir al vicario local.

Una actuación de 10
Gran descubrimiento para el cine europeo. La consagración de Bartosz Bielenia en Festivales de Cine como el de Estocolmo o El Gouna. Además se llevó la estatuilla a Mejor Actor en los Premios del Cine Polaco. Con tan sólo 28 años la carrera de este brillante actor nacido en la localidad de Bialystock no acaba más que de comenzar.

Una trama secundaria para redimirse de su pasado
Nada más llegar al pueblo Daniel se fija en un mural en el que hay seis fotografías de varios jóvenes iluminadas por las velas de alrededor. Al entrar en el cargo parroquial lo primero que pregunta al vicario es qué ocurrió *VER ZONA SPOLIER* De esta manera su vida podrá dar un giro de 180 grados y alcanzar el perdón de Dios junto a Eliza, hermana de uno de los jóvenes fallecidos en el accidente

Un final de traca
Nadie espera que el "héroe" de turno vuelva al punto de partida, pero en este caso *VER ZONA SPOILER*. Daniel se enfrenta ahora a un futuro incierto. Un futuro alejado de la serrería, un futuro limpio en antecedentes, un futuro que vuelve a poner el contador a cero.

Religión y cine
Más allá del cine religioso (sin pretender serlo) que nos ha llegado del este de Europa ("La Pontífice", "Ida" o "Camino de la Cruz") durante esta década de los 10s se ha visto inmensamente anclado en clichés del s.XX. Sin embargo, la historia refleja algo que sucedió (llevando a la máxima el "based on") de verdad y cuestionando el papel de una persona que ha hecho el Mal dentro de una sociedad que juzga, no tiene perdón y está llena de odio.

Reseña final
Esto es cine en mayúsculas, sinceramente a la altura de lo que nos viene acostumbrando la cinematografía polaca en los últimos años. Una pequeña joyita por descubrir para futuras distribuidoras.

Dirección (9.5)
Guión (8)
Interpretación (10)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
EddieFilmsG
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7
12 de julio de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la secuela de "Los rescatadores" (1977), una historia ideada por Margery Sharp, nos reencontramos con la historia de amor entre Bernard y Bianca, dos ratones que forman parte de la Sociedad Internacional de Rescate. Esta vez, Bernard (Bob Newhart en el original) intentará casarse con la señorita Bianca (Eva Gabor de origen húngaro) con todas las de la Ley, pero se les asignará una nueva misión en la que viajar hasta Australia para salvar a Cody (Adam Ryan), un chico metido en apuros. En el viaje conocerán a Wilbur (un alocado albatros cuya voz en la versión original la toma prestada de un John Candy en su mejor época), a Jake (ratón local que hará de Indy a buenas maneras y les guiará a través del continente, toma prestada la voz de Tristan Rogers) y a Frank (lagarto capturado por Percival cuya voz original la pone Wayne Robson). El dúo más tirano y cómico del Renacimiento de Disney lo forman Joanna (Frank Welker) y el cazador Percival C. McLeah (George C. Scott)

Especialmente notable es la animación, en la que Disney optaría por usar el CAPS (Computer Animation Production System) por primera vez al 100%. Con la idea de abaratar costes en los procesos, mejorando así los gráficos 2D y suponiendo un adelanto en la animación tridimensional. Aunque ya se usó en "La sirenita" (1989) éste software es precursor de Pixar, almacenando imágenes 48 bits por píxel y obteniendo un alto nivel de calidad de imagen usando sistemas informáticos significativamente más lentos que los de la época.

Los fotogramas finales se renderizan con una resolución de película digital de 2K (2048 píxeles de ancho a una relación de aspecto de 1,66), y las ilustraciones fueron escaneadas de modo que siempre mantenía el 100% de resolución en el resultado final, no importa cuán complejo fuera el movimiento de la cámara.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
EddieFilmsG
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5
21 de febrero de 2024
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El director escocés Kevin McDonlad toma la historia real del mauritano Mohamedou Ould Slahi para levantar su nuevo proyecto. MB Traven, Rory Haines y Sohrad Noshirvani son los responsables de la adaptación de sus memorias recogidas en el libro Diario de Guantánamo. El recluso de origen musulmán fue liberado sin cargos después de pasar 14 años encarcelado.

Actuaciones merecedoras de un reconocimiento

«The mauritanian» brinda al espectador un formidable duelo de actores. Tahar Rahim lleva a cabo un excelente trabajo, tal y como hiciera en «El profeta» o «Samba«. El actor francés sabe estar a la altura de una de las grandes damas de Hollywood, hablamos de Jodie Foster. Ambos están arropados por actores de la talla de Benedict Cumberbatch, que da vida a un títere caído en desgracia, dependiente de sus superiores. y Shailene Woodley, que interpreta a Teri Duncan, la asociada de la famosa abogada defensora.

Estamos ante un thriller judicial que refleja como un hombre encarcelado fue injustamente torturado y humillado por el gobierno de los Estados Unidos. En los créditos finales del filme se recogen los documentos oficiales que atestiguan los dramáticos acontecimientos. Macdonald subraya la acción de los soldados estadounidenses, proporcionando a veces una serie de hechos inconexos, cuyo montaje se rige por escenas de cierta concatenación espontánea. Cierto ritmo interno que termina de funcionar pero que las actuaciones soportan.

Un final la mar de discursivo
Con los fatídicos acontecimientos del 11 de septiembre surge un punto de inflexión en la historia contemporánea. La importancia socio económica de estos hechos fueron objeto de análisis por parte del oscarizado realizador Michael Moore en su trabajo «Fahrenheit 9/11«. «The Mauritanian» se aparta de su estela y realiza una dramatización de unos tristes sucesos, sin entrar en el concepto de «caza de brujas», porque aquí no existen ni héroes, ni villanos. En este caso la historia se encuentra al amparo de la supremacía que ha supuesto en la sociedad americana actual los atentados del 11-S y no al revés. «World Trace Center» y «United 93» son las películas que más cerca le quedan.

Dylan Avery en «Loose Change 9/11: An American Coup» explora las teorías conspirativas surgidas al calor de estos tristes sucesos, y llega a la conclusión de que se emiten juicios de valor sobre una religión como el Islam. Esto se refleja en uno de los diálogos del personaje central, Mohamedou Ould Slahi: «Desde que llegué se me ha dicho que soy culpable». Porque según el código penal estadounidense se es inocente hasta que se demuestra lo contrario.

La historia llega directa al corazón de los espectadores en el tercer acto de la trama, el momento de la secuencia final en el cual, Rahim pone toda la carne en el asador. El espectador tan solo debe dejarse llevar por el tren de emociones planteado por Macdonald al más puro estilo Kubrick. Lo construye sobre un montaje perturbador donde tiene un papel protagonista las máscaras de payasos, que desempeñan un papel clave en los momentos de tortura.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
EddieFilmsG
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3
3 de febrero de 2024
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El hecho de prescindir de asistentes virtuales en la película y ver máquinas personalizadas en forma de recuerdos (¿cuándo es realidad la ficción y cuándo no?) implantados, en su mayoría, dentro de una memoria robótica personalizada a medida es transigir una memoria colectiva estirada en el tiempo que no hace sino adquirir una mayor trascendencia temas como la pedofilia (¿cuándo es algo moral y cuándo no?) tecnológica o la del poder (¿cuándo se han puesto en duda estos valores?) absoluto de la figura paterna.

Emil (Lena Watson) es una androide de 10 años que vive con un hombre al que llama «Papi» (Dominik Warta). Recuerdos implantados se vislumbran en una serie de soliloquios de Emil en el que su «programador» puede difuminar la delgada línea entre la identidad y los recuerdos a antojo propio. Basada en la libre adaptación de un ensayo publicado en 1973: «The Trouble with Being Born«. Historia de una generación futura en la que el diálogo y las reflexiones harán incomodar a más de uno. Enaltecimiento, en ocasiones, del incesto y las filias de un «padre» que se debe sexualmente a su creación. En la segunda parte se trata el tema de cómo superar la vida digital y es aquí cuando Emil, ahora Elli sufre una transformación humana
Después de ver cómo los humanos dependemos de inteligencias artificiales para superar un progreso neoliberal cercano La cinta explica por qué sería una prueba irrefutable de la dicotomia. Humano vs. no humano. Real vs. no real. Explorando otras vertientes como el conflicto de qué supone vivir. La sociedad analizada desde el punto de vista de Elli/Emil.

La conclusión de todo esto es que los efectos que pueden tener las máquinas en ámbitos cotidianos no es contraproducente, sino todo lo contrario. El mejor ejemplo de un Pinocho galáctico. El debate queda abierto si perdurará en la cinefilia colectiva o si esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia.

Un drama intimista y universal
Sin llegar a ser un drama, ni una película de ciencia ficción. «Del inconveniente de haber nacido» defiende una tesis de autor como lo hicieron Jonathan Glazer («Under the skin«) o Alex Garland («Ex Machina«) en su día. La película de Wollner se queda a medio camino de las ficciones de dos de los autores de mayor calado autoral en la ficción moderna. Los personajes se encuentran tan difuso que esa es la propia enervación principal del relato. A rendidas cuentas el mayor acierto de esta historia es cuando se ofrece la posibilidad de implantar recuerdos a los robots para así diseñar un background (Blade Runner) acorde a la visión del consumidor y con trasfondo social («Metrópolis«) para preguntarnos si de verdad sería un riesgo laboral para todos si se dejasen a los humanoides («Yo, robot«).

El marco conceptual literario del filme es la famosa fábula de Collodi en clave sci-fi. Al igual que en «Inteligencia Artificial» Wollner propone una distopía que refleja lo que la androide Elli ve y siente, acompañando al espectador. Así, como un túnel del tiempo configurado según los deseos de su «programador» Elli no se adueña de sus pensamientos ni emociones, ya viene prefabricada. La memoria como narrativa proporciona un nuevo significado e identidad. La memoria como programación, una narración como base fundamental de los aforismos de Wollner.
EddieFilmsG
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