Una atípica historia familiar perfectamente llevada a cabo. Desde el arranque atrayente, no hay un solo momento del largometraje que deje de cautivar al espectador. Si bien los giros de guion del segundo acto le confieren inicialmente un ligero desconcierto, pronto quedan resueltos a la perfección. Destacaría también la encantadora interpretación de Richie Merritt, tan acertada como la de McConaughey. Un drama profundo y sórdido a la par que entrañable.

Es como si todo en esta película lo hubiéramos visto antes, salvo la química entre estos dos actorazos. Julia Roberts salvando una trama que se queda corta de la mano de un estupendo George Clooney. El carisma de la pareja junto a los escenarios paradisíacos difuminan las carencias del guion, que se va apagando hasta caer del todo en la monotonía cómico-romántica. Un largometraje algo pobre a nivel cinematográfico, pero que no defraudará en absoluto a la hora de pasar una tarde entretenida de sofá, peli y manta.

Pocas veces se había contado una historia tan evocadora como bien perfilada en cada uno de sus matices. Simbólica, venerable, humana; deja en el espectador las emociones a flor de piel mediante una sucesión de planos encantadores, acompañados de unas interpretaciones brillantes en su totalidad.
El arte y la naturaleza quedan ingeniosamente ligados en una oda a lo primordial, a la identidad, a la esencia más pura del ser y su importancia en la sociedad. Además, hay momentos de tensión absoluta que se contraponen con lo cotidiano de las escenas familiares, creando una dualidad que mantiene la atención del espectador de principio a fin. Todo el mundo debería ver esta película.

Estética, nostálgica, llena de detalles. Esta película nos transporta a otro mundo de la mano de una soberbia Florence Pugh -una emancipada Alice, que rompe todos los moldes de una mujer americana en los años 50- y un igualmente bueno Harry Styles. Olivia Wilde no defrauda en absoluto con un largometraje colmado de planos arrolladores, envueltos en una banda sonora que trae reminiscencias de Grease y otros clásicos. Le confiere un ambiente tétrico a cada escena, a veces bastan unas milésimas de segundo para ello, y por eso no puedes parpadear ni un segundo. Pieza cinematográfica sublime, complicada, que muy probablemente en unos años se convertirá en una película de culto.

Chazelle acercándose peligrosamente a Luhrmann y a Tarantino realiza una oda al cine en toda regla. Actorazos para servir una trama truculenta, espectacularmente salvaje, llena de confeti y destellos de un cine que ya no estamos tan acostumbrados a ver. La banda sonora es envolvente, se va ajustando a la perfección a cada escena, mientras los silencios provocan una tensión subyacente a la trama que está presente en el espectador desde el primer momento. Escenas tiernas, desenfrenadas o repugnantes, que se van intercalando a lo largo de unas tres horas que no resultan largas en absoluto. Entretenida, brillante y subjetivamente bella. Muy recomendable.