La saga de Harry Potter es uno de los grandes regalos que ha dejado la literatura infantil/adolescente (afirmar eso no es negar que un público adulto no pueda disfrutar, y mucho, de la prosa de JKRowling). No obstante, conforme se fue popularizando hasta los límites que hoy en día conocemos, resulta curioso que tanto los volúmenes como las películas fueran engrandeciendo en ornamentos y artificios...

"El niño que vivió" sigue siendo una trama que engancha y captará la atención de nuevas generaciones de espectadores, pero, modestaente, creo que David Yates apuesta por los acentos equivocados en "El príncipe mestizo" Pocos flashback de Tom Ryddle (quizás el gran villano de la saga, por encima de su futuro como Voldemort), un personaje fascinante y de los mejor construidos...

Da la sensación de que el grueso de la historia no ha sido correctamente añadido a un film, espectacular en lo visual, pero quizás más pobre de lo que parece, más allá de acentuar el triángulo Radcliffe-Watson-Grint.

Puede sonar agorero o sentimiento hard de antiguo lector de la saga, pero, siendo tan fácil de ver como olvidable (más allá de su excelente arranque en la niebla londinense y confirmando lo excelente de elegir a Helena B.Carter como Bellatrix), uno tiene la vieja tentación de que la franquicia ha perdido la esencia...

Resulta sumamente meritorio lo que acontece con este spin off de 7 Vidas, capaz de sobrevivir en los competitivos tiempos de share que corren. Producto nacional que ha sido bastante fijo en muchos hogares los domingos por la noche. Y, sin embargo, aunque algo tendrá el agua cuanto tanto la bendicen, hay muchas cosas en este programa que llevan a la duda.

Se me ocurren pocos ejemplos más claros de heterogeneidad y verdaderos dientes de sierra. Hay temporadas y capítulos concretos que parecen seguir un muy eficaz molde de comedias situación, amparados en el carisma de sus protagonistas (Carmen Machi, cuyas esporádicas idas y venidas han afectado el desarrollo del show, Pepe Viyuela, Paco León...). Otros, no siguen ningún rumbo fijo, pasando sin pena ni gloria y con algunas situaciones que hacen pensar que los guionistas se han topado con un callejón sin salida.

Comparada con su fina predecesora, Aída tiene un toque de barrio que a algunos esnob podría molestar, aunque no creo que sus verdaderas faltas radiquen allí. Logrando esa meritoria supervivencia, tiene también salidas muy fáciles y cierta chabacanería que a largo plazo termina afectando cualquier posible tentación de revisionado.

Repitiendo nuevamente que está revestida de un gran reparto, muchas de sus fórmulas terminan llevando al hartazgo (la temporada en la que vuelven totalmente desquiciado a Mauricio Colmenero, la incapacidad de hacer algo interesante con Paz y Luisma, destinados a ser los Belén y Emilio, aunque carezca de la magia de Aquí no hay quien viva...)...Al César lo que es del César, eso sí, reconocer incorporaciones de divertidos secundarios como Barajas o Germán.

Ni mucho menos, una mala serie. Bastante alejada de la categoría de alguna de sus mejoradas predecesoras. Auténticicos dientes de sierra que hacen muy complicada una valoración global.

Así explicaba Bender Doblador Rodríguez a su compañero de piso Fry, una pesadilla que había tenido en binario. A veces, el lenguaje de las matemáticas resulta demasiado abstracto y necesitamos un traductor en medio, a veces un cerebrito de Yale como el personaje de Jonah Hill que nos aclare un poco la cuestión.

Bennett Miller dirige con pulso firme y de manera bastante realista, la historia del equipo de beisbol de Oakland, el cual, a través de la controvertida figura de su GM lograron desafiar a mercados mucho más potentes y lograr rachas de victorias asombrosas, debido al uso de la estadística y operaciones de comprar barato, vender caro y saber cuando dar pasaporte al jugador más popular.

Brad Pitt encarna con tranquila sobriedad a Billy Beane, el arriesgado pensador del proyecto. Figura controvertida del beisbol americano, supone el eterno debate sobre el estilo. Para unos, se trata de la forma en que se quiere ganar... en otros casos, es la única forma en la que uno aceptaría una derrota. Haciendo sufrir infarto tras infarto al bueno de Philip Seymour Hoffman (magnífico intérprete bastante desaprovechado en esta cinta), estoico entrenador de su escuadra.

Si bien como algún crítico de olfato fino como Maldito Batardo advierte con toda la razón del mundo que la película de Miller no cae en ningún estereotipo engorroso de otras obras del género deportivo, ciertos toques ultra-técnicos pueden alejar esta buena idea de un público más amplio, ya que en determinados momentos uno podría incluso perderse entre tantas oficinas y buitres, perdón, representantes, ansiosos de sacar tajada.

La buena labor de Pitt le valió una nominación a los Oscars, creando un personaje que se mueve mucho desde dentro sin dejar traslucir sus emociones, pero siempre interesante y con aristas.

Muy interesante, pero como les digo, hará falta un poco de disciplina deportiva para sacarle el juego a "Money ball" o, como ganar a un juego injusto...

Hubo un momento en que muchos padres soñaban con que sus hijos fueran arqueólogos y los chavales correspondían a esa esperanza, porque imaginaban que esta dignísima profesión, no solamente era de estudiar y preservar el pasado, sino que viviría fantásticas aventuras y recorrerían los más exóticos rincones del mundo. La mitificación de este trabajo vino provocada por la franquicia de Indiana Jones, una de las más rentables trilogías de la historia de las taquillas.

Spielberg vuelve a embarcarse en las desventuras de Indy, permitiéndose algún guiño a antiguos personajes y objetos de las anteriores entregas, que serán muy de agradecer por los fans. Por lógicas cronolígicas, en esta ocasión, los malos no pueden ser los nazis, sino que nos vamos a La Guerra Fría y asistismos a las maquinaciones de los "soviets" (y sí, los chicos de la tarta de manzana eran muy buenos y solamente quieren estos poderosos artefactos para guardarlos en la auto-caravana).

Precisamente es Cate Blanchett quien encarna de una manera muy solvente a la angatonista a las órdenes de Stalin, aunque falta algo de la mística de anteriores enfrentamientos. Por supuesto, Harrison Ford vuelve a encarnar a uno de sus personajes más célebres, si bien se nota el efecto de Cronos, Ford sigue impecable en su rol y su carisma inunda la pantalla. También se recuperan antiguos miembros del reparto, agluna sorpresa genealógica y secundarios de lujo como John Hurt.

"La calavera de cristal" es una historia entretenida y un buen ejercicio para quienes ya conocían la saga, pero, quienes no se vean afectados por esa nostalgia y sean espectadores de nuevo cuño, quizás no sueñen con ser arqueólogos ni buscar Arcas de la Alianza ni cálices de oro...

Kenneth Branagh se muestra como un hombre del Renacimiento en esta película de 1989, pese a su juventud por aquellas fechas, se atreve a encarnar uno de los papeles más codiciados del teatro inglés, nada menos que Enrique V, ese monarca arrastrado por sus consejeros a la locura de la guerra en Francia.

Con un reparto a prueba de obuses, el film es una ingeniosa y hábil adaptación del texto original, disimulando con inteligencia las carencias técnicas. Dignas de alabanza son las apariciones de Derek Jacobi como nuestro narrador, con su dicción perfecta y aún antes de enfadarse con El Bardo y encabezar algunas iniciativas contra su autoría de sus clásicos.

Bendecida por un ritmo homérico (algunos como Brian Blessed parece que van a darte una sentencia cada vez que abren la boca, lo cual es maravilloso), los amantes del teatro clásico y Shakespeare disfrutarán como enanos del excelente despliegue efectuado por Branagh y los suyos, así como algunas astucias muy dignas de resaltarse, como explicar la vida de Falstaff con mucho ingenio y de forma respetuosa.

Hay más de cinco motivos para verla (y disfrutarla). Y es que hay que volver a escuchar esos parlamentos al final y olvidar la propaganda de la época para gozar de esta joya literaria.